Kalis
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Starscream se transformó y aterrizó grácilmente sobre una viga de metal, hundiéndola varios centímetros bajo su peso. Necesitaba reenergizarse, recargar un poco de energía y asearse, pero no obtendría nada más que un cubo de energon que quizás no alcanzaría a probar. No había tiempo para lujos y comodidades en medio de una guerra, mucho menos en una batalla que él mismo estaba conduciendo hasta la victoria.
El Seeker levantó la cabeza cuando detectó dos firmas de calor muy familiares acercándose velozmente desde uno de los humeantes sectores de la enorme muralla de Kalis. Cuando el sonido de las turbinas se hizo demasiado estridente, Thundercracker se transformó en el aire, sobre Starscream, pero no aterrizó, permaneciendo arriba con la ayuda de sus propulsores. Por su parte, Skywarp se teletransportó y apareció en forma bípeda sobre la misma viga que Starscream ocupaba, haciéndola rechinar y doblarse varios centímetros más con el peso de su cuerpo.
-¿Y ahora? – sonrió el Seeker oscuro, mirando a su alrededor. Entre los restos de una torre de vigilancia, los cuerpos deformados y sin vida de un par de Autobots refulgían contra los destellos de un montículo de metal ardiendo. – ¿De verdad les vamos a dar tanto tiempo para recuperarse a esos malditos? Podemos darles el golpe final ahora mismo, Screamer. Están perdidos. Ya no tienen fuerza de ataque. ¡Podemos acabar con todos ya!
Starscream hizo una mueca de desdén y se cruzó de brazos. – No hay nada que puedan hacer en tres breems para derrotarnos, Skywarp, no seas ridículo. Los Decepticons necesitan reagruparse y repasar los planes de batalla. Tú mismo viste lo que sucedió con los novatos hace unos breems. Todo estuvo a punto de convertirse en un desastre.
Antes de que el otro Seeker contestara, el inconfundible sonido de tres detonaciones de cañón acalló por unos segundos al crepitar de las llamas y los gemidos de los Autobots que habían sobrevivido al primer ataque. Muchos de ellos estaban incapacitados para moverse y esperaban con agonía el destino que las unidades de basureros Decepticon les daban en forma de un disparo en la cabeza o de un desmembramiento lento que más tarde los haría terminar en los contenedores de reciclaje médico.
Starscream miró pasar a uno de esos Decepticons y arrugó la nariz con asco, recordando lo sucio que se sentía debido al polvo. Su cuerpo era un desastre de rasguños y marcas de disparos que habían dejado una estela de hollín al rozar su fuselaje, tenía un propulsor agrietado luego de haber esquivado un misil que había explotado a pocos metros de su cola y uno de sus brazos estaba parcialmente funcional, lo que arreglaría en cuanto tuviera oportunidad de atenderse a sí mismo.
…
La batalla aún no terminaba cuando ya estaba considerada una victoria. El ánimo Decepticon estaba muy elevado y Kalis ofrecía cada vez menos resistencia ante los furiosos embates del ejército aéreo. El plan había sido muy sencillo desde el inicio y todo transcurría tal y como el alto mando Decepticon había establecido en la seguridad de la sala de reuniones de la base del Némesis, cuatro días atrás.
Starscream había dejado atrás las instalaciones de la Némesis, ubicada en la Tierra, para partir cuanto antes a Cybertron junto a su élite aérea y comenzar los preparativos para la toma de la ciudad de Kalis. Entre sus encargos estuvo el iniciar una campaña en Tyrest, ciudad vecina de Kalis, con el propósito de reunir la mayor cantidad de elementos aéreos y terrestres que durante más de cuatro ciclos solares llegaron desde cualquier lado del universo e incluso los confines más solitarios e insufribles de Cybertron.
La sorpresa del Comandante aéreo fue grata cuando descubrió que no necesitaba esperar mucho más tiempo para planificar la división y activación de su ejército aéreo. En Tyrest lo recibió una concentración masiva de escuadrones aéreos que lo saludó con propiedad y que Starscream quiso utilizar al instante.
Eran en su mayoría Seekers, bombarderos y unidades de ataque frontal que tendrían muy buen uso si sabían volar la mitad de bien de lo que dos desconocidos generales, apostados como máxima autoridad dentro de la base de Tyrest, le presumieron a Starscream en cuanto puso los pies en el suelo. Él no les creyó, pero se reservó sus dudas. Nadie era demasiado bueno en el aire hasta que el Comandante Aéreo le daba su aprobación.
El ataque estaba planificado como una sorpresa para la primera hora del ciclo lunar del día establecido. Las patrullas fronterizas Autobot de Kalis estaban inquietas y levantaban informes diarios acerca de la gran actividad Decepticon que detectaban en la base de operaciones de Tyrest, pero las sospechas jamás trascendían a ningún tipo de alarma y ambas ciudades, hasta el día del ataque, se mantuvieron tranquilas, reservándose dentro de aquella silenciosa tregua que les permitía convivir en el mismo suelo pese a la enemistad que las dividía.
El objetivo del líder Decepticon era el reactor de fusión que se encontraba en el centro de Kalis; una fuente tan rica de energía que Megatron estaba seguro no tendrían que volver a extraer más combustible alienígena por varios cientos de años, si no es que para siempre. El reactor extraía energon directamente del núcleo del planeta, que luego de cinco millones de años de ser reabastecido por Shockwave y dejado en paz por la guerra, había vuelto a producir los primeros indicios de combustible vital. La sangre de Cybertron podía volver a alimentar a sus creaciones hasta el fin de los tiempos siempre y cuando ellos supieran aprovecharla, cuidarla y administrarla.
Apoderarse del reactor era un plan brillante.
Kalis era una ciudad resguardada por el régimen Autobot desde hacía millones de años. Luego de que los primeros intentos del ejército Decepticon por apoderarse de su reactor de fusión fracasaran, Optimus Prime había encontrado la manera de sitiarla y asegurarla al grado de que su penetración fuera imposible y una total pérdida de tiempo y energía para Megatron.
Pero lo que en aquellos tiempos el líder Decepticon deseaba utilizar como un arma, hoy lo deseaba para algo mucho más grande y trascendental en la historia Transformer. Megatron quería que Cybertron regresara a la vida, y ese reactor de fusión era una clave única, demasiado valiosa como para dejarla pasar desapercibida y permitir que la estupidez Autobot continuara malgastándola en los aprovechamientos insulsos de una sola ciudad. Cada sector, estado y colonia del planeta era un vacío negro, muerto, que pulsaba en la mente de Megatron como una cicatriz fresca y aún sangrante. Debía reactivarlos, debía regresarle la vida al motivo por el que habían luchado durante tantos milenios.
Starscream dio la orden de ataque.
Y la batalla inició con el estruendo de cientos de turbinas resonando en el cielo. Allá, entre los nubarrones de humo, los halos de ceniza y los destellos del fuego que aparecieron tras el paso de los misiles impactados en el suelo, las aeronaves se impulsaron detrás de la figura plateada del Comandante Aéreo. Kalis los miró emerger como una plaga de fuego que arrasó con sus barreras primarias al instante, sembrando cuerpos desactivados a lo largo de la muralla de protección y al interior de los largos patios llenos de hangares, bodegas y plataformas transformables que estaban tomando un tiempo muy largo para activarse.
Cada unidad aérea se dividía en pequeños equipos de Decepticons pintados de un color diferente, todos distinguibles por rangos y habilidades que Starscream aún no juzgaba por sí mismo pero que había acomodado según los informes de los dos generales a cargo. No confiaba en ninguno de ellos, pero no tenía más opciones. Hacía millones de años que no contaba con tropas especialmente entrenadas por él y debía atenerse al trabajo ajeno pese a que le molestaba enormemente depender de los demás.
Una alarma comenzó a chillar desde el interior de Kalis. Cientos, miles de reflectores de luces fluorescentes se encendieron y apuntaron al cielo. La ciudad entró en modo de defensa en cuanto la primera aeronave Decepticon cruzó el perímetro tolerable de la barrera y fue derribada con un proyectil que emergió del interior de un enorme bunker transformable.
Y no fue la única. El Seeker herido aún no tocaba el suelo cuando dos decenas más de Decepticons fueron alcanzados por balas, proyectiles o distintos tipos de disparos energéticos y Starscream se escuchó a sí mismo maldecir con un chillido que brotó de su vocalizador rasposo. Sus teorías, infundadas por sus malos pensamientos y sus sospechas casi siempre acertadas, le habían dicho la verdad; la mayoría de los Seekers y las naves de combate frontal que ahora estaban bajo su cargo carecían por completo de experiencia en combate. Eran todos novatos. Novatos en todo el maldito esplendor de la palabra.
Cada uno de ellos, asustado o embravecido por un valor ridículo, desobedeció órdenes tan pronto las escucharon, las procesaron y las desecharon. Cayeron en un descontrol total no bien Starscream les ordenó el ataque. Eran tan jóvenes que la emoción y el miedo los dominó a un nivel desproporcionado y comenzaron a adelantar a toda velocidad el vuelo de la escuadra aérea de comando. Uno a uno, también empezaron a ser derribados por los potentes rayos de fusión que fueron disparados desde las plataformas transformables de defensa en cuanto éstas estuvieron listas para funcionar.
La enorme barrera de Kalis se convirtió en un hormiguero agitado. El piso se transformó en una masa movible de servos, metal y ópticos. Y fuego, mucho fuego ascendió como una lluvia de meteoros en sentido inverso. Robots de todos tamaños corrían y disparaban, accionando armas de potente calibre mientras varios Seekers y otras aeronaves caían abatidas por los impactos que hacían explotar sus componentes vitales.
Muchos Autobots se fusionaron a las plataformas estacionarias y otros tantos se escondieron en los espacios oscuros de las pequeñas aperturas de la enorme muralla de Kalis, desde donde disparaban rifles de francotirador que apuntaban con láseres de todos colores.
Starscream estaba furioso. Sus Decepticons caían como insectos por todos lados, yendo a explotar en el suelo, donde el último consuelo que obtenían antes de morir era asesinar a todos aquellos que eran aplastados por sus cuerpos o alcanzados por la detonación de sus componentes internos. Se unieron a los cuerpos sin vida de los Autobots que eran alcanzados por la cascada de misiles, balas y láseres que los Seekers que aún permanecían detrás de Starscream hacían caer sobre ellos.
Pero esos logros tan limitados y risibles no eran suficientes. No eran lo que Starscream había planeado para su espectacular regreso a los terrenos del combate donde solamente él era la estrella. Como Comandante Aéreo tuvo que pensar rápido, mucho más veloz que cualquiera. Sus soldados se desprendían del cielo como moscas heridas y no tenía ninguna explicación justificable, excepto actuar.
Y actuó rápido cuando generó en cuestión de segundos un montón de escenarios tácticos y estratégicos dentro de su procesador, mientras evitaba que los disparos enemigos lo cazaran y que un puñado de misiles lo derribara. Para eso contaba con Thundercracker y con Skywarp, que fueron los que se encargaron de cubrirle los propulsores cuando él concentró la mayor parte de su procesador en redireccionar el curso de acción de la batalla.
Starscream abrió su comunicador interno y bramó órdenes con toda la potencia de su vocalizador; Skywarp permanecería a su lado, pero Thundercracker y Ramjet se encargarían de manejar dos escuadrones distintos, compuestos por más de treinta unidades cada uno, que atacaría diversos sitios del borde y del interior de la ciudad. Asignó a Thrust junto a Dirge para continuar atacando el borde principal, y a todos los elementos sobrantes les indicó continuar detrás de él, destruyendo todos los puestos de defensa posible y atacando cada plataforma transformable que encontraran en sus caminos.
Dividir las tropas aéreas fue un movimiento mágico. El Comandante Aéreo notó el descenso en las bajas casi al instante y la velocidad con la que los papeles retornaron a su curso normal en la evolución de la batalla le endulzó el trago amargo. Los Autobots dejaron de atacar para empezar a defender, como se suponía que debió haber sido desde un inicio, y cada Decepticon apto para continuar peleando descargó su arsenal contra las murallas, contra las plataformas, los puestos de defensa, las torres y las firmas energéticas que se ocultaban detrás de un rifle francotirador.
Los Autobots empezaron a morir y los Decepticons a permanecer en el aire, el único y verdadero imperio de Starscream.
De los dos generales que habían estado a cargo antes de que el ataque comenzara no se sabía mucho. Starscream perdió contacto con uno de ellos desde el inicio y el otro se mantenía en espera de órdenes tras recibir instrucciones de que él estaría a cargo del único escuadrón de bombarderos que el Segundo al Mando había decidido dejar atrás. Esas enormes aeronaves resultaban más una carga que una ayuda cuando se trataba de un combate directo.
Kalis tenía unas defensas formidables, de las que Starscream no había subestimado nada pese a que había tenido muy pocas horas para estudiar detalladamente la información que la unidad de Inteligencia Decepticon había recolectado en los últimos meses. La barrera de protección en torno a la ciudad contaba con puestos de ataque y de defensa. Tenía gruesos cañones de fusión que se sospechaba estaban indirectamente conectados al reactor de energía y unas dotes interminables de secciones de artillería antiaérea que había comenzado a disparar misiles rastreadores de calor en cuanto las primeras firmas de los Seekers rompieron el perímetro de tolerancia.
Starscream se había deshecho personalmente de dos proyectiles que habían sido disparados contra su estructura física después de reestructurar la estrategia y no le había agradecido a Skywarp cuando éste se encargó de destruir un tercer misil que había apuntado directamente a una de sus alas. De haber recibido el golpe, su muerte hubiera sido un hecho inevitable.
Tras comprobar que sus métodos habían surtido un efecto revitalizador no solamente en la confianza de sus soldados, sino también en la moral en general, dio una orden específica a Thundercracker para que él y sus Seekers comandados se encargaran de destruir los puestos de defensa antes que a cualquier otro objetivo móvil; las plataformas de misiles serían un problema para los pesados bombarderos como los francotiradores lo estaban siendo para los desafortunados Seekers que perdían el control dentro del caos en el que se había convertido el cielo. Bastaba un disparo para que una unidad más se perdiera en combate y Starscream blasfemaba cada que veía a uno de ellos desplomarse envuelto en llamas y humo.
Al pasar volando por encima de un acumulamiento sospechoso de chatarra, un disparo de francotirador pasó rozando la parte baja de su fuselaje y causó estragos en una de las junturas de su cuerpo que más tarde le afectaría el funcionamiento del brazo si no lo atendía.
-Wow, Screamer, ¿estás bien? – trasmitió Skywarp a su lado, desapareciendo y reapareciendo cuando un misil pasó por donde él había estado y luego explotó varios metros más arriba, detonado por la metralla de algún Seeker anónimo.
-Claro que estoy bien, tonto – masculló Starscream, virando sobre su costado derecho para evitar colisionar contra un errático Seeker anónimo. Malditos novatos. – ¿Thundercracker, qué esperas para acabar con esas malditas plataformas? ¡Las quiero todas disfuncionales ahora mismo!
-Entendido – contestó el Seeker azul. Su canal de transmisión se cerró por unos segundos y luego volvió a reactivarse. – Permiso para utilizar truenos sónicos en el cuadrante 12.33-H.
Una poderosa explosión en uno de los puestos del borde de la ciudad lanzó una lluvia de escombros, esquirlas y humo en todas direcciones, hiriendo a varias de las aeronaves que revoloteaban como avispas dentro y fuera del perímetro de la ciudad.
-Concedido – contestó Starscream, cerrando las alas para girar hacia un costado y evadir un rayo de fusión que provino de un cañón montado. Skywarp hizo lo mismo que él, pero en dirección contraria- ¡Dirge! ¡Desactiva sus sistemas de comunicación! ¡No quiero que continúen estableciendo contacto con sus puestos internos! Yo me encargaré de destruir esos malditos cañones.
La figura aérea de Thundercracker peinó uno de los bordes de la ciudad, seguido de un grupo de Seekers que compartían una misma tonalidad de rojo oscuro en sus alas, y generó un trueno sónico que destruyó dos plataformas de artillería y dejó a una más inutilizada. Más tarde envió una frecuencia de comunicación a las unidades cercanas en la que avisó que repetiría el mismo curso de acción al menos tres veces más.
-¡Bien, TC! – se rio Skywarp, dando un giro de barril como prueba de su emoción. Después activó sus mecanismos de eyección y un misil descendió por debajo de su fuselaje. – Impacto de misil en 0.02 nanokliks.
Starscream elevó la nariz, pasando como una ráfaga sobre un grupo de atemorizados y furiosos Autobots segundos antes de que Skywarp activara su armamento y disparara el misil contra ellos, festejando alegremente su hazaña.
La explosión lanzó varios cuerpos despedazados al aire y generó una minúscula brecha en el borde de la ciudad, que muchos otros Decepticons celebraron con miles de obscenos comentarios e insultos dirigidos hacia sus enemigos.
-Ahora mismo – le respondió Dirge a Starscream, rompiendo la formación que había mantenido con su compañero aéreo Thrust, para llevar a cabo su labor. – A todas las unidades cercanas: decodifiquen sus frecuencias de comunicación en un radio de 2.5 kilómetros. Ataque infrasónico en 02.01 astrosegundos. Repito: Ataque infrasónico en 02.00 astrosegundos.
Después de la estridencia que paralizó las redes internas de comunicación entre la muralla y el interior de la ciudad, la primera barrera de defensa Autobot sucumbió ante la ferocidad Decepticon sin ningún otro tipo de resistencia que los soldados que aún se mantenían luchando. Para Starscream no fue muy difícil terminar con todos ellos y apoderarse de cada centímetro de la enorme barrera que protegía a Kalis de Tyrest, fijando como objetivo la segunda muralla de defensa que estaba a unos cientos de kilómetros de distancia, separada por una planicie llena de hangares, bodegas y sospechosos mecanismos de transformación que esa noche serían destruidos.
Una vez que los Seekers y las unidades frontales abrieron el camino, los bombarderos, comandados en segundo plano por un general de nombre sin importancia, se apropiaron enteramente de los primeros sectores de almacenaje de la ciudad. La lluvia de proyectiles sembró un campo de cuerpos sin vida y destruyó muchos puestos de segundo orden, lanzando la más cruel y severa de las advertencias al gobierno Autobot: Esa noche, Kalis sería el puerto de placer de los Decepticons.
-Vayan a reenergizarse. Esto aún no termina – dijo Starscream, mirando de reojo la figura flotante de Thundercracker. Una corrientilla de energon escurría desde el hombro izquierdo del Seeker azul y goteaba de la punta de sus dedos. – Y atiéndete eso. Te quiero completamente funcional en menos de 3 breems, Thundercracker – gruñó.
-Lo haré, Starscream – contestó su compañero aéreo con la misma voz seca que se apoderaba de su vocalizador cuando se encontraban en ese tipo de panoramas.
Skywarp encendió sus propulsores. -Uh, ¿no vienes con nosotros, Screamer?
-Iré en un momento – contestó el Comandante Aéreo, mirando a una oscura, alta y poderosa figura acercarse con paso de hierro hacia ellos.
Los escombros sucumbían bajo el peso de Megatron, pero el poder de sus pisadas mantenía firme su equilibrio. Caminar sobre la tierra, los cuerpos muertos, el metal destruido y los restos humeantes de miles de desechos no alteraba las funciones de sus piernas. Sus servos se movían con una libertad portentosa, como si su cuerpo flotara, creado para navegar sobre la superficie del infierno que su nombre y su historia habían creado a lo largo de los siglos.
Su cuerpo estaba preparado para la batalla. Sus cicatrices de guerra y los contornos rígidos de su armadura destellaban contra los reflejos del fuego y las chispas que saltaban en todas direcciones, como inclinándose a su paso. Pero fue su rostro de rígidas facciones, fue aquella mirada donde crepitaban las brasas del verdadero infierno donde Starscream fijó sus ópticos y se vio incapaz de separarlos de él.
Megatron estaba satisfecho.
Starscream no necesitaba verlo sonreír para saber que su líder estaba muy satisfecho con él.
-Ah… - balbuceó Skywarp, fingiendo sorpresa, luego inclinó un poco la cabeza para saludar al Comandante Decepticon y se transformó para marcharse, seguido de cerca de Thundercracker.
Starscream sonrió con altanería. – Toda una obra de arte, ¿no crees, líder?
Megatron se detuvo a su lado y levantó un pie para hundir la misma viga donde Starscream se encontraba parado. El pedazo de metal chirrió ante la presión del Comandante Decepticon y el Seeker encendió sus propulsores para evitar caer cuando la maraña de escombros se vino abajo y terminó de sumergirse tras expulsar un tosido de polvo y ceniza .
-¿Una obra de arte, Starscream? Esto apenas es el inicio – rumió el profundo vocalizador de Megatron.
Por encima de ambos, un pequeño escuadrón de Seekers pasó volando a toda potencia, dejando detrás de ellos el siseo estridente de sus turbinas y una ráfaga de aire que avivó el clamor de los pozos de fuego y metal fundido que rodeaban a líder y sublíder Decepticons.
-Mmph, hice todo lo que me pediste. Lo menos que merezco es un maldito reconocimiento. ¿Te costaría decir que lo hice bien por una vez en tu vida, Megatron? – gruñó Starscream, descendiendo hasta ubicarse en otra pila de chatarra, esta vez sobre una lo suficientemente alta como para rebasar por varios centímetros la estatura superior de Megatron.
-Aún no es suficiente, bufón. ¿Cuándo aprenderás a dejar de ser tan conformista?
-¿Conformista? – Starscream masticó la palabra con odio y señaló a su alrededor, donde las patrullas de basureros asesinaban Autobots sobrevivientes y rescataban a los pocos Decepticons aéreos que habían sobrevivido sus forzosos aterrizajes. – ¿Te parece esto conformismo? Todo lo hice yo solo, Megatron.
Megatron sonrió con una mueca indescifrable. - Esto no es Kalis en su totalidad, Starscream.
Starscream levantó la mirada y sus ópticos reflejaron el destello de una explosión lejana. - Oh, pero pronto lo será, querido líder… Aunque antes déjame recordar algo. ¿Qué has hecho tú hasta el momento, además de mirar cómodamente dentro de la seguridad de Tyrest? – se miró y se señaló a sí mismo. – Como verás, yo sí he estado ocupado.
Los fieros ópticos del líder supremo detallaron la delgada figura del Seeker de pies a cabeza. - ¿Ocupado, Starscream? ¿Cómo? ¿Vanagloriándote de una pequeña victoria? ¿Te molestaría explicarme qué pasó allá arriba hace unos breems?
El Seeker endureció sus facciones y se cruzó de brazos, poniendo su atención en los cuadros móviles de artillería Decepticon que avanzaba a lo largo del suelo conquistado. – Nada que no pudiera arreglar a tiempo.
-Algo que tuviste que arreglar durante la batalla. Te dije que no quería errores, bufón – espetó Megatron con tono severo. – Tu falta de atención pudo habernos costado la conquista del borde.
-¿Cómo diablos iba a saber que todos eran novatos, Megabruto? ¡Empezaron a caer por todos lados antes de que la batalla diera inicio! ¡No saben pelear! Esos estúpidos generales no me informaron de nada.
Megatron hizo un sonido de desprecio, levantando la cabeza para mirar a los únicos tres elementos de los Combaticons que tenían modalidad aérea pasar a toda prisa por encima de ambos. – Creo que no debo repetirte una y otra vez cuáles son tus obligaciones como Segundo al Mando, tonto, y tampoco creo necesario recordarte lo que un Comandante Aéreo debe saber de sus propias unidades aéreas.
Comandante y Sub Comandante comenzaron a caminar a las murallas internas de la ciudad, donde ya se escuchaban retumbar los primeros indicios de la segunda oleada de defensa por parte de los desesperados Autobots.
Starscream estrelló un propulsor contra el piso. - ¡Esto no es mi culpa! ¡Tuve muy poco tiempo para estudiar las secuencias de acción de esta maldita ciudad y los estúpidos que estaban a cargo me informaron que todos los malditos elementos estaban en óptimas condiciones y listos! – gritó, deteniéndose. – Arreglé el desperfecto en la estrategia inmediatamente y las bajas comenzaron a descender a partir de ese momento. Aún tenemos el 85% de la fuerza aérea funcional y todo mi escuadrón élite se mantiene intacto. ¡Lo arreglé! ¡Gané! ¡Yo gané este maldito lugar para ti! ¿Qué más quieres de mí?
Megatron se detuvo a unos cuantos pasos del Seeker y lo miró de reojo por encima del hombro. – Quiero a Kalis esta misma noche, Starscream – rumió siniestramente su vocalizador. – No me decepciones.
Como no lo había hecho cuando hizo caer a Omega Supreme.
"Código rojo. Repito: Código rojo. Estamos siendo atacados por tropas de asalto Decepticon. La primera muralla ha caído. Reportamos un cien por ciento de bajas de los puestos Autobot ubicados en la zona de defensa y observación del borde. Repito: Hay un cien por ciento de bajas Autobot en la primera línea de defensa. Los Decepticons han tomado el borde. Requerimos un segundo plan de acción y una orden de evacuación civil… Re-…"
Soundwave soltó el botón de su hombro derecho cuando la grabación fue cortada abruptamente por un torrente de estática.
-Mmph, y te atreves a reclamarme a mí de errores – rezongó Starscream, cruzándose de brazos. Detrás de él, sentados sobre un montículo de escombros, Thundercracker recibía los últimos retoques de una rápida sesión de reparaciones cortesía de Scrapper, y Skywarp bebía gustosamente de un enorme cubo de energon. – Esos miserables alcanzaron a pedir ayuda antes de que tu inteligente oficial de comunicaciones interceptara y bloqueara sus transmisiones. Ahora tendremos a todo el maldito ejército Autobot bloqueándonos el paso.
-No estoy de humor para escucharte, bufón – masculló Megatron, lanzándole una mirada de advertencia que todos los Decepticons, menos Starscream, parecieron interpretar como una clara señal de guardar silencio. – Unos cuantos Autobots más no harán la diferencia esta noche. Para el momento en el que Optimus Prime arribe, Kalis será mía.
-Sigues diciéndolo – farfulló Starscream con desdén. Revisó su cronómetro interno y arrojó los restos de un cubo vacío al piso. – Propongo adelantar el segundo ataque ahora mismo, Megatron. Mis tropas aéreas están completamente funcionales y reenergizadas. Alineé los esquemas al funcionamiento del 80 % de las unidades que aún pueden pelear. El margen de error ahora es mínimo.
Megatron hizo una mueca que Starscream no supo interpretar como burla o reconocimiento. -Era lo menos que podía esperar de ti, Starscream.
-Bueno, eso ya es algo – el Seeker se rio sin mucha gracia. – La mayoría del tiempo no esperas nada y soy yo el que te da todas las victor-…
El cañón de fusión se activó con un chasquido y Starscream vio el colorido fondo del barril tomando intensidad cuando el arma le apuntó a la cara. – Ve a hacer tu trabajo, Starscream – gruñó Megatron.
El Comandante Aéreo activó sus propulsores y se transformó en el aire, imitado al instante por sus compañeros aéreos. Las tres aeronaves se perdieron detrás de una cortina de humo, desbalagando los restos del hollín flotante con el poder de sus turbinas.
Kalis aún estaba de pie. Debían asegurarse que esa misma noche se inclinara ante el emblema Decepticon.
-¡Decepticons, ataquen! – Starscream podía jurar que el poderoso rugido de Megatron retumbó por toda la ciudad sin necesidad de usar un transmisor privado.
Los golpeadores de suelo entraron como una horda de bárbaros a través de la brecha que los misiles del ejército del aire abrieron para ellos. El Comandante Aéreo sospechaba que los Autobots tomarían muy seriamente los tres breems que les habían sido concedidos mientras el ejército Decepticon se reagrupaba, y no se equivocó pese a que también sabía que tres breems no servirían para ejercer un buen contraataque.
En tres breems los Autobots evacuaron a cientos de civiles y tomaron decisiones apresuradas, pero no emplearon sus procesadores para planear. Planear, que era algo que Starscream adoraba hacer y contra lo que también amaba enfrentarse. Una planeación enemiga le hubiera sacudido las alas con excitación al mismo tiempo que lo hubiera corroído de furia si su victoria hubiera llegado a verse comprometida, pero los pequeños civiles jugando a ser soldados sólo le dieron batalla mecánica.
Más allá de emplear sus procesadores en miles de diversos escenarios que hubieran podido atemorizar a las tropas Decepticons, los Autobots concedieron grandes reservas de combustible Cybertroniano para abastecer y reactivar varios mecanismos de defensa que estaban ubicados estratégicamente a lo largo del piso, cerca de la segunda y última muralla ya penetrada. Eran máquinas transformables, enormes, camufladas con las divisiones luminosas del suelo y manejadas por tres o cuatro Autobots; disparaban potentes rayos de fusión, se transformaban y rociaban una lluvia de balas y láseres que derribaban a las aeronaves más cercanas y cazaban a los Seekers más lejanos con un montón de misiles rastreadores de calor.
Cuando Starscream creía ubicar la posición de uno de esos malditos aparatos, los mecanismos de transformación del suelo se modificaban y los proyectiles que él lanzaba estallaban contra las placas de metal de la superficie. Las explosiones mataban y despedazaban toda clase de Autobots, pero saber que no era lo suficientemente rápido como para destruir los conjuntos de artillería lo hacía enfurecer.
A su favor jugaba que las tropas de Megatron ya estaban dentro de la ciudad y peleaban contra los golpeadores de suelo Autobot, barriendo con todo a su paso. Los bloques habitaciones y de comercio que estaban en las cercanías de la barrera habían sido conquistados. Sus edificios, sus cuadras, sus calles, todo estaba envuelto en gruesas motas de humo y pilas incendiarias que lentamente se expandían conforme los Decepticons avanzaban, devorando el combustible de las decenas de cuerpos que caían sin vida o de los heridos que no tenían la suerte de morir rápido.
Starscream incrementó el flujo de combustible hacia sus propulsores y abandonó la formación con sus compañeros aéreos, dando un rápido recorrido a lo largo de toda la barrera de la ciudad. Su velocidad le ayudó a identificar los patrones de transformación y movimiento de cada una de las extrañas plataformas que desaparecían en cuanto alguien intentaba atacarlas, y con ello generó un segundo plan de acción que puso en marcha enseguida. De la parte inferior de su fuselaje se abrió una compuerta que dejó al descubierto muchos de sus sistemas y componentes internos, incluidos los peligrosos proyectiles que cargaba dentro de su cuerpo. Pero fueron cinco pequeños dispositivos los que se unieron a sus rieles de eyección y que fueron disparados uno a uno cuando Starscream voló a toda velocidad por encima de las extensiones de bodegas y plataformas.
-Implanté un rastreador en cada una de esas malditas máquinas – masculló el Comandante Aéreo a través de un canal de comunicación que sólo compartía con su escuadra aérea y con la de Ramjet. – Sus movimientos ya no deben tomar por sorpresa a nadie.
Sin embargo, continuaron haciéndolo.
A pesar de tener un rastreador siguiendo cada uno de sus movimientos, uno de los enormes bunkers rompió el patrón de velocidad establecido y se materializó sobre una de las plataformas, rápidamente configurándose sobre un montón de mecanismos robóticos que Starscream no había visto con anterioridad y que le sacó un terrible susto.
Fueron múltiples siglos de experiencia en combate, aunados al hecho de sus sorprendentes dotes de velocidad, lo que hizo que Starscream se transformara en medio del aire para frenar con toda la potencia de sus propulsores y así esquivar un grueso rayo de fusión que pasó rozando su cabina de piloto y que atravesó de lado a lado a un distraído Seeker que volaba a pocos metros de él. La explosión iluminó el fuselaje del Comandante Aéreo y lo salpicó de fluidos vitales y hollín al tiempo que sus compañeros aéreos regresaban a formarse a sus costados.
-Tengo a uno en la mira – transmitió Thundercracker en ese momento, tomándose la libertad de cerrar sus alas y descender velozmente para descargar un furioso trueno sónico contra una de las plataformas antes de que ésta desapareciera entre los mecanismos del piso.
Cuando la máquina explotó en mil pedazos y muchos de los Autobots que la manejaban salieron expelidos en miles de trozos de brazos, piernas y torsos apenas reconocibles, el Seeker azul regresó a su posición al costado derecho de Starscream.
-Bien hecho, Thundercracker – transmitió el Comandante Aéreo, sobrevolando una última vez el perímetro para asegurarse que la máquina no volvería a ser utilizada. – Ramjet, no me importa que dejes tu inservible fuselaje en el piso, quiero que destruyas todas esas malditas máquinas ahora mismo.
Un grupo de Seekers adelantó el vuelo por un costado de la escuadra aérea de Starscream y destruyó una torre desde la que un puñado de francotiradores Autobots disparaban.
-Eh, ¿no has visto lo rápidas que son, Screamer? Me estrellaré contra el maldito piso antes de que…
-No me importan tus estúpidos métodos, cabeza de cono. ¡Sólo haz lo que te digo! – lo interrumpió Starscream, ubicando con su radar y sus sistemas de localización la firma de Megatron.
El líder Decepticon se encontraba en una de las avenidas principales de la ciudad, abriéndose paso con potentes disparos de su cañón de fusión. Unidades de transporte, anuncios, paredes y Autobots volaban en mil pedazos cuando los rayos púrpuras los alcanzaban. Megatron no tenía comparación para generar destrucción. Sus Decepticons pululaban a su alrededor, pero no había nadie en el universo que lo igualara.
Megatron impregnaba su esencia en andar. Sus pasos dejaban profundas huellas en el piso, materializándose entre el energon derramado y la película de ceniza que había enmugrecido las carpetas de metal, mirando con ópticos brillantes pero una mueca indescifrable cómo los edificios se derrumbaban uno por uno a sus costados, inclinándose ante él con profundos lamentos brotados de sus cimientos.
Starscream luchó contra la idea de descender, transformarse y avanzar a su lado para contagiarse de aquella grandeza que envidiaba y al mismo tiempo admiraba de su líder, pero no lo hizo. Su imperio estaba en el cielo, donde solamente él ejercía un dominio total.
-Tenías razón. Parece que esto va a terminar pronto y Prime aún no aparece – se mofó Starscream mediante una frecuencia establecida exclusivamente con el antiguo Gladiador.
Starscream se separó un poco de su escuadra aérea para pasar como una ráfaga por encima de la cabeza de Megatron y disparar una lluvia de metralla sobre un grupo de Autobots que emergió desde una portezuela mecánica del piso. Los heridos cayeron al piso, retorciéndose y gimiendo antes de ser silenciados por un enorme Decepticon que los roció de alguna especie de ácido altamente corrosivo.
-No te confíes, bufón. Esta victoria no está asegurada hasta que el último Autobot caiga desactivado ante mis pies – transmitió Megatron a su vez, deteniéndose unos segundos para observar a su Segundo al Mando retornar con una vuelta en U y pasar girando rápidamente por encima de él.
Starscream retomó su lugar frente a sus compañeros aéreos. -Bah, para cuando eso pase habremos tomado la ciudad… ¿No dijiste eso, magnánimo y poderoso líder? ¿O es que ya estás comenzando a dudar de tus propias palabras?
-Déjate de tonterías, pequeña chatarra mimada, y enfócate. No me gustaría tener que ser yo el que te derribe del aire… – le advirtió el Gladiador sin verdadera amenaza en su voz.
Starscream inclinó el fuselaje de una manera retadora, y creyó ver una sonrisa dibujada en el rostro de su líder cuando echó un vistazo por sus retrovisores, pero no estuvo seguro y decidió reenfocarse en su trabajo. Ramjet había logrado derribar una más de las cinco máquinas que los Autobots habían empleado para combatir a las fuerzas aéreas y todavía quedaban tres de las cuales hacerse cargo.
-Starscream, tenemos compañía en el aire. Los Autobots han activado una flota de aerodeslizadores y vienen en camino desde el sector 3 11.62118 – transmitió Thrust mediante un canal abierto. – Detecto noventa y cinco unidades enemigas y contando.
El Comandante Aéreo revisó su radar y detectó una flota de puntillos brillantes acercándose rápidamente hacia ellos. – Eso no será problema – gruñó, activando y disparando un misil que fue directamente a estrellarse contra una pequeña bodega que era usada como sitio de cobertura. - Unidades Beta-G, batallón A-00, sus órdenes anteriores han sido revocadas. Su deber ahora es encargarse de los nuevos hostiles provenientes del sector 3 11.62118 – hizo un llamado a los Seekers y a otras unidades frontales, siguiendo de cerca el recorrido de los Decepticons golpeadores de suelo para brindarles cobertura aérea. – Deben mantenerse fuera del perímetro Z12-115.147 donde está ubicado el reactor. La batalla no debe ser llevaba a esa zona antes de que las unidades de suelo logren penetrarla y asegurarla. Cualquiera que desacate mis órdenes y cruce la línea de ese perímetro será derribado por mí.
Recibió muchas respuestas en las que le hicieron saber que habían captado y entendido sus órdenes, y muchos de los Seekers y otras aeronaves que volaban en todas direcciones mientras disparaban todo tipo de armamento hacia los puestos Autobots enfilaron hacia un mismo tramo de la ciudad.
Ramjet abrió la frecuencia y la cerró.
Otra explosión sucedió en ese momento, mucho más ruidosa y portentosa que las demás. Starscream miró a través de sus retrovisores cómo un enorme bulto metálico voló varios metros por encima del suelo, envuelto en una nube de humo y fuego y luego regresó al piso, cayendo sobre un puente flotante que se derrumbó bajo el peso de la chatarra.
-Otra plataforma ha sido destruida, Starscream. – informó Dirge. – Oh. Los novatos ya entraron en combate.
-Vamos por la cuarta – dijo Thrust.
-¡Hey! ¡Yo también quiero derribar Autobots! – gritó Skywarp, inmerso en una danza de vueltas de barril hasta que invadió la estela de condensación de Starscream. – Vamos, Screamer. ¡Megatron tiene todo cubierto allá abajo!
-¡Aléjate de mi rango de vuelo, tonto! ¡Y no me digas así!
Ramjet volvió a abrir y a cerrar la frecuencia, sin decir nada excepto anunciarse con un brote de estática que todos ignoraron.
-Skywarp – los interrumpió Thundercracker, mandando una señal de navegación a su compañero aéreo, que la recibió dentro de sus bases de datos rápidamente. - Tiradores en tu perímetro de cobertura.
-¡Al fin un poco de diversión! – contestó Skywarp, desapareciendo en una estela de humo.
Starscream y Thundercracker lo vieron reaparecer en forma bípeda sobre la azotea de un edificio de más de setenta pisos, donde un grupo de Autobots y de civiles habían montado equipos de metrallas y estaban tomando turnos para fusionar sus estructuras con los mecanismos transformables de ataque y desde ahí disparar a cualquier mecanoide que portara el símbolo púrpura.
Todos gritaron de sorpresa y furia cuando miraron al alto y esbelto Seeker negro materializarse ante ellos.
-Hola, amiguitos – les sonrió Skywarp, aterrizando grácilmente en el borde luminoso de la azotea.
Antes de que los sorprendidos Autobots pudieran dispararle, el Seeker oscuro levantó sus propios rifles y los descargó sobre ellos. Una lluvia de rayos láser perforó una docena de placas pectorales y reventó las cortezas craneales de los Autobots que entraron corriendo en ese momento por la puerta de escaleras. Después, Skywarp dio un ágil brinco hacia atrás, se arrojó al vacío y se transformó en el aire, teletransportándose para reaparecer a un costado de Starscream.
-Ramjet informa que sus sistemas de comunicación se averiaron – anunció Dirge cuando Starscream y su escuadra aérea se adentraron en el perímetro perteneciente al reactor de fusión. Los disparos y los misiles eyectados en su contra no se hicieron esperar. – Puede recibir pero no puede transmitir.
-Dile a Ramjet que es un idiota – contestó Skywarp.
La frecuencia de Ramjet se activó y desactivó en una secuencia de clics y siseos de estática que todos reconocieron como una blasfemia cybertroniana, dirigida especialmente a Skywarp.
-Basta de juegos, tontos – intercedió Starscream, disparando dos láseres contra la cima de un edificio rodeado de luminosos carteles y anuncios.
Pedazos de vidrio holográfico fueron expulsados en todas direcciones antes de que Starscream activara sus mecanismos de transformación y cayera de pie en el interior de lo que parecía ser una suite Cybertroniana de alta categoría. El interior tenía las luces del techo apagadas y sólo las luminiscencias de la pared brindaban un poco de brillo, que reflejó matices tornasolados en la armadura escorchada y arañada de Starscream.
Detrás de él aterrizaron Skywarp y Thundercracker, adoptando posiciones defensivas en las que sus rifles apuntando en todas direcciones fueron los primeros movimientos que hicieron sus cuerpos. La enorme sala de estar, llena de muebles de contornos suaves y elegantes y de enormes pantallas de entretenimiento apagadas, parecía vacía. Las lecturas de calor indicaban que no había ningún mecanoide en la cercanía y que toda esa planta, incluida la de abajo, habían sido abandonadas hacía poco. Eso hizo que ambos Seekers bajaran sus armas para merodear con el mismo sigilo de un cazador al acecho. Había enemigos que sabían esconder perfectamente las emanaciones de sus campos de energía y sólo hacía falta un descuido para caer en una trampa tan vieja y mortal como esa.
Desde una de las largas ventanas, Starscream observaba analíticamente el desarrollo de la batalla. Más de la mitad de Kalis estaba en llamas y sus edificios caían como piezas de dominó sacudidas por una tormenta. El poder de los misiles de los Seekers desmoronaban los puentes flotantes y los sitios de cobertura que los civiles usaban para resguardar también la ubicación de los francotiradores.
Las explosiones eran lo mejor de todo. Kalis estaba llena de ellas. Los rugidos de los estallidos vibraban en todas direcciones y las enormes motas de humo habían cambiado el cielo de color. No se podía distinguir entre gritos, disparos, cañonazos y lamentos. Todo era lo mismo. Todo estaba siendo fervientemente absorbido por la tiranía Decepticon, que cumplía paso a paso con los planes meticulosamente desarrollados por Starscream y Megatron.
Después de varios segundos de observar la interacción entre el fuego que provenía del piso y los proyectiles que llovían del cielo, Starscream se encargó de utilizar a las unidades aéreas de ataque frontal para destruir las nuevas plataformas de artillería que los Autobots estaban montando sobre bases transformables, pero no retiró la orden para que sus voladores ingresaran en perímetro bloqueado. No podía poner en peligro el reactor de fusión.
-Cuarta plataforma transformable destruida – intervino la voz de Dirge. – Enfilando hacia la última.
-Atención, unidades Decepticon: intromisión Decepticon a zona denominada roja en 2.5 astrosegundos. Procedimiento para la toma del reactor de fusión de Kalis en marcha – resonó la monótona voz de Soundwave en todas las líneas de comunicación.
-Thrust, quiero un conteo aproximado de bajas – ordenó Starscream, mirando de reojo a Thundercracker materializarse como una sombra a su lado. Abajo, a miles de metros de distancia, Starscream observó que las primeras tropas de Megatron estaban invadiendo los bloques habitaciones de la zona central de Kalis. – Unidades Anda, escuadrón de arrastre, permiso concedido para ingresar en zona roja. Quiero fuego de cobertura para nuestras tropas de suelo, cualquiera que comprometa la estabilidad del reactor de fusión será destruido.
Tras una respuesta que indicó que sus órdenes habían sido recibidas, dos docenas de turbinas ingresaron en la zona aérea prohibida, y las plataformas de artillería antiaérea y aquellas otras que estaban deteniendo el avance de los golpeadores de suelo Decepticon comenzaron a explotar, bombardeadas por misiles, metrallas y láseres rosas que la unidad Anda, compuesta por más de veinte aeronaves de ataque frontal, eyectó desde cualquier lado del cielo.
-Starscream, el 70 % de las unidades de repulsión se mantienen en el aire. Ramjet me informa que más del 68 % de los Seekers que empleaste para atacar con fuego libre aún funcionan y el 95 % del escuadrón de Anda continúa luchando.
Starscream asintió como si Thrust pudiera verlo y enfiló hacia otra ventana, ignorando los comentarios que Skywarp emitía por la desesperación de estar desperdiciando sus energías mirando la batalla cuando debería estar luchando en ella. - ¿Cuál es la funcionalidad de Ramjet?
-Óptima – contestó Dirge tras unos segundos en los que los cabezas de cono seguramente se consultaron entre ellos. – Una onda de impulso electromagnético dañó sus sistemas de comunicación pero su funcionalidad motriz y cognitiva no fue comprometida.
-¿En serio Ramjet tiene funciones cognitivas? – se rio Skywarp, mirando distraídamente el cielo, donde una aeronave Decepticon fue alcanzada por un rayo de fusión y su fuselaje reventó con un sonido seco antes de caer al piso convertida en una bola de lumbre y metal líquido. – Me hubieras mandado a mí a destruir esos estúpidos cañones, Screamer. Para estas alturas ya habría terminado con todos.
Un alineamiento de convoyes Autobot estalló en la calle de abajo después de recibir el impacto directo de dos series de misiles. Pequeños y lejanos mecanoides salieron corriendo envueltos en llamas azules mientras otros tantos intentaron alejarse arrastrándose.
Entre las sombras, Thundercracker dejó de mirar el tenebroso espectáculo y levantó la cabeza para cambiar el panorama.
Starscream sonrió con displicencia. - No me digas – rezongó, siguiendo visualmente la movilización del ejército Decepticon. Sus radares se mantenían fijos en la firma energética de Megatron, al que no podía ver a causa de un maldito edificio que bloqueaba el camino – Y seguro que también ya habrías terminado tú solo con todos estos malditos Autobots… - masculló, mirando a los histéricos grupos de civiles desaparecer como pequeños manchones de mugre siendo lavados por el poder de los fuertes embates Decepticon.
Sus gritos llegaban a los audios de Starscream y lo hacían sonreír de gozo. – No sé qué rayos hago dirigiendo todo este circo entonces, Skywarp, si tu sola presencia basta para destruirlos a todos.
Skywarp frunció el ceño y pateó un fino sillón. - ¡Pues no me estoy escondiendo por voluntad propia, Screamer! ¿Qué rayos hacemos aquí? Jamás creí que llegaría a ver el día en el que también te esconderías de una batalla.
Starscream quiso contestarle, pero no lo hizo, de pronto distraído por un enorme halo de luz roja que brotó del centro de la ciudad e iluminó las gruesas corrientes de humo que tapaban las estrellas. La ubicación indicaba que se trataba del reactor de fusión.
-Megatron, el reactor entró en actividad – informó rápidamente. - ¿Hay algo más que tus tontos departamentos de inteligencia no nos hayan informado?
-¿O algo más que tú pasaste por alto, Starscream? – contestó Megatron. Al fondo se escuchó el grito agudo de un vocalizador antes de que los servos del líder Decepticon sisearan con fuerza y se hiciera silencio por unos segundos.
Starscream rechinó los dientes y cliqueó el vocalizador de manera inconsciente.
-¿Soundwave, qué está pasando? – volvió a encenderse la frecuencia privada de Megatron.
-Actividad energética detectada en los bloques centrales de Kalis. Reactor de fusión: activado. Eyectando a Laserbeak para recaudar información – contestó Soundwave.
-¡Bien hecho! – siseó Starscream con sarcasmo, haciéndole una señal a sus compañeros aéreos para que se alistaran para salir. – Si tan sólo hubieras hecho eso hace dos ciclos solares, pedazo de chatarra.
Starscream se deslizó en la oscuridad de la suite. La pintura de su cuerpo brillaba con relieves amarillos a causa del fuego lejano y su rostro reflejaba los contornos azulados de las paredes. Hacía minutos que la batalla del espacio aéreo de Kalis estaba controlada. Los aerodeslizadores Autobot estaban siendo neutralizados por el escuadrón Decepticon designado por Starscream y los cabezas de cono habían terminado con la última de las plataformas transformables.
Era la batalla en el suelo la que lucía más interesante. Pero Starscream no pudo quedarse a observarla por mucho que su fina y lúgubre curiosidad se lo pidiera.
Tras dar una orden con voz rasposa, el Comandante Aéreo salto al aire y se transformó, escuchando una secuencia de mecanismos robóticos hacer lo mismo detrás de él. Skywarp y Thundercracker tomaron los lugares a ambos lados de sus alas, cerrando el triángulo de poder que desde las primeras eras de los Decepticons había segado la vida de miles de Autobots y había ayudado a que Megatron moldeara su imperio.
-Ramjet, quiero tus malditas placas traseras aquí ahora mismo – ordenó Starscream, dirigiéndose a sobrevolar el reactor de fusión mientras él y sus compañeros aéreos esquivaban cientos de láseres y proyectiles lanzados desde el piso.
Una lluvia de colores se mezclaba con el calor del aire y las miles de explosiones que resonaban en todos lados eran suficientes para aturdir los sistemas auditivos de cualquiera, por lo que Starscream se concentraba mayormente en la comunicación por su frecuencia interna e ignoraba los sonidos exteriores como si fueran parte de un panorama lejano.
La frecuencia de Ramjet se activó y se desactivó tras recibir las órdenes y las tres firmas energéticas de los Seekers cabezas de cono aparecieron rápidamente en el campo aéreo.
Skywarp se desvió un poco de su curso y disparó dos rayos láser que destruyeron un puesto de defensa Autobot, abriéndole el paso a un grupo de Decepticons de piso. - Screamer, déjame romper la formación–…
-Starscream, detecto una enorme firma de calor elevándose desde el sector 12.053-I – transmitió Thundercracker, dando dos vueltas de barril para esquivar dos disparos que pudieron haberle arrancado un ala y perforado una turbina.
-¡Son más aerodeslizadores! – intervino Thrust. – Sospecho que es el último movimiento defensivo por parte de todas estas lacras Autobots.
-Todas las unidades aéreas disponibles y fuera de combate inmediato repórtense dentro de las coordenadas especificadas en esta señal de navegación – instruyó Starscream, lanzando un dato de navegación que entró directamente en todas las frecuencias disponibles. – Repelan fuego enemigo. ¡Destruyan a los miserables!
La batalla reinició después de un coro masivo de respuestas y gritos de bravura Decepticon. La seguridad del reactor de fusión era primordial, pero, de momento, para Starscream no había ninguna amenaza que pudiera dañarlo. Sus elementos aéreos se habían mantenido firmes afuera del perímetro correspondiente, que había sido reducido una vez que todos entraron en la zona roja, y ninguno de ellos, a excepción de los que habían caído abatidos por el fuego enemigo, habían violado el pequeño contorno que mantenía seguro al reactor de fusión.
Starscream descendió varios kilómetros en picada, rompiendo la formación con sus compañeros aéreos cuando algo más llamó su atención a tres bloques de distancia de la zona protegida.
Un edificio estaba moviéndose.
El Comandante Aéreo inyectó más fuerza a sus propulsores y pasó a toda velocidad por la misma zona en la que también ubicaba a Megatron. Los Decepticons se habían separado y estaban por todos lados, en cualquier lugar. Se les veía en la cima de un edificio desde donde cazaban enemigos o al centro de una avenida llena de boquetes y trasportes volcados, intercambiando fuego con los pocos Autobots que eran capaces de ofrecer resistencia.
En medio de todo ese caos, Megatron abría fuego con su cañón de fusión mientras golpeaba, destrozaba y aplastaba los cuerpos de sus enemigos. Las carcasas vacías se resquebrajaban bajo la potencia de sus pisadas, flotando como polvillo cósmico alrededor de sus pies. El fuego le lamía las piernas y de su chasis brotaban delgadas corrientillas de energon que Starscream sabía que no le pertenecían. Megatron era gloria y poder. Tenía el coraje tatuado junto al símbolo Decepticon que brillaba en su pecho y su mirada eyectaba la misma intensidad que sus disparos usaban para destruir el cuerpo inerte de Kalis, la ciudad Autobot.
-¡Bien! ¿Vieron cómo lo derribé? – dijo Skywarp desde alguna parte del cielo. Volaba a varios metros de distancia de Starscream, pero su localización y la de Thundercracker era tan próximas a la del Comandante Aéreo que ninguno de los dos tendría problemas en llegar velozmente a su lado en caso de que necesitara su asistencia.
-Skywarp, tres Autobots en tu flanco izquierdo – transmitió Thundercracker, seguido por el sonido de una explosión.
-Dos – corrigió Thrust con voz siniestra.
Skywarp chilló una maldición. - Hey, cabeza de cono, métete en tus propios asuntos.
Starscream levantó la nariz, accionó a toda potencia sus propulsores y después los apagó, moviendo sus alas en una ágil danza de alerones que lo ayudó a llevar a cabo un giro mortal y que también lo posicionó en la retaguardia de los dos aerodeslizadores Autobot que habían estado acechándolo desde que se había separado de sus compañeros aéreos. Destruyó ambos vehículos aéreos con un misil rastreador de calor y atravesó la estela de humo y fuego sin inmutarse.
El mismo edificio que había captado su atención dos minutos atrás continuaba moviéndose, pero a diferencia de lo que muchos pensaban, no estaba derrumbándose. Sus estremecimientos llegaron a ser tan fuertes que comenzó a arrojar miles de objetos y muebles a través de los hologramas fundidos de sus ventanas y se interpuso en el avance de Megatron. Era grandísimo. Era una de las edificaciones más colosales de Kalis y a Starscream le vibraron los alerones de ansiedad al pensar que esa cosa pudiera ser una nueva arma Autobot. Algo que no hubieran previsto. Algo que nadie, excepto los creadores de ese adefesio, supiera.
El Comandante Aéreo retornó con una vuelta en U y siguió el trayecto de Megatron desde el cielo, disparando a diestra y siniestra en donde sus radares localizaban firmas Autobots.
-Megatron, el edificio está-…
-Lo sé – lo interrumpió Megatron, deteniéndose con el cañón de fusión en el aire. De la boca del arma ascendía una viborilla de humo y de las manos del imponente gladiador goteaba combustible vital.
Fue entonces cuando las divisiones del piso que bordeaban al edificio comenzaron a separarse y Starscream, tras cotejar todas las frenéticas alertas que lanzaron sus Seekers, notó que esa rara estructura no era la única que estaba cambiando de forma. Al menos otras seis edificaciones más hacían lo mismo, pero la que estaba frente a Megatron, la más imponente de todas, comenzó a cobrar forma ante los atónitos ópticos de cientos de Decepticons y Autobots por igual.
Starscream pasó volando a un costado del edificio movible y no pudo reprimir un grito de susto cuando esa cosa, que se transformó hasta convertirse en un enorme Cybertroniano, aspó una mano en el aire y estuvo a punto de estrellarlo contra la pared de una larga torre de anuncios.
-¡Se transformó! – gritó, iniciando una serie de maniobras evasivas para esquivar los furiosos manotazos del titán y también las hordas de metralla que empezaron a explotar desde sus anchos hombros.
-Un centinela – dijo Megatron con voz tranquila.
El centinela cedió en sus esfuerzos por derribar a Starscream cuando un potente disparo le dio en una pierna y lo hizo perder el equilibrio.
-Eso es imposible… Esas cosas dejaron de existir hace millones de años – musitó Starscream, girando hacia su lado derecho para esquivar a un Seeker en llamas, después hacia el izquierdo para evadir la errática trayectoria de un aerodeslizador Autobot.
-Megatron, el reactor de fusión ha sido perjudicado. Estabilidad: Comprometida – dijo Soundwave de pronto. – Niveles energéticos: 89 % y ascendiendo. Secuencia: energía calorífica aumentando. Probabilidad de destrucción: 90 %.
¿Destrucción? La destrucción del reactor de fusión equivaldría a la destrucción de cualquier ser viviente ubicado a varios kilómetros a la redonda.
Kalis desaparecería por completo.
-¡Starscream! – rugió Megatron, disparando otro rayo de fusión que el centinela repelió enterrando un puñetazo donde en antiguo gladiador había estado parado.
El golpe del enorme Transformer despedazó a un grupo de infortunados Decepticons que no pudieron moverse con los mismos reflejos que su líder.
-¡Eso no es mi culpa! – gritó Starscream a su vez, ascendiendo a campo abierto para notar con furia que otros cinco centinelas se habían activado y estaban en medio de las enormes calles, destruyendo a las tropas de suelo con salvajes manotazos y a las unidades aéreas con potentes descargas de láseres y metrallas que brotaban desde sus hombros. – Mis soldados no han violado el perímetro, Megatron. Nadie ha entrado en zona prohibida. ¡Yo no hice nada!
-El maldito reactor es tu única responsabilidad, bufón. Si algo le sucede me encargaré de arrancar tu maldita cabeza con mis propias manos – masculló el líder Decepticon, esquivando otro puñetazo que destruyó medio cuerpo de un edificio e hizo saltar una lluvia de chispas y polvo.
Pero era demasiado tarde para que Starscream intentara hacer algo por su cuenta. La energía calorífica en torno al reactor continuaba en aumento, muy probablemente inducida por algún sabotaje Autobot, de quienes jamás se habría creído probable que pudieran preferir la destrucción de toda una ciudad, incluidos sus civiles sobrevivientes, a que un reactor inanimado, algo sin vida, cayera en manos enemigas.
La batalla había llegado un curso de descenso que había hecho a Starscream confiarse y dejar de preparar todo tipo de escenarios negativos en su procesador… Escenarios como éste, en el que pudieran ser los anfitriones de la ciudad los mismos causantes de su caída. Starscream había protegido el reactor desde que había ingresado en la ciudad, tal y como le había sido asignado en la planeación de ataque. Nadie se había acercado a él. Nada lo había tocado. Las explosiones y los disparos se habían llevado a cabo con tanta cautela y precisión que el Comandante Aéreo podía sentirse orgulloso de la perfecta esquematización de su batalla.
Pero no había tenido en mente a los malditos Autobots. No había pensado en que pudieran sucumbir a un nivel tan peligroso de desesperación como para provocar ellos mismos la destrucción de una joya tan preciosa como lo era esa fuente de energía. Científicos, ingenieros, técnicos… asesinos en masa si su maldito e improvisado plan triunfaba y el reactor desaparecía. Nadie lo tendría, pero ese solo movimiento costaría la vida de todos aquellos que los Decepticons no habían erradicado aún.
Nadie viviría.
No era posible que eso estuviera pasando.
…
...
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