¿Qué hubiese pasado si no compartiese sangre con aquel tirano?...
¿Qué hubiese pasado si él fuera lo que aquel autoproclamado Dios quiso?...
¿Qué hubiese pasado si cumpliera el sueño de su padre?
¿Qué hubiese pasado si no fuera el único descendiente de Albert Wesker?
Sintió como su estómago se revolvía, no eran nauseas… era más bien, un odio profundo, un odio mancillado por el tiempo y endurecido por la cruel realidad que aquel hombre les hizo vivir a él y a su madre hasta que esta murió.
El ver la foto de aquella mujer era un dolor de cabeza… arrogante, egocéntrica, con ínfulas de diosa, cuando como todos solo era una mortal… pero había algo en sus ojos, en su cabello… algo característico, una esencia extraña… algo inconfundible incluso para alguien que nunca conoció a un Wesker...
…Aquella mujer tenía, sin duda, algo… era innegable que compartía lazos con Albert, así como el mismo los compartía como hijo de ese tirano… maldijo algo por dentro, ni el mismo sabía si era a su sangre, a su padre, a esa mujer… o a su madre por enredarse con la peor persona con la que pudo hacerlo.
Volvió a ver el rostro de la mujer de la foto, volvió a pensar en los objetivos que esta tenía: Inmortalidad, permanencia como un dios.
Mismo propósito, diferente forma… pero al fin y al cabo ambos habían sido detenidos antes de concretar aquel plan… ambos se creían tan libres, solo eran la sombra de lo que les habían enseñado, solo hacían lo que les dijeron que debían de hacer…. Solo eran las sobras de un proyecto muerto hace mucho.
Miro hacia el cielo… bajo su rostro para mirar al suelo con extraño desdén… sabía algo en lo que no creía, festejaba por dentro por algo que no sabía, y desde siempre esa había sido su vida…
¿Propósito?- pensó con desprecio- Tengo de donde elegir - murmuro para si- Destino, ¿Quién sabe?
Una gota de sudor frio recorrió su frente… solo preguntas pasaban por su mente, muchas de ellas sin sentido y otras… solo podían excusarse tras el hecho de ser descendiente de esa "familia" maldita.
Ninguna era buena, ninguna era mala… pero había una pregunta curiosa… una que esperaba pronta respuesta… una que deseaba ser contestada… una que cambiaría todo o lo dejaría como estaba… todo dependía de la decisión que tomase:
¿Seré lo que ellos desean, incluso sabiendo que está mal?
O
¿Seré lo que mi madre deseaba, sabiendo que es lo correcto?
Libertad- pensó- Es lo único que no tengo- murmuro para sí con recelo- Gracias a ti, Padre.
Ha sido todo un placer, pequeño bastardo- Y desde el trono de espinas que se había ganado en el tártaro, Albert Wesker respondió con arrogancia a las únicas palabras que su descendiente le había dedicado.
