Disclaimer: Los personajes aquí mencionados no son de mi propiedad, son de Marvel, Fox y demás anexados. Yo sólo los uso con fines de entretenimiento, nada lucrativo

Summary: Hainne espera paciente, drogada y alcoholizada a que su amigo Marquis llegué de su ronda para poderse desahogar. Ella necesita su compañía, él necesita salvarla


Necesidad

Copa tras copa fue nublando poco a poco su juicio a base de alcohol.

Con suavidad movió el vaso con el líquido en su interior, le dedicó una pequeña sonrisa y lo bebió. Era mejor; su vida seguía siendo un puto mundo de vicios pero el alcohol era un poco más amable. Sus efectos tardaban en aparecer, eran más compasivos y no era instantáneamente dañino.

Se echó sobre el sofa, alzando su pierna y dejándola balancear en el descansabrazos del mismo mirando al techo, esperando paciente.

La puerta se escuchó, sonrió lisonjera cuando ésta se cerró y vio al chico hacer acto de aparición. Bien parecido, rudo atlético y con rostro de muy pocos amigos, ése rostro que tanto le atraía. Quizá por mal acostumbrarse a un sólo estereotipo de hombre luego de infinidad de tipos con los que se acostó y la pasó bien a cambió de una módica cantidad. Marquis era diferente, él no estaba ahí por una "módica cantidad".

El semblante ajeno dio paso a la sorpresa de verla ahí y su garganta se preparaba a soltar la pregunta por demás obvia.

—¿Qué haces aquí?
—No estoy bien.
—Sabes que no hay problema pero podrías avi...
—Cállate— y lo besó silenciando abruptamente a su reproche. Sus labios ardían no sólo por el alcohol, estaba seguro que pasaba algo más, esa idea sólo lo hizo atraerla más a él, mientras tanto Hainne bajó aún más las mangas de su playera sintiendo su piel arder al contacto con la tela de la misma.

El beso era necesitado, se sentía urgente y Marquis lo detectó desde el principio.

—Volviste a hacerlo.
—No me pidas dejar las drogas en un sólo día.
—No estamos hablando de drogas.
—Para mí viene siendo lo mismo.

Sebastian la abrazó protector, no fue necesario que ella le dijera el daño que se había infringido antes de que llegara, comenzaba a conocerla lo suficiente como para que un gesto, una palabra, un acto le dijera mucho más de lo que la peliazul era capaz de decir.

Él era traficante y le dolía verla así, sumida en un agujero por sustancias que en ocasiones él llegó a distribuir a los jefes de los capos pero no podía cambiarlo, lo hecho, hecho estaba y ahora solo quedaba ayudarla a salir de ahí