Subo los premios del concurso 1000 me gusta de la página Imaginación Fanfiction 2016.


Datos del fic:

Título: Recogiendo pedazos.
Pareja:Varidas pero todas acogen a los héroes protagonistas.

Advertencia: OC.

Ranking: Varia desde el M hasta el T.

Cantidad: 3

Estado: Completo.

Evento: Sorteo 1000 me gustas.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.


Ganadora:

Ale-dra

Pareja:

Adrinette

Ranking: M

Tres Palabras: Baile, Pasión y Confesión


Bailar en sus brazos

.

.

Oh, noche. Acúname como tú sabes. Abrazamé con la fuerza de mi corazón

Oh, noche, que solo eres tú.

.

..

—No estés tan nerviosa, Marinette. Estas guapísima.

Alya dio una palmada firme en la espalda de la susodicha. Marinette, dando un respingo, intentó soportar el equilibrio sobre sus tacones. Mientras que su mejor amiga estaba completamente segura de que sería capaz de lograrlo, ella tenía sus dudas.

La idea era que presentara el evento de cumpleaños de la hija del alcalde. Una fiesta de disfraces en la que nadie debería de reconocerla. Había confeccionado ella misma su traje y decorado el gran salón de la celebración como un trabajo extra que le había ayudado a costearse los materiales para próximos trabajos personales.

Chloe no era su mejor amiga, pero sí una buena fuente de dinero para sus gastos. Aunque la había ayudado más de lo que debía y gratis, Alya se cansó de ver cómo la mangoneaba para terminar convenciéndola de que nada en este mundo es gratis, y menos su arte.

Avanzó hasta el centro del escenario y aferró el micrófono cuando la última persona entró en el salón. Carraspeó para hacerse oír.

—¡Bienvenidos al evento de…!

—¡Mí! —terminó Chloe por ella apareciendo. Con una sacudida de su cadera la hizo a un lado del escenario.

Estaba a punto de caer del escenario cuando unos brazos la asieron en el vuelo. Unos ojos preciosos quedaron contra los suyos. Hermosos, atractivos. ¿Dónde los había visto antes?

El joven la dejó en el suelo con una gentileza que en alguna parte de su mente reconocía. La sonrisa ladina de sus labios la estremeció.

—Cuidado, Mi Lady —susurró a escasos centímetros de su rostro.

Y entonces lo reconoció. Los nervios regresaron a ella bajo el tupido velo de ensoñación en el que había estado.

—¡Adrien! —exclamó casi en un suspiro.

Todos conocían al joven y pese a todo, estaban centrados en la perorata que Chloe estaba soltando de ella. Un sinfín de modos de amarla que realmente a nadie le importaba. Y sin embargo, ella solo tenía ojos para el joven frente a ella.

Él se llevó los dedos a los labios y asiéndola de la mano tiró de ella hacia el exterior de la fiesta. El pasillo del hotel los resguardaría del frío. A solas, Marinette no pudo contenerse y le echó los brazos al cuello.

—Creí que no regresarías.

Él la estrechó con fuerza. Perdiéndose en el aroma de sus cabellos, en la suavidad de su mejilla contra la suya.

—Ni yo.

Dos años atrás su padre lo envió a España para terminar sus estudios. Ambos habían comenzado una relación amorosa, que aunque algo complicada debido a sus alter egos, no habían hecho demasiado pública. Y aunque Chloe continuara bravuconeando que estaba siempre en contacto con él, era Marinette la que realmente tenía información sobre él.

Echarle de menos había sido una tortura. No solo como su compañero de luchas. Si no como hombre. Su hombre para ser más exactos. Hacía mucho que habían dejado la niñez atrás. Que los besos habían sido la última barrera. Estar separados era doloroso. Sumamente doloroso.

Y aunque todavía se sonrojaba y estremecía, se comportaba torpe y tartamudeaba, el no contenerse en abrazarle o desearle era algo especial que la colmaba de felicidad.

Se separaron a escasos centímetros para observarse mutuamente. Adrien había madurado todavía más. Sus rasgos aniñados dejaron mucho tiempo de estar presentes y tenía una ligera sombra de barbita en el mentón. Estaba más alto y los cabellos un poco más largos. Marinette metió los dedos entre ellos echándose a reír.

Él la imitó con aquel duce sonido que le encantaba.

—No he tenido mucho tiempo de cortármelo. Quería aprobar cuanto antes para volver.

—Te queda bien —señaló ella—. Te hace ver guapo. Ah, no quiero decir que antes no lo fueras. Solo que…

Adrien rio antes de acallarla con un torpe beso que se profundizó. Alguien salió para ir al cuarto de baño y les gritó que se buscaran una habitación. Ambos, colorados, se miraron con cierta culpabilidad. Hasta que el deseo dejó paso.

Tomados de la mano buscaron la habitación que, gracias a ser parte del staff, Marinette tenía derecho a poseer. La puerta se cerró tras ellos con un sonido sordo antes de que su cuerpo golpeara contra ella.

Sus bocas se ansiaron. Sus manos se buscaron. Sus dedos se acariciaron. Los jadeos se entrelazaron y sus cuerpos realmente se amaron.

Colmada y satisfecha Marinette cerró los ojos por un instante. Mientras el recuerdo del peso del joven sobre ella y la sensación de sentirle en su interior le cosquilleaba por las venas y provocaba que su corazón latiera anhelante.

Adrian rozó su nariz contra uno de sus senos antes de incorporarse y besarle los labios. Se recostó a su lado y ella se acomodó contra su brazo.

—Seguro que en la fiesta se lo están pasando de maravilla —recordó él jugando con unos mechones azulados—. Bailando, riendo. Llenándose la barriga de ponche.

Marinette se los pudo imaginar. Y aunque había tenido deseos de formar parte de esa algarabía también le gustaba donde estaba. Mucho más, a decir verdad.

—Todavía podemos bailar, gatito —murmuró haciendo acopio de su alter ego. Adrien enarcó una ceja.

—¿Aquí? ¿Ahora?

—¿Por qué no? —rio apoyándose en el codo.

Adrien no se hizo esperar. Se levantó ágilmente, con los músculos de su cuerpo marcándose mientras lo hacía y le extendió una mano en invitación.

—Mi Lady.

—Gatito —devolvió a su vez aceptando su mano.

Se levantó para pegarse a él. Un baile en que la música solo estaba en sus cabezas. Risas cómplices y sus cuerpos gozando de la pasión que los atraía. No importaba que estuvieran desnudos. O que no estuvieran en una fiesta de verdad.

Él se inclinó al superarla de altura. Rozó su nariz contra la de ella.

—Lo sabes. ¿Verdad?

Ella sonrió ante su confesión escueta pero sincera.

—Lo sé.

Y se besaron con pasión. Continuaron bailando hasta que sus cuerpos se desearon de nuevo y durmieron con la satisfacción de saber que la persona a su lado, al día siguiente continuaría ahí.


Nos vemos en el siguiente :3

Recuerden que los OS No están enlazados.