Este fanfic es la continuación del fanfic "Ojos Dorados, Ojos Esmeralda" de Slyther88, que por motivos de fuerza mayor decidió no continuarlo y ahora me dio su permiso para continuar con esta historia.
No esta de más mencionar que los personajes aquí mencionados no son de mi propiedad y que esto lo hago sin fines de lucro.
Atte.: Orión Aqua
Capítulo 1.- Después de la guerra.
Hace algunos meses que la guerra en el mundo mágico había terminado. Harry y sus amigos habían salido victoriosos. Mas sin embargo, Harry se sentía más solo que nunca.
Hermione encontró a su pareja en Ron, pero Harry era historia aparte. Retomar su relación con Ginny Weasley no fue una de sus mejores experiencias. No es que los primeros meses del sexto año, cuando comenzó a salir con la chica, hayan sido malos. Sino más bien lo terrible había empezado después del término de la batalla, cuando intentó reanudar la relación.
De un momento a otro, Ginny se había convertido de una dulce y atenta chica, que siempre lo procuraba a otra que siempre lo evitaba. Ron no supo explicarle a su amigo por que su hermana se comportaba de esa forma. Finalmente, ella decidió marcharse por su cuenta, su familia no pudo explicar el motivo a su actitud. Ni tampoco encontraron explicación para el comportamiento de Harry, que comenzó a alejarse de los Weasley.
Varios meses después, el árbol genealógico Weasley que estaba en la sala de la casa dejó entrever algo terrible, el nombre y rostro de Ginny Weasley perdieron su color volviéndose grises, lo que significaba solo una cosa, la pequeña de la familia había fallecido.
Harry se encontraba fuera, sentado frente a un rio cerca de la casa y pensando en las ultimas palabras de Ginny antes de partir.
— ¡Harry! — gritó Hermione.
— Por acá… cerca del rio…
— Harry tienes que regresar a la casa…
— ¿Qué pasa?
— Vamos, allá te explico…
Ella lo agarro del brazo y se lo llevó casi arrastrando. Hasta que él se detuvo en seco y exigió una explicación con el seño fruncido.
La noticia de Hermione le pegó a Harry como una combinación de los hechizos cunfundus, petrificus y crucio.
— Fue mi culpa… — dijo él en voz baja, cuando recupero el habla.
— ¿Qué dices? — dijo Hermione confundida.
— Ella murió por mi culpa.
— No digas eso… tu no tuviste nada que ver con su muerte… ella se fue por su propia cuenta…
— Pero si yo… si yo la hubiera detenido…
— Harry… regresemos a la casa…
— ¡No! ¡no tengo la cara para…!
— ¡Vamos Harry!
— ¡No…!
Por más que insistió la chica no logró convencer a Harry. El chico solo le dio un mensaje para que se los diera a los Weasley.
"Perdónenme pero no volveré a su casa… me voy… no intenten detenerme… esta es la ultima vez que les causo este dolor… adiós…"
Harry desapareció con un crack. Con otro crack apareció frente al "caldero chorreante".
— ¡Señor Potter! — dijo Tom el dueño del local. Tom habría hecho una reverencia si no estuviera detrás de la barra. — ¿a que debemos el honor?
— Deseo un cuarto para pasar la noche…
— Claro, claro… ¿y su equipaje?
— No traigo…
...— O —...
A la mañana siguiente Hermione le llevo su baúl. Ron no la acompaño, pues Harry quería que solo fuera ella.
— No supe que decirles cuando me preguntaron el por que… — dijo Hermione en un intento de romper el silencio que se había acentuado, pero Harry no contestó.
...— O —...
Silencio…
...— O —...
Veinte minutos después… silencio…
...— O —...
Varios minutos más.
— Me voy a ir de aquí… — dijo Harry.
— ¿Te vas? ¿A dónde?
— Me voy de Londres, de Inglaterra… ¿A dónde? Donde sea, no importa… no quiero permanecer aquí…
— Pero Harry…
— ¿Te pido un favor?
La chica lo miro seria.
— No te preocupes… no te pediré que vengas conmigo… solo quiero que me enseñes a hacer el hechizo expansivo que usaste en tu bolsa, no quiero ir cargando con el baúl por todos lados…
La castaña lo pensó por unos segundos.
— ¿Qué quieres llevar?
Harry abrió el baúl y sacó una mochila de mezclilla medio desgastada y se la entregó.
— Reparo… — dijo la chica y la mochila quedo como nueva. — solo tienes que hacer lo siguiente.
Hermione metió su barita dentro de la mochila.
— Enlargement… — dijo y comenzó a dibujar círculos.
— ¿Cuando te iras? — preguntó la chica sin voltear a verlo.
— En un rato más… primero iré a Gringotts para retirar algo de dinero… y después me voy…
— ¿No te despedirás de los Weasley's?… — se detuvo de hacer el hechizo para voltear a ver a su amigo.
— Ya lo hice, con el mensaje que te di… además no sabría que mas decir…
Hermione le entregó la mochila y Harry comenzó a guardar sus cosas. La chica solo lo observaba en silencio. Listo para partir, se colocó la mochila y miró a su amiga, quiso decir "adiós" pero la garganta no le respondía. Pensó en darle un abrazo de despedida y de un momento a otro ya tenia sus brazos alrededor de la cintura de la chica. Ella no lo rechazó.
— Cuídate… — dijo ella con voz quebrada.
Harry se separó de ella, no queriendo pero lo hizo. Fue hasta la puerta y volteo a ver a su amiga, ella sonreía pero la alegría no llegaba hasta sus ojos que comenzaban a llenarse de lágrimas.
Quiso regresar a limpiarle los ojos pero todo lo que hizo es formar una mueca en forma de sonrisa y salió.
Pago su cuenta al tabernero y fue a la entrada del callejón Diagón, camino rápido sin fijarse en las personas que lo miraban.
Entro al banco y pidió hablar con el duende encargado de su bóveda.
— ¿Está seguro de lo que desea, señor Potter? — dijo el duende después de oír los deseos del mago.
— Si… — dijo Harry, — no quiero volver a este país…
— Hare todo lo que usted disponga, pero antes de hacerlo y si me permite hacerle una sugerencia… — el duende espero a que Harry le confirmara, — le diría que no es necesario que vacié su bóveda, usted puede hacer retiros desde cualquier banco mágico del mundo, además de oro y joyas, su familia dispone de tierras fuera de Londres…
— Griphook ¿me puede informar donde están?
— Si… una de ellas esta en América, en Estado Unidos, aquí tiene la dirección completa. Entonces ¿tomara usted mi consejo?
— Si…
Una vez arreglada la parte financiera y el destino para mudarse, se dirigió hacia la terminal mágica más cercana. Acto seguido, Harry salía de la terminal americana ubicada en Port Ángeles. Su destino: una cabaña de los Potter en la cercanía del pueblo de Forks.
El viaje al pueblo fue duro, los dos autobuses que tubo que tomar eran un poco viejos e incómodos; pero al mismo tiempo viajar resultó que era gratificante. Por primera vez en su vida, estaba actuando de acuerdo a sus sentimientos y necesidades y no a la acción de otros. Si bien es cierto extrañaba a su viejo director, Harry no podía evitar sentirse aliviado al saber que ya no podía interferir con su destino.
Dejar a Hermione y Ron no había sido tan difícil como lo había pensado. Ellos comprendieron que él necesitaba alejarse, aunque sentía tristeza por hacerlo, existía una gran parte de él que deseaba estar solo por un rato. Ser independiente, encontrarse a sí mismo y encontrar otra razón para vivir. Sabía que en algún momento de su amistad con ellos, él tenía que irse por un camino separado.
Todavía quedaban en él restos de su crianza con los Dursley. No es que su familia biológica lo haya maltratado físicamente, mucho, pero crecer sin afecto emocional o físico había afectado grandemente a su desarrollo personal. Aparte de su complejo de héroe, Harry en sí era una persona muy insegura y sin aprecio por su belleza tanto externa como interna, la guerra lo había marcado para siempre. Para él, el nombre de "Harry James Potter" ya no tenía valor alguno.
Por más de diez años había sido denigrado y tratado como un esclavo. Luego, por 7 años, usado como un arma. Es decir, en diecisiete años, Harry no había conocido el amor puro, afecto y reconocimiento valioso de las demás personas.
Aunque él tenía dos personas que le brindaban su amistad, una familia que lo veía como parte de ellos y era reconocido por el resto del mundo, había algo que le hacía falta. Algo que pensó que había encontrado primero con Chó y después con Ginny, pero que al final resultó que no fue así.
Volviendo al presente, el autobús ya estaba llegando a su destino. Distraído como iba, no se dio por enterado de las miradas curiosas que estaba recibiendo por parte de los otros pasajeros. Ausente, recogió su mochila de mano, el resto lo traía encogido en su bolsillo del pantalón, y comenzó a descender. El escenario que le dio la bienvenida lo enmudeció. Era hermoso, había vegetación verde por todos lados incluso en el tejado de las casas.
Las calles eran pequeñas y los locales alrededor exudaban aire hogareño. Al final de la plaza, se podía ver lo que parecía una panadería antigua con humo saliendo de su chimenea. El olor de pan amasado era increíble, se le hizo agua la boca.
Sin pensarlo mucho, caminó en dirección de la tienda. Una campanita anunció su entrada. La señora detrás del mostrador se mostró sorprendida al verlo, pero eso no le impidió regalarle una sonrisa bondadosa.
— "No todos los días se tiene un cliente nuevo", — pensó ella antes de hablar, — buenas tardes, cariño. ¿En qué puedo ayudarte?
— Buenas tardes — saludó Harry, — quería saber si tenía algo para comer. Acabo de llegar de un viaje largo y la comida no era muy buena… — sonrió avergonzadamente.
En realidad, no había probado bocadillo desde el día anterior.
— ¡Claro que tenemos comida! Acaban de salir los panecillos. ¿Cuántos quieres? También tengo sándwich, ¿te gustaría comer alguno?
— Un sándwich de atún, tomate, lechuga y mayonesa si fuese muy amable, por favor…
— Enseguida, corazón… — con esta frase, la señora desapareció por una puerta detrás del mostrador.
En el local había una gran chimenea en el centro de la pequeña sala. Sillas, mesas con manteles a cuadros y algunos sillones la rodeaban. Alrededor, las paredes estaban cubiertas por fotos de distintos tamaños con diferentes personas sonriendo y haciendo gestos a la cámara, por supuesto ninguno de ellos se movía, como debía ser.
En suma, el lugar era muy bonito y acogedor. Harry se acomodó en una mesa en la esquina del local, se había acostumbrado a colocarse en esa posición para tener una mejor visión y no recibir sorpresas por la espalda. La señora regresó de la cocina con una bandeja en las manos con lo que había ordenado, dejó sobre la mesa dos sándwiches y una taza con chocolate caliente, y se sentó frente a él.
— Por cierto me llamo Harry… Harry Potter…
— Mucho gusto Sr. Potter…
A Harry le agradó que no actuara como si el fuera una gran celebridad, como lo hacían todos los magos del viejo continente; le agradó sentirse normal.
— Yo soy María Santana…
— Mucho gusto Sra. Santana…
— Y bien, ¿que lo trae por este pueblo Sr Potter? Sino es indiscreción...
— Dígame Harry, por favor…
— Bien, y tu dime María…
Harry asintió y comenzó a comer, mientras María le contaba acerca del pueblo y de sus habitantes. Lo que más se comentaba en ese momento era sobre la hija del jefe de policía que se casaba en unos pocos meses.
Isabella Swan apenas tenía dieciocho años y todavía no terminaba la preparatoria. El rumor favorito de la gente decía que ella estaba embarazada de su novio, Edward Cullen. A María no le importaba mucho lo que se dijese al respecto. Más bien le divertía.
— Y ¿Qué te trae por aquí?, Harry…
— Vengo a vivir aquí… mis padres me dejaron una casa que está a pocos kilómetros fuera del pueblo, rodeada de árboles y vegetación.
— Te va a encantar el pueblo… Debes tener dinero ya que has hecho un viaje muy largo… — comentó María.
— No mucho, necesito encontrar trabajo lo más rápido posible…
— En la preparatoria del pueblo el entrenador Meyers está buscando un asistente… — le comentó.
— ¿Sí? ¿Usted cree que aceptarían entrevistarme? - esta sería la perfecta solución para pasar desapercibido en un pueblo lleno de muggles.
— No te preocupes, querido. Ven mañana lunes como a las 12 del día y yo te acompañaré a la preparatoria.
Un hombre uniformado entró al local y fue directo al mostrador.
— María, ¿Qué tal si me das un par de tus deliciosos panecillos?
— Claro que si Charlie, enseguida te los traigo… — dijo María entrando de nuevo a la cocina.
Harry terminó el último sándwich y bebió lo último del chocolate. Dejó dinero, más algo de propina y se levantó. También se acerco al mostrador y el hombre volteo a verlo.
— Gracias, señora María. Nos vemos mañana… — dijo Harry y se dispuso a salir.
— ¡Harry! — llamó ella.
— Harry que estaba abriendo la puerta, se dio vuelta.
— Toma estos panecillos, ya es muy tarde para comprar comida para esta noche…
— Gracias, - y con esto, partió.
— ¿Quién es él, Mari? — oyó Harry que preguntaba el hombre.
Ya en la calle, tomó un taxi y dio la dirección al conductor. El hombre se quedo en silencio un segundo pero no dijo nada. Después de media hora el taxi se detuvo frente a una vereda junto a la carretera.
— Perdone pero hasta aquí llego yo… se cuentan cosas horribles sobre esta parte de la carretera… — dijo el taxista con miedo.
— No hay problema… — dijo Harry, — aquí tiene… — le pagó al taxista y salió del vehículo.
Harry dio unos pasos y sintió inmediatamente una débil barrera mágica, por experiencia sabía que esa era la razón del miedo del hombre. Se adentró en el bosque, caminó unos minutos. La casa no era grande, pero tampoco pequeña. Era justo lo que necesitaba. Estaba rodeada de vegetación.
Era como si la casa fuera parte de la naturaleza. Acercándose más, sintió otra barrera de magia, pero esta era más fuerte. Acordándose de lo que le había dicho Griphook, pinchó su dedo índice y dejando caer tres gotas, recitó.
— Me llamo Harry James Potter, hijo de James Potter y Lilian Potter… como heredero de la antigua y honorable familia Potter ahora soy el guardián de los secretos y pido permiso para entrar…
Con esto último una luz brillante envolvió al mago, después de eso, Harry no podía creer lo que estaba viendo. La casa de antes ya no existía. En su lugar, una mansión hermosa, blanca, de arquitectura antigua le daba la bienvenida. Por fin, una nueva etapa en su vida comenzaba.
