Chapter 1: Prólogo
DISCLAIMER: Ninguno de los personajes de Naruto me pertenecen. Sólo los OC'S aquí presentes y algunas técnicas. Semi UA.
No recuerdo mucho del mundo de Naruto y ya que los protagonistas habituales (Sakura y otros personajes originales) serán más poderosos, equilibraré las cosas y añadiré técnicas nuevas a los villanos y otros personajes del manga/anime que aparecerán por aquí.
También, como se imaginarán, me desviaré del canon, porque sólo he visto hasta el intento de capturar al Sanbi de Naruto Shippuden y no tengo idea de las habilidades y técnicas que desarrollan los personajes en la serie. Ignoraré varios sucesos para que coincidan con lo que tengo planeado.
Hubo cambios de nombres para varios personajes, pues los anteriores no parecían adecuados para el universo de Naruto. Espero que les gusten los cambios y espero que no me salgan muy Mary Sue mis OC's o Sakura. Trataré de mantener las personalidades de la serie lo más apegadas posibles, pero…sí pueden haber cambios que ojalá no molesten y tengan sentido.
Disculpen de nuevo que cambie las cosas, pero…en fin. Que disfruten la lectura.
Advertencia: este fanfic contendrá escenas violentas y perturbadoras, lean bajo su propio riesgo. Será una historia más oscura de lo que tenía planeado antes y toca temas fuertes. Cambiaré la clasificación a M por si acaso.
En estos días editaré los otros dos capítulos de esta historia y subiré otro entre el sábado y el lunes de la siguiente semana.
EL LEGADO DEL CLAN HARUNO
PRÓLOGO
Desde que te conocí, amé tus brillantes ojos verdes, ventanas a esa alma pura e inocente hecha para lavar la maldad en los indignos mortales que proliferan a tu alrededor. Tu risa es un trino celestial que sólo los privilegiados deben escuchar, para salvaguardad la divinidad que se esconde en tu cuerpo. Tu cabello lleva consigo el olor de la primavera y tu sonrisa… ¿Qué no haría yo por tu sonrisa, mi ángel? El brillo y calor del sol quedan cortos ante tu felicidad, aquella que me corresponde a mí salvaguardar.
Kaede…por mucho tiempo anhelé apresarte en mis brazos, estar a tu lado y formar una familia contigo…dime, Kaede, ¿en qué fallé? ¿Por qué elegiste a Hayato? ¿Acaso te obligaron? Sé que me amabas, lo vi en tus ojos…crecimos juntos y moriríamos juntos. ¿Fue tu padre, no es cierto? Él impidió que fuéramos felices juntos, me odiaba, odiaba la idea de nosotros dos juntos manchando su preciosa sangre pura.
Lo pagará, Kaede. Tus hijos y tú serán libres de sus cadenas como parte del clan Haruno y nos uniremos. Los protegeré a los tres y Hayato se arrepentirá de arrebatarte de mi mano.
¿Escuchas eso, Kaede? Son los lamentos de los malditos que caen como moscas bajo el peso de su asquerosa sangre, de todos los pecados, los desprecios a nosotros los que creen inferiores…muy pronto, ángel mío te devolveré la libertad y podrás escoger permanecer conmigo.
Solo debo purgar tus cadenas.
Fue una noche de otoño cuando la luna fue testigo de una masacre como nunca antes se presenció. La caída de la mayoría de los clanes más poderosos en todas las Naciones Shinobi, que inspiró la persecución de los Kekkei Genkai en Kirigakure y que marcó el declive de una Aldea Oculta con un poder capaz de rivalizar con Konohagakure y las otras cuatro principales aldeas ninja.
En las primeras horas de la noche, mientras las celebraciones por la llegada del otoño se festejaban en el centro de Yorugakure, la Aldea Oculta en la Noche, los primeros atacantes cayeron como perros hambrientos sobre las familias desprevenidas de los shinobi pertenecientes a algún clan.
Akira, uno de los sobrevivientes a la primera oleada de los furiosos asesinos, corrió llevando la alerta al territorio de su clan, el clan Haruno. El infierno del que acababa de salir no dejaba de repetirse en su mente: los gritos, el olor nauseabundo de la sangre y de los cuerpos quemados, el ruido del choque de metal con metal…
No se detuvo a pensar en sus propias heridas. Apenas vislumbró la pesada puerta de madera de la mansión Haruno, apresuró el paso, esquivando a los miembros que protegían la entrada de la sala del consejo y se abalanzó sobre ésta, irrumpiendo en la reunión de los integrantes principales.
-¡Akira!-Se exaltó Shinji Haruno.- ¿Qué ocurrió? ¿Cómo osas entrar así aquí?
-Shinji-sama, perdóneme…pero…-Comenzó Akira, pero fue interrumpido por una hermosa mujer de cabello castaño.
-¡Por Kami, Akira! Estás herido.- Exclamó Kaede, levantándose de su asiento y se arrodilló presurosa junto al debilitado hombre- Padre, necesita atención médica.- Continuó, dirigiéndose al anciano. El viejo Shinji, al igual que los demás, notó por primera vez las heridas de aspecto severo y también se paró.
-Kaede-san, estoy bien…- Dijo Akira suavemente. Negó suavemente con la cabeza y trató de apartarse de las delicadas manos de Kaede.- Hubo un ataque…es… ¡una masacre, en el festival!-
-¿Qué? ¿De qué estás hablando, Akira?- Preguntó Hayato, ayudando al hombre y a su esposa
-Nadie lo sabe, Hayato-san, pero…- Akira se dobló ante una nueva oleada de dolor. Shinji hizo una seña a los guardias, que se retiraron, y permitió que su hermana Hiroumi, la nin-médico principal del clan, curara a Akira.
-Habrá que alertar a nuestros hermanos, debemos defender nuestra aldea y a los civiles.- Sentenció Aoi, después de unos minutos de deliberación silenciosa con sus hermanos. Los demás se mostraron de acuerdo, pero una explosión de chackra malicioso les interrumpió.
-No hace falta, Aoi, vieja bruja. Mis nuevos amigos están lidiando con lo que queda de mi querida familia y pronto los Sakakida, los Akagawa y los demás clanes de esta aldea serán poco más que historia. Es impresionante lo que los aldeanos y ninjas de familias "inferiores" pueden lograr con la motivación adecuada- Comentó con burla un hombre con el rostro y la ropa manchados de sangre. – Kaede, Hayato. Mis viejos amigos…- Les habló a la petrificada pareja.- Me enteré del nacimiento de su nueva hija. Espero que no les moleste, pero me tomé la libertad de traerle un regalo. – Y arrojó en dirección a ellos lo que parecía un bulto, que se reveló como el cuerpo sin vida de un niño no mayor a los dos años.
Kaede gritó aterrada al reconocer al hijo menor de sus amigos Asami y Yuki Tukusama, y eso pareció romper la parálisis de los demás.
-¡Masaru!- Gritó enfurecido Shinji. El brillo de los ojos violetas de Masaru Tukusama se acentuó y pronto varios ninjas que fueron alertados por el grito de Kaede atacaron al inesperado visitante, dando tiempo a los líderes de organizarse sin palabras.
Los hermanos Aoi, Shinji y Hiroumi se quedaron en la sala acompañados de Kai y Hisoka, hijos de Hiroumi, para entretener a Masaru, pues éste no era un rival fácil.
Akane, esposa de Shinji y sus hermanos fueron alertados por otro miembro/guardia del clan y se dirigieron a las demás casas aledañas para alertar al resto de los Haruno y proteger a los niños y otros integrantes indefensos, además de organizar un escuadrón para salir al resto de la aldea y apoyar a sus clanes aliados y a los civiles de la aldea. Ninguno volvió con vida.
Por su parte, Akira se dirigió con Hayato y Kaede al cuarto de los hijos de ambos, donde los esperaba un adormilado Hiroto, de seis años, y una dormida bebé, Sakura.
-Kaede, Akira, tomen a los niños, nos vamos.- Ordenó Hayato. Kaede ignoró los murmullos confundidos de su hijo y siguió a su esposo y a Akira en silencio, aparentando una tranquilidad que no sentía e ignorando los ruidos provenientes de la sala de reuniones y del salón principal
Hayato los guió por el bosque que rodeaba y atravesaba a Yorugakure en dirección noreste, evitando los territorios sobrepoblados y el centro de la aldea.
Sólo notaron a sus perseguidores cuando una flecha se incrustó de improviso en el hombro de Hayato.
-¡Padre! – El grito de dolor y de sorpresa del hombre terminó de despertar a Hiroto. Kaede y Akira se detuvieron de improviso, sin poder disimular el shock por la emboscada.
-Kaede, Akira, sigan. En esa dirección hay una aldea shinobi, Konohagakure. No nos conocen, pero los acogerán con los brazos abiertos con la historia adecuada.- Susurró, sin perder de vista a los ninjas enmascarados que les rodeaban en un semi círculo. Los dos asintieron y antes de algo más, Hayato lanzó una bomba de humo para cubrir el escape de ambos y se sacó la flecha del hombro, sin intenciones de retirarse hasta acabar con todos sus atacantes.
La pequeña Sakura despertó en ese instante y comenzó a llorar a todo pulmón, inquieta por el ambiente desconocido. Hiroto estaba petrificado. Su madre trató de calmarlo lo mejor que pudo, pero ella misma sabía que nada volvería a ser igual.
-Akira, debemos regresar…tal vez podamos…
-No. Lo siento, Kaede-san, pero escuchó a Hayato-san. Debemos proteger a sus hijos. En Konohagakure estarán seguros.- Dijo con firmeza Akira. No dejaría que el sacrificio de Hayato fuera en vano. Kaede aferró aún más el cuerpo de su hijo. Los adultos continuaron su carrera desesperada sin saber cuánto tardarían en llegar a su meta o lo que pasaría.
Casi tres días después, los guardias de las puertas de Konohagakure fueron alertados por unos gritos desesperados a unos metros de la entrada.
Al llegar al lugar, sólo encontraron a una bebé con cabello corto y rosa llorando, acunada en los brazos de un hombre de cabello castaño oscuro desmayado y pálido, con heridas profundas y perdiendo sangre con rapidez.
