1º capítulo: La noche de la luz verde.
Knuckles apartó un pequeño arbusto de un manotazo y siguieron andando. La noche era fresca y era iluminada por millones de estrellas que se exhibían en el manto negro del cielo donde una luna plateada observaba el planeta alegre y brillante.
El equidna miró a Shade al ver que se detenía para observar dos chaos acurrucados sobre un árbol que dormían plácidamente sin preocuparse de ningún peligro. Esta sonrió de manera tierna y Knuckles no pudo evitar hacerlo también. Era curioso ver como se comportaba como una madre con aquellas criaturitas a pesar de que era la primera vez que visitaba Angel Island. Knuckles pensó que le gustaría ver el tesoro que toda su raza veneraba y protegía y por eso la trajo hasta la isla flotante.
Cogió dulcemente la mano de la equidna y le dio un empujoncito invitándola a seguir. Ella asintió con la cabeza y siguió a Knuckles por entre la maleza. Por los alrededores todo estaba en silencio, solamente se oía el frotar de las hojas de los arbustos entre ellas cada vez que ellos daban un paso. Shade se había olvidado de la razón de su visita y disfrutaba del viento que golpeaba levemente sus púas y del canto de los grillos que relajaban sus oídos.
Knuckles apartó el último arbusto y una luz verde esmeralda se coló por el hueco iluminando la cara de satisfacción del equidna. Ya casi habían llegado al templo.
-Ya queda poco- le dijo Knuckles.
Shade parpadeó de una manera lenta y juntó las manos sobre su pecho.
-Gracias hermano por confiarme tu mayor secreto. No soy digna de ver lo que mi clan adoraba y perseguía, la joya de la que tanto se habló entre nosotros- recitó.
Knuckles negó con la cabeza y le indicó que siguiera. Los dos entraron en una zona despejada de árboles y de cualquier vegetación, solo la hierba poblaba el lugar. En el centro de aquel claro un enorme templo se alzaba ante ellos y en la cima la luz esmeralda brillaba con intenso furor. En el lago que rodeaba el templo las siluetas de los dos equidnas subiendo la inmensa escalera se dibujaba sobre la superficie del agua.
Knuckles subió el último peldaño y extendió su mano hacia Shade mientras alzaba el otro brazo hacia lo que parecía una esmeralda gigante verde de la que provenía la luz.
-Shade, te presento a la Master Emerald.
Shade dio un par de pasos sin apartar la vista de la joya descomunal. Acercó una mano hacia ella para tocarla pero primero quiso asegurarse de que su guardián le daba permiso. El equidna macho guiñó un ojo y Shade entendió a la perfección el gesto. Con cuidado puso sus delgados dedos sobre la fina estructura y la acarició lentamente. La Master Emerald era fría y lisa, con ligeras curvas, al tacto pero ella sintió una corriente cálida en su interior. Apretó las yemas con fuerza y entonces un escalofrío seguido de una extraña agitación la recorrió.
-¿Pasa algo?- preguntó Knuckles extrañado por la reacción.
-No, es solo que- Shade apartó la mano de la esmeralda- he intentado sentir su poder pero no he podido resistir ni siquiera la cuarta parte de él. La Master Emerald tiene la suficiente energía para destruir toda vida en el universo y me da la sensación de que ninguno de los villanos a los que os habéis enfrentado hasta ahora han logrado descubrirlo.
Knuckles se aproximó hasta ella y se quedó mirando el intenso brillo que emanaba de la piedra.
-Sí lo han descubierto, es fácil de saber, tú ya lo has notado con sólo tocarla. Lo que ocurre es que es muy difícil saber cómo liberarlo. La mayoría de los villanos que hemos combatido solo han utilizado la menor parte y sólo con eso han arrasado ciudades y campos enteros. Lo mejor es que nadie sepa como usar todo ese poder, ni siquiera yo, espero que estes de acuerdo.
Shade soltó una risita y a continuación señaló las columnas que rodeaban la cima del templo.
-¿Esas columnas son las que encerraban las Chaos Emeralds?
-Así es. Estas columnas protegían las Chaos Emeralds de los indeseables y sólo se podían liberar si se pronunciaba una frase perdida con el tiempo. Pero ahora no importa, desde que Pachacamac provocó la ira de Perfect Chaos las Emeralds están sueltas por todo el planeta y no hace falta la frase.
Shade murmuró algo que Knuckles no alcanzó a oír y se alejó hasta las escaleras del templo sentándose en los peldaños. Por el movimiento de su espalda, el equidna supuso que había soltado un suspiro. Se acercó a ella creyendo saber lo que le ocurría y apoyó una de sus gruesas manos en el fino hombro de la mujer.
-Les echas de menos ¿no es cierto?
Shade asintió con la cabeza y se vio como se llevaba la muñeca a los ojos.
-Muchos de mis amigos han quedado encerrados en la Celda del Crepúsculo. Todo fue culpa mía, al estar con vosotros creí que todo iba a ser fácil pero subestimé la situación e Ix logró atraparlos a todos. Si me hubiera esforzado más, quizá, solo quizá pudiera haber rescatado a unos cuantos.
Knuckles se sentó a su lado e hizo que Shade le mirara a los ojos.
-Haberte esforzado más hubiera significado seguir tú sola, más rápido y sin pensar. Si hubiese sido así ni tú ni nadie de tu clan se hubiera salvado.
La equidna se abrazó a sus rodillas y apoyó su cabeza en ellas. En sus mejillas había un rastro de una lágrima que se deslizó por ellas, una lágrima de añoranza. Knuckles sabía como se sentía. Se sentía igual que él al saber que todos sus seres de su misma sangre, seres con los que había convivido desde que nació, habían desaparecido dejándola a ella sola.
Shade se levantó, se pasó una mano por su cabellera rojiza y dijo:
-Espero que no te importe que hoy duerma sin compañía. Me gustaría desahogarme pensando en el pasado. El día de hoy me ha recordado muchas cosas y creo que no podré pasar la noche sin llorar un poco- su voz sonaba melancólica.
-N...no, tranquila. No es bueno retener los sentimientos y un poco de soledad no te vendrá nada mal, créeme lo digo por experiencia pero solo te pido que no te acerques mucho al borde de la isla. Aquí los vientos son fríos y fuertes y pueden arrastrarte con facilidad.
-Lo tendré en cuenta. Gracias, Knuckles.
Y se marchó templo abajo en dirección al bosque silencioso.
Dio una vuelta más en la dura piedra del templo y se incorporó. Esa noche no podía dormir, estaba demasiado preocupado por Shade. La había visto tan deprimida y tan triste que no pudo hacer nada para ayudarla. Se sentó apoyando la espalda sobre la Master Emerald y comenzó ha hablarle.
-Master Emerald ¿cómo crees que se siente?- no hubo respuesta- Creo que también es responsabilidad tuya hacerle sentir mejor, tú protegiste y cuidaste a toda raza equidna, según cuentan las leyendas- siguió sin haber respuestas- Todos estos años pensando que era el último y resulta que todo un clan sigue vivo. Shade es muy importante para mí así que ayúdame a integrarla de nuevo a este mundo- esta vez la Master Emerald emitió un leve brillo, Knuckles sonrió y se recostó bajo ella- Gracias, pequeña.
Y en poco tiempo se quedó dormido.
