-Gryffindor, gryffindor...
Esa sentencia se repetía en su cabeza una y otra vez, no podía estar pasando, debía ser una broma cruel- pensaba Walburga, sentada en su sillón leyendo el pergamino entre sus dedos. Un Black, un miembro perteneciente a la más longeva línea sangre pura del mundo mágico. En sus casi mil años de historia, ningún mago o bruja, había pertenecido a otra casa que no fuera slytherin. Muchas cosas, habían hecho los Black, incesto, destierros, mutilaciones, sadismo, infanticio (de los squib de la familia) pero ninguno jamás había sido un león.
Ahora su heredero, su primogénito, era el primero de la historia de la Noble y Ancestral Casa Black, en ser un Gryffindor. Walburga, no había querido ver como su pequeño, se alejaba cada vez más de ella, y ahora era tarde. Los demás miembros de la familia, se burlarían, le mostrarían sus herederos slytherin y ella que había vivido toda la vida siendo una Black, no imaginaba no ser una digna matriarca Black. Después de este trágico suceso, su hijo sería dado de lado y humillado por los demás. Puede que incluso quisieran quitarle el tapiz familiar, y eso no podía permitirlo, era un honor al que no podía renunciar.
No podía dejar que se mancillara el nombre de la familia de esa manera, subió a la habitación, corriendo y con desesperación buscó en el tapiz algún antepasado Black que hubiera sido un Gryffindor. Todo ello, en balde y ella lo sabía. Suspiró y llamó a su otro hijo, no podía tentar la suerte, llevaba el nombre de una estrella de la constelación de Leo.
-Regulus, mi príncipe, ¿Tú no me decepcionarás, verdad?-dijo ella con voz dulce.
No-dijo el niño rápidamente negó con la cabeza asustado al ver a su madre con ojos tristes.
-Tú, serás un perfecto slytherin y un perfecto Black y mamá te querrá para siempre - dijo ella, mientras lo abrazaba con los ojos congestionados de lágrimas, a un desconcertado pequeño que no sabía lo que se le venía encima.
Ese día se marcaría el destino de tres personas. Walburga y Sirius se distanciarían más y más, mientras que Regulus se ahogaría en responsabilidades. Finalmente, ambos huirían, Sirius se haría amigo de James y moriría protegiendo a su ahijado, su familia. Regulus, perecería por lo correcto, por primera vez, siguiendo su propio camino y salvando a la criatura que siempre lo vio digno por ser él. Walburga huiría de la realidad, enloquecería de dolor al ver como perdía a sus dos hijos de distinta manera
