No sé que tengo que quise escribir una historia hetero. Quizá haber leído tantas historias yaoi donde Arthur tiene pinta uke-chica-débil, y leer a Alfred protegiendo a un hombre al puro estilo Titanic fue una de las razones. Este es un Usxfem!UK como pareja principal, y UKxfem!USA como secundaria.
Disclaimer: los personajes son propiedad de Himaruya Hidekaz.
¡Yo Tengo Más Suerte con las Chicas!
¿Qué quién es él?
¿En verdad no lo conoces?
¡¿Dónde has estado todo este tiempo?!
Él, y trata de no olvidarlo, es Alfred F. Jones, el chico más guapo de la Preparatoria Gakuen Hetalia.
¡Solo míralo! Es irresistible...
Descuida, él lo sabe, aunque no le importaría que se lo repitieras.
Las palabras que cualquier diva de la institución le dice a una nueva alumna.
Todas las miradas se posaron sobre el chico atractivo que entraba a la institución. El tiempo pareció ir en cámara lenta.
Contemplaron cada tentadora seductora parte de su cuerpo. La cabellera dorada brillante como el sol, los ojos celestes como el cielo despejado, una sonrisa irresistible formada con sus delgados y deseados labios; y los formados abdominales que dejaba al descubierto en las clases de Educación Física.
Guardaba las manos en los bolsillos dándole una actitud rebelde y desinteresada. Gozando sin disimulos de las inquisidoras miradas sobre él.
En el mismo pasillo, un hombre de su misma edad acorralaba con un brazo a una alumna morena de la institución, guardando la otra mano en su bolsillo y susurrando en su oído, con voz seductora, mil y un cursilerías que nunca pasarían entre ellos.
Desvió la mirada notando que su mejor amigo se acercaba, se despidió de la chica a la que probablemente nunca volvería a dirigir la palabra situándose a su lado.
Se sonrieron con complicidad y siguieron caminando como si fueran los reyes del lugar.
No. Eran los reyes del lugar.
Como si de una moda se tratase, otros tres chicos que eran rodeados por un grupo de mujeres guardaban las manos en los bolsillos. Sus camisas fuera del pantalón y los botones desabrochados hacían que el pulso de las fantasiosas chicas fuera más rápido de lo considerado sano.
Un albino, que hablaba sin titubeos sobre lo asombroso que era, codeó a sus acompañantes indicándoles quiénes se acercaban. Sonrieron alejándose del tumulto de mujeres, caminando a sus lados.
Ahora pareciera que una cámara enfocara a los cinco sexys chicos mientras caminaban altiva y atrevidamente por los pasillos. Las chicas se derretían cuando pasaban por su lado soltando suspiros enamorados.
- ¡Son tan guapos!
- ¡Me miró, Nini, me miró! - gritó histérica una de ellas antes de desfallecer en los brazos de su amiga.
- ¿Qué tengo que hacer para que se fijen en mí?
- Sueño con ellos todos las noches...
Sus palabras no pasaban desapercibidas por los aludidos. Que sólo sonreían envueltos en su mundo de perfección.
Un insoportable y molesto timbre anunció el inicio de clases. Desganados, los alumnos se dirigieron a sus respectivas salas, algunos más ansiosos que otros; aliviados de no tener que seguir sufriendo el abuso de sus compañeros.
Los cinco atléticos chicos, aquellos que eran los más populares de toda la preparatoria, subieron a la terraza.
¿Qué los viejos que dirigían la escuela iban a decirles algo? ¿A ellos, las estrellas del equipo de rugby?
Arthur Kirkland, también conocido como el mejor amigo de Alfred Jones, se apoyó en el barandal.
- Tengo diez números nuevos… y creo que ya sé con quién pasaré la noche... - habló un chico de acento francés.
El inglés hizo un mohín acercándose a su lado y le quitó la lista. Sonrió victoriosamente al ver que, como lo había pensado, ya había tenido una noche con cada una de ellas - Demasiado tarde frog, te dije que yo fui el primero con las chicas de mi curso.
- Eso no importa mon petit, te sigo ganando en número - sonrió despeinándolo en un intento de molestarlo, lo que obviamente funcionó.
- ¡Estúpida rana! - se lanzó encima de él golpeándolo repetidas veces, para diversión de los presentes.
- ¿Y tú Alfred? ¿Alguna nueva conquista? - preguntó un chico de cabellos castaños que eran meneados por el viento.
- ¿No es obvio? ¡Tengo dos para esta noche! - habló con notable jactancia, aunque eso siempre pasaba los fines de semana.
- Yo tengo tres - Gilbert Beilldishmit, un albino de extraños ojos carmesí, se señaló con superioridad.
- ¿Un cuarteto? - preguntaron Alfred y Antonio fuera de lugar, incluso Arthur y Francis habían dejado de pelear.
- Ajá - siguió hablando con el orgullo que le traía anunciar la noticia.
- Vas a terminar mal, lo digo por experiencia - Francis temió por el futuro estado de su amigo.
- ¡Vamos, esto hay que celebrarlo! - el chico castaño, cuyo nombre era Antonio Carriedo, pasó un brazo por su hombro - Aunque no es como si fuera muy difícil de lograr...
Gilbert entronó los ojos - ¿A qué te refieres?
- Bueno, es obvio que con esta sonrisa y esta actitud no estás ni cerca de superarme.
- ¡¿Qué cosas dices?!¡Soy mucho más asombroso que tú y todos los que están en la preparatoria!
Se hizo un silencio tenso para que después rieran descaradamente de él.
- ¡Oh Gilbert eres tan guapo! ¡Nunca lo dudes! - Arthur se secaba unas lágrimas causadas por tanto reír.
- Gilbert, mon a mi, es claro que yo soy el más deseado de la preparatoria - habló esta vez Francis.
Silencio, nuevamente risas.
- ¡Déjense de bromas! ¡Me duele mi heroico estómago! - dijo Alfred con dificultad. Una vez calmados volvió a hablar - ¡Yo soy el más apuesto, nadie puede negarlo!
- Ya déjalo Al, todos saben quién manda en este lugar - Arthur hizo un gesto de quitarle importancia con las manos.
- ¿Estás hablando de ti cejas? - Antonio no cabía en su incredulidad.
- ¿De quién si no?
- ¿Con esas cosas que tienes en la cara esperas conquistar chicas? - volvió a hablar entre risas.
- ¡He-hey! - se llevó las manos a estas cubriéndolas - ¡Mi acento y mis palabras dejan a todas babeando! A-además - dijo con un tono más confiado - Soy guapo - las risas de sus amigos hizo que se sonrojara por completo.
- Hahaha! Sí Artie, si fuera gay serías mi pareja predilecta - rió el americano, como si acabara de hacer la mejor broma del universo.
- Ha-hablo enserio.
Lo ignoraron carcajeándose en el suelo.
- ¿Re-recuerdan esa vez que int-intentó cocinar a su primera novia? - las risas se hicieron más fuertes tras las palabras de Antonio.
- ¡Y-y terminó quemando toda la cocina! - gritó Francis sujetándose su estómago con fuerza.
- ¡Es-so no es gracioso! ¡Casi muero bola de desconsiderados! - Arthur alzó un puño contra ellos.
- ¡Cuando lo fuimos a visitar al hospital trató de esconderse para que no le viéramos la cara! - esta vez habló Gilbert disfrutando de devolver las burlas.
- ¡Id-idiotas! - molesto se apresuró a irse.
Alfred lo notó por lo que se levantó corriendo a su lado - ¡Arthur espera! - lo tomó del brazo deteniéndolo. Abrió la boca para hablar, pero lo único que salió fueron risas.
El inglés se soltó con brusquedad yéndose del lugar.
- O-oigan - dijo Alfred una vez hubo controlado las risas - ¿No nos habremos pasado esta vez?
- Claro que no mon petit, ya sabes cómo es Arthur cuando está en sus días - rió levemente al igual que el menor.
- Sí tienes razón - tras unos segundos dijo - Pero solo para aclarar, soy el más guapo de nosotros - se ganó miradas molestas - Solo piénsenlo, soy el mejor en rugby, no es difícil llevarse conmigo, me gusta hacer reír a la gente y... tengo experiencia - agregó esto con aquel tono pervertido que Francis le había contagiado.
Nuevamente se ganó miradas, esta vez celosas, por los presentes.
Se extrañó al ver como se juntaban apoyando un brazo sobre el hombro del otro y susurrando entre ellos, dándole pequeñas miradas de vez en cuando. Como si lo hubieran tenido planeado, asintieron para luego separarse, dirigiéndose al menor.
- Te proponemos un reto - dijo Antonio con una sonrisa galante. Alfred alzó una ceja - Si conquistas a la chica más difícil que hemos tenido la desgracia de conocer, el BTT te considerará como el chico más atractivo de toda la preparatoria.
- ¡Acepto! - habló sin pensar.
- Esto no es tan fácil Alfie, todo trato tiene sus condiciones - Francis remarcó su acento francés.
- ¿Cuáles son?
- Kesesese, primero: sólo tienes seis meses. Segundo: debes acostarte con ella. Tercero: NO puede ser forzado. Cuarto: debes demostrarlo con un video.
- Trata de no enamorarte de ella - dijo Antonio con burla.
Alfred frunció las cejas - ¿Me estas retando?
- No te alteres - sonrió con voz despreocupada - Pero sí, te estoy retando.
- ¡Ya verán! ¡Yo nunca pierdo! ¡Ganaré antes de la mitad del tiempo! - alardeó seguro de su capacidad, eso sería más fácil de lo que pensó - ¿Algo más?
Los tres chicos compartieron una mirada maliciosa de "se va arrepentir". No por nada eran The Bad Touch Trio.
- Para demostrar que no tienes ninguna clase de relación deberás humillarla en público - dijo Gilbert con aires de superioridad, esa había sido SU grandiosa idea.
- ¿Hu-humillarla? - musitó inseguro. Eso no era muy de hero...
- ¡Cobarde! Honhonhon! ¡Sabía que no se atrevería!
- ¡Sí me atrevo, es más, lo haré! - bramó enfadado, él no conocía el miedo (o eso trataba de convencerse) - ¡Acepto el trato!
- Bien - cerró el pacto estrechando la mano de Francis - Si pierdes, deberás correr en ropa interior rosa por toda la preparatoria, y aceptarás que somos más guapos que tú.
- Si ganó será al revés, ¿no? - el trío asintió. Alfred guardó las manos en los bolsillos sin dudar en ningún momento de su decisión.
Al ver que no tenían nada más que hacer decidieron ir a sus salones.
- Por cierto, ¿cómo se llama la chica? - preguntó Alfred despreocupado.
- Alice Kirkland.
- Alice Kirkland... - repitió por inercia - ¡Esperen! ¡¿Qué?! - para cuando volteó los tres habían "desaparecido", escondiéndose detrás de un tarro de basura que estaba en el pasillo.
Alfred rió nervioso, pensando en como reaccionaría un pequeño cejón si llegaba enterarse.
Las clases ya habían terminado, y en algún lugar del recinto una chica rubia de coletas y gruesos lentes recogía sus libros.
Estaba nerviosa, podía sentir las penetrantes miradas de las únicas alumnas que quedaban en la sala. El temor y la inseguridad aceleraban involuntariamente su pulso.
- Oye - escuchó la superficial voz de la líder de animadoras - ¿Mi tarea?
Con rapidez la inglesa buscó la hoja entre sus libros - Aq-quí esta - expectante esperó su reacción.
- Es lo menos que puedes hacer, supongo - dijo con cierto inconformismo, en realidad ni siquiera sabía de que era la tarea - Mañana te entregaré mi nuevo listado, ¿escuchaste, bitch?
Alice se mordió la lengua, conteniéndose de devolverle el insulto - S-sí Natalia - ahogó un gemido cuando la tomó fuertemente por los cabellos.
- Señorita Natalia - dijo con deleite.
- S-señorita Natalia - subió la voz por el dolor que le estaba provocando.
- Buena chica - la albina la soltó para despeinarle el cabello - Osh... sigues igual de fea - habló con desprecio. Pero luego rió con cinismo - Cuidado con el suelo.
- ¿Qu-qué? - una de las alumnas la golpeó a la altura de las rodillas por el lado inverso, y como era de esperarse, Alice golpeó su rostro contra el suelo.
Las cautivadoras animadoras rieron soltando pequeños "ups", y salieron del salón.
Alice contuvo las lágrimas buscando sus lentes con torpeza. Al hallarlos se los puso descubriendo que estaban quebrados, suspiró, ya iban trece ese mes. Recogió sus libros esparcidos por el suelo.
Odiaba a esas chicas, grupo de huecas descerebradas que creían que por ser las animadoras de la institución podían hacer los que se les diera la misma gana. Aunque de cierta forma... así era.
Entró al pasillo hiendo a dejar sus libros al casillero.
- ¡Ahí vienen!
- ¡Dios! ¿Cómo me veo?
- ¡Qué horror! ¡Tu lápiz de ojos izquierdo está más marcado que el derecho!
Alice rodeó los ojos. Sentía lástima por sus compañeros que perdían su tiempo en grupos de descerebrados con complejo de importancia.
Dirigió una disimulada mirada a los cinco chicos que como siempre, caminaban tipo "reyes del pasillo". Así es, para ellos, ser una celebridad en los pasillos de la preparatoria era un honor.
Con sus miradas atrevidas, sus sonrisas brillantes y sus atléticos cuerpos. ¿Qué demonios se creían?
- Arthur - Alfred miró con inocentes ojos celestes al inglés.
- No molestes - masculló sin querer mostrarse dolido por haberse reído sin compasión de algo que para él era importante.
- Perdón... no fue mi intención ofenderte - mintió con toda naturalidad - No quiero que estés molesto conmigo - musitó, esta vez con sinceridad.
Arthur suspiró. Demonios, no podía estar molesto con alguien como Alfred - Esta bien, te...
- Yeah! - gritó sin dejarlo terminar - ¿Puedo ir a tu casa? - preguntó casi obligándolo a dar una respuesta afirmativa.
Detrás de ellos los BTT escuchaban con atención la conversación de ese par, ¿Alfred decidió mover rápido sus cartas? Ellos también lo harían.
Alice dejó de esconder el rostro dentro del casillero al asegurarse de que su hermano no podría verla. Afiló la mirada, perfecto, ahora ese cabeza hueca que tanto odiaba iría a su casa.
Oficialmente, el mundo amaba a Alice Kirkland.
