Hoy han emitido en Cuatro el capítulo 4x04 en el que Stana aparece con una camisa larga azul y un chaleco de vestir encima, y me ha gustado tanto cómo le quedaba que he escrito esto.

En realidad no es nada, pero bah, hace tiempo que no escribo y estoy oxidada.

Disclaimer: As always, Castle pertenece a sus creadores, entre los cuales no me encuentro yo.


Los chalecos te sientan bien.

- Pero, ¿sabes? Me encanta cómo te quedan las camisas con chalecos. Es más como... de película.
- Ya, Castle.
- No, en serio. Podrías llevar chalecos más a menudo. Te sientan muy bien. Te hacen ver más... seria.
- ¿Seria?
- Bueno, no exactamente, sino más poli.
- Creo que ya parezco poli, Castle. -Sonrió.
- Y además... también te hacen ver más sexy.
- ¿Qué tienes, Castle, que estás tan pesado con el dichoso chalequito?
- Ya te lo he dicho, me gustó.
- Ya, pues no creo que en la tienda hayan de tu talla -dijo sonriendo.
- Siempre podrías prestarme el tuyo, ¿no?

Ese comentario la hizo reír.

- Venga, por mí, sólo pruébatelo.
- Ya sé cómo me queda, Castle. Lo llevé ayer.
- Pero no te lo viste como te lo veo yo. Venga, por favor -pidió poniendo su carita de cachorrito abandonado.

Ella lo meditó unos segundos antes de aceptar y meterse en su habitación a cambiarse dejando a Castle solo en el salón.

Al salir unos minutos después se sorprendió al encontrarlo tranquilamente sentado en el sofá, sin cotillear cajones ni álbumes antiguos de fotos. Quizá él ya había estado ahí demasiadas veces.

- ¿Y bien? ¿Qué tiene de especial?

Beckett llevaba la misma camisa y el mismo chaleco del día anterior, pero con otros vaqueros. Castle se levantó del sofá y se puso frente a ella.

- ¿Ves? Estás todavía más hermosa que de costumbre -se permitió decir y podría jurar que Kate se puso roja.
- Gracias.
- ¿Pero sabes qué le falta?
- ¿Mmm?
- Escote.
- Castle -dijo ella en tono de advertencia.
- Hazme caso -dijo a la vez que acercaba sus manos al pecho de ella y le abría un par de botones dejando a una Beckett boquiabierta-. ¿Lo ves?

Lo había hecho tan deprisa y sin pensar que no se dio cuenta hasta que se encontró de lleno con la mirada de la detective exigiéndole una explicación. Explicación que él no tenía. Así que optó por lo más fácil.

- Venga, mírate -insistió entrando a su habitación y señalando su espejo de cuerpo entero. Ella tardó unos segundos en recuperar el aliento y seguirlo frente al espejo.
- ¿Y...? ¿Lo ves?
- ¿Si veo qué?
- Que te queda estupendo.

Ella sonrió con él a sus espaldas, ambos mirándola en el reflejo.

- Bueno, Castle. Si no me gustase no me lo habría comprado.
- ¿Y que con los botones abiertos te sienta mil veces mejor?
- ¿Porque puedes verme el escote, Castle? -respondió girándose- Creía que tenía otros puntos fuertes.
- Oh, y los tiene, inspectora.

Estaban jugando con fuego.

- ¿Ah, sí? ¿Y cuáles son esos puntos fuertes?

Y no parecían tener miedo de quemarse.

- Pues tus labios, por ejemplo. Son realmente... tentadores.
- ¿Sí?
- Sí. Y tus ojos.
- ¿Mis ojos?
- Son preciosos.
- Gracias.
- De nada.

Los dos sonrieron.

- ¿Y qué más?
- Pues... tus piernas.
- Oh.
- Son... largas. Tremendamente largas. Y tonificadas. Me gustan -confesó comiéndosela con los ojos.
- Te gustan mis piernas.
- Me gustan -repitió. Ambos sonrieron. Cada vez inconscientemente más cerca.
- ¿Algo más?
- La verdad es que toda tú eres... perfecta, Kate. Tus labios, tus ojos, tus piernas, todo. Me encantas.
- Te encanto.
- Me encantas.

Ella frunció los labios en una sonrisa.

- Creo que ya te lo dije una vez, Castle, pero tú tampoco estás tan mal.