Disclaimer: Hetalia no me pertenece, es de Hidekaz Himaruya.

Alerta: Esto es un AU, contiene violaciones, pedofilia, y acoso. Se recomienda discreción.

Personajes: (Alfred F. Jones), Inglaterra (Arthur Kirkland),España (Antonio F. Carriedo), Italia del norte (Lovino Vargas)…

Manhattan, Estados Unidos, 02 de diciembre de 2015

En un pequeño restaurante urbano un chico sorbía ruidosamente su bebida, molestando inconscientemente a un hombre en la mesa de al lado. En cuestión de segundos esa persona se levantó furiosa de la mesa, llamándole la atención al chico. El desinterés que el joven mostraba lo saco más de quicio, provocando que le arrebatara el vaso y lo lanzara al zafacón.

-Mocoso me tienes cansado con tu maldito sorbeto. Acaso no te enseñaron educación en casa.

-¿Qué te pasa? Quién te crees que… ¿Arthur Kirkland?

Ambos se miraron curiosos, uno se preguntaba por qué ese mocoso sabía su nombre, mientras el otro miraba a su antiguo tutor de literatura. Una empleada se acercaba a pedirles que se comportaran. El inglés avergonzado se disculpó y se sentó frente al chico.

-¿Cómo sabes mi nombre? Dudo que estés en la universidad.

-Oh, éramos vecinos hace muchos años, en serio no me recuerdas- pregunto el joven, con una sonrisa infantil en los labios, movía los dedos sobre la mesa, como si estuviera nervioso- me dabas tutoría de literatura.

-No recuerdo eso en lo mínimo.

-¿De verdad? Pero, fueron muchos meses, y me cuidabas junto a mi gemelo.

-Mira chico, no sé de qué me hablas, le di tutoría a muchos niños durante el tiempo que curse secundaria.

-Pero, no los besaste a todos ellos, ¿o sí?

El rostro del hombre palideció unos momentos y halo de la oreja al chico.

-Baja la voz- miro a todos lados, esperando que nadie hubiese escuchado, luego lo encaro- no puedes ser tú, pareces un mastodonte de como eras antes, Jones.

Era cierto, desde que lo vio sintió una familiaridad, pero era imposible que fuera el, era imposible hasta esa confesión, entonces el ambiente se tornó pesado para el inglés. Sentía vergüenza de sí por haber cometido un acto tan descarado como manosear y besar a un niño de 8 años, renuncio a darle tutorías antes de que las cosas empeoraran. No quería ser un pedófilo, pero lo era.

-¡Hurra! Por fin me recuerdas. Te fuiste Arthie, por muchos años, pensé que no te volvería a ver, no sabes cuánto te extrañe, hasta pague 12 dólares por una soda, ya sabes para parecer casual, y eso es mucho dinero, en McDonald's son solo 5.44 por la extra grande- dijo mientras hacia un puchero.

-¿Cómo sabias que estaría aquí?- pregunto curioso, en los últimos diez años no había sentido tantas emociones juntas, ni siquiera con su ex pareja François. Quería huir de ese lugar, pero lo único que hacía era mirar esos ojos azules- E intenta hablar más lento, parece que dices un trabalenguas.

-Te acose.

-Estas de joda- dijo riéndose- dime la verdad, Jones.

-Es cierto- frunció el ceño- trabajas como profesor en NYU, tu ID es F100000 4567 8, tienes un gato llamado Buttercup, te gustan los clásicos, sales a las 5 a.m. a correr, regresas a las 6 con unas compras cada miércoles, te gusta el té negro, trabajas de 8 de la mañana hasta las 9 de la noche, vienes 3 veces por semana a este restaurante a las doce del mediodía, puntual, has publicado 5 libros, tu primera pareja murió de un ataque al corazón- el inglés le cerro la boca con la mano, un poco asustado.

-Sabes que el acoso es ilegal, ¿cierto?

-Yo, solo quería verte de nuevo- dijo en voz baja, como un susurro mientras bajaba la cabeza- Sé que no usas ninguna red social desde el 2012, buscarte al principio fue muy difícil para mí aun cuando no sabía nada de programación.

-Deberías irte, lo que paso tenlo como un mal recuerdo, bórralo de tu mente si deseas, pero no vuelvas a seguirme o te denunciare a la policía- Dijo el inglés no muy seguro en sus palabras.

Entonces se levantó del asiento, tomo su maletín y salió del establecimiento. El chico lo miro irse a través del gran ventanal. Una sonrisa surco su rostro lentamente, lo que Arthur ignoraba era que Alfred no seguía siendo el mismo niño dulce e ingenuo que fue durante su infancia. Lo sabía todo acerca de él, desde que se graduó, su regresó a Inglaterra, su vida profesional y sobre todo la personal. El estadounidense lo acoso a un nivel enfermizo, tanto que conocía desde la dirección de su casa hasta la clave de acceso de sus cuentas bancarias.

-Nos volveremos a ver, Arthie- Aseguro como si de una infantil venganza se tratase.

Brooklyn, Estados Unidos, 02 de diciembre de 2015

La tarde dio paso a la noche, junto con la baja temperatura. Arthur junto sus manos y exhalo sobre estas, intentando darles algo de calor. Había olvidado sus guantes sobre el escritorio, no tenía en planes regresar por ellos, era un viaje ajetreado a esas horas por un viejo par de guantes.

Sus clases fueron poco estresantes, a pesar de estar a un paso de los finales, era la paz antes de la tormenta. Aunque la tormenta estaba allí, presente, en su memoria de corto plazo, con nombre y apellido. Esperaba olvidar el incidente con el Jones, pero tenía el presentimiento de que algo sucedería. No sabía que era, una extraña clase de nerviosismo atravesó su cuerpo. Inquietándole. Camino una cuadra más para llegar al portal del edificio donde vive, abrió la puerta y subió al cuarto piso. Camino por el poco iluminado pasillo para entonces parar en seco, la puerta de su departamento estaba ligeramente abierta. Encabronado de que fuera algún ladrón, agarro con las dos manos su maletín, pensaba pegarle con eso hasta dejarle sin conocimiento.

Abrió la puerta de forma sigilosa, miro en la oscuridad la pequeña cocina, nada fuera de lo común, su habitación estaba justo como la dejo. El gato maullaba por comida, entonces decidió caminar hacia el baño, la claridad de la ciudad entraba por la ventana. La casa estaba vacía, o es pensó. Una risotada surgió de la sala de estar. El sudor por los nervios bajo por su frente y cuello, la risa era familiar. Tomo su encendedor del bolsillo conjunto con el ambientador al lado del inodoro. Iba a quemar vivo a ese maldito. Salió a paso lento haciendo crujir la madera, demonios ya sabe que estoy aquí, pensó.

Sorpresa fue encontrar al mismo joven de hace unas horas sentado en su sofá.

-Por las barbas de Merlín, Jones, ¿Qué haces en mi casa? Espera, no respondas, la verdadera pregunta es cómo sabes que vivo aquí. Contesta antes que llame a la policía.

El inglés bajo los brazos, estaba a punto de quemar vivo a un niñato, en que pensaba, quemar a alguien, quizás incendiaria todo el edificio por ese pensamiento irracional.

-Me dejaste solo en el restaurante, Arthie, eso estuvo mal, pensé que eras más educado por ser inglés, pero estuve equivocado. Sabes, venia solo a recibir mi bienvenida. Entre en NYU, solo por ti- dejo caer una carta abierta sobre la mesa de café.

-De verdad que estas mal. Sal de mi casa antes de que te metas en más problemas.

-Arthur, hubiera entrado a MIT, a Harvard, pero entre a esa porquería de universidad solo por ti. No entiendes, hahahaha- rio nerviosamente- Yo quiero ser tu héroe y lo único que haces es rechazarme. Frisare tus cuentas bancarias si no me das lo que quiero.

-Eso es absurdo Jones, ve a casa, has de estar un poco desequilibrado emocionalmente- se burló, luego intento volver a su postura inicial- Necesitas ir urgentes a un psicólogo. Intentare contactar a tus padres.

Se acercó, intentando calmar al impulsivo chico, que de la nada tenía un arma blanca en sus manos.

-Cálmate, Alfred- Dijo más asustado por él que por sí.

-Tú me usaste, entonces te fuiste- soltó con la voz quebrada intentando no llorar- me tocaste por todas partes y me besaste, ¿Es violación si me gusto, aun siendo un niño? ¿Huiste por esa misma razón? ¿No podríamos estar juntos como siempre quise?

Estaba en ese aprieto por andar de idiota cuando joven, le lleva diez años a ese niño, es un abuso, y aun a sabiendas lo hizo, aunque de cierto modo no se arrepentía. Le gustaba ese niño alegre, chillón e insoportable. Se acercó, paso a paso al chico que parecía absorto en sus pensamientos, para abrazarlo.

Alfred respondió rápido al abrazo sonriendo entre una que otra lagrima bajaban por sus mejillas. Desde el día en que se fue callo sus miedos, muchas cosas pasaron por su cabeza. Tenía la enorme necesidad de encontrarlo, por lo tanto debía seguir igual a los ojos de todo el mundo; Su familia, sus amigos… Sin embargo, por dentro comprendía, de alguna forma u otra, que todo estaba mal, pero que sin Arthur estaba muerto por dentro. Lo busco por años, lo rastreo por cielo, mar y tierra hasta que dio con él en el 2012, y ahora que era un excelente hacker, con unos pocos códigos logro acceder a todo dato que aparecía sobre el inglés, esta vez seria definitivo, ahora que lo tenía entre sus brazos no lo dejaría escapar.