Habían momentos del día en que Nico se sentía a morir. Había aprendido a ignorar las continuas murmuraciones a sus espaldas, los insultos y las hipocresías.

Lo único que debía importarle, pensaba, era Percy.

Cuando Percy lo acorralo esa noche, contra la pared de su cabaña, no pudo evitar sonrojarse violentamente. Cuando sintió sus labios sobre los suyos, sintió que le faltaba el aire. Pero cuando Percy le sacó la camiseta, sintió que echaría su cena al piso.

No tardo en hacerlo. Las rodillas le flaquearon; pero un par de brazos fuertes y cálidos lo abstuvieron de estrellarse contra el suelo.

- ¿Estás bien, Nico? ¿Te he hecho daño?- Preguntó preocupado el hijo de Poseidón, sintiéndose terriblemente culpable.

- Ha sido culpa mía. Tengo estomago débil.- Susurro Nico, intentando incorporarse. Era inútil, sentía su cara arder, y le dolía la cabeza y el estomago.

- Voy a llevarte a tu cabaña, ¿vale? Aguanta un poco.- Contesto Percy, pasando un brazo debajo de sus rodillas y apoyando el otro detrás de su espalda. Lo levanto y lo llevo cargado hasta la cabaña 13.

Nico agradecía profundamente que estuvieran casi solos en el Campamento. Quirón y la mayoría de campistas habían salido excursión, librándolo de un vergonzoso paseo.

Percy abrió la puerta y entro. Dejo a Nico recostado en la cama, y fue al baño a llenar una palangana con agua. Se hizo con un paño de algodón y saco del armario un pijama negra para el hijo de Hades.

Se sentó en el borde de la cama y empezó a refrescarle la frente a Nico con el paño húmedo.

- ¿Podrás sentarte?- Le preguntó con suavidad. Nico asintió y se sentó. Con un movimiento rápido para ahorrarle incomodidades, le quito su camiseta sucia; y rápidamente la remplazo con el pijama.

La expresión de Nico se relajó un poco. Percy le sonrió con ternura.

-Te amo, ¿Sabes? Ojala no fuera tan torpe. Siempre la embarro.- Se lamentó el chico de los ojos verde mar. Las lagrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Nico.

-Dioses, Percy, no es culpa tuya, lo prometo. - Le respondió Nico, entre sollozos.-Es aun no puedo asimilar que t-tu, me q-quieras tanto c-como te q-quiero a t-ti.

Percy tumbó a Nico, poniendo su cabeza sobre su regazo; y empezó a acariciarle el cabello. Era suave y reconfortante.

-Nico, fui hecho para amarte. Lo compruebo cada día, cuando te veo sonreír, cuando te veo sonrojarte, y cuando veo la fiereza en tus ojos. Hoy me sobrepase. Eres un niño, y te he presionado. Jamás haremos nada que tu no quieras Nico. Te lo juro por el Estigio.- Le prometió con firmeza.

Nico asintió, y Percy se inclinó para sellar su juramento con un beso.