Edad de oro SasuNaru

Parejas: Sasuke Uchiha/Naruto Uzumaki

Advertencia: AU, Shounen –ai, ¿Lemon?

–Diálogos.

"Pensamientos".

Mentira

–Kaily Hiwatari –

Los ojos negros de nuevo observaban a través de su ventana la ventana del edificio que tenía justo en frente. Tragaba la saliva con un poco de dificultad como ya iba siendo una costumbre, cuando podía deleitarse con la vista que tenía frente a él. Aquella ventana estaba abierta y pertenecía al aseo. Allí era donde estaba aquel chico rubio que le daba la espalda. No tenía la camisa puesta, es más, estaba empapado y con una toalla blanca estaba secándose la cara. Una lástima que no pudiese ver más abajo debido al tamaño tan pequeño de aquella ventana. Sabía que probablemente estaba frente a un espejo, mirándose mientras se secaba.

Aquel chico estaba bajo su vigilancia aunque él no lo supiese. Su nombre era Uzumaki Naruto. Se había tirado dos años encerrado en un correccional de menores por prender fuego en el laboratorio de su escuela. Había sido puesto en libertad condicional por buena conducta, pero lo que no sospechaba es que cierto chico pelinegro lo tenía vigilado desde cierta distancia.

De repente el rubio procedió a secarse la boca a la vez que miró de reojo hacia la ventana que estaba a su espalda y a su vez en la que se encontraba su vigilante. El joven de ojos negros dio un respingo y se apartó de la ventana corriendo, quedando su espalda pegada a la pared. Con su mano derecha, sacó del bolsillo de su pantalón un espejo y procedió a colocarlo de manera que pudiese ver aquella ventana de nuevo. Para su mala suerte, vio como el rubio cerró la ventana. Chasqueó la lengua por estar en desacuerdo con aquello y volvió a colocar el espejo en su lugar.

Seguía a Uzumaki a cualquier sitio que fuese, siguiendo sus pasos hasta donde podía permitírselo y tras llevar casi siete meses de libertad y no ver ningún incidente, empezaba a creer en la inocencia del rubio. Llevaba tiempo en su trabajo y sabía que cuando tenía una corazonada siempre acertaba.

Con cuidado volvió a asomarse por la misma ventana, y vio gracias a otra ventana, que era de dimensiones más grande comparada con la del baño y que seguramente sería la del comedor, que el rubio ahora estaba vestido y que caminaba seguramente hacia la puerta de salida de su apartamento.

–Hora de caminar –se dijo, dándose la vuelta para caminar hacia su puerta principal.

&SasuNaru&

Desde hacía media hora estaba tomando un café y había tomado asiento en la cafetería de siempre con un periódico en las manos, simulando leerlo. Tenía a su objetivo justo frente a él. Había bastante gente y el ambiente era un tanto tenso.

Los ojos azules del rubio observaban fijamente el té que le habían servido desde hacía ya un buen rato. Una vez más la gente murmuraba sobre él. No era sordo, ni ciego para su desgracia en ese momento. Siempre que salía a dar un simple paseo la gente susurraba a su alrededor. Con sólo ver las miradas que les dedicaban las otras personas, sabía lo que pensaban y eso le hacía sentirse angustiado. Se sintió más afligido al no poder soportar más la situación en la que estaba viviendo. Con la cabeza agachada, cogió dinero del bolsillo de su chaqueta y lo dejó sobre la mesa. Se puso de pie y dejó su té sin apenas tocarlo.

El pelinegro observó el movimiento por parte del rubio. Miró a las otras mesas y todos miraban hacia ese chico, cuchicheando sobre él. No era raro que todo el mundo supiese quien era. Después de todo, su imagen se había publicado en los periódicos y salió varias veces en las noticias siempre reafirmando su inocencia. Seguramente la gente pensaría que era un chico problemático y pirómano, pero para ser tratado con ese rechazo por la gente, incluso ser insultado como muchas veces había presenciado, él nunca les recriminaba nada. Simplemente seguía su camino en silencio. Esas cosas eran las que le estaban mostrando tanta duda acerca de la culpabilidad del rubio. Sin duda era hora de volver a moverse. Sujetando el periódico con la mano derecha, metió la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón y dejó el dinero sobre la mesa. Con naturalidad, se levantó para seguir al cabizbajo rubio.

&SasuNaru&

Los ojos azules miraban intensamente hacia el suelo de ese parque. Sus manos estaban agarrando las cadenas de ese columpio en el que estaba sentado. Podía escuchar a los niños jugar a unos metros de distancia de él. Nada más llegar las madres ya se habían puesto en alerta para que ninguno se acercase a él. No pudo evitar recordar una vez más aquel día que para él se convirtió en una pesadilla.

Flash Back

Uzumaki apuntaba en su libreta todo lo que estaba puesto en esa enorme pizarra frente a él. Estaba en la clase especial de química. Estaban sentados de dos en dos, todos los pupitres miraban hacia la pizarra. Habría unos cuarenta alumnos en la clase en ese momento. A la izquierda de todos ellos se encontraban otras mesas dobles, colocadas horizontalmente. Esta vez estaban llenas con tubos de ensayo, de plástico, probetas, algunas llenas por los líquidos del laboratorio. También tenían un par de fregaderos pequeños para limpiar los utensilios después de usarlos, ya que a veces tenían que hacer disecciones. Tras esto se encontraban las ventanas que aportaban gran luminosidad a la clase.

El profesor de química terminó de escribir en la pizarra con la tiza blanca justo en el momento en el que sonó la campana. Con una sonrisa, el profesor Orochimaru miró hacia sus estudiantes. Tenía el cabello largo y negro por lo que era confundido con una mujer. Su piel era extremadamente pálida y sus ojos tenían un color entre marrón y dorado.

El hombre miró a toda su clase–. Y eso es todo por hoy. La semana que viene habrá examen así que es mejor que lo apuntéis bien y estudies mucho –decía mientras veía a algunos chicos ponerse en pie mientras otros seguían escribiendo. Eran los más eficientes de la clase, así que estaba seguro de que todo estaba apuntado en sus cuadernos.

–Hasta mañana, sensei –le dijo un alumno antes de cruzar por su lado.

–Hasta mañana –les despidió en general, empezando a caminar hacia su mesa que estaba a la derecha de la pizarra. Poco a poco todos fueron marchándose, menos un alumno. Naruto Uzumaki. Quien era el encargado hoy de limpiar esa clase. No había mucho que hacer, ya que cada alumno se encargaba de limpiar las cosas que utilizaba. Pero quien se quedaba, era el encargado de limpiar la pizarra, sacudir sus borradores, barrer el suelo y limpiar los pupitres un poco por encima. Así que con un solo alumno era bastante, y como iban por orden de lista nunca repetía el mismo hasta pasado cierto tiempo.

Orochimaru observaba como el joven sacaba de un armario el cepillo y el recogedor. Sin miramientos se mordió el labio inferior, pensando en todo lo que podría hacerle a esa cuerpo tan joven sin dejar de mirarle de arriba hacia abajo y viceversa.

El tiempo transcurrió en silencio. Mientras el rubio limpiaba los pupitres con un trapo, el mayor se había ido hacia las ventanas, para fingir mirar hacia afuera. Giró su cabeza y miró hacia el joven de ojos azules con una sonrisa lasciva.

Naruto limpiaba en profundidad la superficie de la mesa cuando de repente sintió una mano en su espalda. No le dio importancia hasta que sintió como la mano se dejó caer lentamente espalda hacia abajo, como si buscase algo. Dio un respingo y se dio la vuelta.

–Sensei –dijo avergonzado–. ¿Necesita algo?

–No –contestó como si nada.

–M–me queda poco, ya casi acabo –le avisó, dándose de nuevo la vuelta para continuar con lo suyo. Quizá había sido imaginación suya. Pero pronto comprendió que no había sido así, al sentir las manos de ese hombre en sus caderas, haciendo un recorrido hacia abajo. Sin dejarle continuar se dio la vuelta avergonzado–. ¿Qué está haciendo?

–No es nada –sonrió mientras le restaba importancia.

Naruto sabía que no era la primera vez que le manoseaba, pero hoy parecía estar llegando más lejos que otros días y ya estaba harto de callarse–. No me gusta que haga eso.

–¿Hacer el qué? –preguntó haciendo el inocente. En un rápido movimiento acortó la distancia con el rubio y lo encajonó contra la mesa, poniendo ambas manos a los lados, para que el joven de ojos azules no pudiese escapar–. Tus notas no son muy buenas, dime… –agarró la mano derecha de un Naruto sorprendido y miró al rubio a los ojos–… ¿no te gustaría que eso cambiara? Que fueran a mejor sin necesidad de estudiar. –especificó.

–Eso sería estupendo –respondió por inercia, aunque estaba algo atónito debido a esa cercanía. Para decirle eso no hacía falta haber sido tan brusco, ¿no? En cierta forma le había asustado.

–Entonces…–llevó la mano de Naruto hasta su vientre y bajó hasta su entrepierna, la cual estaba dura–… sólo tienes que obedecerme. –terminó la frase, sintiendo esa mano joven que estaba tibia, sobre su miembro.

Al ver hacia donde había llevado Orochimaru su mano y que su miembro estaba despierto se asustó, e intentó apartar la mano de allí, pero el otro no le dejaba.

–¿Qué me dices? ¿Hacemos un trato? Claro que si no estás satisfecho así…–llevó su mano blanquecina hasta el miembro de Naruto y procedió a apretarlo–… puede ser así.

Naruto no daba crédito a todo aquello, y no sabía que estaba sucediendo, lo que tenía claro es que tenía que salir de allí cuanto antes–. No quiero esto, aléjese de mí –le advirtió justo en el momento en el que sintió un pinchazo en su entrepierna, así que no pudo evitar ahogar una queja.

–No tienes por qué tener miedo –llevó su otra mano blanquecina a la espalda de Naruto para atraerlo hacia él–. Te gustará –decía al tiempo que movía su mano sobre el miembro del rubio para crearle más emociones.

–¡Basta, me hace daño! –le gritó, liberándose de su agarre y dándole un empujón para alejarlo.

Fue alejado de un empujón y le vio dispuesto a marcharse corriendo. Eso le enfureció–. ¡¿A dónde crees que vas mocoso?! –le preguntó, agarrándole de la mano para retenerlo, pero cuál fue su sorpresa al recibir una bofetada en la cara.

Al sentir que iba a ser acorralado, se dio la vuelta– ¡Suélteme! –, dándole una bofetada.

Miró al otro con ira–. Te vas a arrepentir –le siseó y le soltó la mano, dejando que el chico se marchase asustado, saliendo por la puerta de la clase.

El hombre se dio la vuelta y miró hacia aquellos líquidos y no tardó en mostrar una sonrisa.

En cuanto se sintió libre por fin del agarre, cogió su mochila y salió corriendo de la clase sin decir nada. Su cara ya lo decía todo, estaba atemorizado. Sabía que ese profesor era raro, pero no esperaba que hasta tal punto. Menos mal que él lo había dejado todo listo en su mochila para en cuanto terminase de limpiar, poder irse rápido a casa, de lo contrario seguramente se hubiese dejado su mochila allí.

Salió como alma que lleva el diablo por los pasillos. No tardó en llegar al piso de abajo y de allí al rellano que daba a la puerta principal de salida. Un guardia de seguridad le vio salir del recinto con mucha prisa. Fue ese en el momento que escuchó un gran estruendo, proveniente de la segunda planta. El hombre echó a correr hacia donde creía a haber oído el ruido y no tardó en ver como las ventanas estaban reventadas y salía humo de aquella clase.

–¿Pero qué demonios? –echó a correr para ir hacia ese punto.

Fin Flash Back

Vio un balón de fútbol tocar sus pies. Con lentitud se agachó y lo cogió en sus manos.

–Perdón, ¿me lo devuelves?

Uzumaki miró hacia el frente. Un niño pequeño de unos siete años de edad estaba frente a él con una sonrisa.

Sonrió de inmediato–. Claro, aquí tienes –decía al tiempo que le daba el balón en las manos, pero una madre rompió con rapidez aquel instante.

–Kiba –agarró al niño del brazo con fuerza y comenzó a tirar de él con rapidez para separarlo de aquella cercanía–. ¡Te dije que no te acercarás a él! –le regañó–. ¡Nos vamos a casa!

Naruto una vez más se sintió afligido por aquel comentario. Si realmente lo conociesen no dirían esas cosas de él. Miró hacia ese grupo de madres, que sin perderle la vista de encima, recogían a sus hijos. Una vez más, estaba solo.

Flash Back

Al día siguiente, caminaba hacia el colegio con cara desanimada, sin poder despegar la vista del suelo. Todavía lo de ayer le tenía muy perturbado y no tenía a nadie con quien compartir un secreto así. Así que había decidido ir a todas las clases, excepto a la de Orochimaru. No se sentía con fuerzas para actuar como si nada hubiese pasado entre ellos. Escuchó a los estudiantes que caminaban por su alrededor murmurar, así que levantó la vista del suelo y miró hacia delante, encontrándose con que había un corro de gente que parecían formar la mitad de un círculo. Eso era muy raro. Vio a algunos chicos y chicas pasar de largo por su lado para correr hacia ese círculo de gente. Enarcó la ceja curioso. ¿Habría pasado algo?

En cuanto llegó hacia donde estaba toda esa gente, intentó abrirse paso y vio unos coches de policía aparcados en la placeta del colegio. Por lo que pudo observar, dos agentes estaban puestos a cada lado de la entrada y habían formado una fila de alumnos. Parecía que les preguntaba algo y luego los dejaba pasar.

Tenía que entrar a clases pronto si no quería llegar tarde, así que se unió a la fila de alumnos que iba avanzando con bastante rapidez.

No tardó más de quince minutos en llegar su turno y un policía le preguntó su nombre.

–Uzumaki Naruto. –al decir aquello, observó como ese agente miró al que tenía enfrente y asintió con la cabeza.

–Acompáñanos –dijo el otro.

–Está bien –fue todo lo que contestó, custodiado por los dos agentes. Los alumnos a su alrededor dejaban lo que estuviesen haciendo en las taquillas, en el pasillo, las aulas… todos le seguían con la mirada y murmuraban.

–¿Puedo preguntar qué pasa? –preguntó, pero ninguno de los dos le dijo nada. ¿Sería debido a sus malas notas? Pronto reconoció hacia dónde estaba siendo dirigido. La sala de química. Vio a un policía abrir la puerta.

–Entra ahí –le pidieron.

Lo hizo y allí dentro no sólo encontró a otros policías, sino que también había otros que vestían unos trajes raros que parecían estar buscando pistas de algo. Se sorprendió al ver frente a él los cristales reventados y las paredes negras.

–¿Qué ha pasado aquí? –preguntó sorprendido. Uno de los policías le indicó que tomase asiento en uno de los pupitres vacíos. Escuchó el ruido de la puerta abrirse, así que miró hacia ella y vio entrar a Orochimaru. Sin poder evitarlo miró hacia el suelo y no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda. El recién llegado se sentó frente a Uzumaki en uno de los asientos que quedaba a su lado izquierdo bajo petición de otro agente. Quedando uno frente al otro al sentarse de lado en los asientos, manteniendo la distancia por un estrecho pasillo.

El hombre sacó un lápiz y una libreta de su bolsillo y procedió a leer en voz alta.

–Según declaró el señor Orochimaru ayer te tocó el turno de limpieza ¿es correcto?

Miró al agente que estaba de pie, a la izquierda de Orochimaru–. Sí –aunque contestó, no sabía que tenía que ver todo eso con el panorama que tenía frente a sus ojos.

–El señor Orochimaru nos llamó ayer para alertarnos sobre el incendio que se provocó.

–¿Qué? ¿Un incendio? –preguntó más sorprendido que antes.

–Estamos aquí para investigar que sucedió. Dime, Naruto. ¿Dónde estabas ayer entre las siete y media y las ocho de la tarde?

–Pues estaba aquí. –cayó en la cuenta de hacia dónde iban apuntando esas preguntas–. Pero yo no tuve nada que ver. Lo juro. Todo estaba bien cuando me marché de aquí.

–¿Pegaste al señor Orochimaru?

Miró a Orochimaru y todavía le vio la zona donde le golpeó un poco hinchada, a pesar de que estaba seguro que no le dio tan fuerte. De nuevo miró al agente–. Bueno es cierto, pero…–no le dio tiempo a continuar, cuando fue interrumpido por el agente.

–El señor Orochimaru dice que lo hiciste cuando te rechazó…

Al escuchar aquello no pudo evitar sorprenderse– ¿Rechazarlo? –Se puso de pie– ¿De qué está hablando? –un policía le obligó a sentarse a la fuerza, poniendo una mano sobre su hombro y haciendo presión. Miró a Orochimaru–. Eso no es cierto y él lo sabe. No le pegué por eso. –miró de nuevo al agente.

Orochimaru fingió sentirse afligido–. Agente, como ve se pone muy nervioso. Se puso muy violento cuando le rechacé.

Uzumaki se sentía traicionado y no pudo evitar que su sorpresa se reflejase en su rostro, mostrando incredulidad por lo escuchado– ¡Estás mintiendo! ¡Di la verdad! –le ordenó.

El profesor miró al agente– . Ayer él tenía su turno de limpieza. Yo estaba mirando por la ventana, para hacer tiempo a que él terminase de limpiar las mesas y se marchase a casa. Es un mal estudiante, así que pensé que debería de hablar sobre sus notas, ya que estábamos solos y así nadie podría molestarnos. Así que me acerqué hasta él por la espalda y lo llamé. Él se giró y le comenté que sus notas no eran buenas, que tendría que estudiar más.

–¡Eso es mentira! –aclaró.

El policía intervino–. Después será tu turno, déjale continuar. –Le hizo un gesto al profesor, indicándole que continuase.

–Me dijo que sus malas notas eran debidas a que no podía pensar con claridad, ya que estaba enamorado de mí. –Naruto le miró incrédulo por lo que estaba escuchando–. Se me declaró. Pero ya sabe agente, estos niños a esta edad rebelde siempre tienen fantasías sobre profesor y alumno. Confunden sus sentimientos con facilidad. Un juego de niños –insistió–. O eso fue lo que me pareció hasta que intentó besarme. –Negó con la cabeza un par de veces–. No llegó a hacerlo porque me aparté, claro está. Intenté hablar con él, para hacerle entender que eso no estaba bien, pero se enfadó dándome una bofetada. –tragó con dificultad e intentó aguantarse las ganas de llorar, llevándose una mano a la boca.

–Tómese su tiempo –le dijo el policía.

–No se preocupe –. Cogió aire por la nariz y lo dejó escapar por la boca, para intentar continuar con más calma–. Se acercó hacia las probetas que contenían los líquidos y yo le pregunté qué era lo que iba a hacer. Me dijo que si no podía tenerme, acabaría con lo que yo más quería. Amo la química y él lo sabe. –Hizo hincapié–. Así que le agarré de una mano para atraerlo hacia mí con fuerza y evitar que fuese a hacer una locura, pero me alejó de un empujón y caí al suelo aturdido. – Al tiempo que contó eso, vio como el otro policía le miró ambos brazos al rubio, viendo que efectivamente estaba ahí la marca–. Le vi mezclar unos líquidos y…–su voz comenzó a temblar y las lágrimas no tardaron en salir–. Tiró entonces la probeta al suelo, al lado de la cortina y eso desencadenó que comenzase a arder.

–¿Qué pasó después?

–Naruto salió corriendo y yo fui en busca de uno de los extintores del pasillo, para evitar una catástrofe, pero no pude llegar a tiempo. Los cristales de las ventanas estallaron junto con el resto de líquidos. –explicó limpiándose las lágrimas con sus manos.

–¿Hay alguien que pueda corroborar eso?

–El guardia de la escuela me vio intentar apagar el fuego. Pueden preguntarle a él.

El policía miró a un compañero suyo y le hizo una seña con la cabeza dándole una orden. El otro hombre no tardó en salir de la habitación–. Muy bien. –miró al rubio–. Ahora es tu turno, Naruto.

El rubio le contó todo lo sucedido. Desde el principio hasta el final. También le contó cómo había notado desde hacía tiempo un comportamiento inusual en el profesor.

–¿Hay alguien que pueda corroborar eso? –le preguntó el policía.

Por unos segundos el chico silenció–. Estábamos los dos solos. Le juro que no miento, tienen que creerme.

–¿No te besó?

¿Por qué le preguntó eso después de haberle contado ya lo sucedido?–. No.

–¿No te tocó la piel? –más que una pregunta, fue una afirmación.

–Sólo la muñeca, dónde tengo la marca –se la mostró con evidencia–. Los tocamientos fueron sobre la ropa. –aclaró.

–Entiendo. – Miró a su compañero–. Haced pasar al guardia de seguridad.

El guardia de seguridad entró con algo de reparo y se acercó hasta el agente–. Por favor siéntese y contesté a unas preguntas. –le indicó. Así lo hizo el hombre sentándose en el asiento que estaba detrás de Orochimaru.

–¿Reconoce a este chico? –le preguntó, señalando al rubio.

El hombre miró a Naruto–. Sí, le vi salir corriendo del recinto y parecía tener mucha prisa.

–Muy bien, cuéntenos que pasó después.

–Después de verle salir corriendo, escuché un fuerte ruido, proveniente de la escuela. Corrí hacia donde creía haberlo escuchado y me encontré con que los cristales de las ventanas de este aula estaban reventados y que salía humo. Así que entré corriendo en el colegio y subí las escaleras hacia este aula. Cogí un extintor del pasillo para intentar apagar el fuego.

–¿Había alguien en el aula en ese momento?

–Sí, estaba el profesor con otro extintor intentando apagar el fuego. Me pidió ayuda, diciéndome que él no podía controlarlo. Y así lo hicimos.

–¿No se les ocurrió llamar a los bomberos?

–El profesor dijo que los líquidos que aún quedaban sobre las mesas eran peligrosos y teníamos que evitar que la flama del fuego llegasen hasta ellos para evitar una tragedia mayor.

–¿Cómo vio al profesor en ese momento? Anímicamente –especificó.

–Estaba llorando y pedía que no fuese a más el daño. Decía que no podía creer que eso le estuviese pasando a su maravillosa clase.

–¿Qué pasó después?

–Yo llamé a los bomberos, aunque apagamos el fuego los dos decidimos que era lo mejor por si volvía a propagarse, mientras el profesor llamó a la policía. Los bomberos examinaron la zona y dijeron que ya no había ningún peligro, así que nos marchamos a casa. Mi turno hacía una hora que había acabado, al igual que la escuela debía de estar cerrada de no ser por este infortunio.

–Muy bien, nos ha sido de mucha ayuda, puede volver a su puesto. Gracias por su cooperación. –Esperó a que el guardia saliese de la clase para continuar hablando–. Uzumaki Naruto, va a tener que acompañarnos a comisaría. –Miró al profesor–. Usted se queda dando clases.

Enarcó una ceja confundido– ¿Qué? ¿Por qué solo yo? –recapacitó en lo que acababa de decir–. Un momento, ¿no me cree?

–Por ahora quedas bajo arresto hasta que un juez dictamine tú sentencia.

–¿Qué? –en ese momento sintió como le agarraron las manos y se las pusieron hacia atrás, esposándoselas–. ¡Pero soy inocente! ¡Están deteniendo a la persona equivocada, agente! ¡Yo jamás…! –fue interrumpido por el otro policía.

–Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en su contra. Tiene derecho a una llamada y a un abogado, sino puede permitírselo, el tribunal le asignará uno de oficio.

Uzumaki se sintió nervioso, iban a detenerle sin más a pesar de que había dicho la verdad. ¿Por qué habían creído esa sarta de mentiras por parte de ese desgraciado? Estaba claro por la marca en su muñeca que quiso retenerlo a la fuerza para seguir con esos tocamientos.

Se levantó de la silla con rapidez y dio un par de pasos para tener de frente a Orochimaru, fue ese el momento en el que sintió que un par de manos le sujetaron por los hombros para impedirle ponerse más cerca–. ¡Diles que no es verdad! ¡¿Por qué me haces esto?! –le preguntó, sintiéndose impotente.

Fue ese el momento en el que el profesor se echó a llorar–. Por favor, llévenselo agentes.

Uzumaki sintió en ese momento como la sangre se le helaba. Ni siquiera se dio cuenta de cuando salió al pasillo bajo sus propios pasos, con un policía a cada lado que le guiaban a través de ese pasillo lleno de estudiantes curiosos que no paraban de susurrar.

Reaccionó cuando unos flashes provenientes de unas cámaras le deslumbraron. Se vio entonces caminar hacia la salida de la escuela. Estaba rodeado de cámaras fotográficas y de videos, al igual que de unos reporteros que le apuntaban con los micrófonos para que hablase. Las preguntas de los reporteros quedaron en un segundo plano como si se hubiese ensordecido de repente y no pudiese escucharlo. Absorto en sus pensamientos, entró al coche de policía con la ayuda de los policías, que finalmente se lo llevaron.

Fin Flash Back

Con decepción, se puso de pie y cabizbajo se propuso caminar hasta el único lugar que sabía que nadie podría molestarle.

&SasuNaru&

Esa zona el pelinegro una vez más la conocía. Había subido una colina que poco a poco se iba alejando de las casas y mostraban algo de naturaleza a su alrededor. Árboles, hierba, flores…

De nuevo su seguimiento le llevó hasta la punta de esa colina que estaba vallada por el filo, para evitar accidentes y a la vez servir como un mirador y poder apoyarse en la baranda.

Uzumaki tenía ambas manos sobre la baranda metálica. El joven de ojos negros no podía ver su expresión ya que estaba escondido tras unos arbustos que estaba detrás del rubio y a la vez un poco hacia la derecha. Pero no le hacía falta. Por cómo veía a Uzumaki que se aferraba a la baranda con fuerza y dejaba caer el peso de su cuerpo sobre sus hombros, sabía muy bien que cara tendría en ese momento.

El rubio frunció el ceño. Ya estaba harto de todo aquello. ¿Es que nunca podría demostrarle a nadie su inocencia? ¿Nadie en este mundo confiaría en un chico como él? Levantó la cabeza hacia arriba, mirando el cielo y soltó un gran grito, dejando salir toda su rabia contenida hasta ahora. Las lágrimas que comenzaron a bajarle por la cara estaban realmente calientes. Bajó la cabeza y miró hacia ese horizonte que había frente a él, no hacia esa parte de ciudad que se podía ver al subir allí, sino más concretamente hacia su antiguo colegio. Volvió a gritar como si le fuese su vida en ello, esta vez con un mensaje.

– ¡Soy inocente! –gritó a todo pulmón y sintiéndose el cuerpo cada vez más pesado, comenzó a agacharse lentamente sin soltar esos barrotes hasta caer finalmente arrodillado al suelo.

Una vez más el pelinegro le observaba sin hacer ruido. Esta era la única vez en la que el otro había expresado así su dolor. Imaginaba que no lo soportaba más y ya que el sitio estaba más bien apartado de la gente, supuso que por eso escogió ese lugar para liberarse de su carga. Tras unos arbustos, permanecía arrodillado y a través de esas hojas se sintió entristecido por el chico. Se notaba que estaba sufriendo y mucho.

Sabía por su ficha policial que no tenía padres ni hermanos, así que todo eso lo estaba afrontando él solo. Para uno chico de dieciséis años enfrentarse solo al mundo era como una verdadera pesadilla.

Sentía la necesidad de querer hablar con él, ser alguien en el que el rubio pudiese apoyarse en ese momento, aunque fuese sólo para desahogarse de alguna forma. Ser amigos estaría bien, ya que ni siquiera eso le quedaba a Naruto desde aquel accidente. Pero por su trabajo, no podía mezclar lo profesional con lo sentimental. Y él en cierta forma ya lo estaba haciendo y sin poder evitarlo. Aunque no había habido una cercanía por parte de ambos, tras observarle tanto tiempo no había podido evitar sentir una fuerte atracción hacia Uzumaki.

Uzumaki se limpió las lágrimas con el dorso de sus manos. Se levantó lentamente y apoyó sus manos sobre la baranda. Con decisión, levantó su pie derecho y lo apoyó sobre la baranda. Con sus brazos hizo impulso y se subió encima, quedando de pie. Miró hacia el frente. Terminaría pronto con aquella locura. Cerró los ojos y fue ese el momento en el que se dejó caer hacia delante. Aunque fue así, no comprendió porqué su cuerpo se fue hacia atrás y cayó al suelo de lado.

–¡Ay! –se quejó cuando su hombro derecho chocó contra el suelo. Abrió los ojos y se encontró con que un chico pelinegro estaba frente a él con su misma posición. Sus ojos no tardaron en encontrarse, mostrándole al rubio una mueca de dolor por parte del chico pelinegro.

–¿Estás bien? –le preguntó el pelinegro.

Vio que el chico tenía el cabello negro al igual que sus ojos y su piel era blanquecina. Naruto le observó en silencio unos segundos, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Ahora lo comprendía. Ese chico acababa de evitar que se suicidase. ¿Pero por qué?

–No deberías hacer ese tipo de cosas. Es peligroso. –continuó el pelinegro.

–Ya –fue todo lo que atinó a decir, antes de empezar a incorporarse lentamente, hasta ponerse de pie.

Imitando a Uzumaki en su gesto, le agarró el brazo izquierdo para evitar que se fuese y sus ojos no tardaron en encontrarse–. Sea lo que sea, aguántalo. Algún día terminará.

Se sorprendió al escuchar aquello. ¿Lo estaba reconfortando? No, seguramente sabía quién era. Todo el mundo en esa ciudad lo sabía y por aquel accidente todo el mundo le daba de lado. Sobre su brazo izquierdo todavía estaba la mano de ese extraño. Así que llevó su mano libre hasta esa zona, dejándola sobre la mano blanquecina–. Si sabes quién soy. Aléjate de mí. –Se liberó del agarre del chico– Todos lo hacen. –finalizó con sentimiento abatido, siguiendo su camino.

El pelinegro le vio bajar la colina con pasos apresurados. Se llevó la mano izquierda a su frente con pesar. ¡Qué estúpido había sido! Acababa de dejarse ver por la persona perseguida. Pero es que no lo pudo evitar. Tan pronto como le vio las intenciones al rubio, se vio forzado a salir de su escondite e intentar salvarlo. Ahora estaba seguro. Ese chico no podía con un peso tan grande como el que llevaba. Empezó a caminar para bajar la colina. No podía perderle de vista ahora menos que nunca, ya que ahora eso parecía ser más peligroso que antes.

&SasuNaru&

Salió del supermercado con un par de bolsas en las manos. Le vendría bien caminar a esas horas de la noche. Apenas había gente por la calle y eso le ayudaba, ya que no hablarían de él. Estaba tan pensativo que no notó como de un callejón que salía hacia su izquierda, salieron un par de manos y lo engulleron hacia esa oscuridad. A continuación sintió un golpe seco en su espalda, lo que hizo que soltase las bolsas que llevaba en las manos debido al fuerte impacto, pero no fue lo único que sintió. Una mano le cubría la boca y otra le presionaba el hombro derecho.

Abrió los ojos sorprendido y quedó totalmente paralizado al ver frente a él su profesor de química con una gran sonrisa.

–Hola, ha pasado un tiempo. ¿No crees? –En ese momento, Naruto forcejeó con su cuerpo e intentó hablar, pero esa mano se lo estaba impidiendo–. No tan deprisa. –advirtió el mayor. Le dio un repaso con la vista, empezando desde abajo, hasta llegar a la cara de nuevo–. Vaya este tiempo sin verte a dado sus frutos. Eres mucho más atractivo que antes. –le dijo finalmente mirándole a los ojos. Al ver que el rubio estaba enfadado, decidió continuar–. No te enfades, la espera tendrá su recompensa, ya lo verás –se pasó la lengua por los labios y eso fue lo que hizo que Naruto reaccionase. De un empujón alejó a Orochimaru, apertura que aprovechó para intentar salir corriendo, pero no tardó mucho en sentir su mano ser agarrada. En décimas de segundos, Naruto fue volteado a la fuerza, pero no sólo eso. Sintió un tremendo puñetazo en su estómago que pronto le hizo querer caerse al suelo, pero fue detenido por el mayor quien ya le estaba esperando en su viaje, con el brazo extendido para agarrarlo–. No lo entiendes, ¿verdad? –Decía sintiendo al rubio intentar respirar por la boca–. Estamos predestinados –cogiéndolo de nuevo como pudo por los hombros, lo llevó hasta la pared y lo enderezó, viendo la cara de dolor del rubio–. Eso nadie lo va a cambiar –le hizo ver, poniendo su antebrazo sobre el pecho del menor, ejerciendo presión. Llevó su mano derecha hasta el pantalón de Uzumaki y procedió a tocarlo–. Oh, lo echaba de menos.

–No me toques –fue un susurro aunque quiso haberlo gritado, pero por su falta de aire, era imposible.

–Te gusta, yo lo sé. –fue en ese momento que escuchó un fuerte silbido. Miró hacia su izquierda, viendo que alguien se acercaba corriendo hacia ese callejón. Chasqueó la lengua y miró de nuevo al rubio–. Esto no se acaba aquí. Nos volveremos a ver pronto –dijo soltándole y echando a correr.

Uzumaki no tardó en dejarse caer lentamente por la pared, llevándose ambas manos a la zona golpeada, sentándose en el suelo. No sabía que había hecho que saliese huyendo, pero lo agradecía enormemente. Pronto, sintió de nuevo una mano en su hombro derecho. Miró hacia esa dirección para saber de quién se trataba.

–¿Estás bien? –preguntó el pelinegro, agachándose para estar a su altura.

–Tú –susurró al encontrarse con el mismo chico otra vez.

–¿Qué te ha pasado? –aunque lo había visto desde lejos, tenía que dar a entender que no sabía que pasaba ahí. Por suerte pudo intervenir aunque hubiese sido un poco tarde, pero si tuvo alguna vez una sola duda sobre la inocencia del rubio, acababa de ver que no estaba equivocado.

–Nada. –fue lo único que dijo y rehuyó su mirada, mirando totalmente hacia la izquierda.

No le diría a un extraño nada, eso estaba claro–. Tienes las manos en tu estómago. ¿Te han pegado? –intentó sacarle la información de nuevo.

Al escuchar aquella pregunta, apartó sus manos de su estómago. Él mismo se estaba delatando– Estoy bien.

Bueno al menos no había negado lo evidente, ya era un paso– ¿Le viste bien? Podemos denunciar a la policía.

Al escuchar aquello, miró de nuevo hacia el pelinegro con rapidez– ¡No! –al darse cuenta de que había subido mucho el tono de voz decidió continuar– No. De todas formas no me creerían.

–¿Por qué no? La policía está para ayudar.

–¡He dicho que no! –sentenció e intentó calmarse, mirando ahora hacía el frente–. Para muchos en esta ciudad que el pirómano sea golpeado por alguien es sólo un merecido. –Le miró a los ojos de nuevo– Déjalo estar. –le pidió.

En sus ojos pudo ver que más bien eso fue una súplica–. De acuerdo. ¿Al menos puedes ponerte en pie?

Negó con la cabeza–. Creo que me tomará un tiempo llegar a casa.–confesó.

–Está bien – se puso de pie y se agachó para coger el par de bolsas en sus manos, bajo la mirada de Uzumaki que se preguntaba que estaba haciendo. No tardó en ver al joven pelinegro darle la espalda justo delante de él, hasta finalmente agacharse–. Sube.

–¿Qué?

–Sube a mi espalda. Te llevaré hasta donde me digas.

–No puedo hacer eso. Iré por mi propio pie después.

No quería tener que recurrir a lo que iba a hacer, pero el rubio era realmente desconfiado– ¿Y qué vas a hacer si quien te ha dejado en ese estado, regresa?

–No lo hará.

–¿Cómo estás tan seguro? –al escuchar el silencio incómodo que se había formado, sabía que otro seguramente estaba dudando–. Tu silencio lo dice todo. Sube, vamos.

Naruto no lo podía creer, ese chico ya le había salvado en dos ocasiones y siempre le estaba brindando su ayuda. ¿Acaso era su ángel guardián? –¿Eres un ángel guardián?

–Algo así –sonrió, aunque el otro no pudiese verle–. Pero no soy muy paciente y no puedo quedarme en esta postura eternamente –le advirtió. No tardó en sentir un peso en su espalda, por fin se había decidido. Se puso de pie, cargando por fin al joven en su espalda–. Bien –dijo echando a andar para salir por fin de ese callejón.

Habían cruzado ya unas cuantas calles con semáforo bajo las indicaciones de Uzumaki, pero el camino por lo general estaba siendo silencioso, hasta que él mismo comenzó a hablar.

–Sabrás quien soy.

–Lo sé.

–¿No te doy miedo?

–No. –hizo fuerza con sus manos y levantó más al rubio, para acomodarlo mejor en su espalda.

–No lo entiendo. Todo el mundo, que son desconocidos para mí, huyen o murmuran sobre mí. ¿Por qué tú no lo haces?

El joven de ojos negros pensó con tristeza su respuesta. Ese chico estaba sufriendo demasiado por una mentira–. Porque ellos no ven en ti, lo que yo veo. –le dijo, mientras veía ya el edificio donde vivía Naruto a escasos metros–. Esas personas temen conocer al verdadero chico que hay en ti. Es más fácil para ellos creer, que ver –sabía eso a ciencia cierta. Cada vez que rechazaban a Naruto, no se paraban a observar lo triste que estaba, lo solo que estaba y como huía de las habladurías, siempre sin meterse con nadie, por mucho que a él lo juzgasen–. Si alguien dijera que mañana la luna sería negra, la gente lo creería sin pestañear, por imposible que pareciese–. No pienso que todo fuese como lo dijeron en las noticias, eso es todo. Pero nadie más que tú, puede demostrarlo, así que ten fuerza y valor.

Aunque el pelinegro no lo sabía, el rubio sintió como sus mejillas se mojaban por las lágrimas retenidas. Alguien por fin creía en su inocencia, después de tanto tiempo. Eso para él era un gran logro.

–Gracias –dijo con voz temblorosa por intentar retener el llanto.

Sonrió con compresión al ver que le había hecho llorar. Con la situación que estaba viviendo era normal que después de tanto rechazo una pequeña ayuda y voto de confianza en él, era algo muy grande para el rubio en estos momentos. Sabía que no iba a hacer lo correcto, que su código se lo impedía, pero dadas las circunstancias de esta noche ya no estaba seguro de si vigilarle a distancia sería lo mejor– Uchiha. Uchiha Sasuke –se presentó. Sabía que no había necesidad de que Naruto se presentase, aunque él sabía su nombre por el informe, normalmente la gente lo sabía por las noticias, así que por ese motivo no era raro que él también lo pudiese saber. Se detuvo al llegar a la puerta principal del edificio–. Ten fe Naruto, todo se arreglará. –se agachó para dejar que el rubio bajase de su espalda y una vez que lo hizo, se dio la vuelta para mirarle a los ojos–. Si necesitas hablar con alguien o desahogarte, puedes contar conmigo.

Sonrió por lo dicho, quitándole las bolsas de las manos–. Gracias, pero no creo que nos volvamos a ver.

En ese momento se dio cuenta de que era verdad. Uzumaki después de todo no sabía nada de lo que realmente pasaba y su paso por el callejón no había sido más que una coincidencia. Sonrió como si nada, ignorando su error–. Tienes razón.

–Bueno pues, adiós –le despidió, dando un par de pasos hacia la puerta principal del edificio.

–Adiós. –se llevó una mano al pecho, buscando las pulsaciones nerviosas de su corazón. Realmente le hizo feliz poder llevarle a la espalda y por otra parte se había quedado tranquilo al acompañarle él mismo hasta el edificio de su apartamento. Al ver que el rubio ya había entrado a su bloque, decidió ir al suyo para vigilarle desde arriba.

Tardó poco tiempo al encontrarse el edificio justo enfrente y lo vio ver la tele. Llevó su mano hasta el cristal y lo acarició sobre el rostro entristecido de Naruto–. Yo te protegeré.

&SasuNaru&

Continuará…

Debido al cumpleaños de Naruto un grupito que se llama la edad de oro en facebook, nos hemos animado para escribir una historia Sasunaru. Y esta es la mía, espero que os guste. No olvidéis dejar un comentario tanto si os gusta como si no, la historia. Hasta el siguiente capítulo n.n