La pelea no paraba después de mas de dos horas. Era clara y contundente la ventaja del oponente del chico de la trenza. Estaba tan cansado que a duras penas podía sostener sus ojos abiertos. Sus piernas lo sostenían sólo por inercia y sus puños a cada segundo eran menos acertados.
Estaba completamente agotado, su cuerpo no daba para más. Sin embargo, había una razón por la que se mantenía en la pelea aún. Por primera vez no era su terco orgullo de artemarcialista, de eterno ganador. Desde hacía unos minutos eso había pasado a segundo plano. En esta pelea se jugaba todo lo valioso que tenía en la vida, si la perdía, podía despedirse de la idea de ser feliz algún día. Y peor aún, había sido él quien decidió ofrendar todo aquello que le iluminaba por un simple combate para el que aún le faltaban años de entrenamiento, años de sabiduría.
El ultimo golpe fue, al igual que los anteriores, certero. Duro, definitivo. El cuerpo del joven cayó pesadamente al suelo, cubierto de hilillos de sangre que escapaban por toda su anatomía, ya no le respondió más. Quería seguir, deseaba seguir hasta ganar o morir, no estaba preparado para esa derrota, no así. No. Jamás pensó que tendría que pagar el precio de perder contra ese contrincante que lo veía con un gesto de compasión mezclado con orgullo. Esta vez la pérdida era demasiada, mas que su orgullo, mas que su prestigio, mas que todo.
Las pseudo prometidas de Ranma corrieron en su auxilio, como si algo pudieran hacer. Ukyo dejó escapar lágrimas al verlo en ese estado, lo sostuvo entre sus brazos mientras le suplicaba amargamente que resistiera mientras llegaba ayuda. Shampoo pidió desesperadamente a su abuela una poción mágica para curarlo. Kodachi solo decía tonterías sin sentido moviéndose de un lado a otro, amenazando, jurando en vano. Nodoka se acercó de inmediato pidiendo a Ukyo y Shampoo que se retiraran. Su hijo, aun conciente la miró con vergüenza y una tristeza inmensa.
La perdí, mamá. – Su voz sonaba ahogada, ronca, era un milagro que aun estuviera despierto. Nodoka lo miró solamente con desesperación. No sabia que hacer para protegerlo de esto, nunca estuvo a su lado cuando la necesitó. Ella lo veía, ahora ya era todo un hombre, suponía que como su madre a esas alturas estaba de más, pero ahí estaba, él, lleno de dolor e impotencia y ella no podía hacer nada, solo escucharlo… No quedaba mas que guardarse para si misma el clásico "Te lo advertí".
Las dos mayores de las Tendo se mantenían a una distancia prudente. Solo miraban con tristeza y resignación. A un lado, su padre, lloraba desesperado por la desgracia de su "futuro heredero", al cual acababa de perder. Genma no había aparecido durante todo el combate, le había advertido mil veces a Ranma sobre lo peligroso de su contrincante, y como siempre, prefirió huir para no ver la derrota que enfrentarla junto a su hijo.
Bien, agradezcan que el chico aun está con vida. No suelo ser tan compasivo pero hice una excepción para no perjudicar a mi premio. – Dijo el vencedor, un apuesto joven de finos rasgos, al menos veintidós años, de cabello corto, ataviado con un lujoso traje chino.
Y bien ¿Dónde esta el "fruto de mi esfuerzo"? – Dijo dirigiéndose con una sonrisa cínica al lugar donde estaba la familia Tendo. En los labios de Soun se vió la intención de lanzar una replica, pero en eso, la menor de sus hijas se abre paso entre sus hermanas.
Aquí estoy – Dijo con el rostro rojo, como señal de haber llorado mucho.
Kasumi solo agachó la mirada. Nabiki si se atrevió a decir algo.
Akane, no tienes que …¡ Esto es estúpido, tu no eres un objeto de intercambio!
Todos voltearon incrédulos. Nunca habian visto a la media de las Tendo en esa actitud, se veía desesperada.
¡Papá, di algo!-
Akane extendió su mano al hombre mientras se dirigió hacía su apenada familia.
No, Nabiki. Mi padre me comprometió con Ranma y él, como mi prometido, se sintió con derecho de apostar mi mano en una tonta pelea. Si ambos se creyeron con tanto derecho sobre mí, si para ellos fui un objeto, deben saber que los objetos se pierden.
Dicho esto, volvió su mirada hacia su nuevo prometido, asentando. Se recargó en su brazo y con un ademán se despidió de su familia.
Todos los presentes habían escuchado, incluyendo a Ranma. Cuando escuchó sus pasos alejarse, los pasos de Akane, podia reconocerlos, ahora se daba cuenta, eran diferentes a los de las demás, el conocía demasiado bien a su prometida. Sus ojos soltaron gruesas lágrimas para después, por fín desvanecerse en los brazos de su madre.
