El polvo ahogaba el aire del lugar, la luz se filtraba por pequeños hoyos entre los escombros que la cubrían de su mirada al nublado cielo. Los cortes y raspones en su piel no ayudaban a distraer su cabeza de el fuerte dolor en su espalda, a causa de los probables cientos de quilos de peso sobre ella.
Se sentía agotada, su cuerpo no aguantaría más en esas condiciones. Cerro sus ojos evitando que entrara más tierra en ellos, tratando de evitar otro malestar más de los que ya tenía.
No entendía como diablos era que llego a esa situacion, hasta donde ella recordaba se había recostado en su cama durante la tarde a causa de la gran jaqueca que la acongojo durante todo el día, y ahora luchaba por consumir oxígeno entre el aire contaminado del lugar.
Derrotada, dejó de pelear y esperar una muerte más rápida y sin tanto sufrimiento. Sin embargo, de un momento a otro sintió un hormigueo extraño en su alrededor. Abrió los ojos consternada y dispuesta a saber que había pasado ahora con ella, y lo que presenció era algo que no había visto jamás. Cientos de mariquitas a su alrededor en una masa rosada que volaban linealmente por doquier, y que además dejaban a su paso un orden perfecto del edificio que antes estaba hecho trizas sobre ella.
Sintió su peso en sus pies, y las heridas habían desaparecido. Allí se encontró parada en un callejón solitario, oscuro y angosto, no sabía dónde estaba.
Preocupada busco alguna indicación que le ayudará a ubicarse, pero no encontró nada ¿cómo era posible que hace un momento estuviese en su casa acostada por la noche y ahora se encontrará en un lugar que no conocía bajo un cielo nublado que a pesar de ser oscuro se notaban algunos destellos de luz solar.
Se apoyó contra la pared que antes estaba sobre ella y suspiro tratando de tranquilizarse ¡tenía que encontrar una explicación!
-Disculpa...
Ella dió un respingo hacia atrás, sorprendida por la figura que apareció a su lado.
-¿¡Qui-qui-quien eres tú?! -gritó exasperada.
El joven río ante su pregunta. -¿Acaso no me conoces? Al parecer luego de haber salvado la vida de cientos de personas este año aún hay gente que no conoce de nosotros. -Indago esta persona apollando un bastón en el suelo y usándolo de soporte. -Soy Chat Noir, señorita ¿se encuentra bien? -pregunto con una sonrisa socarrona.
La chica lo observo consternada ¿qué hacía ese tipo vestido como salido de una fiesta de disfraces?
-Y-yo... Si, eso ¿creo? -Musito para nada convencida.
-Genial, había visto que durante la pelea este edificio callo hacia este lado sobre alguien, así que hice mi trabajo y vine a asegurarme de que todo esté bien -dijo con un tono jocoso mientras contraía los músculos de sus brazos. -Pero ya que. Ten un buen día niña, nos vemos. -Giño un ojo y se posicionó para marcharse.
-Es... ¡Espera! -pero ya era tarde, nuevamente se encontró sola. -¿Dónde se supone que estoy?
Luego de un momento decidió salir del callejón a una calle un poco angosta y hecha de adoquines, con aceras aún más estrechas que acompañaban a puertas de casas coloridas y con un estilo que nunca había visto por dónde vivía.
Con una mirada confusa comenzó a caminar por la acera, y agradecía haberse dormido vestida con la ropa de día, porque ir con pijama por un lugar que no conoces solo sería lo último que faltaba.
-Necesito encontrar pistas. -camino hasta la esquina de la manzana, donde vio que había más gente circulando. Algunas personas estaban agitadas o con caras de angustia, y eso le atrajo la atención a la chica.
Doblando la calle se encontró con una zona un poco más comercial, dónde lo primero que encontró fue un grupo de personas admirando una vidriera. Observo de lejos un momento captando que la tienda vendía televisores. Se acercó cuando vio un espacio entre la gente amontonada y vio a una hermosa mujer en la televisión, y debajo de su rostro aparecía un cartel que mostraba su nombre: Nadja Chamack.
-No se vallan, son las noticias. Durante esta mañana nuestros superhéroes Ladybug, Chat Noir y Carapace salvaron a París nuevamente de las manos de Hawk Moth, quién akumatizo nuevamente a otro inocente. Está vez la víctima, Le Portoloin, amenazó nuestra ciudad desapareciendo personas y destruyendo edificios por dónde pasaba. Su objetivo esta vez era...
Y allí dejó de escuchar. ¿Superhéroes? ¿París? ¿qué diablos era akumatizar? ¿cómo llego de la otra parte del mundo allí? Además mientras la tal Nadja explicaba dichas cosas pasaban las imágenes de los superhéroes que menciono. El joven vestido de gato que vio hace rato era uno de ellos y ahora tenía sentido lo que decía.
-Suerte que Ladybug con su poder puede volver todo a la normalidad -oyó decir la chica a un hombre que también miraba la noticia de pie junto a ella.
Si eso era así, ella podría llevarla de nuevo a su casa. No entendía como había pasado lo que pasó, pero hasta que terminó el bloque la reportera explicó con detalle lo sucedido en la pelea que los superhéroes tuvieron con el akumatizado. Las personas comenzaron a alejarse, pero ella continuo oyendo.
Al parecer el akumatizado era un niño que quería que sus padres le regalaran un dinosaurio, y al no poder lograrlo el pequeño se enfado dejando que Hawk Moth lo manipulara dándole el poder de viajar traer y llevar cosas entre el tiempo y el espacio.
Tal parece que ese supervillano la trajo de su mundo, y que el poder de la heroína vestida de rojo no la regreso.
Entonces, resignada, se propuso encontrar a Ladybug, y esperar a que ella la devolviera a su mundo.
Sin embargo hasta que eso pase, o mínimamente hasta que ella aparezca, tenía que tratar de subsistir de alguna manera.
Esa noche la recordara como la de las peores de su vida. Efectivamente si, estaba en París, uno de sus sueños que se juro algún día cumplir. Pero cuando se lo imagino en el pasado pensaba que se hospedaria en un hotel de lujo con su persona especial viviendo veladas románticas en su tiempo aquí...
-...y mírame ahora -se dijo a si misma, recostada en una banca junto a la boca de subterráneo de alguna estación que no le interesaba cual era su nombre.
Durante su día se la paso recorriendo la ciudad, buscando alguna manera de encontrar algo que comer, pero sobre todo buscando a Ladybug.
Recopilo información sobre ella, por suerte también se durmió con su teléfono guardado en su sostén. Con la poca batería que le quedaba agradeció que ese mundo también tenía internet y que de hecho había todo un blog acerca de la heroína, que era llevado por una joven chica de catorce años llamada Alya Cesaire.
Ella sería su primer objetivo. Sería más fácil acercarse a ella antes que esperar a que la superheroina aparezca y se tome un tiempo para resolver su problema. Al fin y al cabo, quien mejor que una adolescente fanática para saber de una figura importante.
Y, derrotada por el sueño, se durmió en la incomoda banca junto al metro, agradecida con el extraño hombre vestido de búho que le obsequió una mullida manta para saciar su temperatura corporal durante las gélidas noches de europa.
