La última gota de paciencia se esfumó cuando Harry dijo que iba a reunirse con Granger. Cho sacudió la cabeza tratando de no llorar de nuevo frente a él. Por un momento, pensó en hechizarlo o al menos hacer una escena para que todos supieran lo estúpido que era Harry Potter.

Luego hizo contacto visual con él. Había miedo en sus ojos. No el tipo de miedo que alguien tenía al hacer algo peligroso, sino el tipo de miedo que no salía hasta que uno estaba en casa de nuevo y se aseguraba que nadie lo viera. Era algo que Cho conocía muy bien.

En su mente, muchos escenarios volaban entre sus pensamientos. Si ella iba con él, podrían burlarse de ella por confiar en un chico la había llevado a otra cita. Sin embargo éste era Harry. Si Cho no tenía ningún problema en creerle acerca de las cosas más grandes y serias –acerca de Cedric–, ¿por qué lo llamaría mentiroso en esto?

Además, él seguía jugueteando con la servilleta. No era más que un chico cualquiera en una cita, preguntándose por qué sus palabras no tenían sentido para ella. De alguna manera, era divertido verlo así de nervioso sabiendo que él enfrentó a los dragones y a los Escregutos de Cola Explosiva de Hagrid sin miedo. ¿Eso la hacía peor que esas criaturas?

Cho se decidió y se inclinó sobre la mesa para tomar la mano de Harry. Su estómago revoloteó cuando él adoptó una expresión confundida y luego se relajó. Incluso le dio una breve y feliz sonrisa.

—Ya he terminado con este lugar, Harry— le dijo, disfrutando del alivio que se dibujaba en sus rasgos. Tal vez deberían quedarse con Las Tres Escobas en el futuro. Era una pena: a Cho le gustaban mucho los bizcochos que servía Madam Pudipié—. Vamos con tu amiga.

Harry saltó de su asiento tan pronto como ella enunció las palabras y le ofreció su brazo. Todavía estaba nervioso, pero lo estaba intentando. Más que antes, al menos, y Cho consideró que tal vez Harry estaba dudando de las razones que ella tuviera para cambiar tan súbitamente de idea. Ella misma dudaba de sí, pero no quería arruinar la cita más de lo que ya estaba. Mentalmente se reprendió a sí misma por haber mencionado a Roger, pero no por Cedric. A fin de cuentas, e incluso si Harry no quería hablar de ello aún, ellos tenían a Cedric en común.

A Cho le pareció simpático verlo tratando de abrirle la puerta sin separarse de su brazo. El gesto fue dulce aunque torpe. Cuando por fin estuvieron afuera y el frío golpeó a Cho, ella se pegó más a Harry. Estaba inquieto de nuevo, jugando con los botones de su túnica. Era un hábito molesto que ella encontró encantador.

—¿Algo te esta molestando?— Cho le preguntó. Cedric siempre decía que le faltaba empatía—. Estás mas nervioso que cuando me besaste en La Sala de los Menesteres.

Si una risita escapó de su boca, se alegró de que Harry no hiciera ningún comentario al respecto.

—Es solo que Hermione no es... una chica normal— confesó. Cho asintió y trató que las palabras de Harry sobre otra chica no le molestaran mucho. Sí, iban a reunirse con Granger pero Harry estaba con ella ahora mismo—. Ella no hace amigos fácilmente pero es una gran persona, solo que...

—Lo entiendo— contestó Cho con una sonrisa a pesar de que no tenía nada de ganas de sonreír. Hermione Granger era una persona que a Cho no le agradaba mucho, y era difícil que fuera la mejor amiga del chico al que Cho pretendía tener como pareja. Había visto a Granger bastante tiempo en situaciones cotidianas para saber cómo era y no le gustaba para nada—. Hermione puede ser difícil, pero vale la pena conocerla.

Cuando sus palabras salieron, Harry le ofreció una sonrisa. En ese momento vio lo guapo que era. No era el color de sus ojos tanto como el calor que tenían. Había sido llamado encantador por muchas brujas y aunque Cho le gustaba, sólo ahora estaba viendo a Harry, sin todos los coloridos artículos que le pintaban de mil maneras. Ese chico con el que paseaba por Hogsmeade era sencillo. Era Harry.

La gratitud con la que él le apretó la mano antes de abrirle la puerta fue abrumadora. Su cabeza estaba girando, y mientras Cho estaba segura de que tenía que ver con el calor de Las Tres Escobas jugando con su cerebro después del viento frío de afuera, no pudo evitar pensar que también tenía que ver con Harry y el cosquilleo en su pecho.

Cedric había sido, por mucho, más galante que Harry. Sin embargo, cada vez que Cho le echaba una mirada a Harry, no lograba evitar el temblor de sus rodillas. Era una cierta emoción que no podía sacudirse.

—Hola.

Luna Lovegood estaba allí. Si Cho se sintió sorprendida, no era nada al lado de la evidente confusión de Harry. Cho estaba más preocupada por Rita Skeeter y la forma en que su pluma empezó a funcionar por sí sola tan pronto como los vio juntos con los brazos unidos.

—¡La trajiste!

La voz de Granger no fue como Cho pensó que sería. Le recordó a Marietta y la voz burlona que le dedicaba cada que regresaba de una cita con Cedric. Tal vez, incluso con su abrumadora personalidad, Granger no sería tan mala.

Lo que más le gustó, sin embargo, fue el orgullo en la cara de Harry cuando asintió hacia Granger y le dedicó una sonrisa.

—¿Eres la chica de Harry Potter?— preguntó la periodista, inclinándose sobre la mesa con interés—. Esa es una buena historia. ¡Haría mi mes si me dieras algunos detalles jugosos!"

—No lo creo— contestó Cho y obtuvo una mirada de desprecio por parte de la mujer, que de repente estaba haciendo pucheros de una manera vulgar.

—Le gustas a Harry— mencionó Luna en ese momento, moviéndose sobre el asiento para que Cho pudiera deslizarse a su lado. Eso dejaría a Harry sentado con Granger, pero Cho supuso que no sería tan malo. Ese día, Cho no era la chica de Harry, sino su amiga. Una espectadora para lo que Granger había planeado.

Harry pareció querer decir algo sobre la forma en que se sentaron pero Cho ofreció una pequeña sonrisa en lugar de una negación. A pesar de su extrañeza, Luna no le molestaba en absoluto.

—Es una chica guapa, Harry— dijo Rita Skeeter, inclinando la cabeza hacia Cho—. Y tan terca como tu amiga Granger.

Aunque para Cho ser comparada con Granger no era lo ideal, dejó que el comentario se quedara en el aire. Rita Skeeter intentaba provocarlos para obtener chismes, y Cho no pensaba dejar que se saliera con la suya.

—Dejarla fuera de... Lo que sea que es esto— Harry amenazó a Skeeter con un dedo –haciendo sentir a Cho un palpitar acelerado en su corazón–, luego frunció el ceño y miró a Granger con total confusión en sus ojos—. ¿Y esto qué es?

Antes de que Granger pudiera responder, Cho habló.

—Quiere que hables de esa noche.

Los ojos de Harry se agrandaron en un instante, pero Cho los evadió. No había ninguna otra razón por la que Granger hiciera que Harry se reuniera con una periodista renombrada pero tendenciosa que no había sido publicada últimamente. Rita Skeeter quería un artículo que la devolviera a los titulares y Harry podía proporcionar eso.

Cho no supo qué sentir. Por un lado se alegró de haberse quedado con Harry a pesar de su clara falta de experiencia en cuanto a citas. Ahora, ella obtendría los detalles que ella quería sobre cómo Cedric murió... Por otro lado no es la situación que Cho esperó cuando lo invitó al café. Ella tuvo en mente un momento romántico, íntimo. Quiso una tarde solo para ellos; para recordar a Cedric y honrar su memoria.

Aunque le pesó reconocerlo, Cedric no importaba tanto para Harry. Incluso sabiendo eso, Cho se quedó con él.

—¿Es cierto?— Cho oyó que Harry le preguntaba a Granger. Sus propias manos estaban sudorosas, sujetando su falda en parte para secarlas y en parte para evitar alcanzar la mano de Harry sobre la mesa. No era Cedric; no la conocía lo suficientemente bien como para darle lo que buscaba en ese momento.

—Esa es precisamente la verdad— dijo Granger antes de dirigirse a Skeeter, que no estaba tratando de ocultar su interés. Sus ojos miraban la escena desde sus desagradables gafas enjoyadas, desafiando a Granger a decir lo contrario—. Harry ha sido pintado como un adolescente angustioso y ansioso por la atención de un público que sólo lo desprecia. Quiero que escribas la verdad como él la sabe. Tendrás detalles, nombres y todo lo que Harry tiene que decir sobre toda la situación con Voldemort tal como pasó.

Cho se estremeció. A lo largo de las sesiones del ED, aprendió a no temer a ese hombre como lo hacía antes, pero el nombre aún le hacía sentir frío en su interior. Era la razón por la que Cedric estaba muerto. Rita Skeeter, sin embargo, saltó de su asiento y se bañó con el whisky que tenía en el vaso. Cho deseó que los adultos que ella conocía fueran tan valientes como Harry. No mencionar el nombre de Voldemort le pareció, en ese momento, una deshonra para los que murieron en la guerra pasada o presente.

Cho se alejó mentalmente por un momento. Rita Skeeter siguió discutiendo con Hermione Granger, pero hasta que Harry finalmente habló Cho no tuvo lugar en la conversación. ¿Hablaría realmente de ello? ¿Y miraría a Cho en ese momento sabiendo lo mucho que a ella le importaba, o estaría más interesado en imprimir su historia para dar a conocer la verdad?

Cho fue regresada a la realidad por Luna, quien le tomó la mano por un instante, sonriendo.

—Está bien— le dijo Luna—.No te preocupes.

Extrañamente y gracias a las palabras de Luna, Cho se sentó durante toda la entrevista sin despegar sus ojos de los verdes de Harry.