Pov Goku

Hoy, después de casi un año de despertarme en distintos bosques, montes, lagos, no siempre seco, y establecer una relación agradable con cierta diosa de la luna que cada vez que le dejo galletas como Hestia me sugirió deja una nota con un simple 'gracias', y a veces alguna que otra sobra de lo que caza como trueque, por fin me despierto en el día que voy a visitar el campamento. He estado entrenando un poco con Innomita, para manejarla mejor cuando vaya a usarla, y la forma del Super Saiyan con la intención de que gaste la menor cantidad de energía posible, ya que poco después de poder transformarme a voluntad me di cuenta de que me cansaba más rápido en esa forma.

Estaba listo para salir volando al campamento cuando…

"¡Goku!" dijo una voz a mis espaldas.

Me giré y vi a Annabeth Chase, una amiga que conocí el verano pasado. Por un momento decidí no comentar que parecía haber sido perseguida por todo el país sin un minuto de descanso.

"Hola, Annabeth, ¿qué tal? Estoy de camino para el campamento"

"Oh, genial. Simplemente acabo de llegar al campamento después de haber sido atacada por cientos de monstruos durante todo el año y ahora veo que el campamento esta en problemas. Podrías hacerme un favor y traer aquí a Percy antes de que sea muy tarde" dijo intentando disimular una gran cantidad de ira, que supongo que surgiría de la frustración.

"Claro, voy a por él. Pero te importaría contarme qué pasa en el ahí antes"

"Te lo contaré cuando llegues. Por cierto, toma el carro de la condenación para llegar aquí"

"Creo que necesito una indicación, al menos, para poder hacerlo…"

Salto de línea

Después de la explicación de Annabeth de cómo tomar el carro de la condenación, y de apuntármelo en un papel para que no se me olviden los pasos, me dirigí a la Escuela Preparatoria Meriweather, la escuela en la que esperaba encontrar a Percy, si es que no había logrado que lo expulsaran desde la última vez que los visité a él y a Sally.

Llegué para finales de la primera clase y encontré a Percy en el patio de recreo, donde parecía haber un concurso de collejas, peleas a pedradas y un partido de baloncesto con unas embestidas probablemente no reglamentarias. El chico que parecía dirigir esas actividades tuvo la mala idea de intentar darle una torta a un chico grandullón que estaba cerca de Percy y, no sé si por miedo o porque estaba harto de ese chaval, le dio un empujon que lo envió a unos columpios que había cinco metros detrás suya.

"Tengo que reconocerlo, es bastante fuerte" Pensé. "Pero dudo que sea un monstruo, o uno bélico al menos, porque si lo fuera o bien ya hubiera intentado matar a Percy o ya lo hubiera logrado"

La triste realidad era que, siendo mi mejor amigo hijo de Poseidón, este atraía por su olor a muchos monstruos, y poderosos. Ese era uno de los motivos por los que lo visitaba durante el año, para entrenarlo, hacer que fuera más fuerte.

Pero me estoy desviando del tema. El punto es que cuando el grandullón empujó al que supongo que sería el matón de turno este último se cabreó y lo insultó, a lo que Percy salió en su defensa y se ganó una amenaza de muerte. Puede que no lo oyera, pero los gestos y la mirada del niño ricachón me hacían pensar eso.

Decidí que podía apañárselas solo, sobre todo si el grandullón lo ayudaba, por lo que consideré que lo mejor sería seguirle y observarlo hasta el final del día. Me dijo en su momento que hoy era su último día del curso escolar y no quería arruinar esta posibilidad de romper su racha d colegios diferentes seguidos. Solo intervendría si realmente lo necesitaba y, teniendo en cuenta el aspecto de los que acompañaban al matón, no me extrañaría demasiado que en cierto punto necesitara mi ayuda.

Después vi que estaba haciendo un examen de ciencias que, por lo que me enteré, consistía en mezclar productos químicos hasta que estallaran. Gracias a las grandes y torpes manos de Tyson, el grandullón, pasó el examen en 30 segundos. En lo que supuse que sería Geografía o algo así, estaban dibujando mapas con sus latitudes y longitudes pero en un momento abrió su cuaderno de anillas y se puso a mirar algo, que no podía ver bien por la ventana, y cuando fue a guardarlo Sloan, el matón, se lo quitó y vi que lo que miraba era una foto de Annabeth, se la pasó a sus colegas después de un momento de confusión y ellos la partieron y se la comieron. Entre eso, su aspecto y que llevaban tarjetas de identificación con nombres como 'Chupatuétanos', 'Devoracraneos' y 'Quebrantahuesos' supuse que eran monstruos, lo que no sabía era que tipo de monstruos eran.

En un momento intenté llamarlo desde un escondite, pero Percy no supo que era yo quien lo llamaba por lo que después de no ver a nadie que lo mirara se marchó al gimnasio a la clase de deportes.

Después de eso intenté seguirlos rápidamente y advertirle de los monstruos, pero un par de desvíos y no conocer el sitio me complicó la tarea.

Para cuando llegué al gimnasio vi que la puerta estaba cerrada y que dentro se oían gritos de personas en peligro.

"Genial" pensé. "Y encima Percy tendrá la suerte de llevar unos pantalones de deporte sin bolsillos"

Me puse a buscar los pantalones con los que lo había visto para dárselos cuando entrara, no por los pantalones en sí, sino por la espada en forma de boli que debían guardar.

Una vez encontré los tejanos de Percy derribe la puerta a toda prisa y, en cuanto vi a un tipo grande y feo lo plaqué enviándolo unos cuantos metros atrás.

"¡Pilla!" le grité a Percy mientras le lanzaba sus pantalones.

Vi que quedaban tres monstruos en pie, gigantes lestrigones según la descripción que me dio de ellos Annabeth en una de las lecciones que me daba.

Teniendo en cuenta que Percy ya iba armado y que Tyson parecía poder coger las bolas de bronce celestial al rojo vivo como si no fuera nada, decidí ocuparme primero del que ya había tumbado.

Me acerque como una exhalación y, antes de que pudiera reaccionar, le disparé una esfera de KI en la cara con la suficiente potencia para matarlo y que el resto de su cuerpo se convirtiera en polvo dorado, con lo que sinceramente se ahorra tiempo en la limpieza post-combate.

Escuche una enorme explosión y, cuando el humo se desvaneció, vi la figura de Tyson pegada a la pared, o lo que quedaba de ella ya que el impacto derribo parte de la pared, estando atontado por el golpe, aunque no muerto, por fortuna.

Fui corriendo, con Innómita en mano, a cortarle la pierna al gigante que le había lanzado la bala mortífera.

"¿Estás bien?" le pregunté a Tyson al acercarme y mirarle a los…, espera, ÉL OJO.

"La cabeza me da vueltas" dijo el cíclope.

"Es normal después de ese golpe. Tranquilo, te recuperarás" le aseguré.

Percy se me acerco cuando hubo matado a Quebrantahuesos.

"¿Cuánto tiempo llevas…?"

"Prácticamente desde que ese intento pegarle una colleja" dije señalando respectivamente a Sloan y a Tyson. No lo he explicado antes, sé sus nombres porque en algunos de nuestros entrenamientos Percy me habló lo suficiente de ellos como para reconocerlos. "He intentado en un par de ocasiones hablar contigo, pero siempre estabas acompañado"

"¡Allí!" gritó una mujer.

Un grupo de adultos entraban en tropel por las puertas que había derribado.

"OS veo fuera" dije antes de salir disparado por el hueco de la pared.

Salto de línea

Los esperaba en un callejón de la calle Church. Tiré de Tyson y de Percy justo cuando pasaba aullando un camión de bomberos a la escuela.

Mire a las manos de Tyson y vi que, aunque estaban mugrientas, con algunas cicatrices y con unas uñas enormes, no había el más mínimo rastro de quemaduras.

"Así que es cierto eso de que los ciclopes son ignífugos" murmuré por lo bajo.

"¿Has dicho algo?" Me preguntó Percy.

"No, simplemente que es raro que, siendo un humano, tenga las manos sin rastro de quemaduras después de coger tantas pelotas al rojo vivo" dije una mentira piadosa suponiendo que Percy no sabía que su único amigo de esa escuela era un ciclope.

"¿Tienes idea de que eran esos monstruos?" Me pregunto Percy.

"Según la descripción que me dio hace un tiempo Annabeth, creo que eran unos gigantes lestrigones" le respondí.

"¿Lestri… qué?"

"Lestrigones. Es raro, se supone que viven muy al norte y nunca bajan tanto como para estar aquí"

"El nombre es muy raro, ¿no tienen uno más normal?"

"¿Canadienses? No lo sé, pero no podemos quedarnos charlando aquí, Annabeth me ha enviado un mensaje Iris esta mañana y dice que el Campamento Mestizo está en problemas, pero no quiere decirme cuales son hasta que lleguemos, así que andando" dije dando a entender que de momento no iba a permitirme perder más tiempo.

"Espera problemas… mi madre ha dicho lo mismo, ¿qué clase de problemas?"

"Ya te lo he dicho, todavía no lo sé"

Tyson levanto la mano como pidiendo permiso para hablar.

"¿Sí?"

"Los canadienses del gimnasio llamaban de manera extraña a Percy… ¿Hijo del dios del mar?"

"Veras grandullón" Empecé. "En el sitio al que vamos a ir ahora viven muchos hijos de los dioses griegos, supongo que has oído hablar de ellos Zeus, Hades, Poseidón, Hestia…" El asintió con la cabeza como esperando a que llegara a la parte importante. "Resulta que como en los mitos tiene hijos mestizos, semidioses, con mortales y Percy es hijo de Poseidón, el dios de los mares"

"Eso significa…" empezó a decir el ciclope, pero lo interrumpí.

"Mira, tenemos prisa, seguiremos hablando en el taxi"

"¿El taxi? ¿Hasta el campamento? ¿Sabes cuánto puede costas eso?"

"¿Prefieres que os lleve volando?" Percy se quedó mudo. "Eso creía"

Seguimos andando hasta el punto que me indicó Annabeth en el mensaje Iris y le pasé un dracma a Percy y el papel en el que había apuntado la invocación.

"¿Te importaría leerlo en griego antiguo y después echar el dracma al suelo?"

"¿'Detente Carro de la Condenación'?" Preguntó, desconfiado.

"Tú hazlo"

Se encogió de hombros y dijo algo así como 'Stêthi ¡Ô hárma diabolês!' y acto seguido lanzó el dracma al suelo. La moneda se hundió en el suelo y, pocos segundos después, en el mismo punto donde había caído la moneda, el asfalto se oscureció y se fue derritiendo hasta convertirse en un charco del tamaño de una plaza de parking… lleno de un líquido burbujeante y rojo como la sangre. De allí fue emergiendo un coche.

Era un taxi, pero a diferencia de cualquier taxi neoyorquino este no era amarillo sino de un gris ahumado. Parecía que estuviese formado por humo y pudieses atravesarlo, y todavía no lo descarto del todo. En la puerta tenia escrito 'Hermanas Grises'.

El cristal de la ventanilla del copiloto se bajó y una anciana sacó la cabeza. Unas greñas grisáceas le cubrían los ojos, hablaba raro, farfullando entre dientes, como si acabara de estar en Bote (Referencia a un sitio de Granada, habrá quien no lo pille).

"¿Cuántos pasajeros?" Preguntó

"Tres al Campamento Mestizo" dije mientras abría la puerta trasera y les indicaba que se subieran.

"Agg. No llevamos a esa clase de gente" dijo mientras señalaba a Tyson con un dedo.

"Venga señora, hágalo y cuando nos lleve a nuestro destino le daremos tres dracmas de propina" No estaba seguro de cuantos me quedaban, pero acepto antes de que pudiera comprobarlo.

Percy subió el primero, Tyson el segundo y yo el último.

El interior también era de un gris ahumado, pero parecía bastante sólido; el asiento estaba rajado y lleno de bultos, o sea, que no era diferente, en ese aspecto, a los pocos taxis en los que me he montado. No había un panel que separara a las ancianas que conducían de nosotros. Eran tres las que se apretujaban en el asiento delantero, cada una con el pelo grasiento tapándole los ojos, con manos sarmentosas y vestidos de arpillera gris.

"¡Long Island!" dijo la conductora. "¡Bono por circular fuera del área metropolitana! ¡Ja!"

Pisó el acelerador y nos golpeamos los tres contra el respaldo. Por los altavoces sonó una voz gravada: 'Hola, soy Ganímedes, el copero de Zeus, y cuando salgo a comprar vino para el Señor de los Cielos, ¡siempre me abrocho el cinturón!'

Bajé la vista y encontré una larga cadena negra en lugar de un cinturón de seguridad. Decidí que en caso de emergencia mis instintos nos salvarían.

El taxi aceleró mientras doblaba la esquina de West Broadway, y la dama gris que se sentaba en medio chilló:

"¡Mira por dónde vas! ¡Dobla a la izquierda!"

"¡Si me dieras el ojo, Tempestad, yo también podría verlo!"

"¿Dónde me has metido Annabeth?" fue lo único que pensé al darme cuenta de que iba en un taxi cuya conductora, aparentemente, compartía ojo con su hermana.

Percy también parecía dudar sobre el tema, pero no nos dio tiempo a preguntar cuando la conductora giró bruscamente para esquivar un camión que se nos venía encima, se subió al bordillo con un traqueteo como para astillarse los dientes y voló hasta la siguiente manzana.

"¡Avispa!" Gritó la tercera dama a la conductora. "¡Pásame la moneda del extranjero! Quiero morderla"

"¿Saben que vengo de otra Tierra?" Pensé.

"¡Ya la mordiste la última vez, Ira! ¡Ahora me toca a mí!" grito Avispa, la conductora.

"¡De eso nada!" Respondió la tal Ira.

"¡Semáforo rojo!" Grito Tempestad

"¡Frena!" Aulló Ira.

En vez de frenar, Avispa pisó a fondo el acelerador, volvió a subirse en el bordillo, dobló la esquina con los neumáticos chirriando y derribó un quiosco. Mirando a Percy vi que parecía a punto de dejarse el desayuno en la tapicería del taxi.

"Perdone. Pero… ¿usted ve algo?" Preguntó Percy a la conductora.

"¡No!" gritó Avispa, aferrada al volante.

"¡No!" gritó Tempestad, estrujada en medio.

"¡Claro que no!" gritó Ira, junto a la ventanilla del copiloto.

Percy me miro.

"¿Están ciegas?"

"No del todo. Según Annabeth, tienen un ojo"

"¿Cada una?"

"Creo que, más bien, tienen uno para las tres"

Tyson soltó un gruñido a mi lado y se aferró al asiento.

"No me siento bien"

"Ay, dioses. Aguanta, grandullón ¿Alguien tiene una bolsa o algo así?" Preguntó Percy alarmado.

Las ancianas estaban demasiado ocupadas como para hacer caso a su pregunta, por lo que me miro, supongo que intentando preguntarme '¿cómo puedes hacerme esto?'

"¡Hey, a mí no me mires! Que si por mi fuera ya estaríamos allí después de un viaje aéreo" Intente defenderme. "Según Annabeth esto es muy seguro. Confía un poco en ella" dije más por convencerme a mí que a él.

"Tiene razón, es seguro. ¡Hemos llevado a gente famosa en este taxi!" Exclamó Ira. "¡A Jasón, por ejemplo! ¿Os acordáis?"

"¡No me lo recuerdes!" gimió Avispa. "Y en esa época no teníamos taxi, vieja latosa. ¡Ya hace tres mil años de aquello!"

"¡Dame el diente!" Ira intentó agarrarle la boca a Avispa, pero ella la apartó con la mano.

"¡Solo si Tempestad me da el ojo!" repuso Avispa.

"¡Ni hablar! ¡Tú ya lo tuviste ayer!" Se quejo Tempestad.

"¡Pero ahora estoy conduciendo, vieja bruja!"

"¡Excusas! ¡Gira! ¡Tenías que girar ahí!"

Avispa viró por la calle Delancey y Percy acabó estrujado entre la puerta y Tyson. Ella siguió a todo gas y salimos propulsados por el puente de Williamsburg a ciento y pico por hora, que no es mucho para mis estándares, pero sabía que íbamos rápido en comparación con mis otros viajes en coche.

Las tres hermanas se peleaban ahora de verdad, a bofetada limpia. Ira trataba de agarrar a Avispa por la cara y ésta intentaba agarrársela a Tempestad. Mientras se gritaban unas a otras con los pelos alborotados y la boca abierta, me di cuenta de que ninguna de ellas tenía dientes, salvo Avispa, que lucía un incisivo entre amarillento y verdoso. En lugar de ojos, tenían los párpados cerrados y hundidos, con excepción de Tempestad, que sí disponía de un ojo verde inyectado en sangre que lo escrutaba todo con avidez, como si no le pareciera suficiente nada de lo que veía.

Finalmente, con la ventaja que le daba el ojo, logró arrancarle el diente de un tirón a Avispa. Ésta se puso tan furiosa que rozó el borde del puente mientras chillaba:

"¡Devuélvemelo! ¡Devuélvemelo!"

Tyson gimió y se agarró el estomago.

"Por si alguien quiere saberlo, ¡vamos a morir!" dijo Percy más alarmado que antes.

"No te preocupes" dije, aunque en ese momento no era precisamente el modelo de la seguridad. "Las Hermanas Grises saben lo que hacen. Si no supieran apañárselas no seguirían vivas"

No creía que esa lógica aplastante fuera a calmarlo, porque no consiguió calmarme, pero valía la pena intentarlo. Corríamos a toda velocidad por el borde del puente, a unos 40m del East River.

"¡Sí, somos muy sabias!" Tempestad nos lanzó una ancha sonrisa a través del retrovisor y aprovecho para lucir el diente que acababa de conseguir. "¡Sabemos cosas!"

"¡Todas las calles de Manhattan!" Cosa que me pareció un logro insuperable por parte de tres ancianas casi ciegas. "¡La capital de Nepal!"

"¡La posición que andáis buscando!" añadió Ira.

Sus hermanas se pusieron a aporrearla mientras le gritaban:

"¡Cierra el pico! ¡Ni siquiera lo han preguntado!"

"¿Cómo? ¿Qué posición? Yo no estoy buscando…" dijo Percy, pero antes de que acabara lo interrumpió Ira.

"¡Nada! Tienes razón, chico. ¡No es nada!"

"Dínoslo" Exigí.

"¡No!" chillaron las tres a la vez.

"¡La última vez que lo dijimos fue terrible!" dijo Tempestad

"¡El ojo arrojado a un lago!" se lamentó Ira.

"¡Años para recuperarlo!" gimió Avispa. "Y hablando de eso, ¡devuélvemelo!"

"¡No!" aulló Tempestad

"¡El ojo! ¡Dámelo!"

Avispa le dio un mamporro en la coronilla a Tempestad. Se oyó un asqueroso '¡plop!' y el ojo salto de la cara de Tempestad. Intentó recuperarlo a tientas pero solo consiguió golpearlo con el dorso de la mano. El viscoso globo ocular verde salió volando por encima de su hombro y fue a caer en el regazo de Percy.

Dio un salto tan brutal que se golpeó la cabeza en el techo y el globo ocular cayó rodando.

"¡No veo nada!" berrearon las tres ancianas.

"¡Dame el ojo!" aulló Avispa.

"¡Dale el ojo!" dije estando de acuerdo con ella.

"¡No lo tengo!" dijo él.

"Ahí, al lado de tu pie. Ahora, con cuidado, recogelo"

"¡No pienso recogerlo!"

El taxi golpeó la barandilla y continuó derrapando, pegado a aquella barra de metal, con un espantoso chirrido de afilar cuchillos. El coche temblaba y soltaba una columna de humo gris, como a punto de disolverse por pura fricción.

"¡Me voy a marear!" avisó Tyson

"Goku déjale tu mochila a Tyson" me dijo Percy haciendo referencia a la bolsa a mi espalda donde llevaba las pocas pertenencias que tenía.

"¿Estás loco? ¡No pienso darle mi mochila a un ciclope a punto de vomitar!" dije sin pararme a pensar en lo que decía.

"¿Qué?"

"Definitivamente no sabía que era un ciclope" Pensé. "¡Ese no es el punto! ¡Recoge el ojo y dáselo a la conductora de una vez, hombre!"

Avispa dio un golpe brusco al volante y el taxi se separó de la barandilla. Nos lanzamos hacia Brooklyn a una velocidad muy superior a la de cualquier taxi humano. Las Hermanas Grises chillaban, se daban mamporros unas a otras y reclamaban a gritos el ojo.

Al final, Percy se armo de valor, arranco un cacho de su camiseta de colores, que ya estaba hecha jirones y chamuscada, y lo usó para coger el ojo.

"¡Buen chico!" dijo Tempestad como si supiera de algún modo que él tenía su preciado ojo en su poder. "¡Devuélvemelo!"

"No lo haré hasta que me digas a qué te referías. ¿Qué era eso de la posición que estamos buscando?" Fue un movimiento inteligente y temerario, eso tengo que reconocérselo.

"¡No hay tiempo! ¡Acelerando!" chilló Tempestad.

Miramos por la ventanilla. No había duda: árboles, coches y barrios enteros pasaban zumbando por nuestro lado, convertidos en un borrón gris. Ya habíamos salido de Brooklyn y estábamos atravesando Long Island.

"Percy, aunque admiro la jugada, no creo que sea buena idea dejarlas sin el ojo si queremos salir de aquí vivos" le advertí

"Primero tienen que decírnoslo, y lo sabes. A menos que quieran que abra la ventanilla y tire el ojo entre las ruedas de los coches"

"¡No!" berrearon las Hermanas Grises. "¡Demasiado peligroso!"

"Estoy bajando la ventanilla" advirtió.

"¡Espera! ¡30, 31, 75,12!" Le dijeron las Hermanas

"¿Eso qué es? ¡No tiene ningún sentido!" Protestó Percy

"Antes de que les des el ojo, ¿tenéis idea de cómo devolverme a mi Tierra?" Les pregunté

"¡No! Y de todas maneras no podríamos deciros más" aulló Ira. "¡Ahora devolvedme el ojo! ¡Ya casi llegamos al campamento!"

Habíamos salido de la autopista y cruzábamos zumbando los campos del norte de Long Island. Ya veía al fondo la colina Mestiza, con su pino gigantesco en la cima: el árbol de Thalia, que contenía en su interior la energía vital de dicha semidiosa, muy heroica a mi parecer. De alguna manera el árbol me tranquilizaba cuando estaba cerca.

"Bueno, valía la pena intentarlo. Percy dales el ojo"

Decidió no discutir. Soltó el ojo en el regazo de Avispa.

La anciana lo agarró rápidamente, se lo colocó en la órbita como quien se pone una lentilla y parpadeó.

"¡Uau!"

Frenó a fondo. El taxi derrapó cuatro o cinco veces entre una nube de polvo y se detuvo chirriando en mitad del camino de tierra que había al pie de la colina Mestiza.

Tyson soltó un eructo descomunal.

"Ahora mucho mejor" dijo aliviado.

"Está bien. Decidnos que significan esos números"

Vi que en la cima de la colina había un grupo de semidioses siendo atacados por tres toros de bronce del tamaño de elefantes, que encima escupían fuego.

"No, ya lo descubriremos más tarde. Ahora mismo tenemos que bajarnos y ayudarles" dije mientras le señalaba al pequeño campo de batalla en lo alto de la colina.

En cuanto nos salimos del taxi, las Hermanas Grises escaparon dirección a Nueva York. Ni siquiera esperaron a recibir la propina. Se limitaron a dejarnos a un lado del camino. Allí estábamos: Yo con mi bolsa de ropa y mi pluma mortífera como único equipaje, y Percy y Tyson todavía con la ropa de gimnasio chamuscada.

"Joder" dije haciendo énfasis en cada sílaba.

Lo que más atemorizaba de la escena no eran los toros en sí o los diez guerreros con armadura de bronce que intentaban salvar sus traseros chapados en bronce, que va, eso de hecho en una situación normal me emocionaría la expectativa del combate, no. Lo que atemorizaba era que los toros entraban y salían a sus anchas de los límites mágicos que marcaba el árbol de Thalia, cosa que debería ser imposible para cualquier monstruo, mecánico o no.

Una voz muy conocida grito:

"¡Patrulla de frontera, a mí!"

Sin duda era la voz de Clarisse, la líder de la cabaña de Ares.

"¿Patrulla de frontera? La última vez que estuve aquí no había ninguna patrulla de frontera" pensé confundido. "¡Venga chicos! Necesitan nuestra ayuda" dije saliendo de mis pensamientos.

Teníamos que correr en su ayuda sin duda por 2 motivos:

1º- Clarisse era amiga nuestra, y no pensaba dejar que le pasara algo malo si podía evitarlo.

2º- Los guerreros que la acompañaban se habían dispersado y corrían presa del pánico ante la embestida de los toros, y varias franjas de hierba alrededor del pino habían empezado a arder.

Uno de los guerreros gritaba y agitaba los brazos mientras corría en círculos con el penacho en llamas, como un ardiente mohawk, si no hubiera sido por la gravedad de la situación no hubiera podido evitar reírme de eso por un buen rato. La propia armadura de Clar estaba muy chamuscada, y luchaba con el mango roto de una lanza: el otro extremo había quedado inútilmente incrustado en la articulación del hombro de uno de los toros.

Percy destapó a su espada Anaklusmos.

"Tyson, quédate aquí. No quiero que corras más riesgos"

"No, lo necesitas. Creo que podre ocuparme de al menos uno de los toros vosotros dos id a ayudar a Clarisse"

"¿Estás loco? Es un mortal tuvo suerte con esas bolas de fuego"

"¡¿Suerte?! Esa bolas de fuego hubieran carbonizado a cualquier mortal y él no tiene ni un rasguño. Sin duda es inmune al fuego y muy resistente a impactos fuertes, creo que podría ocuparse de uno de los toros"

"No pienso dejar que corra peligro" dijo mientras alzaba su espada. "Vamos"

"Cabezota" solté por lo bajo mientras subía a toda velocidad y le di una patada con las dos piernas al toro con el que luchaba Clar, haciendo que centre su atención en mí. "¿Necesitas ayuda?"

"No te pongas chulo, que podría yo sola con él"

"Soy tu amigo, ¿no? ¿Eso no me da derecho a echarte un cable cuando un toro escupe-fuego del tamaño de un elefante te ataca?" Pregunté medio en burla.

"Vale, pero nosotros nos ocupamos de este. Tú búscate otro"

"Si tu lo dices"

De Clarisse se podrían decir muchas cosas, pero no que fuera cobarde. Era una chica más bien grandullona, con los ojos de un guerrero que lucharía hasta la muerte si fuera necesario. Aun así no veía como ella con una formación de falange con seis personas resistiría la embestida del toro, pero decidí darle un voto de confianza, ya que se que si necesita mi ayuda me llamara.

Me puse a mirar a mí alrededor y vi los otros dos toros, uno de ellos embistiendo a algo invisible, supongo que Annabeth con su gorra de invisibilidad, y el otro atacando a los otros cuatro héroes dispersos.

Lance una bola de KI a este último para llamar su atención.

"¡Hey, Bessie, aquí!" cuando vi que iba a embestirme, aunque fuera a una distancia de casi 20m supe que la distracción funcionaba.

Volví a acercarme corriendo, principalmente para no echarle encima otro toro a Clarisse, vaya a ser que se unan los dos y nos metan en problemas. Cuando estuve lo suficientemente cerca como para que un instante de duda significara que uno de sus cuernos me atravesara el estomago, en vez de echarme a uno de los lados, como cualquier ser con dos dedos de frente, cogí al toro por los cuernos.

"¡Uy, pero que ojos más grandes tienes!" dije viendo que tenía dos rubíes del tamaño de puños en vez de ojos. En respuesta me lanzó una llamarada al pecho intentando carbonizarme. "Toro malo" dije una vez hubo acabado y me apague las llamas de la camiseta1.

Acto seguido solté sus cuernos y le conecte un uppercut a su mandíbula y una patada potente al costado para tan solo haberlo desequilibrado un poco y dejarle un abollón.

"Es más duro de lo que me esperaba" pensé.

Recuperó el equilibrio y, teniendo en cuenta que la distancia no era la suficiente como para coger velocidad para una embestida, decidió intentar abrasarme una segunda vez, solo que esta vez lo esquivé y desenvainé a Innómita para clavársela en el cuello. Esperaba que clavar una espada procedente del Rayo Maestro de Zeus, el arma mitológica más potente que existe, le provocara una sobrecarga por la electricidad extra o algo así, pero sinceramente no veía como seguía funcionando sin ningún fallo en su sistema.

"Tendré que ser más contundente" era lo único que se me ocurría por lo que saqué la espada, la volví a convertir en una pluma y me la guardé, y di un salto para ganar distancia.

"¡Hey, Bessie, que aún no me has hecho nada! ¿Es eso todo lo que tienes?" de todo lo que podía hacer, molestar a un toro de varias toneladas no era ni lo más sensato, normalmente, ni lo más difícil.

Volvió a embestirme, solo que esta vez en el último instante, en lugar de cogerlo por los cuernos, lo cogí por el cuello, y use mis fuerzas para lanzarlo lo más alto que pude.

"¡KAMEHAMEHA!"2 grité mientras alzaba las manos al cielo para ver como terminé haciendo que volara hasta el lago de canoas.

"Espero que si sigue funcionando no sepa nadar" pensé

Me volví para ver la situación y noté que Tyson también había pasado las barreras y le estaba pegando una paliza a uno de los toros.

Me acerque cuando ya hubo acabado y solo atine a decirle a Percy, que también estaba ahí.

"Te lo dije"

"¿Qué hace eso aquí?"

A nuestro lado apareció Annabeth, echando humo, de lo furiosa que estaba, no lo malinterpretéis.

Antes de que pudiera regañarme más por haberme traído a un ciclope al campamento, Clarisse se nos acercó y sequitó el casco dejando a la vista que uno de sus mechones estaba echando humo.

"Dos cosas. Primera, ¿estáis bien?"

"Sí, claro. Por cierto ten cuidado, uno de tus mechones echa humo" le respondí

"Gracias" dijo mientras se lo apagaba. "Y dos. ¿Quién ha tenido la brillante idea de traerse un ciclope?" Me parecía que la mirada acusatoria iba hacia mí.

"Perdona, ¿vale? Pero le salvo la vida a Percy en el gimnasio antes de que yo llegara, y se ha encargado de uno de esos toros él sólo. No supone ningún peligro, ya sabéis que si fuera una amenaza ya lo hubiera reducido a polvo, pero no es así, creedme"

"Espera, ¿ciclope? ¿De qué estáis hablando?" Preguntó Percy.

"Sesos de alga" pensé. "Percy, fíjate bien en su cara" le indiqué

Cuando vi que se daba cuenta de que su amigo solo tenía un ojo en vez de dos, le recordé a Clarisse que tenía que ver el estado de los heridos.

"Ty…son. Eres un…"

"Cíclope" acabé por él

"Casi un bebé, por su aspecto. Probablemente por esa razón no podía traspasar la línea mágica con tanta facilidad como los toros. Tyson es uno de los huérfanos sin techo"

"Me he perdido" declaré ya que no entendía la última parte

"Están en casi todas las grandes ciudades. Son… errores. Hijos de espíritus de la naturaleza y de los dioses; bueno, de uno en particular, la mayor parte de las veces… Y no siempre salen bien. Nadie los quiere y acaban abandonados; enloquecen poco a poco en las calles. No sé cómo te habrás encontrado con éste, pero está claro que le caes bien. Debemos llevarlo ante Quirón para que él decida qué hacer" Explicó Annabeth.

"Pero el fuego… ¿Cómo…?"

"Los cíclopes trabajan en las fraguas de los dioses, si mal no recuerdo; ya te lo he dicho, es inmune al fuego" le dije.

Clarisse regresó.

"Hey, si podéis echar una mano, ayudadme a llevar a los heridos a la Casa Grande e informar a Tántalo de lo ocurrido"

"¿Ese no es el que está en el Tártaro castigado a no comer ni beber nada teniendo comida y bebida al alcance de la mano? Sinceramente, me parece el mayor de los castigos posibles"

"Sí, el mismo, solo que ahora también es el director de actividades"

"El director de actividades es Quirón. Además, ¿dónde está Argos? Él es el jefe de seguridad. Debería estar aquí" Preguntó Percy, tan confuso como yo.

"Argos fue despedido. Habéis estado demasiado tiempo fuera vosotros, tres. Las cosas han cambiado"

"Pero Quirón lleva más de tres mil años enseñando a los chicos a combatir con monstruos, ¿no?; no puede haber desaparecido así, sin más. ¿Qué ha pasado?" pregunté.

"Pues… eso ha pasado" dijo mientras señalaba el árbol de Thalia.

Todos los campistas conocen la historia de ese árbol. Hace seis años, aproximadamente, Grover, Annabeth, Luke y Thalia habían llegado al Campamento Mestizo con un auténtico ejército de monstruos pisándoles los talones. Cuando los acorralaron en lo alto de la colina Thalia, la hija de Zeus, decidió hacer frente a todo el ejército ella sola para ganarles tiempo a sus amigos y que pudieran escapar, un acto de lo más noble si queréis mi opinión. Su padre, Relámpagos, como me gusta llamarle, se 'apiadó' de ella y la convirtió en un pino, lo de las comillas es porque creo que podía haber llevado a Apolo, que para algo es el dios de la medicina, para que la sanara, o simplemente haber destruido el mismo el ejército, ya que de cualquier manera estaría rompiendo las leyes antiguas de no intervenir en los asuntos mortales. El punto es que, desde entonces su espíritu había reforzado los límites mágicos del campamento, protegiéndolo contra los monstruos, y el pino siempre permaneció allí, lleno de salud y vigor.

Pero ahora sus hojas eran amarillas; había un enorme montón de ellas esparcidas en torno a la base del árbol. En el centro del tronco, a un metro de altura, se veía una marca del tamaño de un orificio de bala de donde rezumaba savia verde.

Sentí como si me echaran agua procedente del Círculo Polar Ártico. Por eso los toros podían traspasar la barrera mágica del campamento.

Alguien había envenenado el árbol, y solo se me ocurría un candidato para ello.

"¡LUKE!" Grité iracundo3.

Nota de Autor

1: tened en cuenta que es campeón de Hestia y que, al tener control sobre el fuego, debe ser más resistente a este de lo normal, quizás no tanto como un ciclope, pero aun así debería poder resistirlo muy fácilmente.

2: Lanza el KAMEHAMEHA hacía arriba para evitar posibles accidentes como que le dé al árbol o alguno de los campistas

3: Esta iracundo por ese rollo de 'Thalia a salvado la vida del capullo y él envenena el árbol que es lo único que queda de ella'. Yo estaría echando humo.

Primer capítulo del Mar de los Monstruos. Es posible que esta sea más larga de hacer porque, como supongo que pasa con todos los fans de Percy Jackson, esta historia siempre ha sido la que se me ha hecho más pesada de todas.

En cualquier caso, ya he vuelto, después de unas dos semanas nada más pero bueno. No prometo ningún capítulo más esta semana, pero puede que sí la siguiente. Nos vemos.