Fics Original:
Sweet Team Girl.
Capítulo Uno: El Comienzo.
En una ciudad como cualquier otra, ubicado en un país como tantos, se encontraba un colegio, bastante común. Dentro de sus instalaciones, los alumnos vivían sus días de instituto, donde se preparaban para su siguiente etapa, la Universidad. Muchos estudiaban con dedicación, otros no tanto, pero todos compartían intereses varios, aparte de los estudios. Por ello se habían formado muchos clubes de fácil acceso, entre ellos, uno muy especial.
O quizás muy extraño.
—Bienvenidas chicas de nuevo a otra reunión semanal, de nuestro glorioso Club de amantes de los Dulces. La secretaria leerá los puntos de nuestra anterior reunión. Adelante señorita secretaria —una chica de lentes se levanto y comenzó a leer una libreta.
Junto a esta, habían otras tres chicas más, no muy diferentes de cualquier estudiante de colegio. La presidente, quien parecía ser la líder, poseía un aire de madurez, tenía un largo cabello oscuro y ojos cafés muy penetrantes, era la guía de las otras. La que les ayudaba a resolver sus problemas y a veces, también la que los causaba. Aun así era muy querida por el grupo.
—Gracias Edith… digo Presidenta, en nuestra anterior junta, decidimos por unanimidad lograr uno de esos tickets dorados para entrar a esa misteriosa fábrica de dulces —la secretaria se sentó.
La siguiente en rango, era la secretaria del grupo, una chica algo bajita, cabello corto, que usaba lentes, aunque nadie sabía el motivo, ya que en realidad no los necesitaba. Algunas decían que era un "fetiche", otras decían que lo hacia para evitar daños colaterales, ya que corría el rumor de que si se quitaba los anteojos, algo terrible ocurriría. Lo cierto es que, con lentes o sin ellos, era una chica muy lista, aunque muy tímida también.
—Gracias Marisol —tomó la palabra de vuelta la presidenta—. ¿Cómo les fue con esa misión chicas?
—Como crees —habló otra de las integrantes—. Ya salió en la noticias, que los cuatro…
Entre el grupo, también había una chica que era de un temperamento algo volátil. Podía estar feliz y a los pocos segundos, enojarse por alguna cosa, aunque sus enojos se pasaban muy pronto. Le gustaba ver todo desde un punto de vista, algo irónico. Aunque nunca se dejaba intimidar y siempre trataba de salir adelante. Era en pocas palabras, la que traía de vuelta a la realidad a aquel grupo de soñadoras.
—Cinco —interrumpió la única que no había hablado—. Hoy en la mañana se supo que un niño lo había encontrado.
Por último y no menos importante, la integrante más joven del grupo. Dos años menor que las demás, pero no por eso menos inteligente, Andrea, quien además de haber adelantando varios grados, también tenía una forma muy curiosa de ser. Sus manías y extravagancias a veces rayaban en lo extremo, pero era una persona muy divertida y una vez que se ganaban su amistad, era una amiga hasta el final.
—Ves, ya encontraron los cinco. Era imposible para nosotras encontrar uno de esos stickers dorados.
—Eran Tickets —la corrigió la anterior chica.
—Gracias Andrea —habló en tonó irónico.
—De nada Alix —aunque obvio que no entendieron la "sutileza".
—Como sea, no voy a pelear contigo. Es imposible para chicas comunes eso.
—Bien, que les parece si analizamos lo que nos llevo a fracasar —habló Edith tratando de calmar a Alix.
—Pues no es muy difícil si lo analizamos bien —habló de nuevo la chica de lentes, Marisol—. Aunque amamos los dulces y de eso se trata nuestro club, a ninguna le gustan las barras de chocolate.
—Eso es cierto —interrumpió Andrea—. Detesto el chocolate, a menos que este derretido sobre dos bolas de helado.
—A menos que empiecen a hacer chicles de chocolate, no pienso probarlos —comentó tranquilamente Marisol.
—Yo solo lo como si esta en chispitas y dentro de una galleta —habló Alix muy seria—. Pero también hay helado de chocolate, puedes comerlo ahí.
—Me provoca nauseas si como mucho chocolate —comentó la más joven del grupo, Andrea—. Por eso prefiero más la vainilla, la menta, la frambuesa, el higo, la crema de banana —Andrea comenzó a contar con los dedos sus sabores favoritos de helado—… queso, manjar, ron, limón…
—Si, si, te gustan todos los helados.
—Todos no, hasta ahora treinta y cuatro diferentes sabores. Incluido el de pistacho.
—¿El de chicle?
—No es de mis favoritos, pero si lo he probado.
—El de galletas con crema.
—El normal y la versión galletas ore también.
—¿Hay algún sabor con caramelo?
—Caramelo —Andrea se quedó pensando—. Solo los jarabes.
—Lastima —comentó algo desilusionada Mina antes de meterse un caramelo a la boca—. Bueno, ya que ninguna logró una entrada para la fábrica…
—Ticket Dorado —la corrigió Andrea.
—Si, eso. Ahora, que haremos.
—Según oí, de los comentarios de unos chicos que fueron amigos del vecino de la cuñada del mejor amigo del hermano de uno de los chicos que encontró uno de los boletos...
—Tickets Dorados.
—Lo que sean, escuche que dijo, que podrán robar todo tipo de delicioso dulces único.
—Pues yo escuché que decían que al ganador de los cinco, le entregarían un dulce súper especial. EL más delicioso de todos.
—Yo escuche que hacen pruebas para el gobierno y trabajan con dulces experimentales que producen poderes —habló Andrea muy tranquila, las demás la vieron con cara de "¿Qué?", pero no le prestaron atención.
—Dulces súper deliciosos —Edith parecía encantada con la idea—. Ya que no ganamos…
—¡ALTO! No, conozco esa mirada traviesa.
—¿Qué mirada? —Edith esbozaba una sonrisa pícara, como un niño que piensa en una travesura.
—Déjala hablar, de seguro se le ocurrió algo genial.
—Esta bien, pero no digan luego que no se los advertí.
—Mi idea es simple… —Edith le hizo un gesto a las chicas para que reunieran alrededor de ella, las tres lo hicieron—. Como no conseguimos uno de esos Tickets, esta noche, antes de que esos niños vallan mañana y se devoren el último dulce delicioso… nos colaremos y los robaremos.
—¿Perdón? —Marisol parecía estar muy horrorizada con esta idea—. Dile algo Alix.
—Pues aunque no quiera admitirlo, estoy de acuerdo con Edith. Vamos a robar dulces!
—Siii! —exclamó feliz Andrea.
—No puedo creer que yo sea la única que piensa aquí. Esa idea es una locura, saben lo que dicen.
—Vamos Mari, sabes que podremos probar los más delicioso y especiales dulces nunca antes probados.
Edith trataba de convencer a Marisol por todos los medios necesarios, aunque siempre la secundaba en todas sus aventuras, tenía un sentido de la moral muy alto. Por desgracia, más alto que este, era su deseo de querer aventurarse y probar una Goma de Mascar única en su tipo y derrotar a cierta chica que odiaba.
Y Edith sabía muy bien eso.
—Podrás probar la única Goma de Mascar, el chicle más sabroso imaginado alguna vez por mente alguna. Sabes que se encuentra en esa Fábrica… y lo deseas.
—Pe-pero es robar…
—Además podrás darle una lección a esa niña presumida que te derroto dos años seguidos en hacer bombas de chicle.
—Odio a esa Violet —Marisol estiró la mano hacia Edith—. Las acompañaré.
—Bien, ahora, esta noche antes de que nos acostemos, todas nos reuniremos…
Las chicas quedaron de acuerdo con los preparativos para la intromisión en una de las Fábricas de Dulces y Golosinas más secretas de todo el mundo. A la media noche exacta, las cuatro se reunieron frente a la reja principal que cumplía las veces de entrada.
Por desgracia, no muchas conocían como vestirse para entrar en sigilo a un lugar.
—Veo, que no saben que debían vestirse de negro para no sobresalir —le reclamo Edith a sus amigas.
Pero aunque Edith si vestía de negro, no precisamente estaba lista para entrar a "robar" a una fábrica. Lucía una playera negra, una minifalda negra sobre unas mayas negras y unos calcetines negros, curiosamente, sus zapatos eran unos tenis blancos.
—Que tiene, es con lo que estaba durmiendo.
—A mi me despertaron, tuve que venir a la carrera.
—Yo estaba en el aniversario de mis padres.
Alix lucía una pijama blanca con fresas dibujadas; mientras que Andrea tenía un curioso pijama, que más parecía un disfrazas de gato; Marisol por su parte, estaba en un vestido largo, que más parecía traje para una cena de gala.
—Sin importar lo que tengamos, debemos completar esta misión, de acuerdo.
—¿Tenemos que sincronizar relojes, hablar en clave y todas esas weas?
—No lo sé.
—A mi se me olvido mi reloj en casa.
—Yo tengo, pero en mi cel. No se como ponerle cronometro.
—Creo que no lo haremos, mejor solo entramos y sálvese quien pueda.
—No vamos a hacer eso de que el que sea capturado, será abandonado.
—Por eso, "sálvese quien pueda"-
—Pero no es justo, no debemos abandonar a nuestros compañeros de misión.
—Mira, si tu deseas que te atrapen y te castiguen en tu casa. No es problema mío.
—De acuerdo, entonces, sálvese quien pueda.
Las cuatro chicas quedaron de acuerdo y empezaron su elaborado plan para traspasar la entrada y escabullirse hacia el interior de la fábrica. Consultando todo lo que sabían de películas de espías, las chicas con pasadores en manos, trataron de forzar la cerradura, curiosamente, esta se abrió al menor contacto.
—Bien, primer punto listo…
—Ahora por esos dulces.
—Ya saben cada una, una vez adentro, nos separamos y cada quien busca los dulces que les gustan.
—Si —contestaron todas al unísono.
—Iré por los helados —exclamó feliz Andrea.
—Yo por las galletas con chispas —secundó Alix.
—Yo pido los chicles —interrumpió Marisol.
—Entonces me quedó a cargo de mis favoritos, los caramelos —concluyó Edith.
—Nos vamos —las cuatro estrecharon manos y se pusieron en camino.
Aunque era una Fábrica y lo normal es que por lo menos hubieran cámaras de vigilancia o uno que otro guardia rondando la zona, lo cierto es que todo, lucía desierto, salvo por los cientos de habitaciones con diferentes tipos de dulces.
Aunque todas las chicas se llenaron los bolsillos hasta reventar, aun no estaban felices.
—No veo esos dulces fabulosos que decían los rumores.
—Y ya hemos abierto casi todas las puertas.
—En definitiva, el helado de sopa de pollo… sabe horrible.
—Aun nos queda una puerta —señalo Marisol a una puerta a lo lejos.
—Vamos a ver que tiene esta.
Increíblemente, en toda la fábrica, esa era la única puerta con seguro. Las cuatro chicas trataron de forzar la entrada como antes, pero esta vez no fue tan sencillo como parecía. Luego trataron de tirarla abajo, lanzando una silla, por desgracia ni siquiera podía levantarla.
Cansadas, se sentaron pegadas a la puerta para descansar.
—Bien, creo que hasta aquí llegamos.
—Eso parece Edith.
—Estoy seguro, que aquí dentro están los dulces que deseamos,
—Por cierto chica, alguna le aviso a Violeta que vendríamos para acá.
—La llame al celular —respondió Mina—. Pero no me contesto, creo que sigue enferma.
—Es su culpa por desaparecerse siempre.
—Por eso no la anote como miembro permanente en el club. Se imaginan que la anoto y llegan a examinarlos.
—Conociendo la suerte de Vio, de seguro es cuando no esta.
—Claro y así nos cierran el club.
Mientras las chicas seguían conversando y devoraban los dulces que habían conseguido, olvidando completamente a lo que había venido. Del otro lado de la puerta, se escucho un "clic", como si un cerrojo se hubiera abierto.
Inmediatamente después, la puerta se abrió y las cuatro, cayeron dentro del cuarto misterios.
—¿Qué paso?
—No se, capaz el cerrojo estaba roto.
—Si, debe ser eso.
—Que buena suerte tenemos, no hay duda.
Luego de analizar la situación y darse cuenta de que todo lo que sucedió era completamente "normal", las chicas decidieron aprovechar su suerte y buscar sus preciados dulces. Pero lo único que encontraron, fue un montón de equipo electrónico con cientos de botones que tocar.
Y como era de imaginar, los presionaron todos.
—Vamos, máquina. Danos nuestros premios.
—Si, queremos dulces.
—No sucede nada.
Una de las tantas máquinas que había, se abrió mostrando su contenido. Una serie de dulces muy llamativos y al parecer, únicos en sus tipos. Las cuatro chicas reconocieron el contenido en el acto, como su tesoro prometido, luego de coger cada uno lo que fue a buscar, decidieron salir de la fábrica tal como entraron.
Por desgracia, ninguna apago todas las máquinas que había encendido, sino, se hubieran ahorrado todos los futuros problemas que causaron.
—Bien chicas, ya saben, nos vemos mañana.
—De acuerdo, mañana en el club —comentaron las cuatro.
—Pero antes —interrumpió Edith—. Es la hora…
Las cuatro estuvieron de acuerdo y cada una sacó el dulce que había robado de la máquina extraña, luego sin siquiera pensarlo, de una sola mordida, se lo comieron. Aunque no fue una buena idea para Andrea, sobretodo porque lo suyo era un helado.
—Mi cabeza… se me congela el cerebro.
—Estuvo delicioso.
—Valió la pena tanto esfuerzo.
—Ya lo creo.
—Entonces, mañana en el club. De acuerdo.
—Si —respondieron todas.
Las cuatro chicas se retiraron, sin siquiera imaginar el caos que ocurría dentro de la Fábrica de Golosinas, mayormente provocado por ella mismas. Así mismo, ninguna de ellas estaba siquiera consciente del caos que ocurría dentro de sus propios cuerpos, gracias a aquellos dulces experimentales que se habían devorado tan felices. Los cuales las estaban cambiando, de una manera inimaginable, desde dentro hacia fuera.
To be Continued.
