DRACO
Me encontraba nuevamente pensando en ella, sé que ha pasado poco más de un año desde que ya no la veo pero su recuerdo sigue presente en mi corazón. No la había visto desde que acabó la guerra, donde la negué enfrente de mi padre. Podría decirse que lo hice por su propio bien, pero la verdad era que desde pequeño siempre fui un cobarde, y éso era algo que hasta el día de hoy, no podía cambiar. Mi madre estaría decepcionada de mí si me viera ahora, sé que le prometí que no me enamoraría de una impura, pero era imposible no enamorarse de Hermione.
Claro que Hermione nunca me perdonaría, no después de tanto daño. No me bastó sólo con negarla, sino que también tuve que burlarme de ella enfrente de toda la escuela. Qué bonito regalo de cumpleaños el que recibí aquel día. ¡Una cachetada! Me la merecía, no podía negarlo, pero supongo que el castigo emocional fue más que suficiente cuando vi que no regresó para repetir el sexto año.
Después de la guerra todo había cambiado. Los sangre pura ya no pensaban en la pureza de la sangre. Con decir que mi padre decidió retirarse de su cargo de presidente de Malfoy Co. y mudarse al Londres muggle. Yo me estaba haciendo cargo ahora de la compañía, pero mi padre todavía me supervisaba y no todo estaba a mi nombre hasta que acabara con la escuela, órdenes de mi padre.
Mi madre había fallecido cuando el Señor Tenebroso se vengó de la mentira sobre la muerte de Potter. Primero me apuntó a mí, pero mi madre se interpuso en el camino y recibió el hechizo que iba dirigido hacia mí. Para cuando me quería vengar, Voldemort ya estaba muerto. Mi relación con San Potter y la Comadreja se volvió más llevadera y se podría decir que somos "amigos".
Ellos nunca superaron la desaparición de Hermione, pero tampoco me culparon totalmente. Al final me dijeron que ellos también habían provocado que Hermione se fuera. Les conté que había mantenido una relación en secreto con ella pero que al final de la guerra tenía que dejarla ir ya que, aunque no me importara la sangre, mi condición me impedía estar con ella.
Los Malfoy provienen de una larga línea de Veelas, mi familia es la familia real de los Veelas. Al ser de la realeza Veela, sólo podía estar con una bruja que fuera de sangre pura, era algo que mi Veela interior identificaría por naturaleza.
Éramos diferentes a otros Veelas. Siempre tenía que ser el varón que llevara el gen Veela. El príncipe, tenía hasta sus 20 años para conseguir y marcar a su compañera y también poseía poderes que ningún otro Veela tenía. El príncipe iba obteniendo un poder por cada año que envejecía. Así hasta que cumpliera 20 años. Era muy raro que un príncipe Veela obtuviera más poderes después de esa fecha, pero no era imposible. Yo ya había cumplido 18 años, por lo que estaba aún a tiempo de encontrar y marcar a mi compañera.
-Príncipe Draco- escuché y volteé a ver a uno de mis elfos domésticos, Rory.
-Dime- dije.
-Majestad, su padre lo está buscando- dijo e hizo una reverencia.
-Que pase al despacho, dile que me espere ahí- dije- y otra cosa Rory…
-Lo que usted pida Príncipe Draco- dijo irguiéndose.
-No tienes que hacer reverencias- dije y él se sonrojó.
-Lo que usted ordene Majestad- dijo y trató de hacer una reverencia pero mi mirada lo hizo detenerse a la mitad. Después desapareció.
Me acomodé la camisa y salí derecho hacia el despacho. Mi padre ya casi nunca venía a la mansión; así que si había venido era porque algo muy importante tenía que hablar conmigo. Llegué al despacho y al abrir, vi a mi padre cambiado. Su cabello ya no era tan largo, solo lo suficiente para que una coleta pequeña se le formara al recogerse el cabello. Al verme sonrió y se sentó en una de las sillas frente al escritorio.
-Draco- dijo- es de suma importancia lo que te diré.
-¿Qué ha pasado padre?- pregunté.
-Los mortífagos, saben lo que somos y quieren cobrar venganza por no ser "puros" como decíamos- dijo.
-Bueno, entonces, ¿qué hacemos?- dije- en Hogwarts voy a estar bien pero tu estás en Mugglelandia- dije- ¿cómo planeas protegerte si no puedes hacer magia enfrente de ellos?
-Yo estoy bien porque me iré al castillo, nunca sabrán dónde se encuentra- dijo- tu, en cambio…
-Hogwarts es seguro- dije.
-Mandaré a alguien de la guardia de encubierto y te protegerá- dijo- no te podré decir quién es.
-Eso es lo de menos- dije- este año me toca preparar las festividades del reino- dije- ¿este guardia sabrás lo que somos?
-Cuando dije guardia, me refería a uno de los del palacio- dijo- nadie está mejor preparado que ellos.
-De acuerdo padre- dije.
-Otra cosa, ¿cómo vas en la búsqueda de tu compañera?- preguntó. Era normal su pregunta, cada vez que lo veía últimamente era para hablar sobre ello. Le preocupaba que no encontrara a mi compañera. Todos mis ancestros las habían encontrado cuando tenían 15 años o menos, sólo yo había roto con la costumbre.
-No la he encontrado aún- dije.
-Avísame cuando la encuentres- dijo- me iré, te veré cuando vayas al palacio.
-Adiós padre- dije y él desapareció.
-¡Rory!- grité y el elfo apareció.
-Dígame Amo- dijo un poco asustado.
-No estoy enojado contigo- dije intentando calmarme y pasando una mano por mi cabello- empaca mis cosas, mañana regreso a Hogwarts.
-Claro Amo- dijo y con un chasquido , desapareció.
No, no estaba enojado con Rory. Estaba enojado conmigo mismo. Era yo el que tenía la culpa. Si no fuera porque ella no es sangre pura, sería mi compañera y la tendría junto a mí en este momento. Pero no quería lastimarla si llegaba a encontrar a mi compañera estando con ella. Era mejor verla feliz con otro aunque no la viera ahorita.
