Soy lo Prohibido…
Es tan chiquita…
Juro que cabe en mis manos, pero a pesar de eso, sé que ella sola tiene el poder de conquistar Imperios.
Y yo por ella mataría dragones.
La amo, la amo desde antes de saber cómo era. La amaba cuando ella no existía y sé que la voy a amar por el resto de mi vida.
Sí, sé que soy repetitivo, pero tienen que comprender que no todos los días uno es padre por primera vez.
No puedo creer que ella esté en mis brazos ahora, ¿sabrá cuánto la deseé? No lo creo, aunque parece increíble que siga durmiendo feliz en mis brazos. Porque puedo asegurarles que ella no va a volver a dormir en otro lugar, por más de que su madre diga lo contrario.
Bostezó, y mis piernas temblaron, todavía no puedo creer el efecto que produce en mí. Movió esa boquita perfecta, que es igual a la de su madre, supongo que está soñando con su primera comidita.
La habitación está a oscuras, mi amada esposa está realmente cansada. Hoy pude entender que ella me dio el más grande regalo del mundo, me hizo padre. Y jamás voy a poder devolverle tanto amor.
Y mientras soy testigo de un momento único, la primera siesta de los amores de mi vida, envuelto en la cálida combinación de sus dos perfumes. Me llueven los recuerdos.
Y soy consciente de que tengo tanto que agradecer. Porque yo la vi irse de mi lado para crear su futuro con otro hombre, pero siempre hubo una realidad, ella es mía.
Desde el primer momento que la vi, supe que ella era parte de mi corazón, miento, ella era mi corazón.
Pero mi historia no comienza así –será que estoy muy emocionado, así que acomódense- empieza muchos años atrás, cuando era sólo un niño de 15 años.
Tenía esa edad cuando mis padres murieron, dejándonos solos. Seiya tenía 4 años y si para mí era muy difícil superar la muerte de mis padres, para él era peor porque era sólo un bebé.
En ese momento supe iba a hacerme cargo de él, protegiéndolo, cuidándolo y también compartiendo con él mis recuerdos. Tal vez mis padres ya no fueran parte del mundo, pero siempre serían parte de nosotros.
Tres años después logré emanciparme de mis tíos, con el dinero de los seguros de vida de mis viejos compramos una casita. Mis tíos siguieron apoyándonos, pero respetando nuestro espacio.
Nuestros vecinos eran una pareja muy amable, en especial la señora Ikuko. Ella se encargaba siempre de Seiya. No porque yo no quisiera, pero entre el estudio y el trabajo no llegaba a buscar al terremoto de mi hermano a la salida del colegio.
Pero los Tsukino lo hacían con placer, adorando pasar tiempo con Seiya. Y él amaba la libertad que tenía de ir y venir por las dos casas –me pasé todo un fin de semana tirando una pared abajo, rompiéndome la espalda para poner una maldita puerta que conectara los dos jardines. Unos días después tuve que llamar a un albañil. La puerta se vino abajo, de esa manera descubrí que no sirvo para la construcción- Siempre jugando y gritando animado con Serena.
Ella era una muñequita rubia de 8 años que corría y jugaba a la par con los demás varones del grupo, y yo podía pasar horas tratando de hacer lo que ella quería –¡Hasta dejé que me maquillara una vez!-.
Por mi parte después de terminar el secundario, decidí estudiar Licenciatura en Ciencias Políticas –Chef era la segunda opción. Pero ni siquiera Chicho, el perro del barrio, tenía preferencia por mis delicias culinarias-. Tres años después estaba recibido y empezando a cursar abogacía, y todo cambió.
Recuerdo a Seiya llorando mientras la policía entraba en la casa de nuestros vecinos. Mi pecho casi se destrozó, no sólo por perder al matrimonio Tsukino. Si no que no podía creer que no vería más a esa pequeña princesita, mi princesita.
Traté de consolar a mi hermano hasta que vi entre medio de la gente al matrimonio Kino con su hija Lita. Y de la mano de Lita, estaba Serena, con sus ojos celestes llenos de lágrimas, miedos y aturdida sin entender qué estaba pasando. Seiya salió corriendo de mi lado y llegó donde estaba ella. La abrazó y juntos comenzaron a llorar.
El entierro de los Tsukino fue un desfile de desagradables personajes. Lo que quedaba de familia para Serena eran sólo escorias que deseaban apoderarse de la riqueza de ella. Seiya estaba afectado, ya que quería mucho a la niña y con ella redescubrió el dolor de perder a sus padres.
Durante todo el funeral traté de permanecer fuerte para Seiya, pero en especial para Serena, sólo una vez mis ojos se cruzaron con los de ella. Y en ellos pude ver la misma tristeza y dolor que veía en los míos.
Unos días después el albacea de los Tsukino llegó a casa con una sorprendente noticia. Me había convertido en el tutor de Serena, sus padres no podían confiar en nadie más. Ya que sospechaban que eran sus propios familiares quienes estaban atentando contra sus vidas.
Por suerte Seiya sólo escuchó la parte de que Serena viviría con nosotros, y salió corriendo por la puerta del jardín que seguía uniendo nuestras casas. Recuerdo los gritos emocionados de mi hermano tomando de las manos a Serena mientras le decía 'Desde ahora sos nuestra. Mi hermano arregló todo, desde ahora vas a vivir con nosotros' y de pronto ante los ojos de ella y Seiya, me convertí en un héroe.
A partir de ahí quise ser su héroe, para siempre y por siempre.
No es necesario decirles que ella se hizo cada vez más hermosa. Mi muñequita se convirtió en una mujer tan bella, qué haría llorar de envidia a las musas de Botticelli.
Pero no todo fue fácil. Puedo recordar todavía mis nervios cuando una mañana, a sus 13 años, ella se convirtió en "señorita". ¡Qué sabía yo de esos menesteres! Podía lidiar con las poluciones nocturnas y erecciones matutinas, típicas preguntas de Seiya. ¡Pero con períodos, ovulaciones y embarazos, no!
Traté de calmar a Serena, al levantarse de la cama, había visto sangre y su miedo dio comienzo a sus gritos. Ese día entré a su habitación corriendo, sin siquiera golpear la puerta –cosa que no volvería repetir hasta 'él día' pero no quiero adelantarme-.
Una vez explicados los grandes misterios del mundo, y luego de un muy vergonzoso momento de contarle que tendríamos que comprar apósitos femeninos. Llanto de nervios, cambiar las sábanas, dejar que Serena se bañara y vistiera. Fuimos los dos a la farmacia a comprar los implementos necesarios, para esta nueva etapa en la vida de mi princesita.
A partir de ese momento me convertí en un obsesivo con todos los datos que tenía que saber para criar a una adolescente. Por suerte conté con la ayuda de una gran ginecóloga, que hizo las cosas más fáciles para Serena y para mí.
Otro GRAN momento en nuestras vidas fue la primera comprar de ropa interior femenina, para el nuevo, y todavía en estado de desarrollo, cuerpo de Serena.
Obviamente Seiya había volado a los videos juegos. Sólo en determinadas ocasiones conseguía que se cambiara de ropa, el baño era definitivamente algo desterrado por él –por desgracia Serena y yo teníamos que sufrir las consecuencias de su rebelión contra el agua, pero de una forma u otra lográbamos mantenerlo limpio la mayor parte del tiempo-.
Las vendedoras del local era sin duda muy atractivas y muy voluptuosas, haciendo que Serena muriera de vergüenza por entrar sola, aunque todavía más pena le daba entrar conmigo.
Igual tomamos valor y lo hicimos. Cuando terminó la "experdición", volvimos a casa con el firme propósito de nunca más volver a repetirlo. –Quién hubiese pensado que años más tarde, los dos nos insistiríamos en hacer juntos esas compras. Ahora la perdición viene exactamente después, cuando ella modela esos conjuntitos para mí. Pero otra vez me estoy adelantando a todo.-
Las citas de Seiya empezaron cuando tenía 15 años, las chicas iban y venían en casa. Generalmente trataba de no salir las noches que lo hacía mi hermano, no me parecía bien dejar a Serena sola en la casa. Aunque un par de veces sucedió.
No voy a mentir, no era un monje. Tenía muchas amigas y muchas de ellas, no todas, resultaban buenas compañeras de cama, al menos por un tiempo. A mis 27 años tenía mucha vida por delante, no pensaba en casarme y tener hijos. No a esa edad, ni soñarlo, más sabiendo que en casa me esperaban Seiya y Serena.
Ellos eran mi prioridad, ya llegaría el momento que conociera a alguien y quisiera formar mi hogar, pero mientras tanto no. Gracias, pero no.
Un año después me di cuenta lo que pasaba.
Era viernes y había salido muy tarde del trabajo, pasadan las dos de la mañana. Las luces de la casa estaban encendidas en su totalidad. Entré sin hacer mucho ruido, y pude escuchar los gritos de Serena y Seiya, lo cual me asombró.
No era que ellos no discutieran, pero jamás había escuchado a Serena tan enojada. Le recriminaba a mi hermano, recuerdo que la discusión era algo así:
-Cómo pudiste hacerme esto, traerla a nuestra casa y casi acostarte con ella en nuestro sillón. Sabiendo que yo estoy acá. ¿Acaso no significo nada para vos? Tan poco respeto o cariño tenés por mí que podés hacerme esto.- Dijo Serena.
-No tenés una idea de lo que hablás, no sabés nada de mí Serena, ni nada de lo que siento y…-
Esa fue la contestación de él a ella, de golpe todo quedó en silencio, ya no pude escucharlos y eso me asustó. Subí corriendo, pero silenciosamente, cuando llegué al pasillo y me asomé, quedé mudo. Seiya tenía a Serena atrapada entre su cuerpo y la pared, la besaba como si quisiera comérsela, con una pasión que me resultó extraña ver. Ese día comprendí que mi hermanito ya era un hombre. Seguí estático mirando la escena, hasta que ella tímidamente respondió a las demandas de Seiya sin rechazar sus besos.
En ese momento sentí un nudo en mi estómago, estaba como perdido en el aire, incrédulo de lo que eran mis ojos testigo. Sentí dolor, angustia, traición y celos.
No podía respirar y todo me daba vueltas, no sé cómo llegué nuevamente hasta la entrada. Fingí mi llegada lo mejor posible, y cuando subí las escaleras ellos estaban enfrentados, igual de alterados que yo.
Y los tres hicimos lo que peor sabíamos hacer, fingimos que estaba todo bien.
No tardé mucho en llegar a mi cuarto, me desvestí y me tiré sobre la cama como si no pudiera permanecer más en pie.
Y lloré, no había llorado desde la muerte de mis padres, pero me sentía devastado. No sólo por dame cuenta que Serena estaba enamorada de Seiya, si no porque me había dado cuenta, que yo me había enamorado de ella.
Los próximos años pasaron como agua. Yo no era una persona muy demostrativa en público, menos con mi trabajo como político, pero era todo lo contrario en casa. Seiya a pesar de sus 18 años, y midiendo 1.80 mts, se la pasaba colgado de mí.
Serena cada vez que me veía corría a mis brazos, me abrazaba, tomaba de la mano o besaba. Todo lo que no podía hacer en la calle, según ella, pero que le gustaba hacerme.
Y ella sin saberlo me mataba.
Nunca había podido entender por qué me había enamorado de ella, pero después de descubrirlo, nunca pude negarlo otra vez.
Aunque durante todo ese tiempo seguí estando para ella siempre. Con la misma devoción que antes y soportando, sabiendo que ella lloraba por las noches cuando Seiya salía con alguna chica.
Los dos pasábamos las noches de citas mirando la tele, más de una vez había tenido que secar las lágrimas de Serena, o me había convertido en su almohada mientras se quedaba dormida sobre mi pecho al mirar películas y no sé cuantas veces tuve que llevarla dormida en mis brazos hasta su cama.
Y mientras ella soñaba y sufría por el amor que anhelaba de Seiya, yo vivía igual sufriendo por ella.
Hasta que conocí a María.
María era una mujer maravillosa, tenía 35 años más que yo, es decir 64 años. Era toda dulzura y se convirtió en un ser maravilloso para mí.
Era una mezcla de amiga/madre/esposa, me cuidaba, mimaba y retaba como si fuera su amigo/hijo/marido. Comencé a acompañarla a todos los eventos sociales que se nos presentaban, ir del brazo con ella, era como escoltar a Grace Kelly. –A su edad parecía de unos cuarenta y largos nada más. Ni siquiera Michelle Pfeiffer podía empañar la belleza que era María.- Los medios no tardaron mucho en crear un romance y María estuvo feliz en dejarles creer su mentira.
Un año después, una noche terriblemente larga y llena de bebidas alcohólicas, le confesé la verdad a María. Le confesé que estaba enamorado de mi "hermanita", que sabía que sus padres habían sido asesinados y que se me partía el alma al saber que ella estaba enamorada de Seiya.
La única respuesta de María fue abrazarme y consolarme, y yo me dejé. Como lo haría a partir de ese momento muchas otras veces, siempre siendo Serena, mi principal angustia.
Una tarde, y después de planearlo mucho, tomé valor para contarle la verdad a Serena. -Sólo lo que correspondía a sus padres, no estaba ni tan loco ni tan mamado como para confesarle que la amaba.- Recuerdo que pasé toda la noche tratando de confortarla, no supe en qué momento de la noche decidí llevarla a la cama, sólo sé que ella había caído rendida por las lágrimas.
La desperté cuando llegamos a su cuarto, pude convencerla de que se pusiera su ropa de dormir en el baño y la esperé. –Sí, casi se cambia delante de mío y no supe cómo logré detenerla a tiempo.- Estaba preparado con su manta en las manos para taparla apenas saliera, como era nuestra costumbre, yo respetaba mucho su intimidad.
Serena me abrazó y volvió a llorar, la llevé hasta la cama e inmediatamente, al sentarnos, subió a mi regazo y se quedó pegada a mí. Yo sólo pude abrazarla y mecerla hasta que cayó dormida nuevamente.
En ese momento me permití respirar tranquilo, ya no cargaba más con un secreto que no era mío. Ahora podía ser sincero con ella, seguirla cuidando y amándola en silencio, sin sentir que la engañaba.
En algún momento –después de que ella se durmiera y yo hiciera mis pseudo filosóficos razonamientos- me quedé dormido con ella en mis brazos. Y, por primera vez en años, dormí toda la noche sin angustias ni penas, porque ella estaba a mi lado…
Los veinte cayeron en Seiya de una manera insoportable, al menos los dos primeros años. Estaba en esa segunda etapa de mierda –Sí, la primera es la adolescencia. No existe nada más malo que eso.- entre adolescente y joven adulto, primero era un rebelde. A los cinco segundos un hombre serio de firmes convicciones y nuevamente un niño.
Las pasiones de Seiya eran tres, la música, las mujeres y la política. Lo último me asombró, ya que él nunca había estado atento al mundo que nos rodeaba y muchos menos a mi trabajo en el senado. Pero ese era el rumbo que mi hermano había elegido y yo no podía estar más orgulloso de él, y mucho menos, dejar de apoyar su decisión.
Así que bajo ese pretexto decidió cambiar su locación a Osaka, para estudiar en una muy famosa universidad de allí. Todo eso, sin antes pedir mi permiso, y no es que él a sus 22 años necesitara mi permiso. Pero era yo quien pagaba las universidades privadas que tanto Seiya como Serena habían elegido. Y esta era la cuarta vez que mi hermano cambiaba de orientación vocacional, yo lo había apoyado anteriormente, pero todo tenía un límite.
Y ese día encontré el mío. No sé qué fue específicamente lo que nos llevó a ese momento, tal vez los años de sacrificio por mi familia, la negativa de Seiya de terminar una carrera, sus constantes ataques por mis salidas con María o simplemente la confesión de que tal vez se sintiera atraído por Serena. ¡O Dios sabe qué!
Pero esa noche peleamos, peleamos como jamás lo habíamos hecho. Nos criticamos y nos dijimos las cosas más espantosas que podríamos habernos dicho. Yo le eché a la cara todos y cada uno de mis esfuerzos, todo lo que había perdido por hacer de él el hombre libre y feliz que era. Mientras que la única preocupación que le había dejado a él era la de si tenía que salir con una rubia o una morocha.
Por su parte él desdeñó todo lo que había hecho por él, no creo que pueda olvidar alguna vez el dolor y la amargura que nos trajeron sus palabras.
-Yo no lo exigí, todo lo hiciste por tu propia necesidad. Y así me arrástrate a mí en tu vida. Yo podría haber tenido una familia normal, los tíos podrían haber ocupado el lugar de mis padres. Vos te quedaste con todo Darien, vos tuviste la infancia feliz en los brazos de papá y mamá. En cambio a mí me dejaste solo, vos nunca vas a entender todo lo que me robaste. Y nunca te lo voy a perdonar.
En ese instante todo se tornó rojo, nunca pedí ningún reconocimiento por haber criado a Seiya. Pero nunca esperé tanto enojo de su parte y me dolió, me hirió como nada podría haberme lastimado.
Y grité, le grité a Seiya tantas cosas que ahora no quisiera recordar. Pero la verdad es que cuando uno ama a una persona, también sabe bien cómo herirla y qué es lo que más la lastima.
Mi último grito dejó mi garganta ardiendo y mi corazón destrozado, pero Seiya necesitaba que alguna vez yo lo pusiera en su lugar.
-Siempre hice lo mejor para vos desagradecido de mierda. No dormí, no comí, viví como un autómata durante años para que vos pudieras tener algo. Para que pudieras estudiar en esas universidades de mierda, y que eligieras qué carajo querías ser. Yo hice lo que pude, estudié en universidades públicas y me rompí el culo por vos. Nunca vuelvas a echarme en cara lo sufrida que fue tu vida, porque vos no tenés idea lo que se siente perder a tu familia y saber que sos lo único que le queda a un bebé, cuando sólo tenés 15 años.
»No sabés lo que se siente no poder controlar nada y de pronto tener que hacerse cargo de todo. Sí, yo no te dejé con los tíos, porque quería darte todo lo que nunca ibas a tener al lado de ellos. Yo te amé demasiado hasta para separarme de vos y que me condenen si estuve mal. Pero lo haría mil veces más, si no fueras una mierda de desagradecido…
Mis palabras se vieron de pronto interrumpidas cuando los dos notamos la presencia de Serena. Estaba pálida y a punto de llorar. Era la primera vez que nos veía discutiendo, es más, era la primera vez que me veía a mí en ese estado.
Yo me quedé estático y Seiya aprovechó ese instante para salir corriendo llevándose a Serena con él.
Y entonces me quedé en el living de mi casa, observando los caros muebles con los que había revestido cada rincón de mi hogar. Me había esforzado tanto en la vida y había tenido recompensas por ello. Mis conocimientos en política me dieron mi primer gran trabajo como asistente personal de un importante ministro y luego mi título de abogado, me permitió sumarme a la mayor compañía de abogados de todo Japón.
Pero había sido mi puesto como Senador, lo que más orgullo me dio. Papá fue el primer Kou que llegara a la política, y yo el segundo. ¿Se sentiría él orgulloso de todo lo que había alcanzado?
Creo que esa siempre será mi duda y siempre tendré miedo de esa respuesta.
Volví a la realidad después de relajarme en el silencio. Fui a buscar a Seiya para disculparme y para exigir que él se disculpara. Supuse que estaría escondido en el cuarto de Serena, pero al llegar vi que estaba vacío, seguí hasta el cuarto de mi hermano menor y escuché su llanto.
No pude quedarme, él ya tenía quién lo consolara. Y yo deseaba que la misma persona estuviera junto a mí, pero estaba con él.
Salí de la casa pensando cuán solo estaba.
Volví como una hora y media después. Ya la perspectiva de quedarme tomando solo en un bar a mis 33 años, me parecía patética.
Además necesitaba reconciliarme con Seiya de una vez por todas, amaba a mi hermano, lo amaba de verdad. Y no podía dejar que esa discusión abriera una zanja que no pudiéramos cerrar.
La casa seguía en penumbras, nada había pasado desde el momento en que había salido –si hubiese sabido lo que pasaría a continuación, hubiese dado la vuelta y salido silbando bajito de ahí.- Hombre estúpido, eso es lo que fui en ese momento, o al menos eso pensé.
Me dirigí raudamente a la planta alta en busca de mi hermano, la habitación de Serena volvió a estar vacía y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Algo no estaba bien, seguí caminando y llegué a la puerta del cuarto de Seiya.
De pronto no escuchaba nada, sólo el retumbar de mi corazón aturdiendo mis oídos. Levanté la mano con el objetivo de golpear la puerta y justo cuando mi puño estaba por llamar, un suave sonido me volvió a la realidad.
Me quedé paralizado en la puerta, y nuevamente oí. La oí a ella suspirando, desprendiendo suaves gemidos de placer, la voz de Seiya se sumó prontamente y no tuve duda de lo que estaban haciendo.
Finalmente había pasado, Seiya había sucumbido al maravilloso encanto de Serena y sin dudarlo había tomado como suya la virginidad que yo tanto cuidaba. –Y no por celos, sólo que no esperaba estar ahí ese día, o que Serena se entregara a Seiya así nomás. Siempre vi como una posibilidad que eso pasara, sólo que tal vez hubiese preferido un pequeño cortejo antes de que la llevara a la cama.-
Bajé y quise refugiarme en mi jardín, pero ya era muy tarde, así que me encerré en la biblioteca con un buen libro. No estoy seguro de cuánto tiempo pasó, sólo sé que de pronto Seiya recostaba su cabeza en mis piernas y mientras me abrazaba comenzó a llorar.
-Perdoname Darien, perdóname. Yo no quería decirte lo que te dije, soy un boludo, sólo que me enojé y… -Seiya se derrumbó, las lágrimas ahora caían a raudales de sus ojos. Parecía tan asustado, tan perdido.
Me incliné sobre él para poder abrazarlo, a veces determinados lazos sólo podían ser reparados por una caricia, por una muestra de amor tangible.
Me sorprendí al notar que mi hermanito era tan grande, que ya no entraba en mis brazos. Y aunque no quisiera verlo, él ya era un hombre, o al menos trataba de serlo.
Lo acuné fuertemente, mientras acariciaba su espalda y sus cabellos. Traté de consolar su tristeza, de demostrarle lo mucho que lo amaba. Y, por qué no, hacerle también saber que ese pequeño acto de arrepentimiento, tenía más valor que miles de disculpas sin sentido.
Estuvimos así un largo tiempo, hasta que Seiya notó que ya no sentía las piernas. Y entre risas los dos nos levantamos y nos abrazamos.
Lo mandé a cocinar, pensando cómo comportarme cuando llegara la hora de sentarnos a comer todos juntos. ¿Sería incómodo para Serena después de lo que había pasado, estar frente a nosotros? Miles de dudas me asaltaban a cada momento, mi primera vez había sido mucho tiempo atrás, con mi primera novia a los 15 años. Ya no recordaba cómo había reaccionado ella después.
Las dudas que asaltaban mi mente eran sólo por ella, tendría amigas con las cuales hablar, sabría lo importante que era la protección, qué métodos anticonceptivos podría utilizar. Qué carajo podía decirle un hombre de treinta y pico de años a una mujer recién iniciada. –Sí, tenía ganas de cortarme las bolas y no salir más de la biblioteca, sólo al estúpido de mi hermano se le ocurría tener sexo con mi protegida, en nuestra casa y estando yo en ella. Mi hermano realmente se merecía una lobotomía con un bisturí oxidado.-
Pero las cosas no fueron como lo hubiese planeado, en medio de mis monólogos internos mi celular sonó, María estaba internada y yo no perdí tiempo en correr a su lado. Si alguien me necesitaba en ese momento, no era la joven de la que estaba enamorado; si no la mujer que no quería mi amor, la mujer que sólo me quería por ser yo.
Volví entrada la madrugada, María me había echado del la clínica alegando que yo sabía cuál era el lugar donde tenía que estar –Además de repetirme mil veces que no iba a morir esa noche, que no sería tan cruel de joderme lo que quedaba del día de esa forma. Sí, María hasta internada era capaz de reírse de mis desgracias y hacerme reír-. Y aunque sonara patético, el lugar donde tenía que estar era al lado de Serena.
Golpeé la puerta de su habitación preguntándome si tal vez ella seguiría despierta. Si necesitaba de mí, después de tantos años tenía miedo de tomarme atribuciones o pensar que tenía una importancia especial para ella, y después descubrir que no era así. Realmente temblé al pensar que ella ya no necesitaba de mí.
Le llevé una flor, una rosa blanca, todavía no sé por qué lo hice, sólo sé que la vi y pensé automáticamente en ella.
Serena estaba despierta, tomé su frazada y la ayudé a cobijarse en ella mientras una pequeña lágrima rodaba por su mejilla. –Hoy cuando recuerdo ese momento me pregunto cómo pude resistir su belleza, cómo continué respirando si ella me había robado el aliento con su pureza.- Rápidamente ella se acomodó sobre mis piernas como lo hacía cuando necesitaba mi protección y mi cuidado, ese acto nuestro de completo egoísmo. Ella me necesitaba a mí y sólo yo podía darle lo que ella quería.
Lentamente se relajó y escondió su cara en mi cuello, mi cuerpo se tensó al sentir su calor y por un momento no pude moverme. Hasta que nuevamente todo encajó en su lugar. La acuné con cuidado, acariciando su cabello y su espalda, permitiéndole encontrar su propio refugio en mí.
-¿Te cuidó? -le pregunté titubeante, notando como ella asentía con la cabeza–. Puede que estés un poco adolorida, la primera vez para una mujer suele ser bastante incómoda.
-Lo sé, me duele un poco. Ahora estoy mejor. -no se apartó de mí en ningún momento y supe que no mirarme le daba fuerzas para poder hablar.
-Es un momento muy importante, más que nada para una mujer. Hacer el amor por primera vez y más con el hombre que ama. –ella se tensó en mis brazos y supe que iba a matar en mi hermano de alguna forma bastante violenta.
-Él te ama desde hace mucho Serena, nunca se anima a decírtelo. Ahora voy a tener que hablar con él, tu primera vez tendría que haber sido sabiendo que él te amaba. Mañana vas a sacar turno con la ginecóloga, para que puedas hablar con una mujer, supongo que tendrás dudas y preguntas. Y estarías más cómoda con alguien de tu mismo sexo. –María me había dicho que esas tal vez fueran las palabras que ella quisiera escuchar, pero dentro mío estaba completamente ofuscado, ¡tenía que ser yo el único con quién necesitara hablar!
-No, quiero que hablemos los dos solos. Si a vos no te molesta. –al escucharla no puede evitar sonreír, todo era como debía ser, y nuevamente yo volvía a ser su héroe.
Después de esa noche, Seiya volvió a Osaka y cambió de carrera. Serena se quedó junto a mí y siguió con sus estudios, a pesar de su pequeña "sugerencia" de mudarse con mi hermano –No soy ningún boludo, si dejaba que ella se fuera con él, ninguno se hubiese recibido. Las hormonas pueden más que cualquier amenaza filial o paternal, nadie tenía que contármelo a mí.-.
La vida fue literalmente sencilla y no podíamos estar más felices, o al menos eso es lo que todos queríamos creer. Pero la verdad fue que los dos siguientes años sólo sonreía para las cámaras y para mi familia. María había combatido el cáncer, saliendo victoriosa casi por milagro, pero era cuestión de tiempo para que la enfermedad volviera.
Yo estuve a su lado a cada momento, había visto su deterioro durante el tratamiento de quimioterapia y ahora estaba a su lado mientras resurgía como el fénix. Si bien estaba en una situación delicada, ella de a poco volvía a ser la mujer que siempre había sido.
Y sin darme cuenta tomé una decisión. Pasé todo el día recorriendo cada joyería y anticuario de la ciudad. De alguna forma extraña me sentía feliz por lo que iba a pasar. No, no feliz, ¡exultante!
Había tomado una decisión egoísta, bueno no era para tanto, pero era importante para mí. Sin pensar más que en mi felicidad y en la de María, sin anteponer los deseos o necesidades de mi hermano o Serena.
Si iba a ser egoísta, lo iba a ser por completo.
Y ahí estaba, en una de las más hermosas noches de invierno, sonriendo a la nada y mirando la casa de María. Mis manos temblaron un instante antes de que el mayordomo me invitara a entrar. –¡Ese hombre era Alfred, si no fuera María una mujer, juraría que en esa casa vivía Batman!-
María apreció exactos cinco minutos después de que me acomodara en el gran comedor. Ataviada en un delicado y sexy camisón negro, seguía siendo hermosa sin importar lo delicada o frágil que todavía estaba.
Me levanté y ella caminó hasta que pude encerrarla entre mis brazos. La besé suavemente en los labios y la senté sobre mis piernas, dejando que descansara sobre mi pecho.
No hablamos mucho, sólo nos quedamos disfrutando de la compañía mutua en nuestras solitarias vidas. –No importa cuánta gente esté a tu alrededor, cuando uno siente la soledad en el alma y no puede remediarla, no le queda nada más que vivirla o sufrirla solo.- Mis manos se deslizaron por la delicada piel de María, pude sentir como ella se estremecía con esa cálida caricia.
Nuestras bocas se rozaron en un beso de amor, no amor como en los cuentos de hadas o de esos que crean tormentas… Nuestro beso era amor, entregarse sin pedir nada a cambio, sin promesas vanas de eternidad y sueños. Sólo ese momento, sólo ella y yo. Sin mentiras, dudas, celos y sin dolor.
Nos miramos a los ojos sabiendo qué seguiría después de eso, sabiendo que ya no quedaría nada de platónico en nuestra relación después de esa noche. Tomé su mano y con emoción coloqué un delicado anillo de oro, coronado de una importante esmeralda, en su dedo anular.
La sonrisa que iluminó su rostro se grabó en mi mente y supe en ese momento que jamás la olvidaría.
Y sin esperar más, la tomé en mis brazos impidiendo de esa forma que ella agotara sus energías. La llevé a su habitación, la coloqué a sobre la cama y lentamente comencé a desnudarla, maravillándome de la belleza de su cuerpo. Todo lo que ella era estaba frente a mí y raudamente me desvestí para quedar en igualdad de condiciones.
Esa noche amé a María por primera vez, uniendo mi corazón, alma, cuerpo y cerebro en comunión con otra persona.
Esa noche quedaría guardado por siempre, como un tesoro perfecto que nadie jamás podría quitarnos. Que el mundo siguiera corriendo, nosotros al fin habíamos encontrado algo de paz.
-Fuiste una basura…
María no sabía cómo hacer para no reírse mientras caminábamos al altar. Ella parecía una princesa de cuento y Serena…
Serena no podía odiar más el diseño del vestido que llevaba. El color verde petróleo era perfecto para el tono de su piel. Pero yo decidí que merecía un escarmiento, así que obligué al diseñador que le hiciera el traje de madrina más feo del mundo.
Y se lo tenía merecido, por haber negado a María hasta el mismo día de nuestra boda. ¡Qué tan difícil era entender que queríamos hacer legal nuestra relación! Como si yo fuera el primer tipo de 35 años que se casaba con una mujer que le doblaba la edad.
La ceremonia y la fiesta fue maravillosa, María resplandecía de alegría y yo no podía ser más feliz. Bailé con ella en cada oportunidad que tuve y no evité mi deber como marido de manchar su rostro con el glasé de la torta de novios.
Miles de fotos acompañaron los últimos 18 meses que vivimos juntos, miles de sueños y secretos, muchos sólo nuestros, y muchos otros compartidos con Serena. Ellas al final se habían hecho buenas amigas, tener una mujer en casa fue como encontrar un secuaz para todas sus locuras.
Serena al principio había querido viajar a Osaka con Seiya, cuando él huyó como un cobarde de mi nuevo estado civil. Pero poco a poco María la conquistó y se unieron al punto de parecer más madre e hija de lo que Serena quiso reconocer.
Sólo disfruté de ella 18 meses, no me aparté ni una sola noche de su lado, ni siquiera la noche que murió. -Ahora que lo pienso María fue la primera persona que supo de mis miedos nocturnos, y como siempre, estuvo ahí para mí.- Murió tranquila por la madrugada, sólo se fue, mientras yo la acariciaba, con nuestras manos entrelazadas. Nuestro anillo de compromiso y mi alianza de bodas centellaban entre nuestros dedos, al verlo entendí que nuestras vidas siempre estaría juntas.
María se iba del mundo, pero yo me quedaba para seguir viviendo una vida feliz por los dos. Por todo lo que habíamos compartido, por lo que habíamos sufrido. Y principalmente, porque en la oscuridad, dos solitarios nos habíamos encontrado para dejar de ser uno y convertirse en dos. Y sí, María ya no iba a estar más, pero yo sabía que una parte de ella se quedaba conmigo y que nunca más iba a sentirme solo.
Tomé la difícil decisión de cambiar mi apellido por el de mi difunta esposa, bueno en realidad agregué el Chiba antes de mi apellido paterno Kou. Así que todos comenzaron a llamarme así, y la verdad me gustó.
La que más problemas tenía con eso era Serena, nunca me había podido llamar por mi nombre. Y ahora con el nuevo apellido estaba totalmente perdida.
Pero ese no fue el mayor cambio, decidí que íbamos a mudarnos a la casa de María. Obviamente consulté esa decisión con Serena y supe que alejarse de su antigua casa familiar le traería mucha tristeza, pero era el momento de empezar una nueva etapa.
Y así lo hicimos, nos mudamos a nuestro nuevo hogar, para empezar una nueva vida. Y todos lo creímos así, todos disfrutamos de esa nueva oportunidad que teníamos para ser felices, cada uno a su manera.
Pero siempre juntos, enfrentando todos los problemas y siendo lo que éramos desde hacía más de 10 años, una familia.
Lástima que uno no puede predecir el futuro y nada salió como lo esperábamos…
El rincón del chivo
Mini fic super recomendado de Jenny Sol, mi gran amiga y Editora!!!!
De amor mediterráneo: h t t p : / / w w w . f a n f i c t i o n . n e t / s / 5 2 7 3 1 1 2 / 1 / D e _ a m o r _ m e d i t er r a n e o
FELIZ 3 DE AGOSTO!!!!
Espero que les guste "Soy lo Prohibido II". A diferencia del primero, Darien nos cuenta su historia y como pueden observar, es un poco más largo que su antecesor. –Quién dijo que las chicas hablamos más jajajaja-
El segundo capítulo llegará pronto, tal vez a fin de mes. Así que espero que me acompañen en este guanyot, especial por el cumple de Mamo.
Pero por ahora les digo hola y chau, porque en una semana rindo mis dos últimas materias y si todo sale bien me recibo. Así que imaginen el susto que tengo encima!!!!!
Mis fics están parados unas dos semanas más, pero ya estamos trabajando en ellos y están bien encaminados. No pasará mucho para que vean la luz. Muchas saben que en dos semanitas rindo las últimas dos materias y si todo sale bien me recibo, así que ando con muchos nervios.
Les mando miles de abrazos y nos encontramos pronto!!!!
···Besos Suyi···
