Hola a todas las que se pasen por estos lados!!! Es un placer tenerlas por aquí, este humilde intento de escritora se regocija que alguien lea los productos de su desmandada imaginación.
Disclaimer: como saben, los personajes no me pertenecen, yo solo trató de que dejen un momento mi mente siempre acosada por sus vidas paralelas, todo es de la gran Stephanie Meyer.
Resumen: Estoy diciéndote que quiero hacer el amor contigo… quiero pertenecerte en cuerpo y alma… un two shot fluffy, romántico y, por supuesto, con algo de lemon. TH y en la prepa…
Allí venia ella arrancando suspiros y haciendo a casi todos los hombres de la cafetería, voltear. Allí venia Isabella Swan, la protagonista de los sueños húmedos de más de la mitad de adolescentes en nuestra prestigiosa escuela. Su largo y ondulado cabello castaño refulgía de diversas tonalidades carmesís bajo la luz del astro rey. Sus ojos de chocolate derretido cautivando a todo aquella despreocupada alma que osaba detener su mirada en ellos, en su profundidad y misterio. Su pálida piel de porcelana revestida con aquel azul rey que la hacía parecer de otro mundo, un ángel caído del cielo. Cada pedazo de tela adhiriéndose deliciosamente a cada perfecta curva de su cuerpo, su rostro de ángel extendido en una sonrisa amistosa y sus, perfectamente controlados pasos, un intento de disminuir su torpeza, meneando con, nada premeditada, pero aun así, arrebatadora sensual inocencia su bien definido trasero.
Ella es el objeto de deseo del instituto, la razón del acelerado ingreso a la adolescencia de unos y largas duchas por las noches de otros. La excelente alumna, la dedicada presidente estudiantil, la chica con la voz más asombrosa que alguna vez hubiera escuchado, la mejor amiga de mi hermana, la consentida del director, la que había puesto a sus pies al inconquistable capitán del equipo de futbol, mi novia por los últimos seis meses, la primera y la única.
Sonreí como tonto enamorado cuando la vi deslizarse a mi lado y darme un tierno beso en la mejilla, su olor a fresias y fresas me atontó por un segundo pero sus susurros celestiales me trajeron de nuevo a mi cielo personal.
― Buenos días, amor ― le dediqué la sonrisa torcida que sabia le encantaba y disfruté del sonrojo que solo yo podía provocar en ella.
― Buenos días, princesa ― musité reclamando sus labios, marcándola como mía a todos aquellos que aun osaban tener su mirada en ella.
― Dejen algo para después tórtolos ― escuché el divertido soprano de mi hermana ― todavía le quedan bastantes horas al día.
― Estás celosa porque Jasper ya está en la universidad ― cantó Bella a mi lado ― bien que el año pasado gozaban de sus demostraciones de amor ― espetó acurrucándose contra mí. Aprecié el gesto y pasé un brazo por sus hombros acercándome aun más a su calidez.
― Sí, bueno. Supongo ― admitió Alice con la mirada perdida y brillante, recordando a Jazz, sin dudas.
― A propósito de él ― dije ganándome la atención de mis dos chicas favoritas ― Rose, Em y Jazz planean venir este fin de semana, algo sobre celebrar San Valentín con la familia y los amigos. ― Casi reí con la expresión de felicidad en los índigos ojos de mi hermana gemela.
― Ya tengo pareja para el baile, entonces ― anunció botando en su asiento y con las puntas de su cabello viajando en todas direcciones.
― Como si no te hubiesen invitado de todos modos ― Bella rodó los ojos.
― Si, pero es Jazz ― respondió como si de una estrella de cine se tratara ― además ― una sonrisa maliciosa empezaba a extenderse por su rostro ― tu también has estado muy solicitada aun cuando toda la escuela sabe que andas con Eddie ― gruñí tanto por la información como por el apodo, odiaba que me llamaran así.
― ¿Qué tengo que hacer para que los chicos de esta escuela se resignen a que ya estas tomada? ― fue más bien una pregunta retórica pero pude ver a Bella encogerse de hombros divertida y un tanto colorada. A ella no le gustaba despertar tanta atención, algo completamente imposible siendo la chica más bonita del instituto. Pero mi novia se subestima y cree que la atención que recibe es por amabilidad o algo así, si supiera los pecaminosos y nada santos pensamientos que el algo así implica nunca más saldría de su casa, ella es demasiado linda e inocente para su propio bien, sobre todo inocente, no sabré yo de ese aspecto. Por el amor de Dios, tiene diecisiete años y yo soy el único chico que ha besado, no que eso me moleste por supuesto, pero esto es una parte de su atractivo, su virginal y sensual inocencia. Casi medio alumnado masculino había apostado arrebatarle aquella parte no necesaria de su cuerpo los primeros seis meses de su estadía el año anterior. Y mira que ella había rechazado cada cita de la manera más dulce y tierna que jamás esperé de alguien, para hacerles corta la historia, dure todo el año anterior intentando salir con ella, cambié mi natural estado de playboy por ella. Y ahora, sólo vivo por ella, no hay más rostros, aromas o sonrisas en mi mente. Su rostro es lo último que veo antes de sumirme en la inconsciencia y lo primero que mi preclara mente tiene la suerte de rememorar en las mañanas. ¿Quién diría que el amor me golpearía tan fuerte?
Suspiro y levanto la cabeza de los cabellos de mi chica ¿en qué momento llegué hasta allí? El sonido de la campana interrumpe mis pensamientos, hora de empezar las clases de la tarde y contar los minutos hasta biología, mi clase compartida del día de hoy con el amor de mi existencia.
Me despido de Alice y acompaño a Bella hasta su aula intentando hacer caso omiso de las miradas dirigidas a ella o a mí en el camino, aprieto ligeramente su mano cuando nos cruzamos con Mike Newton en la entrada de su salón. No hay que ser un lector de mentes para saber lo que pasa por la cabeza del rubio escuálido en estos momentos, se come a mi novia con la mirada e incluso ella que, aunque observadora al extremo y siempre atenta de los detalles, excepto para percibir las hormonas que revoluciona, se tensa a mi lado y se esconde ligeramente detrás de mí.
Trato de controlar mi temperamento y me fuerzo a no asesinar al niñato en ese momento, sé que él no tiene clases con ella, es un curso avanzado de química, algo que su diminuto cerebro jamás comprenderá. Unas cuantas personas se detienen a nuestro alrededor, ya es cosa de todos los días que saque a Bella de situaciones un tanto incómodas para ella, como dije antes, es demasiado hermosa para su propio bien.
― ¿Se te ofrece algo, Newton? ― Mi tono fue amenazante, espero que entienda la indirecta. Veo una mueca en su rostro y como nuevamente se llena de determinación. Tal vez debería usarla en otras cosas, como mejorar su promedio y no intentar conquistar chicas con novio, por ejemplo.
― En realidad esperaba hablar con Bella, tenía algo que preguntarle ― Bella suspira y da un paso hacia delante. Intento detenerla pero ella suelta mi mano y me rodea suavemente la cintura con el mismo brazo.
― Dime, Mike ― su dulce voz le deja atontado por un momento y veo que esta deslumbrado por su mirada, y ella me acusa a mí de hacerle lo mismo a las personas.
― ¿Quería ver si aun había cupo disponible en tu horario de asesorías? Necesito ayuda con química, no me está yendo muy bien y necesito esos créditos para graduarme ― explica un tanto apenado, al menos es lo suficientemente sensato para avergonzarse.
― Claro que si ― sonríe mi ángel un poco más relajada, ¿a poco no soy un chico con suerte? No solo es la chica más bella sino una de las más inteligentes también ― lunes, martes y miércoles después de clases en el laboratorio.
― ¿Cálculo también? ― pregunta con sus ojos azules esperanzados y yo sonrió en mi fuero interno, o este chico es tremendamente despistado o es estúpido en verdad. Bella le mira con escepticismo también pero le contesta amablemente.
― Edward es el encargado de cálculo y álgebra ― algo que todo el instituto sabe, debo añadir.
― Oh ― me mira con un gesto mezcla de sorpresa y desagrado ― gracias por la información, entonces ― se debate entre acercarse a Bella o no, pero termina rindiéndose ante mi ceño fruncido o mi mirada amenazante. Todos se están yendo para entonces, hoy no hay intercambio verbal o defensa de territorio, como Alice llama a mis arrebatos de celos.
― Nos vemos en dos horas ― digo a mi ángel luego de verificar que ya estoy cinco minutos retrasado para mi clase, ella se pone de puntillas y hala levemente el cuello de mi camiseta para depositar un casto beso en mis labios. Sonrió ante su acción, es tremendamente adorable y sexy que haga eso, agradezco a Dios por mis 1,85 m de estatura y por los escasos 1.60 m de mi Bella, me encanta que me incline hacia ella de esa manera.
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Paso dos interminables horas escuchando cosas que jamás utilizaré en mi vida, no se dé que me servirá saber de memoria las leyes de nuestro país cuando las puedo leer tranquilamente de la constitución, es sencillamente inútil guardar información que no necesitas en tu cabeza, ocupa espacio que puede ser utilizado con cosas que de verdad valen la pena, como por ejemplo: rememorar perfectamente cada tipo de sonrisa que atraviesa el rostro de Bella según las circunstancias; la sonrisa cuando está avergonzada y en la que muerde ligeramente un labio con otro, la sonrisa de felicidad que ilumina también sus ojos y le hace ver más bella aun, la sonrisa fingida en la que solo estira levemente sus labios, y mi favorita, la sonrisa cuando me mira a mí, aquella que sé solo nosotros compartimos y que me hace sentir el adolescente con más suerte del planeta, aquella en la cual el brillo del amor se instala en esos preciosos ojos marrón chocolate que titilan en mi cielo privado adornado de puntos caramelo. Oh si, estaba irrevocable e irremediablemente enamorado de Bella Swan hasta el fin de mi existencia y la verdad, no me importaba en lo más mínimo.
Casi corrí a bilogía al acabar la clase de política, estaba destrozando mis neuronas el aparentar siquiera un mínimo interés. Me senté en mi sitio habitual y esperé pacientemente que mi meteorito personal iluminase con sus brillantes tonalidades castañas la oscuridad de mi vida. Si, lo sé, estoy algo poético hoy pero es que, simplemente, no puedo evitarlo, ella me hace querer cantarle a su belleza, alabar y adorar su sonrisa, me tiene, literalmente, hechizado o idiotizado, si le preguntan a Emmet.
Después de cinco tortuosos minutos escucho a los chicos en la puerta susurrar un algo soñador "ahí viene", niego lentamente y suspiro con resignación, jamás lograré apartar las moscas a su alrededor. En este instituto todos parecen zánganos a espera de la elección de la reina, lo que aún no han asimilado es que la reina ya eligió, mal por ellos y mal por mi también que me toca aguantar como parecen acosarla con sus miradas.
La veo entrar y caminar hacia nuestro lugar en el fondo del aula saludando a algunos muchachos y muchachas en el camino, no es que ella tenga muchas amigas mujeres, siendo tan buena leyendo a la gente sabe con facilidad quienes están con ella por su popularidad o por conveniencia, las únicas que han salido bien libradas de ese juicio han sido Ángela, Alice y Rosalie, posiblemente porque las últimas dos ocupan u ocuparon lugares similares en la prepa. Todavía recuerdo el año pasado la mirada moribunda de los chicos ante las tres hijas perdidas de Afrodita, no que al resto de jóvenes mujeres les agradara, no es fácil para algunas no envidiarlas, en fin, me he desviado del tema.
La clase comienza y con ella, el usual parloteo del profesor Banner, yo me dedico a jugar con la mano de Bella mientras ella copia lo que le parece importante, que al parecer no es mucho porque su hoja solo tiene cinco líneas escritas. Ella, como yo, tiene una asombrosa capacidad de recordar información por lo que, estudiar de mas o estudiar en si nunca ha sido necesario en nuestras vidas, algunos lo llaman injusto. He escuchado conversaciones en los pasillos que me han hecho reír, se quejan de que seamos guapos, inteligentes y con predisposición hacia la música o el deporte, bueno, en cuanto a eso, Bella solo es buena en ajedrez y eso es porque no tiene necesidad de coordinar sus pies, es terriblemente torpe, lo que solo aumenta su imagen de damisela en apuros a la espera del brillante príncipe de reluciente armadura. Lo siento me he desviado del tema otra vez.
― Así que Señor Cullen ― levanto mi mirada y veo al profesor con una sonrisa de "te caché", lo que es completamente cierto ya que no tengo ni idea de que estaba hablando. Bella, a mi lado, suelta una risita y sé que todo irá bien, ese gesto solo indica que sabré la respuesta a lo que sea me pregunte ― responda la pregunta de la señorita Mallory y díganos porque un bebé cuyo dos padres tienen ojos azules posee ojos verdes ― me aclaré la garganta en un esfuerzo por contener mi risa, esa misma pregunta se la había hecho a mi padre cuando cumplí seis. Estaba en la edad de preguntar por todo y me cuestionaba el porqué si mis hermanos y mis padres tenían ojos azules, yo, los tenía verdes. Escuché a Bella tratar de sofocar su risa también, ella conocía esto por supuesto. Puse mi tono serio y me dirigí a Lauren, aun no entendía como esta chica estaba en último año, su cerebro solo tenía cabida para ropa, maquillaje, sexo y chicos. No en ese orden precisamente. La miré aburrido y empecé con la explicación.
― Porque tres cuartos de las posibles combinaciones de la genética Mendeliana para los rasgos físicos son de carácter recesivo y el bebé de seguro recibió este "paquete genético" ― hice comillas en la última frase, aunque por el rostro de la chica supe que estaba completamente perdida, como muchos de mis compañeros, ventajas de que a tu novia y a ti le apasionen los temas genéticos y sean adictos a Discovery Channel ― que se encontraba en el ADN de alguno de sus padres. Posiblemente alguno de sus familiares consanguíneos, quizás un abuelo, tuviera ese mismo color de ojos, lo que al combinarse con la abuela, que digamos los tenía azules, quedó impreso en los datos genéticos que heredó su hijo o hija, madre o padre del niño en cuestión. Así que, este carácter se manifiesta entre las combinaciones, lo más probable de manera heterocigota y el bebé es de ojos verdes ― supe que incluso el profesor estaba atónito ante mi explicación y casi reí por la situación, me miraban como una especie de alíen. Mi preciosa novia estalló en carcajadas y supe que las estaba conteniendo hacia mucho por lo roja que estaba su cara y lo aguados que estaban de sus ojos.
― No veo la gracia, señorita Swan ― podía escuchar la rabia contenida en la voz del hombre, aun no entendía porque se seguía metiendo con nosotros, si tomábamos el curso era simplemente porque Historia de la política era la otra opción y necesitábamos unos cuantos créditos mas, Alice decía que de seguro en su paso por la prepa un inteligente y guapo chico, -deportista, concretamente- le había hecho la vida de cuadritos y que ahora, dado que yo cumplía los requisitos de su antiguo inquisidor, pretendía descargar su frustración acumulada conmigo ― ¿podría compartir el chiste con la clase? ― ¿alguien le había dicho que su bigote se movía como un péndulo sin oscilación definida al hablar? Es chistosísimo, parece que en cualquier momento saldrá disparado de sobre su boca.
― Lo siento, profesor ― dijo entre hipidos, yo dirigí mi mano a su espalda en un vano intento de calmarla, aunque reía por dentro ― es solo que Edward únicamente es bueno explicando temáticas relacionadas con los números ― yo enarqué una ceja y ella me miró con disculpa haciéndome entender que lo que realmente pensaba nada tenía que ver con eso.
― Sí, bueno, la explicación del señor Cullen es correcta. Espero que haya todos les haya quedado claro ― algunos asintieron y otros simplemente se resignaron, Lauren aun me miraba como si me hubiese crecido otra cabeza y Banner parecía haber perdido el interés en nosotros dos, preguntarle a Bella seria aun peor, biología era de sus materia favoritas y jamás se le escapaba una. Eso lo entendió muy bien Banner desde su primer día.
― ¿No explicó bien entonces? ― inquirí dedicándole su sonrisa torcida favorita y acercándome más a ella. Bella se encogió de hombros y se recargó contra mí.
― Es solo que Lauren parecía estar escuchando que eras un vampiro lector de mentes con dieta vegetariana ― yo intenté no reír por todos los medios pero me fue imposible, nunca me acostumbraría a las reacciones de mi chica, ella no aprecia el mundo de igual manera que el resto de los mortales, parece pensar en una frecuencia diferente. ¿Qué es eso de vampiro lector de mentes con dieta vegetariana?
― Edward ― musitó más tranquila ― el maestro nos observa de nuevo ― no le di importancia a eso y escondí mi rostro en su regazo, ahogando mis carcajadas, adoraba que fuera tan impredecible.
― ¿Vampiro lector de mentes con dieta vegetariana? ― cuestioné al acabar la clase. Bella se ruborizó y mordió su labio inferior.
― Ya sabes que estoy loca ― respondió simplemente ― al menos te pareció gracioso ― la diversión estaba plasmada en sus ojos.
― Si, me encanta que nunca sé lo que dirás a continuación ― dije con una sonrisa antes de tomar su mochila y entrelazar su mano con la mía.
― Si bueno, no está en mí el ser predecible ― susurró juguetona.
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Suspiros entrecortados, gemidos de placer, caricias tímidas y apasionadas. Nunca su nombre había sonado tan bien en los labios de ninguna mujer, nunca había sentido un placer tan grande embargarlo, llevarlo al límite con tan solo una mirada, podría perderse en ese mar chocolate oscurecido de pasión por siempre, en la suavidad cremosa de aquella pálida piel, en el dulce sabor afresado de sus tiernos labios. Una mezcla de amor y deseo viajaba por cada recoveco de su cuerpo y de su mente, su corazón estaba hinchado de gozo, acelerado ante la cercanía de aquel pequeño y cálido cuerpo femenino dueño de su alma, corazón y voluntad. Había anhelado tantas veces esa situación que le parecía increíble estuviera sucediendo. Deslizar sus labios por el suave cuello que se le ofrecía sin temores, pasando con agónica lentitud a los montes perfectamente esculpidos cuya cima de un pálido rosa sobresalía turgente y deseosa era la cosa más placentera. La boca se le hacía agua en ansias de deleitarse con el delicado botón, estaba por tomarlo entre sus labios cuando Para Elisa retumbó en el cargado y sexual ambiente.
Abrí los ojos de golpe, sudoroso, jadeante y con una prominente erección resaltando a través de las sábanas y los bóxers. Un brazo fue a cubrir mis ojos de la claridad que se abría paso por el cristal que hacía de pared lateral, las elegantes cortinas azul oscuro a cada lado del ventanal, la noche anterior había olvidado cerrarlas y… estaba claro que no podía seguir así, uno de estos días moriría de combustión espontánea, cada noche las fantasías sobre Bella eran más recurrentes y especificas al punto de que ya no discernía el sueño de la vigilia. Lo peor… lo peor es que me siento como un sucio y hormonal adolescente con problemas de control sobre su libido. Soy patético, de seguro Bella se asustaría si conociera esa faceta de mí.
Rodé sobre mí mismo, resignado a levantarme, había perdido demasiado tiempo y una ducha fría esperaba impaciente, como cada mañana. Al menos, el sol decidió iluminarnos con su presencia, amó ver como Bella sonríe en estos días.
Media hora después estoy listo y montado en mi flamante volvo, como solía decirle Bella, camino a su casa. Y por Dios que cuando la vi amé mucho mas al sol por iluminarnos radiantemente esa mañana. Una ajustada blusa azul rey destacaba con increíble sensualidad sus curvas y blanca piel, sus hombros al descubierto y su pelo amarrado en una coleta menguaron mi capacidad de control sobre mis glándulas salivares que parecían tan impactadas como yo ante la imagen de mi sonriente novia que me observaba divertida, sin duda por la cara de estúpido enamorado que debía traer o porque aun no era capaz de reunir un pensamiento coherente.
― Ya puedes cerrar la boca amor ― dijo socarrona antes de ocupar el puesto del copiloto. Suspiré y me dije que es mejor no pensar en cómo de apetecible está hoy o no volveré a tener una noche tranquila de nuevo en mi vida, llevaba casi un año siendo célibe ¿Qué más me daba seguir siéndolo un tiempo más? No es como si el sexo fuese lo más importante de la vida, al menos ya no lo es. Arranqué el coche, preparando mentalmente mi mejor mirada matadora, de seguro muchas moscas revolotearían alrededor de mi dulce ángel, lástima no tener un matamoscas gigante, sería de mucha utilidad.
Afortunadamente -relajé mi ceño fruncido al ingresar en casa-, no había sido necesario un matamoscas para alejar los insectos ávidos de atención de Bella. Ella había dejado muy en claro que nadie aparte de mi le interesaba, incluso me había dado un apasionado beso en mitad de la cafetería siendo tan reacia a llamar la atención. Un beso por demás explícito y que exponía la profundidad de los sentimientos de ambos, un beso que me estaba desquiciando por la sed de volver a tener esos sensuales labios en contacto con los míos. Bella inconscientemente había derrumbado la delgada puerta que había intentado erigir para no saltar sobre ella como un león primitivo, guiado únicamente por sus instintos.
Me recosté en la cama cubriéndome la cabeza con la almohada, estaba frustrado y ansioso, una combinación nada agradable. Decidí bañarse antes de que Bella llegara para lo del trabajo de biología, tendría que mantener a raya mis apetitos y no estaba seguro de si Bella podía sentir la inmensidad de mi deseo, de ser así era posible que se asustara, tenía toda la pinta de pervertido-acosa-jovencitas-degenerado-adicto-sexual.
Unos cómodos shorts de verano y una camiseta verde bastan por el momento, el sol, por increíble que pareciera, se mantiene firme en lo alto. Encendí el equipo de música y me dispuse a esperar a mi novia relajándome al ritmo de Debussy, lentamente, el estupor me envolvió y Morfeo me invitó con una sonrisa al mundo de los sueños.
Suaves toques y un aroma inconfundible me regresaron a mi apacible habitación. Abrí los ojos para encontrarme con la mirada amorosa de mi chica.
― Ya era hora dormilón ― susurró sin dejar de acariciarme el cabello. Sonreí feliz, ya entendía aquello de querer despertar todas las mañanas con la misma mujer a mi lado. Acomodé la cabeza en el regazo de Bella que soltó una risita pero comenzó a mover su otra mano en rítmicas caricias por mi espalda.
― Eso se siente muy bien ― murmuré adormilado, luchando por no volver a dormirme, algo muy difícil teniendo en cuenta que cada caricia era un bálsamo de relajación y serenidad.
― Esme dice que no has comida nada desde que llegaste de la escuela, que te espera abajo para que comas algo ― musitó delineando mi rostro con la mano que antes jugueteaba con mis cabellos.
― Estoy muy bien aquí ― mascullé afianzando mas el agarre en su cintura. Bella volvió a reír, me encantaba su risa, fresca y natural, como el sonido del repiquetear de mil campanillas.
― Ok, bebé grandote pero algún día debemos hacer el trabajo ― dijo antes de besar cada uno de mis párpados. Nunca podré creer la suerte que tuve de que este ángel se cruzara en mi camino, que me amara es aun mas irreal. Abrí mis ojos y sus increíbles luceros chocolate me dieron la bienvenida, depositó un casto beso en mis labios antes de levantarse y animarme a mí a hacer lo mismo.
Bajé las escaleras con pereza y los ojos medio cerrados, solo sabía que Bella me estaba guiando hacia la cocina porque su pequeña mano se esforzaba por tirar de mi. Me senté en uno de los bancos altos y dejé mi cabeza en la barra, tenía un absurdo sueño que no me dejaba volver completamente a la realidad, solo el olor de la comida después de algunos minutos me reanimó un poco, las noches de insomnio me estaban pasando factura.
― Vamos, Edward ― me animó mi ángel ― es tu favorito ― si, ya lo sabía. El olor de la pasta me había llegado hacia unos minutos. Empecé a comer más por complacer a mi novia que por que en verdad tuviera hambre. Estaba acabando cuando me di cuenta de algo.
― ¿Dónde están mis padres? ― ni siquiera me percaté de que había sido Bella la que había servido mi comida.
― Cena de beneficencia en Seattle, vienen tarde y quieren que cuides de la casa y de Alice ― enarqué una ceja divertido.
― Es increíble que siendo el menor me dejen tanta responsabilidad.
― Bueno ― exclamó Bella recogiendo los platos para lavarlos, se los quité antes de que los metiera en el lavavajillas ― creo que se preocupan de que Alice organicé algún tipo de fiesta sin supervisión adulta y ¿Por qué no me dejas limpiar los platos? Además, son mellizos, no eres estrictamente el menor.
No dije nada hasta que acabe con la vajilla dejando todo en su lugar, Esme no había criado a un inútil. Me volví hacia ella apresándola entre la encimera y yo.
― No es tu responsabilidad preciosa y media hora de diferencia al nacer me hace el menor ― farfullé antes de inclinarme a capturar sus labios. De inmediato, la sangre ardió en mis venas y mi respiración se volvió más rápida. Pasé un brazo por la estrecha cintura de mi novia acercándola más a mí, no podía tener suficiente de ella, su solo aroma me intoxicaba. Luché contra mis manos y su necesidad de recorrer cada centímetro de la piel cremosa de mi chica. Rompí nuestro beso y uní mi frente a la de ella, de seguro mañana tendría un dolor de espalda por estar tanto tiempo medio inclinado pero todo valía por ver el rostro sonrojado, la respiración agitada y los ojos marrones más oscuros de lo usual.
― Edward… ― musitó y pude leer en sus ojos tanto amor que mi alma entera se derritió.
Estaba teniendo un fuerte debate entre perderme en aquel cuerpo y hacer realidad mis fantasías o alejarme de ella y hacer lo que se suponía teníamos que estar haciendo. Claramente, mi lado menos noble ganaba con creces, aun así me resistí a la tentación. Acaricié con mi nariz la suya y cerré mis ojos soltando un poco el agarre que tenia sobre ella, me sorprendía que pudiese respirar con normalidad.
― Deberíamos empezar con lo de… ― me callé cuando sentí las manos de Bella deslizándose por mi abdomen ― ¿Qué estas…? ― encontré su mirada y el fuego ardía en ella. Iba a hablar otra vez cuando, literalmente, se colgó de mí pegando su boca febrilmente a la mía. Sus pequeños dedos se colaron bajo mi camiseta y jadeé en sus labios, su inesperada reacción me estaba enloqueciendo de deseo. El monstruo sediento de ella despertó con más ahincó en mi interior. Quise detenerme, no era esta precisamente la situación que imaginaba para nuestra primera vez, para su primera vez.
Rompí una vez más nuestro contacto pero ella se pegó aun más a mí y la bestia sedienta de su cuerpo bramó de lujuria en mi interior. Dejé de pensar y reclamé su boca con ferocidad, el mismo deseo insaciable que ella me devolvía. La senté en la encimera y abrió sus piernas incitándome a descansar entre ellas. En cuanto estuve parado entre éstas las cruzó tras de mi haciendo aun mas íntimo nuestro contacto, estaba seguro de que a estas alturas ella ya había sentido mi excitación contra su intimidad pero no parecía importarle pues estaba empezando a restregarse contra ella.
No lo resistí mas, con toda la suavidad que pude reunir quité el suéter blanco que la cubría. Había estado tan distraído que no me había dado cuenta de que solo llevaba un delgado vestido verde de algodón con un suéter encima. Sus piernas desnudas rozando las mías se estaban convirtiendo en una tortura.
Tragué fuerte cuando estuvo frente a mí con los tirantes de su vestido deslizándose por su nacarada piel, su solo cuello en si representaba la más grande de las tentaciones. Una tentación en la que me vi gustoso de caer. Sus manos apresaron mis cabellos pegando mi cara aun mas a su pálida piel, parecía perdida en las sensaciones que le estaba prodigando, de hecho todo había surgido tan rápidamente que deseaba que no fuera otro de mis sueños.
Bajé por su cuello repartiendo húmedos besos hasta su clavícula y el inicio de sus pechos. La tela no ocultaba sus turgentes pezones. Las dudas me embargaron de nuevo, no tenía claro porque habíamos acabado en esta situación y me preocupaba que ella se arrepintiera después, no quería que esto solo fuera resultado de las hormonas.
― Bella ― dije con voz ronca, cogiendo sus manos que seguían torturando mi cuerpo ― amor… ¿Qué estás haciendo? ― me desvié de mi propósito inicial pues había liberado sus manos y estas trataban rápidamente de bajar mis cortos pantalones. Solté un gemido ahogado en cuanto su cálida mano apresó mi dura virilidad. Enterré mi rostro en su cuello.
― Te deseo, Edward ― fue un susurro increíblemente sensual ― deja de tratarme ya como si no supiera como quedas después de cada uno de nuestros besos, del deseo que leo en tu mirada. Quiero estar contigo ― suspiró antes de lanzarse hacia mi cuello y deslizar su lengua hasta mi oído.
No pude mas, cualquier resquicio de autocontrol desapareció. Bajé lentamente la cremallera del vestido deleitándome con la vista gloriosa de sus senos a través del sujetador de encaje. El vestido cayó hasta su cintura y algunos segundos después, también el sujetador. Sus manos seguían en mi miembro y su boca no me daba respiro. Quise darle la misma tortura y con parsimonia delineé sus pezones, dirigiendo mi otra mano por sus muslos hasta el centro de su femineidad.
Húmeda, muy húmeda. Y tan caliente que enloquecía. Deslicé un dedo en su interior y ella gimió, sumé otro dedo mientras con el pulgar acariciaba su clítoris. Apreté los dientes y volví a encontrarme con su boca, estaba a punto de llegar y no quería terminar antes que ella, Bella resquebrajaba todo mi autocontrol. Bombeé con más ahínco mis dedos en su interior y una especie de maullido salido de su garganta me trastornó, era un sonido extremadamente erótico. Sus aterciopeladas paredes empezaron a estrecharse y me permití viajar junto con ella en cuanto nuestros nombres resonaron en la cocina.
La abracé fuertemente refugiándola en mi pecho, esperando regular nuestra respiración y encajar los restos de mi dispersa mente. Su tímida risa llegó a mis oídos y me permití ver nuevamente sus ojos achocolatados, más cristalinos que de costumbre.
― Eres un demonio ¿sabías? ― susurré mientras abrochaba su sujetador, por mucho que quisiera llevar las cosas a otro nivel, necesitábamos hablar y viéndola medio desnuda no podía pensar con coherencia. Me complació enormemente ver como su piel se erizaba ante mi toque al subir los tirantes del corpiño.
― ¿Si? Hasta hace unas horas era tu ángel ― musitó arreglándose el vestido, sus mejillas seguían rosas y su perfecto rostro me estaba distrayendo. Me concentré en colocar mi ropa en su lugar mientras aclaraba mi mente.
― Eres mi ángel ― dije a los pocos minutos ― solo que hoy has destruido todas las defensas que me esforcé en levantar para no saltar sobre ti como poseso ― ya estaba, lo había dicho y Bella solo estaba ¿divertida?
― Aun sigues siendo bipolar ― sonreí, ¿Por qué nunca decía lo que esperaba dijera? ― Edward ― llamó tomando mis manos entre las suyas y encontrando mi mirada ― no está mal que me desees, yo también lo hago. De hecho ― se sonrojó y no supe porque ― me estresaba que no me vieras de esa forma, siempre eres tan correcto conmigo que llegué a pensar que no tu no… ya lo sabes… ― se cortó nerviosa.
― ¿Pensaste que no te deseaba? ― ella asintió y sonreí tomando su rostro entre mis manos ― Bella, eres absurda.
― Sí, bueno ― se encogió de hombros ― es raro que lleves seis meses de novia con el antiguo sex symbol de la escuela y éste no pase de toquecitos en la cintura.
― Eso es precisamente lo que me mantuvo con las mano atadas ― expliqué aunque ella parecía confusa ― quería demostrarte que me interesas tu, tu preciosa alma, tu puro corazón y tu extraña mente. Obvio que también tu cuerpo pero solo si va acompañado de tu amor.
― Sabes que los tienes a los dos, cuando sea. Te amo, Edward ― dijo con convicción.
― ¿Me estas intentando decir que…? ― me detuve, las palabras no salían de mi boca, era irreal estar teniendo esta conversación con ella. Fue Bella quien me sacó de mi repentino mutismo.
― Estoy diciéndote que quiero hacer el amor contigo, que estoy segura de lo que siento por ti y veo en tus ojos y en tus actos lo que sientes por mí, que no eres el único que teme sufrir combustiones espontáneas después de nuestras sesiones de besos ― descansé mi frente en sus sienes, apenas podía creer lo que decía ― no hay nadie más a quien vea o quisiera ver de la forma en la que te veo a ti, quiero pertenecerte en cuerpo y alma. No me interesa que hayas estado con media escuela, me interesa el aquí y el ahora, quien eres en este momento.
― ¿Cómo es que tuve la suerte de que me ames? No te merezco ― murmuré perdido en su mirada, nadando de alegría en sus palabras.
― No es cuestión de merecer o no, es cuestión de amor ― aclaró ― y nos amamos, no cabe nadie más. No tienes que demostrarme nada o probarme que ya no te enrollas con cada chica, Edward. Sólo… ámame… mantente junto a mi hasta que el tiempo o la vida decidan otra cosa ― la estreché fuerte entre mis brazos, me picaban los ojos y mi corazón revoloteaba más rápido que las alas de un colibrí, estaba seguro que ella lo escuchaba pues su rostro estaba enterrado en mi pecho y sentía la suave sonrisa posada en sus labios.
― Mi lugar siempre será aquel en el que tu estés, no existe fuerza humana capaz de apartarme de tu lado ― solo la muerte podría hacerlo y aun entonces, intentaría negociar un mínimo tiempo lejos de ti. La besé y todo encajó en su lugar, no más reproches o inseguridades, la vida había enviado un ángel de amor para lavar con la fuerza de sus sentimientos mí, hasta entonces, turbia existencia.
Los reviews me dejan conocer sus pensamientos y hacen bailar desnudo al Edward de mi imaginación, así que ¿Por qué no me dejan unos y me hacen feliz? No es tan malo cumplir los deseos ocultos de esta chica. Un "hola" es suficiente, también se acepta un "por Dios, dedícate a otra cosa", todo es válido.
El próximo capítulo es el final y ¿Qué me dicen? ¿Será que nuestra Bella pierde aquella parte no necesaria de su cuerpo? Escucho apuestas.
