Joey caminaba con aires distraídos por la acera, llevaba la vista al suelo y ambas manos en los bolsillos, tratando de calmar sus nervios antes de seguir avanzando hacia su destino. Cuando llegó a la cuadra que buscaba comenzó a caminar más lento, arrastrando los pies, tratando así de retrasar su llegada al lugar, aunque no logró retrasarlo tanto como hubiera querido; se detuvo frente al Egoísta Elegante antes de suspirar, estaba nervioso, aunque no estaba seguro de por qué sentía tanto nerviosismo, después de todo, sólo iba a ofrecer una tonta disculpa.

Y sabía perfectamente que debía hacerlo puesto que el idiota había sido él al comportarse de aquella forma tan infantil. Después de todo, ¿cómo mas debía comportarse? Cuando ella, cuando Mai Valentine, le había preguntado si la consideraba su amiga.

Poco a poco se habían ido retirando, primero Tea, que debía ir a casa temprano para hacer los deberes. Antes de irse agradeció a Mai por recibirlos en su bar y aseguró que volvería pronto, después de decir a los tricolores que ir al bar a celebrar el cumpleaños de Atem con amigos era mejor idea que la fiesta de gala dada el día anterior. Luego se fue Duke, con la esperanza de espantar moscas (a Joey y Tristán para que Atem y Yugi se quedaran a solas) y consiguiendo exactamente lo contrario. Atem se ofreció a llevarlo a sabiendas de que no había llevado su auto, y terminaron llevándose también a Yugi. Bueno, al menos pasarían un rato a solas en el auto. Al final sólo quedaban Tristán, Joey y Mai en la mesa. Tristán rápidamente fue al baño cuando Joey dijo que se retiraría también. Consiguió que el rubio se quedara esperándolo en la mesa dado que él lo llevaría a casa. Y entonces había llegado esa fatídica pregunta.

¿Amigos? —Soltó Joey como si aquella palabra fuera una ofensa. —No, de ninguna manera, no soy amigo de los amigos de mi enemigo. No señor, Joey Wheeler no es amigo de los enemigos.

¿Enemigos? —Había soltado la rubia muy confundida ante las palabras del muchacho. —Pero Joey ¿A qué te refieres con enemigos? Yo no soy tu enemiga. ¿Me consideras una?

Así es, Mai. Que hayamos venido al Egoísta una vez no me convierte en tu amigo. Si acaso me convierte en el amigo de un amigo. Pero no en amigo tuyo, no señora.

P-pero Joey... Yo...

Nada, Mai. Eres amiga del faraón. Y él le ha hecho mucho daño a Yugi en los últimos seis meses y el pequeño no ha hecho otra cosa más que perdonarlo. Yo no estoy tan de acuerdo con que lo perdone ni mucho menos con que salgas con él, lo siento.

Así que no soy una amiga. —Había dicho levantándose de la mesa, sintiéndose dolida y ofendida por aquellas palabras. —Bueno Joseph, espero hayas disfrutado tu estadía en el Egoísta. —Soltó antes de darse la vuelta con los puños apretados y dirigirse hacia la cocina. Justo antes de entrar, Joey se dio cuenta de que una gruesa lágrima se había deslizado por la mejilla de la rubia justo antes de dar vuelta en el pasillo.

Y se sintió como un completo imbécil.


1 Perdóname Mai. (Passenger – Let her go)

Bueno, lo prometido es deuda. Aquí está el primer OVA de Tras el intento de suicidio. Ninguno de los personajes de Yu-Gi-Oh me pertenece ni pretendo usarlos con fines de lucro, sólo para entretener a los lectores.

Estaré encantada de leer sus comentarios y saber que más se les ocurre que podría escribir de lo que ocurrió entre un capítulo y otro de Tras el intento de suicidio. (Cote-Dark-Dangerous-Love no he olvidado tu petición sobre escribir del día que la madre de Atem conoció al pequeño Yugi, ya se está escribiendo)

¿Merece un review?


Joey entró al Egoísta sintiendo el estómago helado. Mai estaba de pie frente al escenario con ambas manos en la cadera, viendo cómo dos meseros trataban de colgar un letrero sobre la pared.

—Un poco a la izquierda chicos, los clavos están más hacia acá. Izquierda… Izquierda… ¡Ahí!

Ambos suspiraron cuando el letrero estuvo colgado y bajaron de sus escalerillas.

—Listo jefa. Vamos por los adornos para las mesas.

—Gracias chicos.

—Hola Mai… —Murmuró Joey apenado mientras la rubia lo encaraba con una expresión de sorpresa. No tardó en transformarse en resentimiento. Ella lo ignoró, golpeándolo con el hombro a la pasada mientras se dirigía a la barra.

Cuando se dio cuenta de que el pequeño la había seguido como un cachorro faldero, suspiró resignada, dándose cuenta de que no bastaría eso para quitárselo de encima. Todos los días, durante una semana había ido al Egoísta y se había quedado de pie sin decir nada mientras que la chica lo ignoraba mientras alistaba su club para la siguiente noche. No esperaba que ésta vez fuese diferente así que se preparó mentalmente para otra ronda de silencio.

— ¿Qué quieres Wheeler? —Siempre hacía esa pregunta y siempre le seguía una ronda de silencio y miradas incómodas de arrepentimiento, esperaba que fuera igual pero se sorprendió cuando el muchacho alzó la cabeza para mirarla.

—Lo siento.

— ¿Perdón? No te escucho.

Joey suspiró tomando valor, pero tuvo que mirar el suelo para poder hacer que las palabras salieran de nuevo de su boca.

—Lo lamento mucho, Mai. El día que vinimos por el cumpleaños del Faraón me porté como un idiota contigo al decirte que no eras mi amiga. Es sólo que te acababa de conocer, estaba enojado con Yami, quería culpar a alguien por el entrometimiento de ese fulano y de cómo había tratado al pequeño Yugi, y creí que al ser amiga suya serías igual de odiosa que él. Pero me equivoqué.

—Sí, como sea. —Dijo sin interés mientras acomodaba los servilleteros y los rellenaba. —Acepto la disculpa. ¿Algo más o puedo seguir con mi vida?

—Pero Mai…

—Dejaste claro que me consideras enemiga, no amiga. Así que tengo cosas que hacer. ¿Terminaste?

—No… Mai, perdóname por favor. De verdad me porté como un tonto.

—Ah, pero esa es la clase de cosas que hacen los niños como tú. Portarse como tontos cuando una chica hace preguntas que comprometan su lado rudo y…

—Tienes razón. —Exclamó con los ojos apretados y las manos hechas puño.

— ¿Cómo? —Murmuró atónita.

—Tienes razón. —Exclamó hablando tan rápido que la rubia tuvo que hacer un esfuerzo doble para poder entender qué tanto decía el muchacho. —Me porté como un tonto porque estaba comprometiéndome con la respuesta, porque eres una chica linda, muy linda y yo tenía miedo de que si me considerabas un amigo me quedaría sentado a tu lado como un perrito faldero pero yo no quiero ser ningún cachorro asustado, porque me asustas Mai.

— ¿Dices que te… asusto?

—Sí, me asustas. —Por fin la miró a los ojos y suspiró avergonzado, sintiendo cómo un leve rubor aparecía en sus mejillas. —Eres muy linda, y fuerte, y tienes tu propio negocio, y te codeas con gente importante que tiene mucho dinero, así que me asustó pensar que no podría llamarme tu amigo, no estaría a tu altura y entonces tendría que seguirte siempre como un perrito faldero, prefería no ser amigo tuyo y no tener que soportar que otros me pisotearan.

Mai compuso una sonrisa afable, se ruborizó tan levemente que Joey apenas lo notó, pero sí que vio el brillo en sus ojos cuando ella salió de detrás de la barra para tomarle una mano y sostenerla entre ellos.

—No eres un perrito faldero.

—Pero tú sí eres rica, y tienes gente más interesante a la que llamar amigos.

— ¿Crees que soy amiga de Duke y Atem sólo porque son ricos?

—Tal vez. —Admitió avergonzado mirando en otra dirección.

—Cuando llegué a ésta ciudad, el padre de Atem me iba a hacer un préstamo para abrir el local. Los trámites se retrasaron y esos dos me dieron el dinero que necesitaba. Primero pensé que querían probar a sus padres que eran capaces de apoyar su propia empresa y luego descubrí al monstruo que es el padre de Atem. Me volví su amiga porque ellos me enseñaron a confiar, no por su dinero.

—Después de lo que dije no deberías confiar en mí.

—No, no debería. Pero lo haré.

— ¿De verdad? ¿Por qué? —Soltó sorprendido, retrocediendo un paso y soltándose de la mano de Mai, ella volvió a cortar la distancia y le tomó ambas manos a la altura del corazón.

—Porque eres muy leal. Y no traicionas a tus amigos. Estabas siendo leal a Yugi, no malo conmigo.

— ¿De verdad crees eso?

—Sí. Ahora. Joey Wheeler… ¿Quieres ser mi amigo?

—Mai… —Murmuró sorprendido. Y aunque una sonrisa tierna surcó su rostro un instante, al siguiente estaba de pie a medio metro de distancia de la rubia, dándole un costado, con los brazos cruzados fuertemente sobre su pecho y los ojos apretados. Estaba rojo hasta las orejas y casi estaba gritando cuando habló. —Sí quiero ser tu amigo con la condición de que nunca le digas a nadie lo que pasó aquí, no hay necesidad de hacerlo y la verdad es algo vergonzoso pensar que un hombre como yo se ponga tan cursi si…

Mai soltó una carcajada diáfana y miró al muchacho antes de acercarse a él, ofreciéndole una mano.

—Me olvido de la edad que tienes, eres un crío.

—No soy mucho menor que tú. —Soltó fastidiado tratando de darle la espalda. Ella extendió más su mano y el muchacho la aceptó permitiendo que el cabello ocultara sus ojos entre sombras.

—Acepto tu trato. No diré nada de esto.

—Gracias Mai. —Murmuró antes de besar su mejilla de una forma fugaz y salir corriendo. Mai se quedó helada un momento, llevó las puntas de sus dedos al punto en que los labios de Joey habían rozado su mejilla y sonrió sonrojada mirando la puerta por la que acababa de salir.

— ¿Es tu nueva conquista, jefa? —Soltó una mesera divertida, mientras dejaba una caja de copas en la barra.

—No, es un amigo querido. —Murmuró con una sonrisa antes de volver a ocuparse de las cosas del bar.