Vengo a traer los regalos por los 1000 me gusta a mi página de fics Imaginación Fanfiction, para las tres ganadoras.
Datos del fic:
Nota importante: Este fic quedará abierto por futuros sorteos que se subirán.
Capítulos: Indefinidos basados en drables, OS.
Parejas: Ryosaku o cualquier otro emparejado con uno de estos dos personajes.
Genero: Diverso.
Ranking: M por precaución, pero no todos los OS o drables llegan a ese término. (Lo avisaré en su debido momento).
Advertencias: OOC, IC, algún que otro AU.
Título:
15 años.
Ganadora:
Susana
Palabras usadas:
Rubí, sorpresa y corona
Ryosaku.
Sorteo 1000 me gusta.
Se llevó un dedo a los labios, sorprendida. Toda aquella fiesta por ella. Todo aquel gentío para felicitarla.
Su fiesta de quince años.
Su precioso vestido de volantes azulado. Sus zapatos plateados. Y su cabello recogido con un trenzado alrededor de su cabeza. Purpurina brillando en su pelo y su rostro.
Una sonrisa espléndida en sus labios.
Sus deseos cumpliéndose.
Y la mano de él estirada hacia ella, esperándola al pie de la escalera como si de un príncipe se tratara. Cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro, nervioso.
Incluso llevaba esa odiosa corbata que tanto le fastidia. Y todo por ella.
—Gracias, Ryoma-kun.
Él simplemente asintió en un nervioso cabeceo. La acompañó de mesa en mesa, bailó en el centro de la pista e ignoró el resto de invitaciones. Pero no siempre iban a estar juntos.
—Ryuzaki.
Levantó la vista de la copa de champan entre sus dedos enguantados. Ryoma se había alejado un momento antes, arrastrado por un grupo de chicos en busca de diversión. Si la encontró o no, era algo que ella no iba a preguntar.
Levantó una caja ante ella, cuadrada y tan grande como la palma de su mano. Atónita, la abrió.
Una corona de plata descansaba sobre una mullida plataforma que la sujetaba. Decorada con formas retorcidas en su frontal y entre medias de dos ramitas plateadas, descansaba una piedra semejante al rubí.
—¡Dios, mio! ¡Esto muchísimo, Ryoma-kun!
Él se encogió de hombros mientras ella la sacaba y se la intercambiaba por la caja. Inclinando la cabeza para que él se la colocara, se fijó en los dibujos de su corbata. Pequeños gatitos.
Al levantar la cabeza, se encontró que no solo la fiesta de sus quince años era emocionante, si no que un primer beso podía iluminar hasta la noche más feliz todavía más.
Fin.
Nota autora:
Sinceramnete, esta es una celebración que desconozco desde mi cultura. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención. Siento haber hecho tan empalagosa la cosa...
