Game of Thrones no me pertenece, hago esto sin fines de lucro
La Manada
ROBB
Los dolores fueron insoportables, sintió como su vientre se contrajo cada cierto tiempo durante todo ese día, pero la partera le insistió en que aún no estaba lista. Pensó que esos dolores era lo peor que podría sentir, al parecer convertirse en madre era una constante escala de dolor; primero fue encamada para que Eddard le robara lo doncella, las molestias del embarazo, aquellos dolores de parto que la atacaron durante todo el día, y al final sintió que su espalada se rompía cada vez que pujaba.
Cuando era una niña su madre le contó que se convertiría en mujer el día que sangrara, ese día florecería y estaría lista para ser madre, no pudo explicarle nada más porque día que su pequeño hermano llegó al mundo, su madre lo dejó. Nadie le advirtió que sería tan difícil.
Su hermana Lysa sostuvo su mano por algunos momentos, pero repentinamente se echó a llorar y salió corriendo de la sala, estaba muy afectada desde que el maestre le dijo que su embarazo no era real, su vientre no cargaba a un niño.
Su esposo se encontraba a miles de kilómetros peleando una guerra cuyo objetivo era derrocar una dinastía con 300 años de historia. Estaba sola.
El dolor disminuyó de un momento a otro y entonces escuchó un llanto, su respiración era agitada pero su cuerpo comenzó a relajarse. Respiró profundamente antes de hablar:
— ¿Puedo verlo?
— En un momento, mi lady, primero lo limpiaremos —contestó una de las damas que acompañaron el parto.
Catelyn observó cómo le pasaban trapos húmedos a su bebé por todo el cuerpo, estiró el cuello para observar mejor, deseaba descubrir si su primogénito era un niño o una niña. En ese instante la dama se dio la vuelta con el bebé envuelto en una manta y se acercó a ella.
— Es un niño muy sano.
Catelyn lo tomó en brazos, por un segundo se olvidó de todo, los dolores y pesares ya no importaban, sólo importaba él, su pequeño Stark.
Se dedicó a admirarlo, inconscientemente buscó en él algo que le recordara a Brandon, después de todo ambos compartían la misma sangre; Eddard parecía ser un buen hombre, pero su carácter taciturno no lo hacía atractivo ante sus ojos.
"Cuando crezca, espero que se parezca a Brandon" pensó.
En la cabecita del niño se podía ver una pelusilla cobriza, más oscuro que el cabello de la propia Catelyn pero no lo suficiente para ser una melena Stark. Abrió los ojos y ella vio el mar reflejado en ellos, azul intenso como los propios.
Las facciones de la criatura aún eran prematuras, pero todo parecía indicar que sería más un niño Tully que uno Stark.
No veía en su pequeño hijo la rencarnación de su amado Brandon.
Las lágrimas corrieron por sus mejillas, no sabría explicar si por motivos de tristeza o felicidad.
Acercó el niño a su pecho y besó su coronilla.
— ¿Ha pensado en un nombre? —preguntó la dama que aún seguía parada al pie de la cama.
— Su nombre es Robb.
Antes de marcharse, Eddard le expresó sus deseos de nombrar a su primer hijo en honor a su mejor amigo, en caso de que sucediera una desgracia. Catelyn decidió que podía cumplir el capricho de su esposo… hasta cierto punto.
Los siete le habían arrebatado a su madre, el rey loco a su prometido, pero ahora era recompensada por los viejos dioses; tenía un verdadero motivo para seguir luchando y esperar lo mejor de esa maldita guerra.
