Notas iniciales: Buenas a todos y todas, estoy aqui con otra historia que supuestamente iba a subir para el año que viene pero es que tanto ver HoroxRen (que conste no tengo nada en contra de a quien le guste) decidí subir algun YohxAnna puesto que la pareja oficial esta desapareciendo de . Espero que os guste.

Disclaimer: No me pertenece ningun personaje, solo los padres de Anna ^^


Capítulo 1: La pianista y los Bboys.

Como todas las noches, volvía a casa decaída y cansada del conservatorio, y mas esta vez gracias a los regaños que se había ganado por parte del instructor y todos los fallos que había cometido.

Cursaba tercer año de piano y sin duda era el que peor se le estaba dando. Había suspendido todos sus exámenes y todo por culpa de esos niñatos que se reunían en una plazoleta que había en frente de su casa y rompían la tranquilidad del lugar. Se habían llamar Bboys y bajo su punto de vista tenían un gusto horrible con respecto a la música y la moda.

Caminó, por donde ellos estaban, erguida y con la frente en alto, no le gustaba pasar por ahí pero necesitaba llegar a su casa y ella no era ninguna cobarde para evitarlos. Notó como uno de ellos, de cabello largo y castaño, la miraba de arriba a abajo pero ella no le hizo ni caso, y con paso ligero se introdujo en su casa.

Se dirigió hacia el piano que había en una de las tantas salas de la casa bajo el sonido de las risas de aquellos chicos. Mañana tenía una examen importante y prácticamente fallaba en toda las notas, la partitura se la sabia de memoria pero es distinto la teoría a la práctica. Se sentó en el sillín y empezó a tocar con esos dedos finos y largos que tenía; sin embargo, en cuanto marcó la primera tecla de aquel lujoso instrumento fue fallando nota tras nota.

Para su mala suerte, la ventana daba al lugar donde esos muchachos estaban por lo que no le sorprendía que se pusieran a reírse de ella porque estaba fallando y a decirle cosas como "aprende a tocar" o "todo lo que tienes de buena lo tienes de mala pianista". Nunca había sido tan impulsiva pero estaba de muy mal humor y esos comentarios había sido la gota que colmaba el vaso; se levantó, abrió la ventana y empezó a gritar cono una loca.

-¿Es que no tenéis otras cosas mejores que hacer que estar ahí molestando?.- Espetó duramente con el ceño fruncido.

Antes este arranque de violencia de la rubia, lo chicos se empezaron a reír más fuertemente y el que le estaba mirando cuando entró, el de cabello largo, se acercó a la ventana donde ella estaba asomada y le sonrió de manera perversa.

-Vamos belleza, deja de tocar el piano un rato y vente a divertir con nosotros.- Le dijo poniendo su pose más sexy.

-Que sugerencia mas descabellada, tengo cosas mejores que hacer como para perder el tiempo con ustedes.- Le contestó de forma hostil a lo que el pelilargo sonrió.

-Vamos, pero si no sabes tocar el piano qué más da.

Ante este comentario, todos sus compañeros se empezaron a reír pero a Anna no le hizo ninguna gracia, más bien se molestó.

-Estúpido.- Y sin más, se adentró de nuevo a la casa, cerrando fuertemente la ventana, y volvió a su tarea.

Este hecho hizo que los chavales de afuera empezaran a reír a carcajada limpia cosa que provocaba la ira de la rubia, a tal punto que deseaba salir y partirle la boca a cada uno de ellos. En cambio, Anna volvió a su lugar en el piano e intentó de nuevo componer su canción más un estruendoso ruido del exterior acabó con toda su paciencia y concentración.

Sin ánimos de volver a sacar la cabeza por la ventana y reprenderles a cambio de que ellos se rieran de su persona, se levantó del sillín y decidió que lo mejor era darse un baño hasta que sus padres llegaran de trabajar.


La noche cayó en Tokio y volvió a reinar el silencio por lo que intuía que aquellos muchachos ya se habían cansado de incordiar y cada uno se había marchado a su casa. Para ella eso era una alegría así no tendría que seguir escuchando esa música infernal.

Como aun no habían venido sus padres se dispuso a seguir intentando sacarle las notas al instrumento musical rojo caoba que sus padres les había regalado una vez ella había empezado a estudiar la carrera de piano.

Se llevó un buen rato tocando, si es que a eso se le llamaba tocar, hasta que escucho la puerta de entrada abrirse y un animado ya estamos en casa de parte de su madre. Paró de tocar una vez su madre se adentró a la sala donde ella se encontraba y le daba sonoros besos en los cachetes. A ella nunca le gustaba que le saludara de aquella forma pero no se negó al afecto que le profesaba su madre.

-¿Qué tal tesoro, como te ha ido?.-Le preguntó en un tono demasiado aniñado para una mujer de 38 años.

-No muy bien, mañana tengo un examen y por culpa de los niñatos que se ponen en la plazoleta a hacer tonterías no he podido practicar nada.- Le respondió secamente mientras tocaba las teclas todas seguidas de un lado a otro.

Su madre le acaricio el pelo, intentando tranquilizarla, como cuando ella era pequeña y se enfada por no tener lo que quería. Este acto hizo que Anna resoplara, su madre nunca entendería que ella ya había crecido y que no necesitaba consuelo de su parte.

Scarlet Kiouyama era una persona demasiado infantil para su gusto, le encantaba ir a tiendas de ropa y accesorio cual niña adolescente de quince años, y lo peor es que la arrastraba con ella siempre a pesar de que no le gustara salir de compras. Y como no, este viernes no se libraría de ello.

-Anda Anna, no te preocupes seguro que te sale bien.- Le animó como siempre hacia, aparte de tener esa actitud de niña pequeña siempre la apoyaba y le daba consejos.- Y para que mañana no estés todo el día dando vueltas por cómo te ha salido, vamos de compra ¿vale?.- Y como siempre, intentaba subirle los ánimos sacándola a comprar.

-No sé mama, yo…

-Oh vamos Anna, será divertido.- Le interrumpió sentándose al lado de ella y sonriéndole con una sonrisa encantadora.

-Está bien.- Suspiró derrotada, no le vendría mal una salida de chicas.

Ambas se levantaron y bajaron al salón donde el patriarca de la familia las esperaba sentado en uno de los sillones viendo la televisión.

-Buenas noches papa.- Le saludó educadamente Anna al entrar al salón.

Su padre solamente le saludó con la mano sin apartar la mirada del televisor. Anna se sentó en el otro sillón, que estaba al lado del de donde su padre se sentó, mientras suspiraba amargamente, ellos nunca se llevarían bien.

Si su madre le apoyaba en todo, su padre era totalmente distinto. Yali Kiouyama y su hija se llevaban fatal desde que esta rechazó su oferta de ir a trabajar con él a su empresa para dedicarse enteramente a tocar el piano. Para él, había sido una falta de respeto que Anna denegase dicha oferta y eso no se lo iba a perdonar nunca.

-Anna y yo vamos a irnos de compra luego de que ella termine el examen.- Le comunicó a su marido sentándose cerca de él.

Yali parecía no haber odio lo que su mujer le había dicho pero a ella no le importó y se enfrascó en una charla con su hija sobre que tiendas iban a visitar mañana.


Al día siguiente, Anna se presentó al examen lo más espabilada que pudo. No había dormido casi nada porque se había levantado temprano para poder practicar antes de ir al conservatorio y lo malo del asunto es que seguía haciéndolo mal y eso se demostró a la hora de la verdad.

Milagrosamente, había permanecido despierta mientras algunas de sus compañeras realizaban el examen y ahora era ella la que se encontraba delante del piano temblando como un flan.

-Bien Kiouyama cuando quieras.- Le animó el profesor.

Anna comenzó a tocar suavemente la partitura que se sabía de memoria de todas las veces que la había leído ya. Sin embargo, después de un par de notas empezó a fallar lo que le puso mucho más nerviosa.

-Perdón.- Se disculpó cuando dejó de tocar y dirigió su vista al maestro.

-Está bien, le permitiré un intento más.

Volvió a empezar a tocar aquella sintonía sin mucho éxito pues, aunque había durado más que la primera vez, volvió a fallar en la parte más difícil y más importante de la canción. Anna dejo de tocar una vez mas y suspiró con resignación.

-Kyouyama esta suspensa.-Le informó anotándolo en su cuaderno de notas.- Para la próxima vez practíquelo más

La joven se levanto del sillín y, tras una leve inclinación en forma de despedida, salió del aula directo a su casa. Tan solo pensar que su madre la estaría esperando para ir de compras le hacía sentir nauseas; lo menos que quería era ir a visitar escaparates.

Como cada vez que había un examen ya no había más clases, se fue intentando no ser vista por sus compañeras así se evitaría pasar un rato vergonzoso diciendo su nota aunque claro, mañana estarían en el tablón de la entrada del conservatorio y todos los sabrían.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se dio cuenta que llegó a su casa hasta que escucho el griterío que había en la plazoletita donde casi todos los jóvenes del barrio se reunían. Y no era para menos, aquellos delincuentes juveniles estaba otra vez allí armando escándalo.

Esto le hizo pensar que no tenían unos estudios que seguir porque tan solo eran las once de la mañana, más o menos, y ellos ya estaban allí bailando o lo que sea que estuviera haciendo.

Volvió a pasar por delante de ellos para que viera que no les intimidaba nada y. como de costumbre, el de pelo largo se le quedó mirando de nuevo. Le daba la extraña sensación de que a ese muchacho le gustaba ella, pero ni por todo el dinero del mundo se juntaría con semejante plebe.

-Eh rubia, ¿Qué pronto has vuelto hoy no?.- le preguntó uno de cabellos azulados; bajo su punto de vista era el más ridículo de todos.

-No es de tu incumbencia pelo-pincho.- Le contestó mordazmente sin parar el paso.

-¿Cómo me has dicho?.- Le gritó exaltado.

-Ya basta Horo-Horo, no sabes tratar a las mujeres, déjamelo a mí.- Y bajo su sonrisa se aproximó a Anna.

La susodicha seguía su camino sin importarle lo que pasara a su alrededor; sin embargo un estorboso obstáculo se interpuso entre la puerta de su casa y ella.

-¿Qué quieres?- Le cuestionó de la forma más seca y fría que pudo.

-¿Cuando vamos a salir un día juntos? Ya sabes, dar un paseo, ir al cine o lo que surja- Le contestó con otra pregunta y terminó con un guiño de ojo.

La rubia arqueo una ceja sin creer lo que ese idiota le proponía. ¿Quería salir con ella?¿A solas? Definitivamente esa música no le hacía bien al poco cerebro que tenia.

-A ver, déjame pensar…- Hizo ademan de estar ponderando la invitación.-¡No! Y ahora si eres tan amable de dejarme pasar.

Anna intentó pasar por un lado del castaño pero este se movió ágilmente cubriéndole el paso y le regaló una sonrisa deslumbrante, pero no hizo mella en ella. Intentó irse por el otro lado pero igual se movió.

-Mira estúpido, o te quitas o…

-Venga hermano déjala en paz ya.- Le interrumpió un muchacho muy parecido al que tenía en frente.

-Que molesto eres Yoh.- Le reprendió fijando la mirada en su igual.

El nombrado se acercó a ellos con una sonrisa de oreja a oreja y apartó a Hao de ahí, sin embargo, sin darse cuenta el también le estaba bloqueando el paso a la joven.

-Disculpa a mi hermano él es…

-¿Te puedes quitar del medio?- Interrumpió abruptamente la disculpa del joven.

-Eh, si disculpa.- Y tras llevarse una mano a la nuca y volverle a sonreír la dejó pasar.

Anna entró a su casa bajo la mirada de todos aquellos muchachos y especialmente de uno de ellos.

-Yoh eres un aguafiestas, estaba a punto de ligármela.- Le amonestó mientras se acercaba a él.

-No es cierto Hao, la estabas molestando y ella no te ha hecho nada a ti.- Le contradijo mirándolo a los ojos.

La mirada enfrentada de aquellos hermanos se vio interrumpida por el sonido de una puerta al abrirse, por la misma que la rubia acababa de entrar.


Entró a su casa lo más rápido que sus piernas le permitieron. Caminó por los pasillos y se encontró a su madre quien, como de costumbre, le saludó con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

-¿Qué tal te fue el examen tesoro?.- Le preguntó con ese tono soso y meloso con el que le solía hablar.

-Fatal, me suspendieron.- Le contestó decaídamente.

-Bueno no pasa nada. Ahora nos vamos de tiendas y veras como se te pasa.- Le intentó animar, pero fallo rotundamente.

-Hablando de eso mama, yo…

-Nada, voy a por mí abrigo y ya vuelvo.- Le interrumpió porque seguramente había adivinado que su hija no tenía ganas de salir.

Mientras su madre iba a por su chaqueta, ella se sentó en una de las sillas que supuestamente su madre había puesto allí para decorar el pasillo.

-Bien, pues en marcha.- Dijo su madre muy animadamente cuando regresó.

Salieron de la casa y esos cretinos aun seguían hay parados, igual que cuando los dejo ella. Como por sincronización, todos se volvieron a mirarla a ella y a su madre.

-"Genial".- Pensó la rubia.

-Y bien Anna, ¿Qué piensas comprarte?.- Le preguntó mientras caminaban bajo la mirada de todos.

-No lo sé.- Le contestó secamente.

-Sería bueno que te compraras algo elegante, pronto vendrán al navidades y…

-Eh pianista, ¿de compras con mamá?-Le preguntó burlescamente el acosador de antes.

-Venga Hao déjala tranquila.- Escuchó a lo lejos como le reprendía el que era su hermano o algo por el estilo, ya que se parecían muchos.

Anna y Scarlet siguieron su camino sin hacerles caso hasta que lo perdieron de vista al cruzar la esquina.

-¿Conoces a esos niñatos de algo Anna?-Cuestionó con una mezcla de enfado y curiosidad.

-No mamá, no los conozco.


El día había sido entretenido yendo de una tienda a otra, habían comprado gran cantidad de prendas y tres o cuatro pares de zapatos. Todo iba estupendamente hasta que el móvil de su madre sonó.

-Lo siento Anna, tengo que irme. Es muy urgente.- Le dijo la madre muy apurada.

-Y ¿qué hago yo con todas estas bolsas?- Le cuestionó mientras veía como se iba.

-Pide un taxi y vete a casa.- Le respondió mientras le tendía un par de billetes.

Ella se quedo allí, sola y con un monto de bolsas en sus manos mientras su madre se perdía por los pasillos.

Y ahora estaba de camino a su casa. No había cogido un taxi, no porque no quisiera, sino porque le cogió la hora en las que todo mundo salía del trabajo directo para casa y había mucho tráfico cosa que le hizo difícil encontrar uno.

Se quedó sorprendida al ver que la plazoleta estaba totalmente vacía, libre de cualquier insecto que quisiera molestarla o hacerle enfadar.

Cruzó la plazoleta lentamente puesto que ya estaba cansada de andar y sobre todo de llevar las malditas bolsas. Una vez frente a la puerta de su casa, Anna la abrió rápidamente y entró soltando todas las bolsas de un tirón.

-No vuelvo a ir de compras con ella nunca más.- Se dijo para sí al ver que casi todas las bolsas eran de su madre y dos o tres suyas.


La temperatura en aquella ciudad había disminuido notablemente en la última semana y no era para menos porque la Navidad ya estaba cerca.

Bueno aún quedaba un mes pero para su madre es como si estuviera a dos días. Ya estaba preparando los adornos navideños, esos que ella tanto odiaba, y preparando la lista de invitados que acudirían a su fiesta.

Y para colmo, la había dejado sola todo el fin de semana con la casa hecha un desastre.

Esta mañana se había levantado temprano para llegar bien al conservatorio, cuál fue su sorpresa al ver una nota pegada en el frigorífico diciendo que ella y su padre habían cogido un avión de madrugada y que debía de recoger la casa antes de que volviesen.

Resignada, se fue al conservatorio y allí al menos le habían dado una buena noticia. Al parecer el profesor había considerado la opción de hacer una recuperación a finales de diciembre a aquellos que habían suspendido

Después de esa agradable noticia, las clases se impartieron como siempre y ahora estaba de vuelta a su casa embutida en su abrigo para contrarrestar el frio aunque no servía de nada.

Estaba ensimismada leyendo una nueva partitura que le había dado ese día el maestro. Debería aprendérsela, no era para examen ni nada pero contaría para la nota final si la tocaba bien en la fiesta de navidad que se hacía en el conservatorio.

-Pianista, eh pianista quítate del medio.- Le gritó una voz a sus espaldas.

Iba tan metida en su lectura que no lo estaba escuchando hasta que el muchacho grito un poco más fuerte para que se enterara.

-Pianista que te quites del medio.

Volvió a gritar una y otra vez pero Anna no le hacía caso, para qué si seguro que era para burlarse de ella o acosarle como siempre.

Ya harta, intento dar la vuelta para gritar que la dejara en paz; sin embargo, un dolor horrible recorrió todo su cuerpo justo antes de girar la cabeza.

Continuara…


Notas finales: ¿Qué tal? De verdad llegué a pensar que no terminaria nunca el cap. pero aqui está. Me parecio aburrido este primer capitulo, pero los próximos seran un poco mas interesantes, o eso espero jajajaja.

No soy de poner titulos de capitulos porque nunca sé cual ponerle pero esta vez si se cual será el del próximo cap.

Cap 2: Un golpe del destino.

Bueno, el próximo fic que tengo que acutulizar es el de Aprendiendo a quererte y espero subirlo pronto. Pues sin nada mas que decir, me marcho, Bye!

By:Seyram Asakura