Disclaimer: Esta historia me pertenece, pero no así los personajes, nombres de lugares y personas, así como los nombres de los hechizos o la historia original de la serie de libros de Harry Potter. Le pertenecen a J.K. Rawling
Por otra parte, gracias a todos por acercarse hasta acá a leer la historia, no la actualizo desde el 27 de Septiembre de 2008, y no voy a negar que estoy avergonzada por esa demora, primero fue el PC, luego el dinero, luego me quede no solo sin monitor sino sin PC y estos años han sido duros para mi, mi inspiración me ha tenido escribiendo en libretas los capítulos siguientes de esta historia, pero siempre llegaba a un punto de no retorno, o no podía terminar, o no podía transcribir, o no podía publicar…
Haciendo caso de los consejos de Jos Black me llevé el fic a casa y lo releí para poder continuar sin perderle el paso a la historia y al estilo. Descubrí que la historia tiene descuidos y errores y la estoy beteando y reeditando, Advertirles que me tomará un poco poner un cap nuevo, pero primero tengo que corregir los horrores ortográficos y las incongruencias en tiempos de dejé caer por no estar bien pendiente de los detalles y escribir al descuido.
No voy a cambiar la historia; si bien tal vez alargue un poco los capítulos y cambie sus títulos al corregirlos para hacer mas comprensibles ciertas cosas y enriquecer el texto, pero tan cierto como que no he actualizado en mucho tiempo que no pienso cambiar el sentido ni el final de la historia. Como fue prevista al inicio continuará y finalizará, además que voy a retirar las notas de autor que eran innecesarias y dejar sólo los comentarios pertinentes.
Releer la historia si decidís continuarla, pues ya se vienen los nuevos capítulos de mis historias en progreso, tardaré si, pero esta vez no las voy a abandonar tan fácilmente. Un beso a quienes me lean, Jos Black, Nanny, la edición del primer capítulo va por ustedes.
Gracias por las alertas de historia, algunas recibidas hace muy poco tiempo, aún cuando estaba descontinuada desde hace tanto. Responderé los Rvws por el canal regular conforme tenga tiempo y me valla conectando.
Capítulo I
"Sembrando la duda"
Campamento de la Resistencia Muggleborn,
Rio Lowther, cabecera del Lago Ullswater, al este de Dacre, Distrito de los Lagos, Cumbria,
Martes 15 de Octubre de 2002, 12:37 am:
Rammstein: Du Hast
"Tú, tú odias, tú me odias, tú me odias, tú me odias tan mal, tú me odias tan mal…"
La noche cubría todo con sus sombras y la luna llena parecía teñirse paso a paso de sangre; de la sangre que cubría el campo de batalla. Hasta los oídos de Hermione Granger llegaban los sonidos lejanos de la lucha.
Frente a ella se extendía una vasta llanura sembrada de cuerpos y regada de sangre y sudor. Miró un momento atrás, a los restos del campamento donde hasta ahora se habían estado refugiando los nacidos muggle, las quince carpas estaban ahora desperdigadas, manchadas de sangre, lodo y cubiertas de ceniza húmeda. El fuego se había extinguido gracias a la lluvia que ahora se deslizaba por su cuerpo, empapando su ropa y su cabello, calándose el frío hasta sus huesos. Memorizó bien la escena y corrió hacia la llanura.
Su sweater tejido, otrora blanco estaba ahora manchado con la sangre que le escurría desde el hombro izquierdo, y mojado se le hacía pesado, trabajoso de llevar, los jeans negros estaban teñidos también, y sus pies descalzos y sangrantes se lastimaban más cada paso que daba sobre el terreno de rocas y grava. Con pesado y doloroso esfuerzo levanto el cuchillo filoso que llevaba en la mano izquierda, siguió avanzando hacia el final del campo, donde desde la distancia podía ver los destellos de los hechizos, allí algún otro impuro estaría luchando por su vida contra los mortifagos. Tal vez por última vez.
Corrió todo lo rápido que pudo y al fin le vio. Allí estaba Elena, de pie, con autentica expresión de dolor y rencor en su rostro, erguida frente a media
docena de Mortifagos. De casi una centena que habían llegado hacia un par de horas sólo quedaba esta escuadra, abatidos los demás por la defensa del campamento, una nube verde impactó el pecho de la chica y toda expresión se borro de su rostro, su cuerpo se desplomó pesadamente, haciendo un sonido seco. En torno a ella, una decena más de impuros yacían en el suelo, incluso varios niños.
Había llegado el final de su vida, y ella lo supo en ese instante. 200 personas habían muerto esa noche, Condenadas por la fatalidad. Todos ellos habían sido hijos de muggles que habían tenido el infortunio de nacer poseedores de una aptitud.
Habían sufrido la maldición de nacer magos y brujas en un mundo que no acepta a los afortunados, convirtiéndolos en parias.
Hermione Granger era la única nacida muggle mayor de 10 años viva en toda Britania; el fin había llegado. Uno de los mortifagos giró hacia ella con un brillo de irises verdes.
-Mirad; allí hay otra – gritó con una conocida y sibilante voz femenina, señalándole con una cuidada uña esmaltada en púrpura.
Presa del pánico corrió con todas sus fuerzas de vuelta al campamento dejando caer el cuchillo. No la defendería de media docena de asesinos. Su corazón latía desbocadamente, acelerándose más con cada segundo, mientras un dolor se extendía por su vientre, trató de ignorarlo, y corría zigzagueando entre las carpas y restos de fuegos, tratando de evitar los hechizos que le lanzaban. Palideció mortalmente cuando vio tres ases de luz verde pasar sobre su cabeza casi simultáneamente. Tras el campamento solo había una cosa, un alto precipicio, 370 metros de altura, aunque el río fuera muy profundo, el solo impacto contra la superficie del agua le destrozaría. Atravesó el campamento y escuchó otra voz conocida a sus espaldas.
-Alto todos, ella es mía – a la voz de Draco Malfoy los sonidos de pasos cesaron casi por completo, pero podía escuchar a alguien acercándose, seguramente él. Y la había reconocido.
Dos pasos, dos pasos más y acabaría con su vida, sería por su propio pie, no por la maldición de algún mortifago. Aferró su vara con pánico, casi sin recordar que no era un simple instrumento domestico, sino también un arma que podría salvarle la vida.
-Inmobulus- sus pies detuvieron su carrera en el preciso instante en el que iba a saltar al vacío.
"Desaparición" pensó. ¿Cómo no se le ocurrió antes? Tonta, tonta, pobre tonta perdida, cerró sus ojos con fuerza y pensó en el destino al tiempo que dos
fuertes manos se cerraban sobre sus hombros, asiéndola firmemente.
Se sintió asfixiada, algo presionaba incesantemente sus hombros, mientras su cuerpo parecía estirarse y retorcerse, como pasando por un pequeño tubo de goma haciendo que el oxigeno abandonara sus plumones.
Cuando por fin pudo respirar de nuevo se encontraba en las penumbras de una estación del subterráneo, vacía y abandonada a esas horas de la noche. La
presión de sus hombros desapareció, pero aun no podía moverse y sintió sus ojos humedeciéndose.
Había conseguido escapar, pero había traído consigo a su verdugo. Totalmente inmóvil; completamente indefensa.
-Liberacorpus – escuchó decir mientras caminaba hacia ella, calló de rodillas al suelo frente a él, completamente vencida del cansancio y del dolor, abatida por seis horas de combate y muerte. Cerró los ojos esperando sumisamente la maldición mortal, pero en lugar de esto le llego la voz ronca y reptante de
Draco Malfoy.
-Levántate- le ordenó, pero ella no le obedeció, no podía, no tenía fuerzas, el se las había arrebatado todas, y las batalla le había drenado el único resquicio que él le había permitido conservar, con un esfuerzo sobrehumano alzó el torso y la cabeza y le miró a los ojos con una mirada totalmente perdida y vacía.
-Levántate he dicho Granger- le miraba con una mezcla de odio, burla y superioridad en sus ojos grises, como si su sola presencia le diera asco – tus
minutos están contados asquerosa sangre sucia.
-Yo no pedí esto- susurró- yo no pedí esto, este poder, este don, esta…-tartamudeó- esta maldición – terció gritando las ultimas palabras, llorando mientras veía a Draco directamente a los ojos.
-Eso ahora no importa- respondió el rubio con franco aburrimiento, estaba cansado, quería terminar, cargarse el cuerpo al hombro y echarla a los pies del Señor Oscuro para poder irse a descansar.
-Doscientas personas Malfoy, 43 niños, y mas de 60 ancianos, hombres mujeres, Malfoy… niños de 10 a 15 años, seres humanos Draco- casi gritó de nuevo.
-Fueron condenados- dijo este con frialdad y superioridad, disfrutando su posición de poder.
-¿Condenados? ¿Condenados dices? ¿Condenados por qué o por quien? ¿Por no ser Puros en su linaje? ¿Quién fue primero Malfoy? ¿El hombre? ¿El mago? ¿O tal vez el supremo creador de todos? ¿Condenados por haber recibido algo que ninguno pedimos? ¿Un don?- puso su aliento y convicción en cada frase, pero tambien su dolor, quería entender, simplemente comprender, si iba a morir, al menso pedía a los dioses hacerlo con el conocimiento.
-Poder, Granger, la magia es poder-
-Maldito, malditos tu y tu estirpe, maldito tu Lord y malditos todos mil veces… malditos cobardes- le gritó, deseando que Draco Malfoy acabara de una vez con aquello.
-Levántate- dijo, y dando un paso hacia ella la alzó de los hombros, enterrando los dedos en la herida que atravesaba su hombro, con un grito de dolor de la castaña pudo sentir la cálida humedad de su sangre y su pulgar derecho rozar el
hueso desnudo de su clavícula. Retiró la mano violentamente, y Hermione contuvo un par arcadas de dolor, su frente fría, sudorosa, la mirada perdida, fija en ningún punto y los grandes escalofríos que la recorrían, él la había levantado del tirón, y ahora estaba recostada de la columna que había a su espalda, mortalmente pálida mientras de la herida fluía sangre en grandes cantidades, por su brazo izquierdo bajaba un hilo continuo de sangre que ya había formado una pequeña charca bajo éste, tocando sus pies descalzos.
Con un gemido fuerte se contrajo sobre su vientre, llevando ambas manos al mismo, fue entonces que él se percató de eso. Si bien había notado la nueva
estatura y las curvas desarrolladas en los últimos meses por la castaña, no había reparado, ni esperado ver nunca, su vientre abultado.
Allí bajo su sweater, ahora ceñido a su cuerpo por sus manos, podía ver su vientre crecido. Sin saber cómo o por qué retrocedió un paso.
-¿Qué es esto? – Dijo; superando su sorpresa inicial la miró asqueado- ¿El pobretón ya plantó su semilla?- se burló.
-Maldito imbécil, aún soy una Granger, tú destruiste mi matrimonio, ¿recuerdas? ¿Recuerdas la última vez que nos vimos?- le susurró, Draco la miró detenidamente a la cara, el acero clavándose en el chocolate de sus miradas, oh si, claro que recordaba, ambos lo hacían.
Residencia de Hermione Granger,
Camberwell New Road, Walworth, cerca de Charing Cross, Londres Muggle,
12 de Abril de 2002, 26 semanas atrás:
"Huevos, pan, te…"
De salida iba distraída; concentrada recitando su lista de la compra, un viernes de abril, ya caída la noche. El viejo supermercado muggle quedaba sólo a dos bloques de su apartamento, y al regreso, venía igualmente concentrada, revisando la compra por catorceava vez, chequeando por cualquier olvido.
Tan distraída que no notó en ninguno de los dos trayectos que tres hombres la seguían de cerca. Abrió la reja del edificio con la llavecita electrónica y caminó rumbo al ascensor, sin notar el bastón que detenía la puerta. Tres mortifagos subieron con ella al ascensor, sin poder ver nada a consecuencia de las grandes bolsas que llevaba en los brazos.
-Piso 11 por favor- gimoteó al no poder alcanzar los controles del elevador
Al abrirse las puertas, Malfoy elevó su mano para amenazarla, pero un hombre y una mujer, ya rondando la cincuentena y de aspecto bondadoso esperaban del otro lado, con tres paquetes blancos en sus brazos.
-Hermione querida, pensamos que estabas en lo de tu novio- Saludó la mujer con un tono ligeramente agudo en su voz.
-¡Mamá! ¡Oh lo siento! Olvide por completo que vendrían hoy, la cena donde Ronny es mañana- Respondió caminando a largos pasos el pasillo hasta la ultima puerta, Malfoy y los otros dos hombres se quedaron en el ascensor, contemplando la escena.
-Abre rápido querida, traigo aquí el vestido, quiero vértelo- apuró la dama agitando el más grande de los paquetes grandes.
-Mamá, faltan tres días, y me lo has hecho probar ayer en lo de la modista, ¿no puedes relajarte un poco? Papa, sostenme la compra ¿si? No puedo encontrar la jodida llave.
-Ves- quejó el hombre quitándole los paquetes mientras miraba ceñudo a su mujer- ¿Ves por que no me gusta ese joven para tu hija?
-Es tu hija también- le regañó la mujer, ojos azules, cabello castaño lacio flotando hasta su cintura, en contraste con el cabello negro y rizado en apretados anillos del hombre trigueño de ojos cafés
-Ahora dice palabrotas, se desaparece por semanas…- prosiguió refunfuñando el hombre en lo que Hermione abría la puerta de su domicilio
-Papi, en tres días seré la señora Weasley, aunque intentes lo que intentes…
El apellido del pobretón y las palabras subsiguientes le llegaron apagadas, ya habían cerrado la puerta tras de si. Con un hechizo desilusionador Malfoy y sus acompañantes se colaron en el apartamento de Granger.
-¿Papa? ¿Pusiste el cerrojo?- le escuchó preguntar desde la distancia
-No veo el por qué- refunfuñó de nuevo el hombre
-Padre, estamos en medio de algo grande, los magos no estamos seguros en ninguna parte, por favor ve y pon el cerrojo para que se activen los hechizos de seguridad.-
Siguieron las voces a través del pasillo, y encontraron al padre de Granger en la cocina
-¿Y bien?- Dijo ignorando los quejidos de su hija y sirviendo el té ante la mirada de los verdugos, inocente de su destino.
-Está perfecta, parece una princesa- resonó con orgullo la voz de su madre desde una cámara contigua.
-Mamá, no exageres- chilló la joven con fingida modestia.
Un murmullo seguido de risas, algo sobre la luna de miel, por otra puerta de la cocina el hombre caminó a un pequeño salón con una bandeja servida para el té.
Al seguirle Draco descubrió el salón, y sobre la mesilla ratona Hermione Jane Granger enfundada en un hermoso vestido blanco de seda brillante, por el cual se desperdigaban cristales Swarowzky por toda la falda y el bordeo del discreto escote cuadrado, estaba sencillamente hermosa, con las mangas largas en pico y en la cintura una cadenilla de eslabones y discos de oro blanco incrustados en zafiros y ópalos, unidos en el vientre y cayendo en una larga línea sobre sus piernas en el centro de la falda que descendía hasta cubrir casi por completo sus pies descalzos, el vestido ciertamente le daba el aire de una princesa medieval, o una sacerdotisa antigua
La joven escondía una diminuta pieza de seda blanca y encajes tras su espalda, sonreía radiante, su piel refulgente en un tono dorado reflejo de su alegría bajo la lámpara antigua de araña que pendía sobre su cabeza, y las mejillas arreboladas, los dedos retorciéndose sobre el negligé de encaje blanco.
Por un momento, Draco Malfoy casi sintió pena de lo que estaba a punto de hacer. Casi
-Ahora el velo, querida – dijo su madre, acercándose a ella y quitándole discretamente la prenda a espaldas de su padre, la dejó caer en un paquete y se
acercó de nuevo colocándole un velo, sujeto de una bella tiara de oro blanco, plata, minúsculos zafiros en forma de lágrimas y diamantes.
-Diamantes ¿sabes?- Habló con orgullo el señor Granger- Era de tu tatarabuela, era hija de una…
-Duquesa papá, la de Windsor, lo sé papá,- rodó los ojos- por eso es que somos tan adinerados, y por eso es que una vez al año pulimos el escudo de armas de tus "tíos"- dijo con voz de remedo
-¡Bah! ¿Eso no te importa un bledo verdad?
-En lo mas mínimo, estúpido elitismo, no trae nada bueno, a ver, ¿por qué no vivimos en un estúpido castillo?- Dijo acomodándose el velo y cubriéndose el rostro con el antes de girarse de nuevo a su padre.
-Hermosa, sencillamente hermosa –dijo el señor Granger con orgullo- Pareces una virgen.
-¡Es que soy una virgen!- dijo orgullosa en su voz cantarina con una sonrisa complacida
-¿Así que eres una virgen? -Soltó Malfoy haciéndose visible – a estas alturas pensé que ya te habrías revolcado a Potter y al pobretón-
Los tres se volvieron a un tiempo a mirarle, junto a él habían otros dos mortifagos, Malfoy estaba en la puerta de su habitación interponiéndose entre ella y su varita, los otros dos, entre ellos y el recibidor, impidiéndole correr a la chimenea.
-Malfoy- salutó insegura, ¿qué demonios estaba haciendo Malfoy en su casa? "Piensa Hermione, piensa"
-¿Pensabas casarte con el pobretón? Es una lastima que ese traidor a la sangre no pudiera comprarte un vestido mas… caro- le dijo con desdén, aunque sabía que no había nada de malo o barato con dicho atuendo a decir verdad; era absolutamente perfecto.
-¿Qué pasa hija? ¿Quién es este joven?-reaccionó al fin el señor Granger encarando al muchacho rubio de ojos grises y porte aristocrático, había algo en el aire autosuficiente de ese joven y en el cómo miraba a su hija que no terminaba de agradarle, había mas que reconocimiento, era lascivia lo que brillaba en el fondo plata de sus ojos.
-Draco Malfoy, papá, y ya se iba- dijo bajando de la mesa y encarándolo
-Oh no, no me voy- la retó con una sonrisa ladeada, Hermione se estremeció al contemplar el bastón de estoque que le acompañaba, era idéntico al de Lucius Malfoy, pero de algún modo estuvo segura que éste no tenía por dentro una varita.
-¿Qué quieres aquí Malfoy? cantadito rápido para que te vallas por dónde llegaste- le apremió acercándose a él, y chasqueando los dedos, fingiendo una seguridad y una entereza de las que no disponía, con un fluido y elegante movimiento Draco coló la mano por debajo del velo de novia y le sujetó el mentón, obligándola a avanzar el paso que aún los separaba y a elevar el rostro para encontrar su mirada.
-¿No es obvio?- Le dijo mirando con curiosidad la tiara que llevaba, le resultaba vagamente familiar- Quiero a Potter, y tú me dirás dónde encontrarlo.-
-Nunca- Respondió la castaña con furia apartándose de su roce
-¿Seguro sangre sucia? Cojánlos- Ordenó con un brillo de macabra diversión, un destello de desesperación y demencia que Hermione creyó estar imaginando.
En fracción de segundos los padres de Hermione estaban atados con cuerdas mágicas a las dos butacas tapizadas en piel color crema. Draco se paró frente a su padre, mirándola con desdén mientras le apuntaba al hombre mayor con su vara oscura.
-Malfoy, por favor no, ellos no tienen nada que ver, ellos no saben nada- rogó, humillándose ante él, su vara estaba en manos de uno de los mortifagos, uno al que no podía reconocer bajo su máscara.
-No tienes tu varita ¿verdad? No eres nada sin ella, no eres nada sin tus amigos- azuzó satisfecho
-Malfoy, ellos son muggles, inocentes.
-Así que estos son los asquerosos muggles que te trajeron al mundo, ¿Quieres ver como se hace un Cruciatus, Granger?
-Por favor Draco, no, no lo hagas.- imploró Hermione. Le miró con los ojos anegados de lágrimas, un breve pase de su vara y su padre comenzó a retorcerse del dolor, su rostro contrayéndose en una mueca y el grito resonando por todo el departamento.
-¿Dónde esta Potter?- Preguntó mirándola de soslayo luego de acabar la ejecución de la imperdonable.
-No, no lo sé Malfoy, no sé donde está ahora- masculló entre sollozos, mirando a sus horrorizados padres- no lo sé, él, él se fue.
Draco señaló con la vara el pecho de su padre.
-Avada Kedabra-siseó desapasionadamente.
Hermione corrió hacia su padre, sus ojos se nublaron ante él y estrello los puños repetidamente contra la espalda de Malfoy, para apartarlo.
-Agarradla- musitó con desprecio. A su voz los dos hombres la tomaron de los brazos, aunque forcejeó con ellos.
-Papaaaaa, papaaaaa, papá despierta, papá, por favor, despierta.- Gritaba enloquecida, el resplandor verde había arrancado una parte de su alma, y con ella su calma y su cordura.
-No seas patética Granger, no va a despertar más, y tú lo sabes. – Se burló Draco con otra mueca sonrisa ladeada.
La madre de Granger observaba todo horrorizada, y las palabras del muchacho le hicieron comprender al cabo lo que ocurría.
En otra parte, Harry acababa de despertar de un sueño angustioso, se llevó las manos a la cicatriz, mientras Ronald le agitaba de los hombros, los demás
habitantes de la madriguera estaban en torno a él.
-¿Qué le pasa a Hermione?- cuestionó Ron a penas logró escapar de la nebulosa de dolor y sueño que envolvía su cabeza, proveniente de la cicatriz.
-¿Qué?- estaba aturdido, había hecho levantar a todos en su primera noche en La Madriguera
-Estabas gritando su nombre y el de Malfoy.- respondió Ginny
-¿Dime dónde está Potter?-Ordenó el rubio
-Maldito, él no tenía nada que ver en esta guerra absurda, él era un muggle, un inocente.- le escupió enajenada, con una mezcla desapacible de ira y dolor arremolinándose en su corazón, desgarrando su alma y arrastrándose bajo su piel.
La madre de Granger, sintió un dolor penetrante en su cuerpo ante un silente ademán del rubio, gritó con todas sus fuerzas, pero otro hechizo, impedía que cualquier ser fuera de ese apartamento escuchara sus gritos.
-¿Dónde vive Potter? Si no sabes dónde esta ahora, al menos dime dónde vive- le dijo con un tono letalmente bajo que le erizó la piel y los bellos de la nuca.
-Él, él vive en Private Drive… el número 5 de Private Drive, en, en, Por favor Malfoy, déjala ya, déjala, mátame si quieres, pero déjala.
-¿Dónde queda eso?- preguntó liberando a su madre del influjo de la maldición.
-Little Winggin, a me… media hora al este de Londres. –susurró con los ojos cerrados; en el fondo de su corazón sabía que había traicionado a Harry, pero eso ya no le importaba, su padre yacía muerto frente a ella, y su madre también lo estaría de no ser por su pequeña traición. Él entendería, tenía que entender.
-Bien, ahora lo comprobaremos. –le dijo Malfoy con expresión complacida, antes de esbozar una sádica sonrisa y ondear su vara con un complicado y veloz sobre el rostro de la señora Granger, Hermione contuvo el aliento mientras la voz de Draco resonaba en su mente como el eco de una pesadilla de la cual no se podía despertar - Avada Kedabra
-¡No!-
Los hombres la soltaron entre carcajadas y la joven se impulsó a los sillones donde estaban sus padres, cayendo de rodillas frente a ambos, ambos estaban muertos, su mirada pérdida, velada, mirando sin ver. Se dejó llevar por las lágrimas, tocando con su frente el suelo, sollozando hasta que un oscuro reflejo llamó su atención, allí en el suelo, bajo el sillón en que estaba el cuerpo de su padre, estaba uno de los negros atizadores de la chimenea.
Con un jadeó desesperado estiró sus manos a el mismo, pero en ese momento uno de los mortifagos la alzó en vilo a una seña de Malfoy. Con un hechizo no verbal le ató las manos al frente y la llevó frente a él.
¿Dónde Granger? –Preguntó apoyando con fuerza la punta de su vara en el espacio entre sus costillas, justo sobre su corazón.- ¿Dónde vive Harry Potter?
-En el número 5 de Private Drive, en Little Winggin.- Susurró como una autómata, sin importarle en lo más mínimo ahora su futuro.
Al dar de las doce, cuando no se reportara con él, Harry estaría aterrado y alertaría a la Orden, abandonaría Privet Drive rumbo a su hogar, a buscarla, y entonces ya los mortifagos se abrían retirado, irónicamente a buscarle a él, cuando la encontraran muerta, irían a los refugios y estarían a salvo. Un pequeño sacrificio, para salvar a muchos. Miró de soslayo el antiguo reloj del abuelo, su péndulo como una macabra parodia Poe y su poso saltaron a su mente, eran tan solo las diez de la noche y unos tantos minutos.
La voz de Draco Malfoy la devolvió a la realidad presente
-Bien mi pequeña sangre sucia, parece que le haremos una visita a tu amiguito cara rajada, y si no me has dicho la verdad, veras morir a tu novio y te unirás con él en el otro lado.
-Muérete Malfoy- espetó ella, y en un impulso le escupió al rostro.
Draco se limpió con asco la saliva y mirándola con ojos llenos de odio la abofeteó, cruzándole la cara. La castaña volteó a mirarle desafiante, con la frente en alto y la tez enrojecida. Con sus padres muertos, y habiendo traicionado a sus mejor amigo, ya nada le importaba. Malfoy le miró a los ojos un momento y la tomó de la nuca, enredando sus manos con el velo y varios mechones de su cabello, la chica alzó las manos y las estrelló con fuerza contra su nariz, haciendo que la soltara para llevarse las manos a ese lugar, mirando la sangre que le había logrado sacar los ojos plateados relampaguearon de furia y la golpeó a puño cerrado en el estómago. Hermione callo de rodillas al suelo, tratando de tomar el aire que el golpe le había arrojado fuera del cuerpo, pero en el momento que comenzaba a inspirar, Draco alzó el bastón, tan parecido al de su padre, y lo bajó con fuerza contra su espalda, descargándolo sobre ella varias veces.
-Canalla, maldito cobarde- soltó con un hilo de voz que le costo mucho trabajo alcanzar y expulsar.
Draco volvió a levantarla del cabello y la llevó casi a rastras a la habitación.
-Imbécil, maldito mortio, mátame de una vez- le gritó forcejeando con un nuevo atisbo de voluntad, sus manos en garras cerrándose sobre la muñeca de Draco, enterrando las uñas en su piel y hallando la tierna, blanca carne en jirones por su antebrazo hasta el dorso de la mano, el coraje sustituyendo el denso dolor que se instaurara minutos antes en su alma, sabía que iba a morir, pero lucharía con garra hasta el final, se lo debía a sus padres y así misma, no caería sin dejar huellas en Malfoy.
-Oh no querida, hay cosas mucho peores que la muerte- dijo él con sadismo, arrojándola contra los postes de la cama – Podríamos, por ejemplo, averiguar si realmente eres una virgen - Draco la alzó de los brazos con la fuerza de un desquiciado y la tumbó en el colchón sujetándola contra este bajo el peso de su cuerpo, un sólido muro contentivo de firmes y duros músculos inyectados de ira y adrenalina aprisionándola con sus piernas, rodeando y apretujando ferozmente ahorcajadas sobre su pecho, aplastando su diafragma bajo su peso y su diafragma bajo el de las rodillas, le arrancó de un tirón el velo y la tiara y los arrojó lejos, descargando un nuevo derechazo contra su rostro mientras ella debatía por sacárselo de encima. Otro golpe, esta vez con su bastón, y la chica quedó semiinconsciente.
–¡Imperius!- musitó con malicia.
Estación del Subterráneo,
Londres Muggle,
Martes 15 de Octubre de 2002:
-Hacen seis meses de eso Malfoy- dijo Hermione entre el asco y la resignación.
-Imposible, jamás podría haber dejado nada en ti- Rebatió Draco Malfoy luchando entre el deseo de apartarse o asesinarla
-Lo has hecho Malfoy, por mucho que te lo niegues lo has hecho, has cruzado tu sangre pura con la m…
-¡Calla! No te atrevas a decirlo- Espetó alzando su mano izquierda en amenaza mientras seguía apuntándola con su vara
-Tú te atreviste a hacerlo. ¡Aaaaaaah!- de nuevo ese dolor en su vientre, se dobló jadeante sobre si misma instintivamente, tomándose con ambas manos el vientre, un poco de sangre asomó de su hombro cuando movió el brazo, su rostro pálido, estaba contraído en un rictus de dolor, mientras trataba en vano de sostenerse en pie y mantenerse despierta.
Draco se acercó a ella y tomó su mentón haciéndola alzar el rostro con violencia, taladrándola con la mirada.
-No me engañas Granger, no te creo tu pobre y patética parodia de dolor, ni tus insinuaciones, si hubiera dejado algo en ti, lo hubieras matado al instante
-No soy como tú, maldito mal nacido-balbució- Yo no mato inocentes, no importa que tanto te desprecie, no mataría a mi propio hijo
-Entonces no te importaría si yo me deshago de él- dijo, poniendo la vara en su vientre.
-Eres despreciable,- casi rió en una oleada de histeria- matarías a todos los mestizos del mundo, sin importarte que entre ellos estuviera tu propio hijo
-No es mi hijo- Siseó con furia y desprecio, algo dentro de él quebrándose por un breve instante, la poderosa espada de la duda calándose hondo, de inmediato se sacudió la sensación, relegándola a un segundo plano.
-Lo que quieras Malfoy, es un mestizo, y yo una sangre sucia.- contestó la castaña alzando el rostro con el final de la contracción, aún marcada la mandíbula, apretando los dientes conforme el calambre abandonaba su cadera y su baja espalda.
Se miraron un tenso instante, el presionó con más fuerza la vara contra su vientre en el momento en que una nueva contracción la asolaba, por impulso Granger se tomó de su túnica inconcientemente con una mano, mientras con la otra sujetaba la de Malfoy y la presionaba contra su propio cuerpo desesperada, las lagrimas de desconsuelo y abatimiento anegaron su mirada mientras clamaba compasión a los dioses griegos.
-Hazlo de una vez maldita sea, mátame de una vez y líbrate de mi y de todos los sangre sucias del mundo, líbrame de una vez de esta maldición.- Le pidió sollozando.
Draco le miró atónito ante su suplica, la valerosa Gryffindor le suplicaba, si, al fin lo hacía, pero no por su vida, como en la escena que su mente había recreado mil veces. Le suplicaba que la matara, y por primera vez en años dudó. Tembló en su duda. Su mano delgada y pálida, que nunca había temblado desde su primer asesinato, temblaba ahora ante la posibilidad de matar a la sangre sucia que tanto había odiado. Tanto que había ensuciado su cuerpo con ella solo por el mero placer de mancillar su orgullo y el de la comadreja, tanto como para tomarla por el mero daño que le causaría a Potter, y a ella misma. Lo suficiente para descuartizar su alma en mil fragmentos junto a la de ella, meses atrás.
Sintió un movimiento en el vientre de la chica y en ese momento supo que no podría hacerlo, ella apretó aun más su mano en medio de un chillido de dolor y sus ojos se viraron al blanco para acabar cerrándose, cayó desplomada contra su pecho, inconciente. Sin ser conciente de lo que hacía reaccionó con impecables reflejos, dejando caer la vara y estirando manos y brazos para recibirla, sujetándola contra su cuerpo para evitarle la caída. Cuando el vientre de ella tocó su abdomen sintió de nuevo el movimiento de esa vida creciendo dentro de ella. Estremeciéndose con una mezcla de anticipación, ira y temor reconoció que ella había logrado sembrar la duda dentro de él y se quedó mirándola hipnotizado.
No podría matarlos hasta saber si ella hablaba con la verdad.
Necesitaba saber si el ser dentro de su vientre era su hijo.
_OoOoO
Britannia es el nombre antiguo de Inglaterra
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