Capítulo 1: Prólogo. La llamada
La noche es el espacio de tiempo en el que la oscuridad es dueña y señora de todas las cosas. Las débiles farolas no pueden coartar su poder. Y siempre está más oscuro que nunca antes de amanecer, como ahora. Faltaba apenas una hora para el amanecer y la oscuridad era absoluta. Ni Lord Voldemort ni Albus Dumbledore, dos de los grandes magos que habían sido las cabezas de la guerra mágica, sabían las repercusiones que tenía el hechizo de magia arcana que acababan de leer de forma simultánea. Aparentemente, solo convocaban a los herederos de los Fundadores de Hogwatrs. Pero los dos eran magos de gran poder, y el efecto fue otro. Llamaron a los Herederos… y despertaron a los Fundadores de su letargo.
Él fue el primero en despertar. Salazar Slytherin. No entendía qué había sucedido. Solo sentía la energía corriendo a toda velocidad por sus venas muertas. Un pensamiento se introdujo en su mente: debía encontrar al heredero de su poder. Cierto que él tenía dos. Pero debía elegir a uno de ellos para protegerlo e instruirlo. Con aquel pensamiento, Slytherin se levantó y salió fuera de la cripta donde había permanecido tantos siglos en letargo. La historia de la magia había mitificado alguno de los aspectos de la historia de los fundadores, pero se había olvidado del detalle de que esos cuatro magos de gran poder eran vampiros que conservaban sus poderes, debido a que la magia era tan grande en ellos que al convertirse en vampiros lo que en otras personas hubiera sido un estancamiento en la edad de conversión y la gran pérdida de sus poderes en ellos fue otra cosa diferente. Para ellos, solo volvieron a la edad donde tenían más poder y por supuesto los cuatro tenían sus poderes intactos porque ¿acaso no eran los magos más poderosos de la historia?
Slytherin tenía el pelo negro azabache, y ojos grises. Parecía haber vuelto a la época en la que tenía 27 años. Era hermoso, pero su corazón de hielo y su sarcasmo fueron junto con su astucia los que le hicieron pasar a la posteridad. Pocas horas después de que él se encaminase hacia uno de los pueblos mágicos de Inglaterra, en una cueva cercana a Pequeño Hagelton despertaba Rowena Ravenclaw. Aparentaba tener 17 años. Era algo menuda, con el esqueleto frágil, como si fuese el de un pájaro. Sus ojos castaños y su pelo color marrón oscuro le daban el aspecto de alguien inocente, pero a la vez muy inteligente por el brillo de sabiduría que tenía en sus ojos.
-Alguien nos ha llamado.
Pensó Ravenclaw saliendo la cueva que fuera su santuario durante tantos siglos. Estubo vagando por aquel pueblo un tiempo, hasta que el Destino comenzó a jugar con ella. Fue apresada por un grupo de magos que proclamaban que sólo merecían ser llamados magos los sangre pura. Rowena se estremeció de dolor al escuchar esto. Le recordaba tanto a Salazar. Salazar fue siempre para ella la persona a la que más quería, pero solo recibió desprecio cuando le imploró que se quedase. No… le dolía recordar. Por ello enfrentó a los Mortifagos. Por ello, los mortífagos la apresaron y la torturaron con la maldición cruciatus. Porque ella no servía para ser una Gryffindor. Estaba pagando caro aquel momento de ser temeraria. La encerraron en el sótano de la vieja mansión Ryddle e iban a torturarla, desde que se enteraron de que era mestiza eso les parecía muy divertido. Mientras tanto en Privet Drive, un muchcacho de cabello negro alborotado, ojos verde esmeralda y una cicatriz en la frente seguía deprimido por los sucesos sucedidos el año anterior. No sabía que pronto iba a tener aliados que le ayudasen a alcanzar su objetivo.
