Hola, soy nueva escribiendo sobre Frozen, pero me atreví a redactar ésta historia Elsanna, mi obsesión actual. Espero que les guste y me den una oportunidad en éste nuevo universo u.u

Antes de empezar, aclaro que en éste fic NO hay incesto, pues Anna y Elsa NO son hermanas, así que NO se preocupen.

El título está inspirado en la canción que creímos sería la oficial del cortometraje, "toque de hielo".

Hago la oficial declaración de que ninguno de los personajes de Frozen, ni Frozen, ni todo lo relacionado con la historia original me pertenecen, así como tampoco el título de la canción "toque de hielo", y del mismo modo, ninguno del resto de los personajes que hemos visto en el cine y que aparecerán como personajes recurrentes a lo largo de la historia, todo pertenece a los creadores originales de los mismos, es decir, Disney.

Me encantará leer tus comentarios si te decides a dejar uno… ¡Gracias!

Tu toque de hielo

Capítulo I

¡Haz la magia!

─Tu novio es gay.

Fueron las últimas palabras de la pelirroja, antes de que una escultural rubia emitiera un débil "oh", entornara los ojos y frunciera las cejas para salir del baño de chicas cerrando fuertemente la puerta.

Anna se volvió de cara frente al espejo, apoyando las manos abiertas sobre el lavamanos y respirando agitadamente, incapaz de creer lo que acababa de decir; no se arrepentía, pero ni estaba segura de lo que dijo, ni tampoco contenta, había hecho enojar a la rubia y eso era algo muy peligroso.

─¿Por qué de ti, Elsa de Arendelle? ¿Por qué de todas las amigas de mi hermana, he tenido qué enamorarme de ti?

El espejo se empañó a medida que la temperatura volvía a ascender unos grados en el termómetro y en un instante, Anna recordó cómo había empezado todo hace ya varios años, como si hubiese sido apenas ayer.

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─¡Rápido, rápido, rápido, rápido, rápido!

Una emocionada pelirroja de cinco años corría a toda prisa por las escaleras de su enorme casa, llevando asida fuertemente de una mano a otra pequeña apenas un par de años mayor.

─Espera, espera, Anna.

La pequeña ignoró la preocupación de la otra por guardar silencio, invadida por una emoción que crecía siempre que tenía la oportunidad de estar con su amiga de cabellos rubios platinados; entraron a un enorme salón que se utilizaba para exposiciones familiares y la pequeña pecosa la empujó dentro cerrando la puerta y comenzando a dar saltitos de ansiedad.

─¡Haz la magia, haz la magia!

Su amiga la miró con dulzura, emitiendo apenas una discreta risita infantil al ver la emoción de la más pequeña. Se aclaró la garganta y llamó a la pelirroja con un dedo para que se acercara. La chica mayor hizo un movimiento con las manos y a continuación formó una pequeña bola de nieve que elevó hacia el techo e hizo desplegar en miles de pequeños copos que comenzaron a caer con suavidad.

─¡Esto es fantástico! –Gritó la pecosa pelirroja.

El resto de la noche, poco antes de la madrugada, la pasaron jugando entre montañas de nieve, su último juego había sido la creación de un muñeco al que Elsa llamó Olaf, y al que Anna terminó adorando.

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Cuando Rapunzel despertó esa mañana, esperaba impaciente a que el resto de las chicas terminaran por levantarse, la última, como hacía ya varias veces desde que empezó a venir a su casa, era Elsa de Arendelle, la rubia que recién se había cambiado a su escuela.

─Elsa, Elsa, ya despiértate, siempre eres la última en abrir los ojos.

─No sé si envidiarla –dijo Jazmín, desperezándose –seguramente tiene lindos sueños toda la noche que la llaman para seguir durmiendo.

Y casi tenía razón, el rostro de Elsa mientras dormía, dibujaba una paz encantadora y envidiable. Nadie más sabía de ese secreto que guardaba, además de su familia; la pequeña Anna la descubrió por accidente una vez que la encontró congelando un pequeño charco en el patio de los Von Bjornson, desde entonces la persuadió para que le hiciera magia y Elsa, por temor a que le contara a alguien más su secreto, aceptó cada vez, a razón de que también le encantaba divertir a la joven pecosa, y era uno de los pocos momentos en los que podía practicar su poder y sentirse realmente libre.

Ese pequeño secreto había unido a la rubia y a la pelirroja en una curiosa amistad por algunos años, a la que todos miraban con fascinación, hasta que Elsa tuvo doce y las cosas comenzaron a cambiar.

Anna vio llegar el automóvil negro al principio del largo pasillo de piedras que conducía a su casa, y esperó hasta que una chica de largo cabello rubio platinado que sujetaba un par de libros entre sus brazos saliera del vehículo. No esperó un segundo más, saltó del borde de la ventana y corrió escaleras abajo, tirando varios objetos en su feroz carrera, llegó al balcón del amplio recibidor con el corazón palpitándole a mil por hora, tenía una sonrisa deslumbrante dibujada en el pecoso rostro y su emoción no podía contenerla más cuando Elsa entró a la casa, recibida por una de las empleadas domésticas. La pequeña pelirroja de grandes ojos verde azules siguió su recorrido cuesta abajo y se detuvo para llamar a la rubia luego que ésta ignoró deliberadamente su presencia.

─¡Elsa! –Gritó con un júbilo que a cualquier hubiera hecho estremecer.

La rubia de ojos azul gélido la miró un breve segundo antes de saludar con un gesto desganado y seguir el camino que le había indicado la empleada.

─¿Elsa?

Anna sintió una pequeña punzada dentro de su pequeño cuerpecito y arrugó las cejas, confundida, era la segunda vez que la rubia la ignoraba de esa forma. Se adelantó para salir al patio, tomando una de las salidas laterales de la casa y alcanzando a la muchacha por el corredor.

─¡Elsa, Elsa!

La joven se detuvo un segundo solo para terminar reanudando su camino –Es un gusto verte, Anna, espero que te encuentres bien.

Pero no la miró, Elsa caminó más aprisa para alejarse lo más rápido posible, dejando a la joven pelirroja más confundida de lo que estuvo momentos antes.

─¿Qué le pasa?

La pecosa estuvo merodeando todo el día alrededor del grupo de chicas que conversaban con su hermana mayor, habían ido a hacer una tarea escolar en equipo, lo que ya les era una costumbre, solo que Anna se había dado cuenta que la más rubia del grupo ya no asistía con la misma frecuencia que las otras; era una de las mejores amigas de Rapunzel, pero no la más cercana, y parecía que Elsa se estaba apartando del equipo por decisión propia. También era la que hablaba menos, a no ser que estuviera explicando algo respecto las tareas, donde sonaba tan elocuente, y cómo no, si Elsa de Arendelle lo tenía todo de bueno.

Sus padres la amaban, porque además de ser una joven educada, seria, brillante y con una clase que admiraba a cualquiera fuera cual fuera su edad, era la hija del hombre más poderoso de Arendelle, un hombre al que todos le debían algo en esa ciudad; por eso Elsa siempre era bienvenida, toda vez que quisiera, y no era que a Rapunzel le agradara tanto, su amistad con la chica de ojos gélidos se debía más a los sabios consejos de sus padres, porque parecía que Rapunzel más que otra cosa, le tenía cierto celo a la rubia, pues Anna notaba ese ligero ánimo de su hermana mayor por competir con la chica, lo que a la rubia parecía tenerla sin cuidado.

Elsa entraba en el equipo por ser la más inteligente de la clase, o de toda la escuela, y porque ser amiga de ella implicaba puertas abiertas en muchos lugares, no es que los Von Bjornson fueran cualquier familia, pero sin duda, el apellido de los de Arendelle pesaba mucho más, y no solo por dinero. El padre de Elsa, Agdar, era descendiente directo del hombre que en su tiempo, muchos años atrás, había defendido de bárbaros la costa Norte del país, justo las tierras que en la actualidad conformaban la pequeña ciudad de Arendelle, misma que recibió dicho nombre por causa del apellido del joven y valiente guerrero, así que el reconocimiento social tan sobresaliente de la familia, venía además del citado contexto histórico.

Aquella tarde Elsa llevaba puesto un vestido azul por debajo de las rodillas, por donde sobresalían unas piernas cubiertas por mallas de un azul más discreto y zapatos negros, el cabello platinado lo llevaba suelto y tenía qué apartarlo de su cara cada vez que el viento se lo revolvía, todo eso lo observaba Anna desde su escondite.

─¿Puedo ayudar? –preguntó la pelirroja por enésima vez acercándose al grupo, y por enésima vez su inútil ayuda fue rechazada.

─Vete de aquí, Anna, estamos intentando trabajar.

─Pero puedo ayudar.

─Es trabajo para grandes, ve a jugar a las muñecas.

─Pero…

─No insistas –. Rapunzel se levantó y tomó a Anna de una de las mangas de su vestido verde, llevándola a rastras –He dicho que no.

─De acuerdo, peeerooo… ¿podemos jugar al volibol después?

─No, y ya vete.

─Prometo jugar contigo –, se escuchó una dulce voz de repente –cuando terminemos el trabajo, jugaré al volibol.

El resto del equipo miró a la rubia con un gesto de "tenía que salir al rescate la señorita perfecta".

─¿En serio lo harás?

─Es una promesa.

Los ojos verde azules de la pecosa se iluminaron, no podía esperar algo mejor, ni mejor compañía que la de la chica de Arendelle, no entendía por qué esa dulce y misteriosa rubia no terminaba por agradarles del todo a las estiradas amigas de su hermana.

Todas eran unas princesitas, provenientes cada una de importantes familias de Noruega y otros países, Jazmine, por ejemplo, venía de Arabia y Ariel, quien bien podría ser una versión más grande de Anna, era de Dinamarca, pero todas vivían en Noruega, y sin duda nadie le caía mejor que Elsa. Así que Anna volvió a su cuarto, puso la alarma a que sonara cada cinco minutos y se recostó a esperar en su cama, y solo tuvo que hacerlo por veinte minutos cuando escuchó un leve llamado a su puerta.

Se levantó corriendo ─¡Elsa! ¡Viniste!

─Hola, Anna –. La rubia entró en el cuarto con un aspecto muy serio, no parecía la misma Elsa juguetona de cuando era más niña, Anna sentía que la adolescencia de la chica la estaba afectando. La abrazó, pero la joven no respondió al abrazo.

─¿Estás bien?

─No, Anna; quiero decir, no estoy mal, pero tampoco tengo mucho ánimo para hacer otras cosas.

─Bien, ¿qué quieres que hagamos? ¿Muñecas? ¿Tomar el té? ¿Correr por el patio? ¿Magia? –A cada propuesta, la más alta de las chicas negaba con la cabeza.

─¿Y si hacemos un muñeco?

Elsa levantó la vista y la miró con ese par de ojos tan azules como fríos, pero ésta vez, Anna notó un rasgo que antes había pasado por alto: tristeza –Me temo que no podemos volver a usar la magia, Anna.

─¿Qué? ¿Por qué?

─Porque es peligroso… ─calló unos instantes, pero entonces continuó ─Tengo que irme, solo quería decírtelo, por favor, no vayas a contar nada de esto a nadie.

Los grandes ojos de la pelirroja se quedaron estáticos, abiertos con sorpresa hacia su amiga.

─¿Te pasó algo?

─No, no puedo decírtelo ahora, pero no podemos utilizar más magia, a menos que estemos muy a solas.

─Podemos estarlo –, se alegró ─¿quieres estarlo?

Antes de conocer a Anna, Elsa siempre pensó que no tendría una vida normal, contando con ese extraño poder que había en ella, se asustaba cada vez que sin quererlo, congelaba las cosas, por eso cuando Anna encontró lo fantástico de esa cualidad, sintió una especie de alivio; sus padres le habían dicho que por su seguridad debía guardárselo, nadie tendría qué saberlo, así que Elsa, por temor, se mantenía apartada lo más posible de las personas, de la única que no podía hacerlo era de la inquieta pelirroja, porque era una niña pequeña cuando la descubrió congelando el charco de agua, y era muy posible que la niña lo contara a alguien más sin tener la intención de hacerlo, así que Elsa, para mantenerla callada se volvió su amiga, haciendo magia para ella.

Por su parte, Anna no sabía en qué momento había comenzado a sentir tanta admiración por Elsa, la primera vez que la vio, iba ataviada con un lindo vestido azul debajo de las rodillas, como el que tenía puesto ahora, zapato bajo, y su cabello platinado envuelto en una trenza, muy rubio, con los ojos más azules que Anna haya visto jamás. Le llamó mucho la atención, luego descubrió que Elsa era una excelente amiga, a pesar de llevarle un par de años arriba de lo convencional.

La amistad de las chicas se eclipsó otro par de años, Elsa estaba por cumplir quince y mientras más hacía intentos por alejarse de Anna, más la pelirroja deseaba estar cerca de ella, pero se había acostumbrado a mirarla solo desde el balcón del recibidor, o de la ventana de su cuarto. La única excusa que le había dado Elsa por su extraño comportamiento, fue que estaba en pleno desarrollo de la pubertad, la adolescencia le había llegado y Anna seguía siendo una niña; que sus intereses eran distintos y ya no podía ser capaz de jugar con ella, aunque su semblante cuando lo dijo, fue más triste de lo que representaba. ¿Qué cambios podría estar teniendo Elsa que Anna no pudiera conocer o comprender?

Y a medida que crecían, y a pesar del doloroso distanciamiento entre las dos, Elsa seguía siendo la más agradable, misteriosa y guapa amiga de Rapunzel, ya que las otras chicas parecían ser, por cada día de su vida, más estiradas.

Y ahí estaba la paciente pelirroja llena de pecas, intentando pinchar un chícharo con su tenedor de plata, pensativa y triste, tratando de ignorar la presencia de la joven rubia sentada frente a ella, sintiendo que todo el mundo se desmoronaba a su lado, sin saber a ciencia cierta y a la vez sí, el porqué.

─¿Entonces cuándo te vas, Elsa?

─Tres días después de la graduación, mis padres quieren pasar por lo menos el sábado en Arendelle y el domingo descansar, antes de marcharnos.

─Pero dices que solo se irán tu madre y tú.

─Mi padre nos acompañará, pero volverá enseguida apenas nos instalemos en Nueva York, y mi madre solo se quedará conmigo seis meses y luego volverá a Noruega.

─¿Así que estás preparada para enfrentarte a la vida tú sola?

─Lo estuve desde hace mucho, siempre fue el deseo de mi padre que me internacionalizara, así que lo he tenido en mente desde que aprendí a hablar.

─Eso es tan inspirador, nos encantaría que Rapunzel tuviera esa misma visión y comenzara a ver por su vida futura.

Dijo el padre de Anna, mirando a la mayor de sus hijas que lanzó un gruñido, fastidiada de ser siempre comparada con la joven de Arendelle; en casa no tenía qué competir con Anna, había quedado claro que la pelirroja era deportista, artista y buena para las matemáticas, pero no para el resto de las cosas. Rapunzel no tenía competencia, excepto cuando Elsa estaba presente.

A pesar de tener algunos rasgos en común, las dos eran totalmente distintas, Elsa era más rubia y más alta, Rapunzel tenía los ojos verdes y los de Elsa eran azules; la hermana mayor de las Von Bjornson tenía un cabello muy largo y dorado que presumía cada vez que le era posible y lo más importante, tenía un carácter del asco, pero Elsa le caía bien a todos los padres de familia, a los maestros de la escuela y al noventa y nueve por ciento de los chicos alrededor, principalmente al apuesto Érick; era bonita, extraordinariamente bonita.

─¿Y tú volverás?

─Todo habrá de depender de a dónde me lleve mi preparación en América, pero sí, a mí me gustaría mucho volver a Arendelle en cuanto tenga la oportunidad.

Los ánimos de Anna se despertaron y por primera vez durante la comida, sintió interés en la charla y alzó los ojos, una fría mirada azul la estaba penetrando, fría, pero risueña, una mirada de apenas pocos segundos antes de apartarse de la pelirroja para atender de nuevo al curioso anfitrión.

─¿Para quedarte?

─No lo creo, señor Von Bjornson, si regreso tal vez será solo para tomar vacaciones, apenas me titule mi padre quiere que me ocupe de la empresa emprendida en Nueva York, que ya de paso, es una de las más grandes que se ha adquirido.

Los ánimos de la pelirroja volvieron a descender y su vista se escondió entre los chícharos de su comida.

─¿Estás bien, Anna? –Preguntó su padre.

─Sí.

─¿Y cómo es que no has terminado tu comida?

─No tengo hambre.

─¿Cómo? Eso sí que no me lo esperaba, ¿la niña que se come el supermercado entero no tiene hambre ahora?

Anna suspiró, sin atreverse a levantar la mirada, los sentimientos la estaban envolviendo y solo tenía unas inmensas ganas de llorar, faltaban escasos cuatro meses para la graduación de las chicas, pero en cuatro meses, ella no volvería a ver más a Elsa.

─Tendremos una visita al campo éste sábado, es familiar, acostumbramos a ir siempre al inicio de la primavera, si quisieras, Elsa, estaríamos encantados de que nos acompañaras.

─Agradezco su amable invitación, señor Von Bjornson, pero ha dicho usted que es familiar, y yo no pretendería…

─Eres como de la familia, Rapunzel y tú son como hermanas, claro que eres bienvenida.

─En realidad no soy muy dada a las caminatas a campo abierto durante la primavera, el calor me afecta mucho.

─No te preocupes por eso, sabemos tomar todas las precauciones necesarias, nunca llevo a riesgo a mi familia a ninguna parte, y eso de no ser experta se puede arreglar fácilmente, Anna es scout y estando con ella, ni siquiera un oso se atrevería a hacernos daño.

Los ojos azules de la rubia se volvieron a fijar en la más joven de las hermanas y las mejillas de la pelirroja se pusieron como tomates, haciendo resaltar la ya de por sí evidente capa de pecas que la caracterizaba; Elsa pareció sonreír ante el gesto avergonzado de la pelirroja.

─Siendo de esa manera, señor Von Bjornson, entonces me complazco en aceptar su invitación. ¿El próximo sábado, dijo?

─Así es.

─Perfecto, me pongo de acuerdo con Rapunzel para verificar los pormenores.

─Excelente.

Anna no pudo sentirse más cohibida, si ya estaba roja, ahora lo estaba mucho más, un paseo en el campo con su rubia favorita la emocionada sobremanera, pero también la ponía por demás nerviosa. ¿Acaso podría Anna aprovechar ese momento para de una vez por todas, sentar las cosas con Elsa y saber qué rayos le estaba pasando? ¿Podría ese paseo ser el pretexto necesario para recuperar su amistad, o terminar por hundirla?

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Por tu amable lectura: ¡Gracias! Por tu review: ¡Muchas gracias! Por tu envío a mi dirección: ¡Re-contra gracias! Ja, ja, ¡es un chiste! Ésta historia está avanzada por lo menos doce capítulos y ya casi estoy llegando al final, así que puedo actualizar cada viernes, no tendrás qué esperar mucho… como en mis otros fanfic's u.u

Para quienes me leen en el fandom Jori, estoy trabajando con esas historias también, un poquito más y actualizaré los tres fics que tengo pendientes. ¡Besos a todos/as!

LindsayWest…