Capítulo 1 - Arrullo de estrellas


Disclaimer: Victorious y sus personajes no pertenecen.


«En el faro de tu amor, en el regazo de tu piel

Me dejo llevar al sol

Es que no hay nadie como tú

Que me haga sentir sentir así, en un arrullo de estrellas […]»

—¿Qué? ¿Qué hora es? —se preguntó Tori al despertar un poco confundida en esa tibia mañana de verano. Era el segundo día de vacaciones, el primero de no verla y faltaban sesenta y ocho más para regresar a la escuela.

Dejó el teléfono sonar y terminar esa melodía que le recordaba a su alegre amiga, mientras lo tomaba en manos y se disponía a escribirle un mensaje. Seguramente ya estaba en camino al aeropuerto para viajar a Idaho y reencontrarse con su familia que la esperaba ansiosa después de cuatro meses de no verla.

—¿Qué le pongo? ¿Qué le pongo? ¡¿Qué le pongo?!… Em...

«Espero que tu viaje sea seguro y llegues bien».

"Mmm, no… ¿Llegues bien? ¿Quién dice que llegues bien?, eso implica la posibilidad de que llegue mal, peor que su viaje sea seguro, no, no, no", borraba el mensaje dando toques rápidos en la pantalla de su celular.

«Que tengas un buen vuelo».

"No, demasiado frío. No soy Jade. Quiero que mi texto la ponga feliz, no que le den ganas de tomar el aparato y botarlo por la ventana", pensaba cuando se dio cuenta de la foto que tenía de fondo de pantalla de la aplicación.

Era una imagen de Cat con un par de orejas de gato y bigotes pintados en su cara, toda vestida de negro, con un top pegado de mangas largas y cuello en V, una falda de vuelos muy corta que dejaba ver sus lindas piernas y unos zapatos bajos de muñequita que le daban un toque tierno. De su cintura salía una larga cola atada a la parte posterior de su pollera con un lazo que contrastaba con el atuendo, el único detalle rosado que Jade le había dejado usar en aquella fiesta de disfraces de fin de curso, el día anterior.

Sonrió sin darse cuenta que lo hacía y supo exactamente que decir.

«¡Espero que tengas un buen viaje y disfrutes mucho tus vacaciones!»

—Listo, el mensaje perfecto —dijo mientras presionaba el botón de enviar y, de un salto, se ponía de pie para entrar en la ducha.

Del otro lado de la ciudad, Jade manejaba en dirección al aeropuerto después recoger a Cat y llevarla a desayunar a la tan famosa Casa del Panqueque. La pequeña chica ordenó un desayuno liviano que consistía de jugo de naranja con frutilla, un panqueque de banana con miel de maple, yoghurt con granola y fruta cortada en pedacitos, no quería marearse en el vuelo, pero era el último desayuno que compartiría con su amiga en dos meses, quería aprovecharlo. Jade por el contrario tomó un café negro y un bagel con queso, demasiado para ella; no es el tipo de persona que desayuna en la mañana, mucho menos un domingo tan temprano.

Por los últimos nueve años de sus vidas, habían compartido las vacaciones juntas; mejores amigas, a pesar de todas sus diferencias. Ambas se comprendían y aceptaban tal y como eran, lo que para muchos era un misterio. ¡Quién podía entender por qué la chica amante del gore y las tijeras, a la que todos le tienen miedo y que siempre está renegando, se podía llevar tan bien con la pequeña más dulce, sencilla y amigable de todo Hollywood Arts!

—¿Tan temprano empiezan a coquetearse? —dijo la gótica, después de ver la gran sonrisa de su amiga al recibir ese mensaje.

—No sé de que hablas —respondió mientras tecleaba su respuesta.

«¡Gracias Tori! Espero que las tuyas también sean unas lindas vacaciones n_n/».

—Claro que lo sabes, tu admirador secreto ya te está mandando piropos o algo —mencionó Jade saliendo de la carretera para entrar al estacionamiento del aeropuerto—, sólo pones esa cara cuando él te escribe.

Cat seguía perdida en la pantalla, —no es así, sonrío porque es un lindo día.

—Sí, sí, sí. —Jade dijo estacionando el auto y desbloqueando las puertas para salir—. Vamos, te ayudo con el equipaje.

Cada una tomó una maleta y haciéndolas rodar se dirigieron a la puerta de entrada. Caminaron por el largo pasillo sin cruzar una palabra, a Jade le pesaba mucho la despedida.

—¿No olvidaste el pasaje, verdad? —preguntó al ver que Cat se detenía buscando exhaustivamente el boleto en su cartera.

—No, aquí está —contestó observando a su amiga un tanto inquieta—. Te voy a extrañar, ¿sabes?

—Por supuesto que me vas a extrañar. Estarás tan aburrida, sin mi en ese lugar, que vas a querer llamarme todos los días para que te cuente que estoy haciendo.

Cat sonrió, sabía que Jade era la que iba a pasar aburrida y querría llamarla, siempre proyectaba sus sentimientos con los demás para evitar decirlos en voz alta.

—Te llamaré y si quieres, te puedo contar lo que yo haya hecho también. Dicen que Idaho es muy bonito.

—Como quieras —dijo pausando, le aceró la manija de la maleta y por un momento dudo en decirlo pero finalmente lo susurró—, te voy a extrañar, Cat.

—Estoy segura de que los chicos y tú la van a pasar muy bien.

—Sí, seguro—exclamó sarcásticamente—. Porque pasar con Robbie, Rex, Andre y en especial Tori es súper divertido.

—Algo se les va a ocurrir —dijo la pequeña tomando los papeles para hacer el chequeo y caminó al mostrador.

Las maletas fueron pesadas y etiquetadas para luego pasar por la banda de ingreso al carrito de carga, entretanto la señorita estampaba los boletos y se los entregaba nuevamente, deseándole un buen viaje.

Durante todo ese proceso, Cat no pudo evitar regresar a ver de reojo a su amiga. Se notaba molesta, pero no de estar ahí con ella, no porque estaba enojada, sino triste.

—Gracias, que tenga un buen día —dijo Cat tomando el ticket de entrada.

Regresó a donde se encontraba Jade y mirándola fijamente le dio un abrazo. No le importaba si le gritaba y la apartaba, necesitaba despedirse antes del viaje.

Después de ver varias temporadas de Catástrofes Aéreas con su vecino y amigo Dice, sabía que cualquier cosa podría pasar.

No le asustaba… tanto. Sabía que las probabilidades eran bajas (Sam lo había investigado antes de despedirse en casa), pero si existían tantas temporadas de un programa en dónde se caen aviones, valía la pena darle un buen abrazo de despedida.

Jade no se soltó, tampoco la abrazó de vuelta, pero no le grito ni la alejó. Su sutil manera de decirle adiós.

—Tengo que entrar. Te quiero Jade, te llamaré cuando llegue.

—¡Buen vuelo Cat y que no se caiga tu avión! —Le dijo, mientras la pelirroja desaparecía por el área de abordaje y ella esperaba un par de minutos más, parada en el mismo lugar, en caso de que su amiga regresara por algo que se olvidó o porque había decidido no viajar.

No sucedió.

Cat se acomodó en el área de espera, todavía faltaban 45 minutos para la hora del vuelo, así que decidió tomar su peraphone y leer nuevamente el mensaje de Tori. Lo movía de arriba hacia abajo sin saber si escribirle o no, no quería despertarla si había regresado a dormir.

Se puso sus auriculares para escuchar música y distraerse un poco, pero sonó precisamente esa canción de Zoe que a ambas les traía recuerdos; se la había aprendido de memoria aquella noche. Era una señal, de más de mil canciones en su teléfono, justo tenía que sonar esta, debía escribirle.

«Hola Tori, ¿estás despierta?»

No obtuvo una respuesta inmediata, así que se imaginó que debía estar dormida y no insistió.

Los minutos pasaban lento y estaba un poco ansiosa, lo notó al sentir sus piernas temblar inconscientemente.

Busco dentro de su bolsa de mano, algún dulce que la ayudara a distraerse. Aquellos variados sabores azucarados le traían paz y nostalgia, siempre recordaba cuando era una niña pequeña y su mente viajaba a otra dimensión, donde existían bosques de algodón de azúcar y la fabrica de golosinas recolectaba agua de lluvia de sabores para transformarla en caramelos, las gomitas salían de arbustos de gelatina y el chocolate, directo de los troncos dulces de los árboles. Le encantaban esos juegos de niños, imaginar cosas fantásticas, creer que todo era posible; le daba tanta tranquilidad.

Buscó por toda la sala una máquina de venta automática, aunque no encontró ninguna que sea de su agrado. Habían de sodas y de bocadillos en bolsa (como papas fritas), pero no de dulces.

Se levantó y empezó a caminar por el corredor que tenía algunas tiendas y restaurantes, y divisó al fondo un pequeño puesto de revistas en donde al parecer también vendían chicles y demás golosinas. Se acercó con emoción a comprar, aunque en ese momento recordó que el comer mucho dulce la vuelve más ansiosa.

Listo, se compraría unos paquetes de goma de mascar sin azúcar, después de todo había escuchado por aquí que cuando se te tapan los oídos en el avión es bueno masticar algo.

—¡Holis! —saludó muy atenta al rubio que se encontraba en la cabina.

—Hola —contesto él con gusto, la había estado observando desde que curvo por el pasillo—. ¿Te perdiste? o estás buscando algo que solo yo te pueda ofrecer. —Trataba de hacerse el simpático.

Cat estaba acostumbrada a que chicos se le acerquen con inútiles piropos o a veces insinuaciones, pero ella sabía bien cuando y a quién darle su atención y este chico no se la merecía.

—Dame unos de chicles de cereza, por favor —le dijo entregándole un billete de cinco dólares.

El joven vendedor le acercó el paquete y de paso le acaricio un poco la mano, Cat no supo que decir y la retiró rápidamente.

—Perdón no era mi intención asustarte, sólo quería que sepas que pienso que eres muy bonita.

—Gracias, pero creo que es un poco descortés que acaricies las manos de personas que no conoces.

—Lo siento, fue mi error—dijo tomando la paga pero se dio cuenta de que no contaba con el cambio en monedas para tan pequeña compra. Le ofreció darle un paquete más y que escogiera una de las revistas para poder saldar cuentas.

—¿Cualquiera?

—Sí, la que quieras. No importa el costo extra —Añadió—. Mis disculpas por abusar de tu cordialidad.

—Disculpas aceptadas, ahora déjame ver… —Miraba por todo el puesto algo que le llamara la atención y justo ahí, en medio de todas las revisaras de moda y de ciencias, había una para colorear que traía incluida una caja pequeña de crayones—. ¡Esta!

—Perfecto le dijo el muchacho y se despidió una vez más pidiendo perdón por su mal proceder. Al final de cuentas no parecía ser un mal chico.

Mientras regresaba a la sala de espera, guardaba las cosas en su cartera y sintió su celular vibrar; Tori le había contestado.

Se disculpaba por no haber respondido antes, pero se había levantado para alistarse y encontrarse con los chicos en un par de horas. Irían al museo de ciencias para ver la nueva colección de momias que habían traído de Sudamérica.

Jade estaba intrigada con las leyendas que había leído en los folletos que promocionaban la exhibición. Al parecer, algunas de ellas habían sido mujeres y hombres sacrificados ritualmente y aún conservaban su esencia escondida en sus cuerpos. Por supuesto, ella quería respirar los remitentes humos de sus almas, así que, acordaron ir; más que nada para acompañar a Beck que no se sentía cómodo solo, viendo a su novia inhalar sonriente cerca de esos restos humanos.

«Tori, ¿puedo pedirte un favor?»

«Claro Cat, dime».

«Jade estaba un poco triste al despedirse, creo que piensa que serán unas vacaciones aburridas. ¿Puedes acordar con los chicos hacer algo para que no la pase tan mal?»

La morena se quedó helada con esta petición. ¿Ellos? ¿Entretener a Jade West? ¿Cómo? Si siempre se la pasaba diciendo que era el grupo más aburrido de personas que conocía en la vida. Claro que no hacía el más mínimo esfuerzo por buscarse otro.

«Seguro Cat, planearemos algo con los chicos para hacer en el verano».

«¡Gracias Tori!»

«Si te ves hoy con Jade, por favor dile que te entregue lo que te mandé».

Tori tenía una cara tan risueña que todos en la mesa la quedaron viendo de manera extraña. Por supuesto, ella ni se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor, estaba completamente concentrada en sus mensajes con Cat.

—¡TORI! —gritó su hermana finalmente, después de más de cinco intentos para que le haga caso y le pase el salero.

—¿Qué? Perdón no estaba poniendo atención.

—Nos dimos cuenta, hija. ¿Con quién te escribes tanto? —preguntó su papá recogiendo los platos vacíos de todos menos el suyo que no había tocado aún.

—Em, con nadie, estaba leyendo… una historia —Guardó rápidamente el peraphone en el bolsillo frontal de su pantalón y empezó a comer.

—Con esa sonrisa que tienes seguro estabas leyendo tu pornografía —dijo su hermana frente a sus padres, los cuales centraron su atención en la menor de sus hijas.

—¿Qué? ¡Trina! No es pornografía, estoy leyendo Fanfics, por Dios.

—Seguro Tori, lees porno.

—¡Qué no es porno!

—Son lemons, da lo mismo —insistía su hermana.

No sabía donde meterse. Por supuesto que lo había hecho, después de todo, los disfrutaba. ¿Y cuál era el problema con Trina? Es más, ella misma le había pasado algunos enlaces de fics de esa serie de Nickelodeon que veían con frecuencia.

Además, prefería leer una historia bien escrita de una pareja que le gustaba, antes que buscar un video triple equis que le satisfaga. Se sentía más movida por el romance que la acción. Pero ese no era el punto.

—¡No leo porno! A lo mucho se dan un beso y ya —dijo tratando de tranquilizar a sus padres.

—Trina, deja a tu hermana tranquila. Tori sabe usar su sentido común y estoy segura de que no está leyendo cosas que no son para su edad —dijo su madre.

—¡Exacto! —Acordó, cerrando los ojos de manera acusadora con su hermana. En eso, sintió el aparato vibrar en su pantalón y lo sacó inmediatamente.

«Me tengo que despedir, estoy por entrar al avión. Te escribo cuando llegue :*».

La morena veía la pantalla del teléfono e inconscientemente retomó esa boba sonrisa al ver el beso del final. Respondió deseándole un buen viaje y le mando un corazón.

—Fanfics, si como no —dijo Trina levantándose de la mesa.

Al mismo tiempo que esto sucedía en la casa de los Vega, Cat ingresaba en el avión buscando su asiento número 36c. Lo había escogido para que le de buena suerte, le encantaba ese número, aunque su favorito era el tres, pero el 36 era mágico.

Siempre lo explicaba así: el primer número es un tres; el segundo, un seis, que es el resultado de tres más tres. Nada más ahí, ya existían tres números tres escondidos y, si sumas tres más seis, obtienes un nueve, que dividido para tres da como resultado, tres. Perfecta conjugación del mismo número, además la c es la tercera letra del abecedario. No tenía duda, debía traerle suerte.

El vuelo iba casi vacío, de los ciento veinte asientos disponibles, estaban ocupados nada más cuarenta y dos, y la pelirroja viajaba sola en su fila. Se sentó a la ventana aunque su puesto oficial era el del corredor, pero quería ver la ciudad al despegar y tomar algunas fotos para su diario de vacaciones.

«Buenos días con todos los pasajeros del vuelo 730 de Aloft Airlines. Les habla su capitán Liam Galway dándoles la bienvenida e informándoles que la hora estimada de vuelo a la ciudad de Boise, Idaho, es de 1h55 min»…

—Todo estará bien, todo estará bien —se repetía Cat un poco nerviosa antes del despegue. La mayoría de accidentes se daban entre los primeros diez minutos de vuelo o los diez últimos—. Debí traer a Mr. Purple.

Pero una vez que el avión estuvo en el aire y la luz de seguridad del cinturón se apagó, logró tranquilizarse y se puso a buscar su casa por la ventanilla. Le gustaba imaginar que era un pájaro que volaba sobre los edificios cruzando la ciudad o que estaba sentada en lo más alto de un arcoiris. Definitivamente ver la ciudad y el paisaje era lo más divertido de viajar en avión.

Lo primero que divisó fue la casa de Tori. Ahí estaba su cuadra, el jardín trasero y ella, bajo ese techo sin saber que la estaba viendo. Bueno, no exactamente a ella pero sabía que estaba ahí. Se preguntaba que estaría haciendo en ese momento, si pensaba en ella o quizá en ese día hace dos semanas, cuando estudiaban para el final de física y había surgido aquella pregunta que ahora las tenía así.

—¡Se acabó lo hicimos! —dijo Tori cerrando su libro de ejercicios y dejándolo a un lado—. Estoy segura de que nos irá muy bien mañana en el examen.

—Eso espero —dijo Cat—, de lo contrario pasaré encerrada todo el verano en Idaho.

—No te preocupes tanto, ya verás que sí. —La latina tomó el nuevo disco de Zoe que había comprado el fin de semana y lo colocó en el estéreo. Al girar para preguntarle a su amiga si quería algo de comer o tomar, la notó pensativa y decidió sentarse a su lado.

—Te ves angustiada, pero te aseguro que todo saldrá bien.

—Sí, estudiamos mucho…Tienes razón, nos va a ir bien.

Pero la pequeña seguía desanimada y Tori empezó a preocuparse. Cat, usualmente, es siempre alegre y despierta.

—¿Pasa algo más? Ya sabes que puedes confiar en mi.

Y es que sí, algo la tenía muy pensativa, algo que no sabía como resolver. Había pasado toda la semana preguntándose si lo que le había confesado Jade era verdad, pero no encontraba la manera de confirmarlo. Tori era su única amiga mujer aparte de la gótica; si había alguien en el mundo a quien confiarle sus dudas era ella.

—Tori, ¿puedo preguntarte algo?

—Seguro, lo que quieras.

—¿Alguna vez... —dijo pausando unos segundos—, has besado a una mujer?

Tori abrió los ojos, sin saber de donde había salido tal pregunta —Em, no... Nunca, ¿tú?

—No, no, tampoco —se apresuró la pelirroja a contestar—. Pero... Jade dijo que se siente muy bien. Ya sabes, distinto de besar chicos…

"¿Jade se ha besado con chicas?", pensó la morena mientras Cat continuaba su relato.

—…dijo que era muy suave y terso y… pues… me dio curiosidad. Sólo he besado a chicos y nunca se me ocurrió que podía ser diferente.

—La verdad a mi tampoco —confesó con un bufido—. Y... ¿quieres hacerlo?

—¡¿Contigo?! —preguntó Cat de inmediato con un sobresalto en el pecho.

—No, no, no… yo… decía si quieres besar a otra chica, no a mi. —Negó apurada con la cabeza, pero se dio cuenta de que Cat frunció el ceño con pena—. Es decir, no es que no me gustaría besarte pero… Nunca lo había pensado Cat. —Decidió dejar de hablar antes de arruinarlo más.

Un corto e incómodo silencio llenaba el cuarto, tan sólo la suave melodía de esa canción persistía en el fondo.

Tori veía a su amiga y se lamentaba haberlo dicho de esa manera, de repente se notaba confundida y triste.

¡Vamos, era sólo un beso! Ambas estudiaban en una escuela de artes, donde muchas veces tenían que pretender y besarse con otros compañeros. Ellas eran amigas, ¿cuál era el gran misterio? Es un simple beso y nada más.

—¿Cat? —Tori le levantaba el rostro por la quijada suavemente—. Somos amigas, ¿verdad? —La pequeña asintió levemente, levantando la mirada—. ¿Quieres intentarlo?

—¿Besarnos? —preguntó, recibiendo una sonrisa. La pelirroja bajó la mirada por unos segundos y se decidió, ¿por qué no? Y asintió dando su respuesta.

Ambas respiraron hondo y dejaron salir un suspiro al mismo tiempo, lo que las hizo reír y romper un poco la tensión.

De repente Cat se sintió nerviosa, no sabía ni por qué. ¿Qué tal si no siente lo que Jade le contó porque Tori es su amiga? Tal vez esa chica con la que debía besarse tenía que ser más que una amiga para vivir todas esas cosas. Quizá no sería suficiente un simple beso y no era como si hubiese tenido la intención de pedírselo, preguntaba nada más para saber si en realidad se perdía de algo o no.

Ahora estaban a centímetros de distancia, a segundos de ese momento y aunque quería experimentarlo, dudaba.

Tori le sonrió, finalmente despojando sus inseguridades. Se acercaba lentamente, explorando su rostro con la mirada, levantó delicadamente su mano para dibujar la línea de su cabello suavemente con su pulgar desde su frente hasta llegar con su palma a acariciar su mejilla, incitando un ladeo débil de su rojiza cabeza y, antes de besarla, hizo un gesto tierno acariciando su narices.

"Un beso de esquimal", pensó Cat dejándose llevar, cerró sus ojos y sintió un escalofrío con la ligera presión de sus labios.

Eran suaves, tanto como cuando atrapaba un poco de su helado de fresa hecho con crema; suave, dulce, pero… cálido. Sus labios eran tibios y tersos y la que sentía derretirse con cada movimiento era ella.

No quería resistirse, quería probar un poco más de ese sabor. Tal como lo hacía con su helado, separó un poco sus labios, encontrándose con la lengua de Tori acariciándola apenas. Lo entendió entonces, Jade se había equivocado, se había quedado corta en lo fantástico que se sentía.

Ese beso no sucedía solo en sus labios, había recorrido por todo su cuerpo, provocándole un cosquilleo que hacía a su corazón dar de golpes en su pecho de la emoción, acelerando, de a poco, su respiración. Estaba segura que, si estuvieran de pie, sentiría sus rodillas ceder.

Tori pasó su mano suavemente por detrás de su cuello para acercarla más, mientras Cat encaminaba las suyas hacía la cintura de su amiga, dejando un ligero roce con sus dedos, uno que hacía que Tori quisiera aguantar la respiración para no perderse del momento.

La morena empezó a jugar con los rojos cabellos entre sus dedos, eran tan suaves y dóciles, sintió de repente una intimidad inigualable, nunca había tocado a alguien así. Sus pulgares siguieron el trazo de su suave piel hasta detrás de sus lóbulos y allí se detuvo para dar un ligero apretón detrás de su nuca.

Inmediatamente sintió la misma reacción de las manos de Cat obligándola a largar un gemido sobre sus labios. La pequeña sonrió y respondió atrapándolos nuevamente, relajando la presión que había infringido. No quería que el beso termine, pero había sido muy largo y ella ya tenía su respuesta. Finalizó con un corto toque de labios antes de separarse y retiró sus manos de esa marcada y cálida cintura, recorriendo apenas las piernas de su amiga.

La latina no la soltaba del cuello y reposó su frente contra la de su amiga, recuperando un poco el aliento.

—Jade tenía razón —dijo Tori rompiendo el silencio—. Esto fue… fue…

—¿Increíble? —Cat la ayudó a terminar.

—Sí —suspiró dejando finalmente a la pelirroja libre—, increíble.

—Bueno, ahora ya lo sabemos —dijo Cat alejándose lo suficiente como para que se note que el momento había terminado—. Gracias Tori —susurró dulcemente.

—No tienes por qué —respondió la latina. Era el mejor beso que había tenido, simplemente el mejor.


Nota de Autor:

¡Feliz Navidad!

Heartlines es una canción de Florence + The Machine que habla de seguir tus instintos y buscar tu destino a pesar de los obstáculos que te toque enfrentar. Me gustó como referencia así que le dio nombre a la historia.

La canción que comparten Tori y Cat en el beso se llama Arrullo de Estrellas y es el título del último sencillo de Zoé, una banda mexicana que está muy buena. Su música es suave y sus letras siempre tienen un toque dulce y una visión muy romántica de la vida que simplemente me encanta. Es perfecto para el Cori, así que con en música me inspiraré todo el fic.

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Una buena noche, coman rico, gocen, hagan cosas lindas y navideñas (guiño, guiño) y una feliz navidad para todos.

Suerte y Adior.