Para empezar, vamos a dejar claro lo esencial: Kurt Hummel era el único chico gay que había salido del armario en su instituto. Amaba los musicales, la moda y cocinar, cosa por la cual te tachaban de por vida en el pueblo en el que vivía. Pero a él no le importaba, sólo quería ser feliz siendo diferente y pensando que dentro de unos años estaría actuando en Nueva York, como tantas veces había soñado. También hay que remarcar que estaba en el Glee Club de su instituto, cosa que lo hacía todavía más impopular.

Aquel día decidió ponerse sus Dr. Martens amarillas a conjunto con su chaqueta con efecto plastificado. En Ohio jamás se sabe qué tiempo hará. Estaba apoyado en su taquilla, observando al final del pasillo al grupo de los guapos. La mayoría eran conocidos para él: Quinn Fabray, la capitana de las animadoras, que salía con Finn Hudson, su hermanastro, el quarterback, Rachel Berry, la estrella dorada del Glee Club, que hacía todo lo posible por conseguir todos los solos del club y todos los papeles de los musicales escolares y, a su lado, besándola, Blaine Anderson, el chico más sexy que había visto en su vida. Era el único se portaba bien con él, el único popular había cedido a cantar un dueto con él (nadie jamás podrá olvidar el "Candles" que hizo que ganaran las regionales del año pasado) y además, le encantaba la forma en la que vestía. La única pega en el perfecto Blaine Anderson era que era demasiado hetero y que salía con la pesada de Rachel. Y Kurt había tenido la mala suerte de enamorarse de él.

-¿Has pensado alguna vez en cómo se convirtieron en populares? –preguntó Mercedes, una de sus pocas amigas.

-Sinceramente, no lo quiero saber. Entiendo que Finn y Quinn lo sean, son los reyes del baile y todas esas tonterías que se nombran en el instituto para darles un poco de superioridad, pero Rachel… ¿Qué ha hecho Rachel? Es una pesada y te chupa el alma, es como un dementor pero peor vestido, a nadie le caía bien.

-¿Sabes? Creo que todo es por Blaine. ¿Te acuerdas de cuando era nuestra amiga? No se parecía en nada a la nueva Rachel. Y todo por Blaine, porque claro, un chico tan guapo como él no puede pasar desapercibido, y ella se tuvo que fijar en él.

-Me da pena Blaine. Es bueno, no se merece a Rachel, merece algo mejor.

-Algo mejor llamado… ¿Kurt?

-Mercedes, sabes muy bien que es hetero. No hay nada que hacer. Y si pudiera hacer algo, no lo haría. Lo que me faltaba en el instituto, encima de gay, con novio.

El grupo de los guapos se iba acercando cada vez más a ellos. Kurt se giró y cerró la taquilla para pasar desapercibido pero entonces Puckerman le empujó.

-Perdone señorita.

-¿Se puede saber qué tienes en la cabeza, Puckerman? Deja al chico en paz, no te ha hecho nada –dijo Blaine, con tono enfadado mientras se acercaba a Kurt -. Déjalo, ya sabes cómo es. Nos vemos.

Y en ese momento, Kurt sintió que el mundo se paraba por un instante. Blaine Anderson le había defendido delante de todo el mundo, delante de su novia, delante de toda la gente popular y guapa de su curso. Y le había dicho "Nos vemos". Blaine no era gay y tenía novia, ¿y qué? Se preocupaba por él, ya era mucho más de lo que la mayoría de la gente en ese sitio había hecho alguna vez por él. Kurt sentía que la Navidad se había adelantado sólo para él.