Disclaimer:El universo de Hellsing, así como sus respectivos personajes son propiedad intelectual del gran mangaka Kōta Hirano y son empleados sin fines de lucro.


I

De nuevo estaba en ese lugar en medio de la nada, con una enorme luna llena que se reflejaba en una pequeña laguna y que los cubría con su tenue luz. Nuevamente estaba frente a él, no entendía el como ni el porque y realmente no le importaba, ya que el verlo de nuevo la llenaba de una dicha enorme, comparable quizá con recibir un elogio de su maestro. Se acercó a ella para tomar gentilmente su diestra y una vez más besó el dorso de su mano, mostrando una caballerosidad que no había caracterizado en vida al capitán Bernadotte.

— El rojo te favorece tanto, Mignonette.

— Capitán, por favor llámeme por mi nombre.

— ¡Como digas, Mignonette!

Seras Victoria suspiró con pesadez, ¿era mucho pedir que dejaran de llamarla con sobrenombres? Lo dejaría pasar, solo porque ya se había acostumbrado y "Mignonette" no sonaba mal.

— Así que, ¿Qué hacemos aquí, capitán?

— Eso no lo sé, después de todo yo solo me dejo llevar por tu conciencia.

— ¿Mi conciencia?

— ¡Oh, pequeña tonta! Si estamos aquí, es porque tú quieres. He aprendido mucho de ti ahora que formo parte de tu esencia de no-muerta; tu infancia fue una mierda y tu adolescencia aun peor, jamás tuviste una cita ni un encuentro amoroso con algún buen hombre. Pero en el fondo añorabas un poco de romance, ¿no es así?

La rubia enmudeció ante las palabras que había escuchado, ¿Cómo había obtenido tanta información? Ese hombre estaba indagando demasiado en sus recuerdos y por el bien de su intimidad no podía permitirse algo así. Su rostro enrojeció por la vergüenza y el enojo.

— ¡Señor Bernadotte, por favor deje de fisgonear donde no debe! El que tenga acceso a mis recuerdos no le da derecho a burlarse de ellos…

— ¿Y quién dijo que me estoy burlando?

Pip acarició su mejilla, haciendo que su sonrojado rostro ardiera más; la miró fijamente con semblante serio, ella no pudo evitar intimidarse un poco, después de todo el ojiverde imponía con su sola presencia. Cerró los ojos presa de sus nervios y dejó que la voz del capitán se desvaneciera poco a poco, regresando a un punto ajeno a su entorno de ensueño. Abrió los ojos solo para verse rodeada de oscuridad; levantó la tapa de su féretro y se incorporó con pesadez. Nuevamente había soñado con él.

Habían pasado ya seis meses desde la caída de Millenium y Londres se recomponía lentamente de su noche apocalíptica. La prensa lo había manejado como un ataque terrorista; el silencio de los testigos fue comprado desde luego y aquellas almas pérdidas, deseosas de algo que fuera coherente, creyeron la versión sin problemas. Levantó la mirada hacía el techo de su dormitorio, podía escuchar la respiración de Integra, parecía tranquila y relajada y eso le alegró. Después de la desaparición de Alucard, la sucesora del legado Hellsing se auto exilió, aislándose de todo contacto cada vez que podía; aún mantenía su temple de acero y su voz de mando, pero el dolor por la traición de Walter y la pérdida del conde era algo que no pasaba desapercibido para Seras, después de todo sus sentidos y su intuición se agudizaron aún más después de beber sangre.

— Capitán…

La sola mención de su nombre bastaba para que recordara lo sola que se sentía; sin Alucard ni Walter, sin las ordenes de Integra ni la compañía de los Wild Geese. Al derrotar al mayor y regresar a la destruida mansión Hellsing, los pocos sobrevivientes fueron atendidos inmediatamente por un equipo de médicos mandados por orden de su majestad, estar al servicio directo de la realeza tenía sus ventajas después de todo. Solo seis chicos lograron sobrevivir (no sin secuelas, ya fueran físicas o psicológicas), Sir Integra se encargó de que recibieran un pago justo acorde a su lealtad y los mandó a casa para que se recuperaran, con suficiente plata para que dos generaciones vivieran sin problemas. Todos los caídos recibieron sepultura en tierra santa con los honores que un veterano de guerra recibiría; la draculina en persona se encargó de que el cuerpo de Pip Bernadotte luciera impecable en su ataúd, con su característica trenza rodeándole el cuello y una caja de cigarrillos en el bolsillo del saco con el que lo habían vestido. Al despedir al capitán cortó un mechón de su cabello para que esa despedida no se sintiera eterna, quería conservarlo como un recuerdo de todo lo que aprendió con los gansos salvajes, los compañeros que se mantuvieron fieles a Hellsing en una batalla que ellos por su sola condición de humanos ya tenían pérdida.

— Quizá…

No podía evitar el culparse por todas esas muertes, si hubiera sido más fuerte ellos estarían bien, si hubiera bebido la sangre de Alucard cuando tuvo la oportunidad habría acabado con esa maldita bruja antes siquiera de que entrara en los jardines de la mansión y él seguiría vivo… quizá ni siquiera hubieran requerido sus servicios, ya que con ella y Walter en la defensiva habrían detenido a Jan Valentine antes de que acabara con todas las fuerzas de la real orden. Sí, eso hubiera sido lo mejor, jamás se habría involucrado en esa estúpida batalla y seguirían como si nada, ganándose la vida a su modo.

— Eso hubiera estado bien… hubiera sido lo mejor… aunque…

Aunque jamás se hubieran conocido. No podía hablar por el capitán Bernadotte, pero estaba segura de que hubiera preferido morir de cualquier forma menos en manos de unos vampiros nazi, después de todo él era francés y repudiaba esa escoria histórica. Pero, ¿ella estaría bien con eso? Debía admitir que desde el momento en que conoció a Pip Bernadotte su vida como no-muerta fue más amena e incluso divertida. Su constante acoso, sus anécdotas, la peste de sus cigarrillos, su sonrisa, todo lo disfrutaba, aunque jamás se atrevería a reconocerlo. Después de la muerte de sus padres un pequeño trauma permaneció en ella, esa grotesca escena donde profanaban el cuerpo de su madre hizo que generara repudio y miedo hacia el sexo masculino. Jamás le faltaron pretendientes y el hostigamiento sexual era su pan de cada día (al ser la única mujer policía, debía lidiar con la lujuria de sus compañeros), pero no podía evitar ese repudio que la alejaba de una relación estable. Recordó las palabras del capitán en su sueño y no pudo reprimir el gemido de dolor y tristeza, tenía toda la razón, añoraba un romance de ensueño, pero su miedo la doblegaba. Para ella Alucard era como un padre, un maestro que le enseñaría el significado de su nueva existencia, pero Bernadotte se había convertido en el príncipe que se enfrentaba al dragón para salvarla de su propio miedo.

Quizá era egoísta, pero no se arrepentía de haberlo conocido, se arrepentía de no haberse dado cuenta antes de sus sentimientos, así hubiera correspondido el beso que ese sinvergüenza trató de robarle antes de enfrentarse a Zorin Blitz. Suspiró resignada, no quedaba más que añorar y reflexionar… Con Alucard ausente e Integra sumida en su luto personal no había alguien que le explicara que estaba pasando en su cabeza. Ese sueño se repetía una y otra vez de distintas formas y estaba segura de que solo era eso, un sueño, pero no estaba segura de que otros que había tenido también lo fueran; en una ocasión pudo consolar a un pequeño niño de cabello castaño y ojos verdes al que molestaban en la escuela, en otra reprendía a un joven Pip por ser un fumador compulsivo, incluso pudo ser testigo de como perdió el ojo en Uganda. Eso, ¿eran sueños o eran los recuerdos del capitán? No había hablado con él desde que derrotaron a Hans Günsche, ni siquiera sabía como fue que logró manifestarse de la forma en que lo hizo. Recordaba que en alguna ocasión Walter mencionó algo sobre los familiares de un vampiro, pero no le había cogido verdadero interés al saber que estaba relacionado con el consumo de sangre.

— ¡Oh, Seras, eres una tonta!

Autoregañarse no bastaba, pero le ayudaba a sentirse un poco mejor, después de todo era habitual que la corrigieran y regañaran de una u otra forma. Miró el reloj que reposaba en la pared de su cuarto, aún faltaban horas para que comenzara la rutina de sus actividades y debía reconocer que se sentía agotada, lo mejor era tratar de dormir nuevamente, con la esperanza de no soñar; se recostó en su féretro y cerró la tapa, dejando que la oscuridad la envolviera.


Notas de la autora:

Este es mi primer aporte a Fanfiction y lo comparto con la esperanza de terminarlo (tengo la mala costumbre de dejar inconclusas mis historias). La primera vez que leí el manga de Hellsing odié el PipxSeras, ya que amaba a Alucard y el merecía quedarse con la torpe draculina; ahora con mas madurez encima he vuelto a leerlo y me he dado cuenta de que Bernadotte y Victoria son la pareja perfecta, inocencia y perversión mezcladas con un toque de humor...