Bueno, primero que nada quiero decir que este fanfic es una adaptación de una novela que leí y me encanto, y pense que encajaba perfecto con los personajes de Bleach. Tuve que ajustar algunas partes y cambiar dialogos enteros para que la historia encajara con los personajes, espero y les guste mi trabajo :D

ESTA ES UNA ADAPTACIÓN DE UNA NOVELA, POR LO CUAL, NI LOS PERSONAJES NI LA HISTORIA ME PERTENECEN. Historia sin fines de lucro, solo busca entretener.

¡Disfruten el capitulo!


Capitulo 1

Esto se estaba poniendo feo.

Una vez más, Neliel y Orihime estaban haciendo completamente el ridículo, moviendo el culo como bailarinas de un vídeo de rap. Pero supongo que los chicos comen mierda, ¿no? Sinceramente, podía sentir mi dignidad cayendo mientras me preguntaba, por enésima vez esa noche, ¿por qué había dejado que me arrastraran de nuevo aquí?

Cada vez que venimos a Nest, pasa lo mismo. Neliel y Orihime bailan, coquetean, atraen la atención de todos los varones a la vista, y… finalmente, son llevadas fuera de la fiesta por su mejor amiga protectora —yo— antes de que cualquiera de los perros con tentáculos puedan aprovecharse de ellas.

Pero mientras llega ese gran momento, yo me siento en el bar toda la noche hablando con Kaien, el camarero treintañero, sobre "los problemas con los chicos de estos días".

Pensé que Kaien se ofendería cuando le dije que uno de los mayores problemas era este maldito lugar: NEST. El cual solía ser un bar real, pero desde hace tres años se ha convertido en un salón para adolescentes calientes. En la barra ahí botellas de alcohol, vino y whiskey, pero Kaien solo sirve refrescos mientras los demás bailan y escuchan música en vivo. Odio este lugar por la simple razón de lo que les hace a los chicos de mi generación, incluyendo a mis amigas, todos aquí actúan como idiotas. La mitad de los alumnos del Instituto Hamilton se presenta los fines de semana, y nadie abandona el club con su dignidad intacta.

Quiero decir, en serio ¿Dónde está la diversión en todo esto? ¿Por qué siempre bailan la música electro semana tras semana? ¡Claro! Tal vez todos discuten sobre arte, política o filosofía, mientras mueven el culo al ritmo de Bum ban dump.

Ugh. Sí, claro.

Neliel se dejó caer en el taburete junto al mío.

—Deberías venir a bailar con nosotras, conejita —dijo ella, sin aliento por su botín de agitación del baile—. Es muy divertido.

—Claro que lo es —murmuré.

—¡Oh Dios mío —Orihime se sentó en mi otro lado, su cola de caballo rubio-naranja rebotaba contra sus hombros—. ¿Vieron eso? ¿Lo vieron? ¡Ulquiorra se me quedó viendo fijamente! ¿Han visto eso? ¡Oh mi Dios!

Neliel puso los ojos en blanco.

— Te pregunto dónde te habías comprado los zapatos, Inoue. Es totalmente gay.

—Es demasiado guapo para ser gay.

Neliel la ignoró, pasándose los dedos por detrás de las orejas, como si tuviera trenzas invisibles. Era un habito de antes de que se cortara el pelo en su actual corte largo color verde pistache.

—Conejita, deberías bailar con nosotras. Te hemos traído aquí para poder pasar el rato contigo, no es que Kaien no sea divertido —Ella le guiño el ojo al camarero, probablemente con la esperanza de conseguir refrescos gratis—, pero somos tus amigas. Deberías venir a bailar. ¿No debería, Orihime?

—Totalmente —coincidió Orihime, mirando a Ulquiorra, que estaba sentado en el otro extremo del salón. Hizo una pausa y se volvió hacia nosotras—. Espera. ¿Qué? No estaba escuchando.

—Te ves muy aburrida aquí, conejita. Quiero que te diviertas también.

—Estoy bien—, mentí—. La estoy pasando muy bien. Saben que no puedo bailar, me cruzaría en su camino. Vayan a… vivir la vida o lo que sea. Voy a estar bien.

Neliel entrecerró los ojos color avellana.

—¿Estás segura? —preguntó.

—Afirmativo.

Frunció el ceño, pero después de un segundo se encogió de hombros y tomo a Orihime de la muñeca, tirando de ella hacia el baile.

—¡Santa mierda! —exclamó Orihime— Reduce la velocidad, Neliel. ¡Me vas arrancar el brazo! —Entonces se abrieron paso alegremente hacia la mitad de la pista, ya sincronizando las caderas con la pulsante música tecno.

—¿Por qué no les dices que estas triste? —Pregunto Kaien, empujando un vaso de cola sabor cereza hacía mí.

—No estoy triste.

—No eres una buena mentirosa tampoco —respondió antes de que un grupo de estudiantes de primer año comenzaran a gritar por bebidas en el otro extremo de la barra.

Le di un sorbo a mi cola de cereza, mirando el reloj encima de la barra. El segundero parecía estar congelado, y yo rezaba por que la maldita cosa se hubiera roto o algo así.

No les pediría a Neliel y Orihime irnos hasta las once. Algo antes y sería la aguafiestas. Sin embargo, según el reloj ni siquiera eran las nueve, y ya podía sentir que me estaba dando una migraña por la música tecno, que solo empeoraba con la luz estroboscópica.

Muévete maldito segundero, ¡Muévete!.

—Hola.

Giré los ojos y me volví para mirar al intruso no deseado. Esto pasaba de vez en cuando: algún chico, por lo general borracho o con un grado de olor corporal informal, toma un asiento a mi lado y hace un intento a medias de una pequeña charla. Es evidente que estas personas no han heredado el gen atento, porque la expresión en mi cara siempre es muy, MUY obvia, de que no estoy de humor para hablar con nadie.

Sorprendentemente, el chico que había tomado el asiento a mi lado no olía a marihuana o axilas. De hecho, podría haber sido colonia lo que olía en el aire. Pero mi disgusto sólo aumentó cuando me di cuenta de a quién pertenecía esa colonia. Habría preferido a un borracho desnudo.

Ichigo. Mierda.

—¿Qué quieres? —Exigí, ni siquiera me tome la molestia de ser educada.

—¿No eres del tipo amigable? —Ichigo preguntó con sarcasmo— Yo solo quiero hablar contigo.

—Bueno, pues que mala suerte, no hablo con la gente esta noche.

Sorbí de mi bebida con fuerza, esperando que captara la indirecta no muy discreta de marcharse. No hubo suerte. Podía sentir sus ojos color miel arrastrándose sobre mí. Ni siquiera podía fingir mirarme a los ojos, ¿podía? ¡Uff!

—Vamos —, Ichigo bromeó— No hay necesidad de ser tan fría —paso una mano por sus naranjas cabellos y luego acerco su asiento al mío.

—Déjame en paz —susurre con los dientes apretados—. Ve a probar tu acto de encanto con alguna otra fulana con baja autoestima, porque yo no me lo estoy tragando.

—Te equivocas, yo no estoy interesado en fulanas. Eso no es lo mío.

Solté un bufido.

—Cualquier chica que te mire o te de la hora del día, definitivamente es una fulana. Ichigo. Nadie con un buen gusto, clase o dignidad, realmente te encuentra atractivo.

Muy bien. Eso fue una pequeña mentira.

Ichigo Kurosaki era el más repugnante mujeriego playboy, el más oscuro del peldaño del Instituto Hamilton… pero un poco caliente. Tal vez si pudiera coserle la boca… y quemarlo vivo… tal vez —solo tal vez— sería tolerable entonces. De lo contrario, era una verdadera pieza de mierda. Mierda de perro con tentáculos.

—Y supongo, ¿Qué tú tienes gusto, clase y dignidad? —preguntó, sonriendo.

—Si, los tengo.

—Eso es una pena.

—¿Es este tu intento de coqueteo? —le pregunté—. Si es así, has fracasado. Épicamente.

Se hecho a reír.

—Nunca falló en el coqueteo —anunció, para después volver a pasarse la mano por el pelo anaranjado, llamativo, y ajusto una sonrisa torcida, un poco arrogante— Solo estoy siendo amable. Trato de mantener una conversación agradable. Pero me lo estas complicando todo.

—Lo siento. No me interesa —Me di la vuelta y tomé otro trago de mi cola de cereza. Pero él no se movió ni siquiera una pulgada—. Te puedes ir ahora —le dije con fuerza.

Ichigo suspiro.

—Muy bien. Estas siendo muy poco cooperativa. Así que supongo que voy a ser honesto contigo. Necesito que me ayudes en algo: eres más inteligente y más obstinada que la mayoría de las chicas con las que hablo, pero estoy aquí por más que una conversación ingeniosa —Miro hacia la pista de baile—. Realmente necesito tu ayuda. Ya ves, tus amigas están calientes. Y tú, querida, eres la Duff.

(N/A: En español se traduciría con las iniciales de AFDA, el significado viene más adelante).

—¿Eso es una palabra?

—Significa: Amiga Fea Del Alma.

—¡Yo no soy la…!

—Oye, no te pongas a la defensiva. No es que estés tan fea, pero en comparación de… —él se encogió de hombros— Piensa en ello. ¿Por qué te traen aquí si no bailas? —Tuvo el descaro a llegar a más y me dio una palmadita en la rodilla, como si estuviera tratando de consolarme. Me aparte de el, y sus dedos se movieron sin problemas para acomodarse el cuello de la camisa.

—Mira —continuo—. Tienes amigas calientes, realmente amigas calientes —Hizo una pausa, observando la acción en la pista de baile por un momento, antes de enfrentarse a mi otra vez—. El punto es que los científicos han demostrado que en cada grupo de amigos, hay un o una Duff. Y las chicas responden bien a los chicos que se asocian a sus Duffs.

—¿Los drogadictos ahora pueden llamarse científicos? Eso es nuevo para mí.

El sonrió.

—Lo que estoy diciendo es que a las chicas, como tus amigas, les resulta atractivo cuando un chico muestra una cierta empatía y socializa con la Duff del grupo. Así que hablando contigo en este momento estoy duplicando mis probabilidades de echar un polvo esta noche. Por favor ayúdame aquí, y solo pretende disfrutar de la conversación.

Lo mire fijamente, atónita, quede en completo shock durante unos segundos. ¿La belleza realmente significa algo como esto? Ichigo Kurosaki puede tener el cuerpo de un dios griego, genéticamente perfecto y delgado, pero su alma es tan negra y vacía como el interior de mi armario. ¡Que hijo de puta!

Con un movimiento rápido me puse de pie y le derrame mi bebida encima. La cola de cereza se deslizo por todo su cuerpo, salpicando su cara camiseta polo negra y su estúpido cabello.

Las gotas del líquido rojo oscuro brillaban en su cuerpo mientras su rostro me miraba con ira, y su cincelada mandíbula rechinaba ferozmente, casi gruñéndome como un animal.

—¿Qué ha sido eso? —Dijo intentando controlarse mientras se limpiaba la cara con el dorso del brazo.

—¿¡Que crees que ha sido!? —grité, con los puños cerrados a mis costados.

—Honestamente, Duffy, no tengo ni la más remota idea.

Llamas enfadadas ardían en mis mejillas y mis ojos brillaban como dos enormes reflectores de luz.

—Si crees que voy a dejar a una de mis amigas salir de aquí contigo, Kurosaki, está muy, MUY mal —deje la lata en la barra y me puse de pie—. Eres un desagradable, superficial, mujeriego, y espero que las manchas de tu camisa sean de tu gusto — justo antes de que me marcara miré por encima de mi hombro y añadí: —Y mi nombre no es Duffy. Es Rukia Kuchiki. Somos vecinos desde hace un año, y te odio idiota.

Nunca pensé que diría esto, pero gracias a Dios que la maldita música estaba muy fuerte. Nadie más que Kaien, y unos pocos chismosos disfrutaron del episodio. Tuve que abrirme camino a través de la pista de baile llena para encontrar a mis amigas. Cuando las localice, agarre a Neliel y Orihime por los codos y tiré de ellas hacia la salida.

—¡Hey! —protestó Orihime.

—¿Qué va mal? —Neliel preguntó.

—Vamos a salir de aquí pero ya —dije, tirando de sus cuerpos reacios detrás de mí—. Se los explicare en el auto. No puedo soportar un segundo más en este infierno.

—¿Le puedo decir adiós a Ulquiorra primero? —Orihime gimió, tratando de aflojar mi apretón de su brazo.

—Orihime. ¡El es GAY! No tienes oportunidad, así que déjalo ya. Tengo que salir de aquí, por favor.

Llegamos al estacionamiento, donde el aire helado de Enero golpeó nuestra carne desnuda de la cara. Nos dirigimos a mi coche, acurrucadas, separándonos solo cuando llegamos al parachoques delantero. Hice clic en el botón de desbloqueo de mi llavero para que pudiéramos entrar a la cabina.

Neliel se acurrucó en el asiento delantero y dijo, a través de su castañeteo de dientes:

—¿Por qué nos estamos yendo tan temprano? Conejita, son solo… como… las nueve y cuarto.

Orihime tenía mala cara en el asiento trasero con una manta antigua envuelta a su alrededor como capullo. Mi calefacción de mierda rara vez funciona, así que dejo un alijo de mantas en el suelo.

—Discutí con alguien —les expliqué golpeando mi frente contra el volante—. Le tire mi bebida, y no quería quedarme por su respuesta.

—¿Con quién? —preguntó Neliel.

Había estado temiendo esa pregunta, porque sabía la reacción que conseguiría.

—Con Ichigo Kurosaki.

Dos suspiros femeninos siguieron mi respuesta.

—Oh, vamos —me quejé yo—. El chico es un puto. No puedo soportarlo. Duerme con todo lo que se mueve, y su cerebro se encuentra en sus pantalones, lo que significa que es un microscopio.

—Eso lo pongo en duda —dijo Neliel con otro suspiro— Dios, conejita. Sólo tú puedes encontrar un defecto en Ichigo Kurosaki.

La fulminé con la mirada cuando giré la cabeza hacia la parte de atrás del estacionamiento.

—Es un idiota.

—Eso no es cierto —intervino Orihime—Lisa dijo que hablo con ella en una fiesta reciente. Ella estaba con Mashiro y Riruka, y dijo que sólo se acercó y se sentó a su lado. Él fue muy amable.

Eso tenía sentido. Lisa Yadomaru, era sin duda la Duff si estaba con Riruka y Mashiro. Me pregunto, ¿cuál de ellas estaría con Ichigo esa noche?

—Es encantador —dijo Neliel— No eres más que la pequeña miss eufórica, como de costumbre —ella me dio una cálida sonrisa desde el otro lado de la cabina—. Pero, ¿Qué demonios te hizo para que llegaras a lanzarle tu bebida? ¿Te hizo algo, conejita?

—No —mentí—. No es nada. Solo me molestó.

Duff.

La palabra rebotaba en mi mente mientras aceleré por la 5ta calle. No me atreví a decirles a mis amigas acerca del nuevo y maravilloso insulto que acababa de ser añadido a mi lista de vocabulario, pero cuando me miré en el espejo retrovisor, la afirmación de Ichigo de que era poco atractiva, la indeseable etiqueta parecía estarse confirmando.

Orihime es una figura perfecta de reloj de arena, cálida y con acogedores ojos azules. Neliel tiene el cutis perfecto y las piernas de una milla de largo.

No podía compararme con cualquiera de ellas.

—Bueno, yo digo que vayamos a otra fiesta ya que es muy temprano —sugirió Neliel—. Me enteré de una en Oak Hill. Algunos chicos de la universidad están en casa para las vacaciones de navidad y decidieron tener un reventón grande. Riruka me lo dijo ayer. ¿Quieren ir?

—Si —Orihime se enderezó debajo de la manta— ¡Totalmente deberíamos ir! En las fiestas universitarias hay chicos universitarios lindos. ¿No sería divertido ir, Rukia?

Suspiré. —No. En realidad no.

—Oh, vamos —Neliel me alcanzo el brazo y lo apretó—. Esta vez no bailaremos, ¿de acuerdo? Y Orihime y yo nos comprometemos a mantener a todos los chicos lejos de ti, puesto que es evidente que los odias.

Ella sonrió, tratando de empujarme de nuevo a un buen estado de ánimo.

—No odio a los chicos calientes —le dije—. Solo a uno —después de un momento, suspiré y volví a la carretera en dirección a la línea del condado—. Muy bien, vamos a ir. Pero me compraran un helado después. Uno enorme.

—Trato hecho —aceptaron las dos.