Hola chicos, aquí estamos de nuevo, empezando con una nueva historia :) Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen y esta pequeña historia surgió de mi imaginación y espero les guste y la disfruten tanto como yo he estado disfrutando al escribirla, bueno comencemos…
El príncipe de la máscara.
"Las personas no reflejan la verdadera belleza en sus rostros. A veces, un alma hermosa no coincide con un exterior hermoso, otras veces sí, pero la vida me ha enseñado que las personas bellas no surgen de la nada, pues la belleza de un alma se cultiva a lo largo de su vida. Una persona hermosa conoce la derrota, pero también conoce la satisfacción de levantarse e intentarlo de nuevo. Una persona hermosa conoce el sufrimiento, pero también conoce la lucha y la perseverancia. Ha estado en el abismo y salido victoriosa con una sonrisa. Una persona con un alma hermosa conoce la compasión, la humildad, la aceptación y, sobre todo, el amor. Ama sin límites y su entrega es total porque sus sentimientos son sinceros… eso precisamente fue lo que aprendí cuando logré ver más allá de aquella máscara que no les permitía apreciarte en todo tu esplendor. No necesitaba ver tu rostro para saber… que eras hermoso, mi príncipe."
Capítulo 1
Al caminar por los ajetreados pasillos del palacio, Sakura se dio cuenta que ese día no sería uno común. Sirvientes iban y venían de un sitio a otro sin parar, mientras que la señora Izumi, la jefa de la servidumbre, daba instrucciones a diestra y siniestra.
No tenía idea de lo que estaba pasando y por eso, apresuró el paso hacia la cocina para buscar a la persona más indicada para preguntarle, su amiga Chiharu. La joven siempre estaba enterada de todos los chismes y seguramente, sabría el motivo de tal ajetreo.
Como lo esperaba, Chiharu estaba en la cocina conversando con una joven de largo cabello negro, era Tomoyo, su otra gran amiga, y se veían muy entretenidas. Sonrió y negó con su cabeza, a Chiharu le encantaba el cotilleo, por mucho que se negara a aceptarlo.
—¿Alguna de ustedes podría explicarme el motivo de tal alboroto? —preguntó cuándo estuvo cerca de ellas.
Sakura rio al ver que sus amigas daban un pequeño brinco por el susto. No era bien visto que las sirvientas del palacio estuvieran haraganeando y cotilleando por ahí, pero no eran las únicas que lo estaban haciendo. Además, la señora Izumi tendría asuntos más importantes de los cuales ocuparse.
—¡Dios! Casi me causas un ataque al corazón —dijo Tomoyo, colocando una de sus manos en su pecho.
—Pensé que la ogra Izumi estaba al acecho—dijo Chiharu, soltando todo el aire que había retenido debido al susto.
—La señora Izumi anda ladrando ordenes por todos lados —dijo Sakura, sin dejar de reír—. No creo que le importe si estamos conversando.
—¡Amiga, es que este es el chisme del año! ¡Vale la pena la reprimenda! —dijo Chiharu, emocionada a más no poder.
—¡Entonces, hablen! Creo que soy la única que no sabe nada del asunto —dijo Sakura haciendo un mohín.
Sus amigas rieron y entonces le contaron la primicia. Al parecer, el rey Fujitaka había enviado una misiva secreta al monarca de Myridia, ofreciendo la mano de su hija al príncipe heredero del reino vecino, garantizando así una alianza por matrimonio entre ambos y esta había sido aceptada.
Esa era una táctica inteligente dadas las circunstancias, pensó Sakura. Para nadie era un secreto las tensas relaciones entre Myridia y Eulyon, los reinos más grandes del continente que luchaban constantemente por obtener más territorio y derechos marítimos para fijar sus rutas comerciales. Todos pensaban que era estúpido que se desatara una guerra por algo como eso, pero la situación había llegado a tal punto, que los reinos más pequeños estaban comenzando a elegir bandos, y por lo visto, el rey Fujitaka se había decidido por Myridia.
Si evaluaba desde afuera, ambos reinos eran muy parecidos en tamaño y poderío militar, pero el rey Fynn de Eulyon estaba cegado de poder y por eso estaba dispuesto a todo con tal y el rey Hien de Myridia fuera derrotado. Ese era el verdadero motivo de las disputas comerciales, según su propia opinión.
—¿Se imaginan? —dijo Tomoyo en un susurro—. Si la princesa Midori se casa, por fin seremos libres de su yugo.
—Pues yo estoy rogando que se case para que pague por todo lo que nos ha hecho —dijo Chiharu.
No podía odiar a la princesa, a pesar de todo lo que había ocurrido entre ellas… después de todo, era su hermana. Ese era el secreto mejor guardado de Lyriamir. Nadie, absolutamente nadie fuera de la familia real, sabía que Sakura era la hija bastarda del rey Fujitaka. Era por ese motivo que la princesa, guiada por sus celos inexplicables, arremetía contra ella cuando tenía oportunidad, afectando a todo aquel que estuviera a su alrededor.
—¿A qué te refieres con eso, Chiharu? —preguntó Tomoyo y ella devolvió la atención a sus amigas.
—¿Es que no lo saben? —preguntó la chica con sorpresa—. ¿No han escuchado del príncipe de Myridia?
Sakura y Tomoyo negaron con sus cabezas y Chiharu sonrió feliz y sus ojos cafés brillaron con intensidad al tener un nuevo chisme que contar.
A pesar de todo lo que le gustaba estudiar y leer a Sakura, a escondidas de los demás, por supuesto, jamás había sabido algo de la familia real de Myridia. Solo había escuchado hablar del rey Hien Li en máximo dos ocasiones y lo que se decía hablaba muy bien de él. No creía que su hijo, el príncipe heredero, fuera muy diferente de su padre.
—Al príncipe de Myridia se le conoce como el príncipe de la máscara —dijo en un susurro.
—¿Y por qué le dicen así? —preguntó Tomoyo.
—Dicen que lleva una máscara que tapa la mitad de su rostro —respondió, enmarcando la zona que comprendía desde sus mejillas hasta su frente—. Nunca se la quita.
—¡Dios! ¿Será que tiene alguna cicatriz? —preguntó Tomoyo escandalizada.
—Circulan varias versiones y esa es una de ellas —susurró Chiharu—. Otras personas afirman que tiene un gran defecto monstruoso que oculta bajo esa máscara.
—A pesar de ello, no creo que sea un castigo para la princesa ese matrimonio. No si el príncipe sabe cómo tratarla. Juzgar a una persona por como luce es un acto horrible —intervino Sakura, un poco molesta.
—Eso sería en tu mundo de fantasía, amiga —dijo Chiharu, riendo—. Pero en el mundo real, las apariencias si son importantes y más para nuestra "dulce" princesa.
Eso no podía refutárselo. Para su hermana menor, la apariencia lo era todo y pensando en eso, quizás si iba a ser un castigo para ella tener que casarse con un hombre que tenía algún defecto en el rostro como decía Chiharu, si realmente era cierto.
—Además, también se dice que el hombre es muy frío y calculador —continuó—. Es un excelente guerrero y bueno para sus oficios, según afirman, pero bastante sanguinario en las batallas y no tiene compasión alguna.
Eso le parecía muy extraño a Sakura, porque un hijo no podía ser tan diferente a su padre. Según ella había oído de su propio hermano, el príncipe Touya, el rey Hien era un excelente monarca, bondadoso y muy listo. Por eso no podía creer que su hijo fuera tan distinto.
—Bueno, eso lo comprobaremos hoy mismo —dijo Tomoyo y en ese momento, Sakura cayó en cuenta que se había perdido de algo.
—¿Hoy?
—¿Dónde tienes la cabeza, amiga? —dijo Tomoyo, riendo—. En la respuesta del rey Li, no solo acepta la propuesta de nuestro rey, también dice que su hijo vendrá a evaluar en persona si puede darse o no un buen matrimonio entre él y nuestra princesa.
—Muy listo de su parte, si me permiten decirlo —dijo Chiharu, riendo—. Espero que no salga huyendo cuando la conozca a profundidad.
—Entonces… ¿El príncipe Li llega hoy?
—La misiva ha llegado retrasada y el mensajero le ha dicho al rey que estima la llegada de su señor en unas cuantas horas —dijo Tomoyo.
—Por eso es todo el alboroto. Nos han agarrado de sorpresa y la reina nos tiene corriendo para preparar todo para su llegada.
La reina… su querida y amada madrastra. Desde la muerte de su madre, por órdenes del rey, Sakura había sido llevada al palacio para gozar de su "protección", aunque no pudiera reconocerla públicamente como su hija. Ese había sido el acuerdo con su madrastra.
«A veces pienso que habría estado mejor viviendo por mi cuenta en las calles que dentro de este palacio» pensó Sakura, soltando un suspiro.
No solo se trataba de su hermana, su madrastra tampoco perdía oportunidad para recordarle que era una bastarda. Muchas veces le había rogado a su padre que la dejara partir para hacer su vida lejos, pues no quería seguir recibiendo malos tratos y, mucho menos, ser un problema constante entre los reyes, pero su padre estaba negado a dejar ir el recuerdo que le quedaba de la única mujer que había amado.
—¡Sakura! —El gritó de la señora Izumi la hizo brincar.
Parpadeó varias veces para volver a enfocarse en el presente y se giró hacia su jefa para recibir sus nuevas órdenes.
—He estado buscándote por todos lados —dijo la mujer con su eterno ceño fruncido—. Ven conmigo.
Sin decir palabra, Sakura obedeció y la siguió. Miró sobre su hombro y notó la mirada azulada de Tomoyo llena de preocupación. Su mejor amiga siempre se preocupaba por ella en demasía, por eso, le dedicó una sonrisa tranquilizadora y se enfocó en su camino nuevamente.
La rechoncha mujer de cabello canoso, no dejaba de murmurar cosas y de vez en cuando, al pasar alguno de los sirvientes a su lado, gritaba más órdenes. Sakura volvió a suspirar, seguramente sus nuevas instrucciones no le agradarían, pero como siempre, iba a tener que acatarlas.
Abriendo la puerta de su pequeño despacho, la mujer entró y la dejó abierta para que ella la siguiera. Mirando a sus lados, Sakura entró y cerró la puerta tras ella. Nunca le había gustado estar en aquel lugar, era demasiado oscuro y olía a humedad.
—Bien, niña. Me imagino que ya has escuchado acerca del huésped especial que llegará dentro de poco. —Sakura asintió en respuesta y permaneció callada—. En la carta que han enviado, el rey de Myridia ha exigido que se le asigne una servidumbre de confianza a su hijo.
—¿Puedo preguntar por qué el príncipe no trae su propia servidumbre?
—¡Qué diablos voy a saber yo, niña! —dijo sentándose de un golpe—. Esos pomposos de la realeza no saben hacer otra cosa más que arruinarle la vida a las personas insignificantes como tú y como yo.
—Entonces…
—La reina en persona me ha pedido que te asigne esa tarea —soltó la anciana y Sakura abrió sus ojos con sorpresa—. No me mires así, Sakura. No tengo ni idea del por qué. Estoy igual de sorprendida que tú…
¡Oh, ella si la tenía! ¡Estaba más claro que el agua del lago Lyria! Esa mujer también había escuchado los rumores del déspota príncipe y obviamente, como había dicho la señora Izumi, quería arruinarla.
Sakura era una chica amable, gentil y muy pocas veces se molestaba, pero esta vez sí que lo estaba ¡Y con toda razón! Ella no tenía la culpa de que su padre hubiera ofrecido a su hermana para aquel matrimonio y no tenían por qué ponerla a sufrir bajo las órdenes de un hombre que supuestamente era un tirano, pero, obviamente, su madrastra quería que ella obtuviera el tratamiento especial del príncipe antes que su "dulce" hija.
Abrió la boca varias veces, dispuesta a negarse por primera vez en sus veinte años de vida, pero iba a ser una pérdida de tiempo y de saliva. Si la reina se había empecinado en eso, eso sería.
—¿Cuáles serán mis obligaciones?
—Estarás al completo servicio del príncipe Li —dijo la mujer—. Tendrás que estar pendiente de la limpieza de sus aposentos y de todo lo que él requiera y necesite.
—¿Puedo contar con ayuda?
—Imagino que Tomoyo puede apoyarte un poco… pero la reina ha sido categórica al decir que seas tú quien lo atienda.
Sakura asintió, pero no estaba contenta con ello y sus ojos verdes lo demostraban pues brillaban por el coraje. Sin nada más que decir, se despidió de la señora Izumi, haciendo una leve reverencia delante de ella y salió de aquel lugar tan rápido como pudo, haciendo que su largo cabello color caramelo ondeara en el aire.
Aun no comprendía por qué tanto odio hacia ella. Sakura jamás había atentado contra la familia real y mucho menos había tratado de revelar su secreto a nadie, ni siquiera a Tomoyo que era su mejor amiga. Trataba de vivir de la mejor forma posible dentro de aquel palacio que para ella era más una prisión, pero la reina y su hermana se la pasaban denigrándola y ella no podía hacer nada para defenderse sin revelar su origen.
Varias veces había intentado contarle a su padre de los maltratos que recibía… pero, al pensar en el montón de problemas que eso le traería a la familia real, desistía. Estaba segura que su padre la defendería a capa y espada, aun si tuviera que argumentar contra su esposa, pero eso no sería bien visto. Solo traería complicaciones y conspiraciones que no le convenían al reino y mucho menos en una situación tan tensa como la que se vivía aquellos días ante una guerra inminente. Sakura estaba muy lejos de ser una princesa, pero su hermano mayor no se cansaba de decirle que actuaba como una, siempre anteponiendo las necesidades de su reino a sus deseos y necesidades propias.
El príncipe Touya era el único que sabía todo. Él mejor que nadie sabía lo que su madre le hacía a Sakura, y, aunque fuera difícil de creer, era él quien la mantenía a "raya" y eso la hacía sudar frío… porque si su hermano mayor estaba controlando a su madre para que no le hiciera cosas peores, no podía imaginar cuan maquiavélica podría llegar a ser esa mujer si se le daba rienda suelta.
Suspirando por enésima vez en lo que iba de mañana, Sakura volvió a entrar en la cocina, siendo abordada con rapidez por Tomoyo. La joven la arrastró hasta llegar a una esquina y la miró inquieta.
—¿Qué te ha dicho la bruja?
—En realidad, no ha sido la señora Izumi —dijo—. La reina ha emitido una orden para mí.
—¿La bruja mayor? —preguntó indignada—. ¿Y qué orden es esa? Si se puede saber.
Sakura mordió su labio, indecisa, no porque no quisiera contarle a su amiga, sino porque temía su reacción. Tomoyo Daidoji era en extremo sobreprotectora con ella y estaba segura que, al enterarse de tal dictamen, ardería en furia.
—Te lo diré… pero no te molestes —dijo y su amiga frunció el ceño—. Me ha puesto al servicio del príncipe Li…
—Maldita bruja… —dijo, mordiendo sus palabras para que nadie la escuchara—. Lo está haciendo para que ese hombre te haga la vida miserable.
—Lo sé —dijo Sakura soltando un bufido y desvió su mirada de la azulada penetrante de Tomoyo—. Pero no tengo alternativa.
—Yo te ayudare —dijo, tomando sus manos—. No te dejare sola con semejante bestia.
—Ni siquiera sabemos si los rumores son reales.
—Cariño, cuando el río suena, es porque piedras trae. Recuérdalo.
Tomoyo palmeó su hombro con cariño cuando la señora Izumi volvió a aparecer en la cocina, emitiendo más disposiciones. Ambas corrieron para ponerse manos a la obra, pero fueron detenidas por su potente voz.
—¡Ustedes dos tendrán otra tarea! —vociferó—. Irán al ala oeste, al segundo piso y constataran que los aposentos del príncipe están listos para él ¡Nos queda poco tiempo! ¡Vayan!
Ambas asintieron y salieron disparadas. El camino al lado oeste del palacio era largo, pero ellas conocían muy bien los diferentes atajos que podían tomar para llegar en el menor tiempo posible. Generalmente, el segundo piso de esa ala estaba reservado para recibir a las eminentes visitas que podían llegar al palacio, por eso, no les extrañó que los aposentos dispuestos para recibir al príncipe Li fueran precisamente esos.
Al llegar, encontraron a un par de guardias en una de las puertas, estaban custodiando la entrada para que absolutamente nadie alterara el lugar. Sakura los conocía, pues siempre iban a la cocina cuando ella estaba cocinando allí y servicialmente les daba de comer. Les explicó que la señora Izumi las había enviado a revisar la habitación y ellos, amablemente, les dieron paso.
No era la primera vez que Sakura visitaba aquella habitación, pues siempre era una de las designadas para mantenerla limpia. Entre ella y Tomoyo revisaron cada rincón de la amplia sala y luego se dirigieron al vestíbulo. Todo estaba correctamente ordenado.
—Solo nos falta la habitación principal y el baño —dijo Sakura.
—Ve tú a la habitación, yo me encargo de revisar el baño.
Así lo hicieron. Sakura abrió las puertas de la extensa habitación donde el príncipe descansaría durante las noches y revisó minuciosamente. Todo estaba en orden, pero, a su parecer, la habitación se veía demasiado neutra. Avisó a Tomoyo que saldría un momento y corrió con todo lo que sus pies le daban hasta su hermoso invernadero.
Ese pequeño lugar era su sitio sagrado. Un lugar que su padre había dispuesto especialmente para ella y la que reina no podía dañar, ya que el rey también amaba aquel santuario.
Había cultivado varios tipos de flores y era un hermoso espectáculo digno de apreciar. Sakura escogió varias Marilionas, unas hermosas flores doradas de las cuales emanaba un dulce y agradable aroma durante las noches, haciendo que cualquier persona tuviera una buena y relajante noche de sueño.
Volvió sobre sus pasos, con flores en mano, y cuando llegó a la habitación, las colocó en un florero que estaba ubicado en una mesa cercana a la ventana.
—¿Quieres drogar al príncipe? —preguntó su amiga, con una sonrisa traviesa en el rostro y ella rio.
—¡No! Solo quiero que esté lo suficientemente relajado para que pueda dormir y no tenga humor de perros en las mañanas.
—Bueno, con ese toque tan especial, ya terminamos.
Cerraron todas las ventanas y puertas, asegurándose con un vistazo rápido que todo estaba en su sitio. Al salir, les indicaron a los guardias que no dejaran entrar a nadie porque todo estaba perfectamente preparado para recibir a su alteza.
Mucho más relajadas, Sakura y Tomoyo fueron caminando por los largos pasillos del palacio, hablando de cualquier tontería que las hiciera reír, hasta que vieron a Chiharu corriendo hacia ellas.
—¡Ya viene! ¡Ya viene! —gritó.
Sin detenerse, la joven las tomó de las manos y las arrastró con ella. Corrieron a toda velocidad, mientras atravesaban el extenso jardín central del palacio, hasta llegar a un sitio donde se podía observar perfectamente la entrada principal.
Las tres jóvenes se escondieron detrás de unos arbustos y esperaron.
—¿Estás segura que ya está cerca? —preguntó Tomoyo, levantando una de sus cejas, incrédula.
—¡Han visto la comitiva en la ciudad! —dijo con emoción—. Un montón de guardias custodian el carruaje.
Sakura negó con una sonrisa. Aun no sabía de donde sacaba toda aquella información su amiga, pero si ella lo decía, era cierto, y no tuvo que esperar mucho para confirmarlo porque en ese instante, el séquito del príncipe Li hacía acto de presencia.
Era impresionante la cantidad de guardias que comprendían aquel grupo, eso mostraba cuán importante era la persona que custodiaban. El hermoso carruaje principal se detuvo en la entrada y los guardias que venían a caballo, lo rodearon, dejando libre solamente el espacio por donde saldría aquella persona que… debía admitir, despertaba su curiosidad.
Todos estaban allí. Su padre, la reina, sus hermanos y algunos miembros de la corte, aquellos a los que, seguramente, les dio tiempo avisarles.
La puerta del carruaje se abrió y retuvo el aire inconscientemente. Un hombre de largos cabellos plateados bajó de él, pero no llevaba ninguna máscara. Suspiró decepcionada porque realmente había esperado ver al príncipe enmascarado. No se trataba de creer o no en los rumores, se trataba del misterio que rodeaba a aquel hombre del cual todos hablaban, y si había algo que caracterizaba a Sakura, eso era su curiosidad.
El hombre miró a los alrededores, sin moverse de su sitio. Era como si estuviera examinando todo el perímetro, asegurándose de que era seguro. Entonces, sus esperanzas volvieron al entender que ese sujeto no era el príncipe, más bien, parecía un militar por la armadura que llevaba.
—¡Dios! Si todos los hombres de Myridia son así, me mudaré ¡Lo juro! —dijo Tomoyo y Sakura tuvo que tapar su boca para no soltar una risotada que las pondría en evidencia.
Cuando el sujeto estuvo seguro del lugar, se hizo a un lado y enseguida, otra persona bajó del carruaje, pero ese tampoco llevaba una máscara. La desilusión volvió a invadirla al ver a un hombre de cabellos negros descender con una gracia digna de un cisne. El joven dio unos cuantos pasos hacia adelante y con elegancia, hizo una reverencia hacia la familia real de Lyriamir, pero ninguno de ellos respondió la reverencia… entonces comprendió que ese hombre tampoco era el príncipe que estaba esperando ver.
—Olvida lo que dije… me quedo con este ¡Definitivamente es mi hombre soñado! —dijo Tomoyo con mirada brillante y tuvo que retener otra vez su carcajada.
Volvió a mirar hacia el carruaje. Pasaron varios segundos sin que nadie más bajara y estaba comenzando a desilusionarse, cuando otra persona comenzó a salir.
—Oh por… Dios…
No sabía si había sido ella la que había hablado o alguna de sus amigas, pero luego de eso, Sakura se quedó sin palabras. El hombre que salió del carruaje, descendió con elegancia y soltura. A diferencia de los dos anteriores, llevaba ropas oscuras que estaban llenas de adornos dorados, indicando su alta jerarquía. Toda su aura era majestuosa y al estar en pie delante del carruaje, notó que mínimo podría sacarle una cabeza entera debido a su estatura. Era un hombre completamente imponente, fuerte y…
—La… máscara.
El príncipe levantó su cara y entonces, dejó ver la máscara que tapaba la mitad de su rostro, como lo había dicho Chiharu. Lo único que podía detallar debido a la lejanía, era que aquella mascara era dorada.
A diferencia de varios príncipes que había visto con anterioridad, incluido su propio hermano, aquel príncipe llevaba su cabello corto, dejando a la vista su cuello. Era la primera vez que veía algo así y para su padre y su hermano, debía ser igual debido a las expresiones en sus caras. El cabello rebelde color chocolate caía libre por su cabeza y tapaba parte de la máscara en su frente. Los pies de Sakura picaban de desesperación por acercarse un poco más para poder detallar aquella máscara, pero eso era muy riesgoso y se obligó a permanecer quieta.
—Les dije que era real.
—Si lleva la máscara…
Sakura solo asintió ante las afirmaciones de sus amigas, pues su voz se había perdido debido a la impresión que había causado en ella aquel hombre tan enigmático.
El joven príncipe caminó hasta situarse en frente de la familia real y repitió la misma acción que su compañero había ejecutado. Esta vez, la familia real correspondió su reverencia, reconociendo su estatus real.
Las jóvenes estaban demasiado lejos para escuchar algo de la conversación, pero era obvio que le estaban dando la bienvenida.
—Me encantaría saber qué mentira le estarán diciendo —dijo Tomoyo bufando.
Sakura iba a argumentar, después de todo, era su padre de quien hablaba, pero en ese instante sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Giró su cabeza con lentitud hacia el frente y entonces notó la mirada disimulada del príncipe sobre ellas. A los ojos de los demás, podría estar simplemente observando los alrededores mientras escuchaba el discurso del rey, pero no, ella sabía que aquel hombre estaba mirándola fijamente desde la distancia.
Ni el color, ni la forma de aquellos ojos eran visibles para ella debido a la lejanía y la máscara que cubría la mitad de su rostro, pero, aun así, Sakura podía describir lo que aquella absorbente mirada le causaba. Era como si una llamarada abrasante la atravesara entera y le causara un inmenso y tortuoso calor. Aquel hombre, aquellos ojos que no podía apreciar con claridad... causaban en ella sensaciones que jamás había sentido ¡Dioses! ¡Y el hombre estaba lejos de ella! Sakura soltó el aire que quemaba sus pulmones en un suspiro y pensó que estaba en problemas, porque no se imaginaba cómo sería su encuentro con esos penetrantes ojos cuando estuvieran frente a frente.
Hola, hola :D Nueva historia chicos! Ahora que he terminado con mis historias antiguas, ya era hora de comenzar con un nuevo proyecto. Quería publicar el que les había hablado en diciembre que me obligó a mejorar mi escritura, pero todavía no visualizo el final y parece que será una historia muy larga… la estoy escribiendo poco a poco y apenas logre avanzar algo, publicaré :D
En cuanto a esta historia, surgió de un pequeño cuento que cree para mi hija y luego pensé ¿Por qué no adaptarlo a un fic? ¡Y aquí esta! Espero que este primer capítulo los haya atrapado, porque desde que la idea se filtró en mi cabeza no he podido dejar de pensar en ella y cuando me senté a escribir ¡Simplemente no pude parar!
Espero sus opiniones acerca de este primer capi, sé que es corto, pero lo suficientemente intrigante para dejarlos pendientes del siguiente capi… o eso creo haha. Nos leemos en el siguiente.
Otra cosita, espero que la frecuencia de publicación sea semanal.
Un beso para todos ;)
