Disclaimer: Mió y solo mió. Sí. me he hecho un cambio de sexo por lo que ahora soy Bruno Heller y soy Jisbon xD
A/N: . Serán una serie de One Shots con ideas que se me pasen por la cabeza en un momento dado, pero solo aquellas que me hagan suspirar o me pongan una sonrisa de felicidad en la cara, o sea, Jane y Lisbon (Jisbon) porque no puede ser de otro modo.
Puede que se dejen muchos detalles a la interpretación, no lo sé. Tened en cuenta que estos one shots yo los concibo como si fueran una escena de uno de los capítulos en la serie; por lo que no me importa en absoluto la escena anterior que los ha podido posicionar en la situación que narro o la escena posterior.
Este One shot concreto he de decir que me vino a la mente estando acostada en la cama con la mente entre la realidad y el mundo de los sueños. Gracias que a la mañana siguiente recordé la idea porque si no este fic ahora mismo no existiría. Siento que otras muchas ideas ya se las llevo el viento. Espero ahora poder escribirlas siempre.
Disfruten y espero que os alegre el corazón shipper.
Siete años, una vida.
(…)
Un año después.
Tras dos arduas horas de trayecto, por fin hacían entrada en el cementerio. El día es caluroso, como siempre, imposible de decir que día hizo más calor ¿ayer u hoy? Qué más daba, el día era precioso lleno de vida, el verde de la naturaleza acaparaba toda su visión, y sus oídos se relajaron ante el sonido de una leve respiración y del canto de algún pájaro aquí o allá.
Mientras Patrick Jane bajaba del coche no pudo evitar sentir cierta nostalgia mientras dejaba escapar el aíre contenido de los pulmones. No quería estar nervioso, él no. La tristeza se había ido ocupada ahora solo por recuerdos buenos y felices; la sangre ya quedo en el olvido. Su corazón se aceleró ante la perspectiva de lo que estaba apunto de hacer.
Rodeó el coche con paso acelerado; la emoción y los nervios lo inundaban. Abrió la puerta trasera derecha del coche y se inclino introduciendo medio cuerpo dentro del mismo para recuperar su pequeña joya. La pequeña sonrió a su padre feliz ante la idea de estar en sus brazos. Había estado todo el trayecto dormida, como hipnotizada por el pequeño vaivén del coche hasta que el motor fue apagado y sus ojos verdes chispeantes de vida se abrieron automáticamente deleitando a su padre con un bella sonrisa en su boca sin dientes e inundada de babas y, dando un pequeño grito de alegría. A estas alturas Jane pensaba que tenía que empezar seriamente a plantearse el comprarse un babero tamaño maxi para sí mismo, y no para su hija.
La pequeña de cuatro meses agitaba los brazos y piernas redonditas bajo el vestido primaveral, mientras Jane la acomodaba contra su torso.
- ¿Estás lista cariño? Llego el momento. –Jane le decía mientras le daba pequeños besos por sus mofletes regordetes. Como única respuesta para su agrado, la pequeña estalló en júbilo sabedora de las fiestas que le ofrecía su padre para su deleite.
Jane caminó lentamente con su hija en brazos hasta llegar a su destino. Unas flores secas descansaban en el suelo. Jane no necesito pensar mucho para saber quien las ha dejado allí, Danny. Miró las tumbas un momento mientras alguna imagen de su antigua vida se colaba en su mente.
- Hola chicas. Yo… - Había ensayado mentalmente varias veces lo que iba a decir, y ahora simplemente no se acordaba de una sola palabra. Sentía que la angustia comenzaba a crecerle dentro del pecho y, el pánico y miedo a extenderse.
La pequeña se percató de la agitación de su padre estando bajo sus brazos. Se dio cuenta que algo no iba bien. En ese instante Jane reparó en el pequeño cambio que se producía en su estado de ánimo, pasando de las chispeantes risas con babas al silencio mientras lo miraba fijamente esperando una respuesta.
- Gracias cariño. - Le dijo a su pequeña mientras le daba un beso en la cabeza cubierta con una pequeña mata de pelo negro. – Gracias por guiarme. – La niña le sonrió, exclamando con un pequeño gorgoteo y un poderoso "Ta, ta, ta, taaaaaaaa", sintiendo de nuevo la alegría de verse amada. Jane tomó aíre y sonrió tímidamente, preparado para despedirse. – Hola Ángela, hola mi pequeña Charlotte. Os presento a Adrianne, mi hija. Yo… quería presentaros a la razón por la que hoy sonrío, mi razón de vivir, mi razón de seguir adelante cada día intentando no cometer los mismos errores que con vosotras. Os hecho mucho de menos y no hay día en que no me pregunte cómo sería si estuvierais aquí, pero ahora soy infinitamente feliz y tengo que dejar que os marchéis. Me gustaría, si estáis ahí y me podéis escuchar, que me perdonéis. No os cuide bien, y os fuisteis… no puedo borrar lo que paso y ahora soy feliz cuando vosotras estáis ahí por mis acciones y yo aquí. – Una lágrima resbalaba inocente por la mejilla de Jane. Ni siquiera se había dado cuenta de que tenía los ojos acuosos. – Os quiero tanto…
Una mano calidad se posó en su brazo descubierto donde la manga de la camisa tenía remangada hasta el codo. Dio un pequeño sobresalto pues no se había percatado de su llegada. Giró lentamente hacía la izquierda para encontrarse con esos hermosos ojos verdes que le sonreían. La otra mano de Lisbon se deslizó por la cara de su marido y con el dedo pulgar limpió cualquier rastro de agua desprendida por los ojos de él.
- Te mereces ser feliz. –Lisbon interrumpió sus palabras, mientras Jane apoyaba la mejilla contra la mano de Lisbon que permanecía en su cara; buscando el calor de la comprensión y el amor. – Te quiero. – Sentenció Lisbon.
- Te quiero. – Jane le devolvió sus palabras girando mínimamente su cara y posó un beso en la mano que Lisbon mantenía en su cara. Entonces se inclinó brevemente y la besó de forma suave en los labios intentando trasmitir todo el amor y gratitud que sentía por ella.
La pequeña Adrianne se sentía excluida, aún estando en medio de ambos sujetada por los fuertes brazos de su padre. Así que decidió que era el momento de hacerse notar propinando un fuerte chillido lleno de alegría al mismo tiempo que agitaba los pequeños pero regordetes brazos contra los hombros de su padre, ganando así la atención de ambos y siendo premiada por una pequeña pedorreta de su madre en uno de sus muslos que no hizo más que aumentar su risa.
- Creo que finalmente voy a tener que comprar dos baberos tamaño maxi.
Fin.
Mi final perfecto para la serie.
A/N: No se si se ha entendido mi idea de "Un año después". Básicamente, se puede situar esos puntos suspensivos del principio "(...)" al final de la séptima temporada, donde en los últimos cinco minutos del capítulo nos muestran el "Un año después" y así comenzaría la escena que he relatado y habéis leído, dando final a la serie El Mentalista.
Próximo: Ni idea, ya puede ser una semana, un mes, dos meses... dependerá de donde me lleve la imaginación y/o mi corazón shipper poniendo a Jane y a Lisbon donde quiero verlos.
Alejandra O.
