Mía.

Sus pasos apenas si producían más que un leve susurro sobre la hierba. Iba descalza a través del prado, buscándolo. Finalmente lo vio. Estaba como siempre subido en un árbol, mirando los fragmentos de cielo que no tapaban las ramas. Inmerso en sus pensamientos. Se fue acercando cada vez más, pero él no se daba cuenta. No lo hacía a propósito, pero su caminar era muy silencioso. Sus ropas apenas se movían y su respiración calmada no hacia ruido. Al fin, llegó al pie del árbol. Se apoyó en el tronco y susurró su nombre, mientras miraba hacia él.

"Renji"

Se levantó y rápidamente se giró para ver quien era. Por su cara cruzaron muchas emociones cuando la vio. Sorpresa, felicidad, anhelo, pasión y amor. De un saltó bajo y se acercó a ella, con todo eso reflejado en la cara, lo que le daba un aire salvaje.

"Rukia, has vuelto"

"Sí. Tenía que hacerlo."

Ante esta frase Renji la miró extrañado y esperanzado al mismo tiempo. Sin poder aguantarse más la abrazó fuerte, sintiéndola frágil, casi etérea. Se separó un segundo para mirarla. Vio lágrimas en sus ojos. Lágrimas de dolor y pena pero, sobre todo, de amor. De un amor ardiente e infinito.

"¿Qué ha pasado?"

"Nada, Renji. Ahora todo está bien. Estoy contigo. Con quien debo estar. Con quien siempre he querido estar… Abrázame."

Renji volvió a abrazarla haciendo que su cabeza se apoyara en su pecho. Rukia podía escuchar los latidos de su corazón, fuertes y acelerados. Rukia alzó la mirada para poder ver sus ojos. Ambos se miraron fijamente, con la pasión brillando en sus ojos. Algo se rompió dentro de Rukia. Toda la frialdad se derritió al contacto de esa mirada y su fragilidad se convirtió en fuerza que le permitió descansar al fin y abandonarse al amor que sentía. Lentamente fueron acercándose hasta que sus labios se rozaban. Cada uno respiraba el aliento del otro, cálido y húmedo. Renji se acercó un poco más hasta que sus labios finalmente hicieron contacto. Se besaron mil y una vez más. Con ansia, impaciencia, con pasión y amor. Cuando al fin se separaron los dos estaban sin aliento. Sus respiraciones cortas y entrecortadas fueron calmándose mientras seguían abrazados, mirándose. Renji sonrió y la besó en los labios levemente, pasó luego a la punta de la nariz, los ojos, la frente. Giró su cabeza para poder morderle suavemente las orejas. Su respiración hacia cosquillas a Rukia, que se retorcía de placer. Volvieron a besarse ardientemente mientras caían al suelo. La fresca hierba los recibió anhelante y se adoptó sus formas.

Las manos de Renji recorrían el cuerpo de Rukia, debajo del suyo, mientras su boca recorría su cara, besándola. Volvieron a fundirse en un beso profundo, anhelante. Sus manos comenzaron a desvestirse mutuamente, mientras seguían besándose como posesos. Las ropas volaron hasta que ya no les quedo nada más que quitarse.

Sus cuerpos se adaptaban uno al otro a la perfección, tanto que parecían un solo ser. Y así se sentían, como una misma alma en dos cuerpos distintos, que al fin hubiera podido completarse de nuevo. El sudor les corría por todas partes y sus respiraciones se aceleraban más y más mientras llegaban al clímax.

"Re…Renji. Te quiero"

"Y yo a ti Rukia."

Finalmente llegó. Como una ola que los barrió y los llevó hasta el fondo de un mar de placer y amor. Sus cuerpos se estremecieron al unísono y sus bocas se juntaron en un beso infinito, mientras de los ojos de Renji brotaban lágrimas de amor y pura felicidad.

"Al fin eres mía"

"Sí, Renji. Siento haber tardado tanto"

Y se durmieron, abrazados, mientras la brisa secaba sus lágrimas dejando tan sólo las marcas. Marcas de amor.