Disclaimer: No soy Meyer!

Regalo de navidad para Janelle Rathbone, no es exactamente lo que pediste, pero es lo que me ha salido, ojala te guste :)


Le mira desde el mullido cojín en que está sentado, intenta adivinar la expresión que surca por su blanquecino rostro, pero es en vano, no puede ver nada, exceptuando aquellas facciones indiferentes.

-Déjalo Carlisle- Le advierte Edward y su voz, tan aterciopelada y cargada de cierta frustración, es lo que corta el silencio del ambiente. El fuego crepita en la chimenea y el pavo asado que les ha regalado una vecina decora la mesa de roble.

Él le mira con paciencia y dice, más bien, piensa-No, Edward, no voy a dejar de preocuparme por ti-

El susodicho levanta una ceja y le mira de forma molesta, sus ojos se desvían para posarse con burla en el árbol de Navidad, que yace en un rincón de la habitación de aquella mansión a las afueras de París.

-Simplemente, no veo que lo que tú defiendes tenga sentido, estoy harto de cazar ciervos, necesito sangre de verdad, sangre humana.- Reclama, su voz sin paciencia alguna y volviéndose exigente y reprochadora.

Carlisle se pasa la mano por el cabello y le dice, intentando que su voz suene fría e indiferente.-Pues ve entonces, pero hazlo sabiendo que siempre podrás volver aquí, conmigo-

Edward asiente y con pasos lentos, condenadamente calculados, sale de la habitación y cierra la puerta tras él.

La habitación queda en silencio una vez más, contemplando al vampiro que no puede derramar las lágrimas que necesita para calmarse, quien observa atentamente el cálido fuego, preguntándose si lo que ha hecho ha sido lo correcto.

Ese es el regalo que Carlisle le ha otorgado a Edward aquella navidad, la posibilidad de volar y caerse, sabiendo que habrá alguien a quien siempre acudir cuando aquello pase.