Es el penúltimo fic que he escrito hasta ahora, el último es un Xover SN/Merlín (Escalibur, la espada de Merlín) que ya he empezado a colgar porque en cuanto empiecen a emitir las siguientes temporadas de cada serie, ya no tendrá mucho sentido.
Éste fue un encargo, no exactamente, mi primera lectora y mi crítica favorita al mismo tiempo, me sugirió que le gustaría algo de los Winchis pequeñitos, incluso me dió el punto de partida.
Espero que os guste y que dejéis montones de Reviews.
Crónica de esperanzas frustradas
only bros & the family business. Preserie
CRÓNICA DE ESPERANZAS FRUSTRADAS
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PRÓLOGO
"La shtriga"
Fort Douglas, Wisconsin 16 de marzo de 1988
La criatura monstruosa se inclinaba sobre el pequeño que dormía ajeno a lo que estaba ocurriendo. Mientras en la puerta y sin que el maligno ser se diese cuenta otro niño algo mayor sujetaba firmemente una escopeta y apuntaba con todo cuidado. El sonido del martillo del arma resonó con fuerza en el silencio haciendo que aquella cosa levantase lo que parecía la cabeza y aullara al chico del rifle.
La puerta de la habitación del viejo motel de carretera se abrió estrepitosamente, el padre de los niños irrumpió en el lugar gritando al chico que se quitase del medio y casi sin solución de continuidad disparó al horripilante ser una, dos y hasta cinco veces hasta que éste huyó rompiendo la ventana de la habitación.
El recién llegado se abalanzó aterrado sobre el pequeño, zarandeándolo y llamándolo por su nombre hasta que el chiquillo con voz somnolienta murmuró un asustado "¿Qué pasa?"
El otro niño se quedó en la puerta sin atreverse a entrar, sin saber si podía hacerlo. Su padre con el susto aún en el cuerpo le preguntó qué había pasado y otro crío posiblemente habría mentido pero aquel no.
- Salí un momento – y al ver como la mirada de su padre se volvía tan dura titubeó – sólo un segundo.
- Te dije que no salieras. Te dije que cuidaras de tu hermano
- Sólo fue un momento – insistió el chico, no había sido tan grave, el pequeño estaba bien.
- Basta un momento, un error, Sammy ahora podría estar muerto – la mirada que echó al muchacho fue de auténtico hielo.
El hombre cogió la ropa del pequeño y se dispuso a vestirlo para salir, lo único que le dijo al mayor fue "Recoge, nos vamos".
Los metió a ambos en el coche, cargó en el maletero todas sus pertenencias y arrancó sin miramientos haciendo llorar al más pequeño por el susto. Dean, instintivamente cogió al niño y lo acunó, hasta que consiguió calmarlo. Su padre conducía por aquella estrecha carretera a más de cien millas por hora.
"Esto es un gesto inútil" pensó el aguerrido cazador "no podré volver antes de seis horas, la maldita shtriga escapará". Miró al chico que había dado al traste con aquel trabajo. Ese era otro problema al que se tenía que enfrentar. Era la primera vez que le desobedecía. Si hubiesen sido una familia normal, aquello no tendría importancia, pero en su situación podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
El pastor Jim Murphy le ayudaría, puede que incluso pudiesen encontrar una residencia o algo similar para los niños durante lo que quedaba de curso escolar. Así no tendría que arrastrarlos con él de caso en caso, de estado en estado, de cuchitril en cuchitril.
El pequeño acabó durmiéndose abrazado a su hermano. El chaval pecoso no había abierto la boca desde que subió al coche, se mordía los labios como si no quisiera que lo que pasaba por su cabeza saliera de ellos. De vez en cuando miraba a su padre, a hurtadillas y avergonzado.
"Quizás me he pasado, a lo mejor debería de decirle que no es culpa suya, porque no lo es…" El cazador se debatía entre la sensación de culpa y la necesidad vital de que su hijo no volviese a dudar ante una orden.
Cuando llegaron a casa de Murphy éste los estaba esperando. Accedió a quedarse con los pequeños sin ninguna pregunta, James también estaba en el negocio y a pesar de ser el pastor de aquel pequeño pueblo no descuidaría a los hijos de su amigo.
El cazador dejó a sus hijos allí y sin decir nada volvió a montar en el coche y a irse. No le había llevado ni diez minutos, ni siquiera se despidió de su hijo mayor. James colocó el brazo alrededor del los hombros del chico y lo llevó a la cocina a hacerle un vaso de leche. El pequeño dormía arropado en el sofá.
El pastor pensaba que su amigo no estaba capacitado para cuidar de aquellos niños. El rubito no separaba la mirada de su vaso cogido con ambas manos sin decidirse a beber, sin hablar, los labios firmemente apretados y sus expresivos ojos abiertos de par en par, intentando por todos los medios no parpadear.
- ¿Qué ha sucedido hijo? – recordaba lo que aquel niño había sufrido, no le gustaba ver aquella carita triste, sobre todo cuando era un chaval que con cualquier muestra de cariño desbordaba alegría.
- La shtriga iba a matar a Sammy, por mi culpa – no pudo evitar el parpadeo y las lágrimas inundaron los ojos del niño.
- Tú no tienes la culpa Dean, esos seres son terribles, no podías hacer nada.
- Dejé solo a Sam, me fui, papá me había dicho que no saliera y me fui.
Pero qué pedazo de bestia que era John, ¿cómo podía cargar al chico con aquello? Tenía que convencer a su amigo de que aquella vida no era para los pequeños. Él daba catecismo en un colegio en Granada, apenas a media hora de allí, que además tenía residencia para algunos de los estudiantes. Les conseguiría plaza.
Como John Winchester había temido ya no había rastro de la maligna criatura, sólo la ventana rota y algo de sangre en el exterior. Había escapado y ya no podría volver a localizarla hasta que atacara de nuevo, hasta que la vida de otros niños fuera puesta en juego. Visitó el hospital de la ciudad dónde los niños menos graves empezaban a recuperarse.
Otra evidencia de que el maligno ser había desaparecido.
Ahora se tendría que enfrentar a una dura decisión, no se había separado jamás de sus hijos, no por más de un par de días, siempre los llevaba con él porque necesitaba saber que estaban cerca. Pero este trabajo le demostraba que podía poner en peligro a los niños, y que no podía esperar que un crío de nueve años tuviese la paciencia de cuidar de su hermano encerrado en una habitación de motel durante más de dos días.
Jim tenía razón, quizás había acabado siendo un buen cazador pero dejaba mucho que desear como padre. "Mary, ¿qué puedo hacer?"
Necesitaba dejar a los niños en un sitio dónde cuidaran de ellos y donde poder estar con ellos entre trabajo y trabajo. Tenían que ir al colegio y tenían que aprender a defenderse. Puede que aceptase la ayuda de James, a fin de cuentas el trabajaba en un colegio aparte de sus tareas como pastor, y sus trabajos ocasionales de cazador.
Alguna vez el sacerdote le había propuesto internar a los niños, pero eso era algo que le hacía subir por las paredes de sólo pensarlo, además si hubiera hecho eso los habrían separado por su diferencia de edad. Aunque ahora, después de lo ocurrido, quizás sería lo más conveniente.
Anochecía ya el 16 de marzo, llevaba despierto más de treinta horas, bajó del impala y entró en la casa. Sammy corrió a abrazarle, y Dean aguardó con miedo a que él le permitiera acercarse. "¿Acabaste el trabajo?" la voz del pastor Murphy sobresaltó a John.
- Escapó – miró sin rencor a su hijo mayor – siéntate Dean, tengo que hablar contigo
Se acomodó con el pequeño en el sillón mientras su hijo mayor cogió una silla y se sentaba frente a él.
