Prólogo

Rusia.

Principios de enero. 1916.

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En un laboratorio oculto de la fría Rusia, se llevaban a cabo los experimentos más visionarios; los más talentosos científicos y todo aquel que tuviera algo que aportar al gobierno trabajaba ahí, toda idea era una posibilidad y todo lo imposible se volvía posible gracias a estas mentes brillantes. ¿Lo malo? El fin justifica los medios. No importa cuál fuera si daba un resultado positivo, no importaba el precio.

Ese día estaban haciendo un recuento de todos los experimentos, aquel que no mostrara progreso debía ser eliminado. En el ala norte, área de bioquímica, unos hombres vestidos pasaban de celda en celda.

—A258, celda número 30 —anunció uno de los hombres. El otro con una libreta en la mano chequeó lo dicho por su compañero, ambos miraron dentro de la celda a un hombre en un rincón, encogido sobre sí mismo quien arañaba el suelo de la celda. Hace rato que se quedó sin uñas pero eso no le impedía seguir en lo suyo, así que sus manos estaban ensangrentada—. El sujeto A258 no parece estar asimilando correctamente el tratamiento, sigue rasgando el suelo y ahora ha comenzado a auto-mutilarse. —Se movieron a otra celda, esta vez una mujer con una barriga de 6 meses de embarazo estaba sentada sobre el catre mirando a la nada—. Sujeto H147. —Golpeó los barrotes para llamar la atención de la mujer rubia, esta apenas giró la cabeza ante el llamado—. ¿Siente algo diferente?

—Me duele. —Logró articular la mujer con voz ronca, aunque en su expresión no mostraba signos de dicho dolor. El hombre asintió mientras su compañero anotaba eso.

—Excelente. Si llega a sentir otra cosa aparte de dolor, solo grite —le indicó el hombre, se inclinó hacia la tabla de su compañero—. Esta tarde experimentaremos de nuevo con su centro sensitivo. Bien. Ahora, comenzaremos con los experimentos del archivo V: Genoma D. Científico a cargo: Dr. Volsk. —Sacaron una carpeta diferente al llegar a otra zona de las celdas, aislada por su alta temperatura. Los últimos dos sujetos habían muerto de hipotermia en la primera fase, así que tuvieron que trasladar a los demás a un lugar con un radiador que los mantuviera calientes—. Sujeto L369. —Cuando alzaron la mirada, el hombre estaba muerto a la mitad de la celda, de la espalda brotaban unos deformes huesos apenas cubiertos por una membrana transparente color carne; la piel parecía abrirse como las escamas de un pescado seco, uno de los ojos parecía tener los vasos sanguíneos reventados. El hombre suspiró—: Sujeto L369: no sobrevivió a la primera fase. Henovich Karshicova, edad: 42 años. El Genoma D no fue correctamente asimilado por el paciente, causando su muerte. Archívalo con los otros dos —le dijo con una voz monótona. Ya era el tercer paciente de este experimento que perdían y no mostraban ningún avance. Si eso seguía de esa manera, tendrían que dar el proyecto como fallido—. Bien. El siguiente es el sujeto A530. —Frunció un poco el ceño—. ¿Hace cuanto lo tenemos a él aquí? Es parte del grupo A.

—Recientemente cumplió 4 años aquí —informó el hombre—. Sujeto A530. Fue traído por el científico a cargo del proyecto.

El primer hombre de bata blanca asintió, inclinándose hacia la celda. No se veía nada, la oscuridad cubría gran parte de la celda.

—¡A530! —llamó el científico—. ¿Estás muerto? —No escucharon nada al momento, pero un suave gruñido desde la esquina más alejada de la puerta llamó la atención de ambos. Abriendo la celda, los dos entraron. Con sus respectivas precauciones, lograron sacar al paciente de la oscuridad, estaba tan débil que no dio batalla—. Increíble —murmuró asombrado el primer científico. Ante ellos la primera fase del Genoma D se llevó a cabo exitosamente. Luego de revisar los signos vitales y constatar que no había daño cerebral, llamaron a los guardas—. Traigan una camilla, vamos a trasladarlo. Llamen a Volsk, uno de los sujetos sobrevivió a la primera fase. —El hombre se escuchaba excitado, un progreso como ese era fascinante.

Unos guardias llegaron con la camilla solicitada. Entre los cuatro pudieron trasladarlo a la zona central del edificio donde los experimentos activos se llevaban a cabo.

El sujeto en la camilla se veía desmadejado, cansado, con el cabello negro tan largo que fácilmente le podía llegar a la mitad del muslo, la piel pálida por no haber visto la luz del sol en años. Cuando llegaron al área central, otros colegas les esperaban, todos querían ver el resultado de tan loca idea. Casi enseguida comenzaron las bitácoras, los experimentos, resistencia, fuerza, revisaron su capacidad de razonamiento, la cual para alivio de los hombres estaba intacta.

Pasaron varias semanas recopilando toda clase de datos, constantemente le sacaban sangre para analizarla al igual que otros fluidos corporales. Para la cuarta semana de experimentación, el sujeto se sentía vacío, muerto en vida. Ahora se encontraba en su cuarto –le dieron un cuarto horrorosamente blanco, una mullida cama, ropa igualmente blanca que contrastaba contra su cabello negro, suficientes frazadas para que no pasara frío, una silla de acero en la que estaba sentado y un ventanal que le daba una gran vista de la congelada tierra rusa–. Miraba por la ventana, pronto comenzaría una nueva ronda de experimentos, en pocos días podrían entrar a la fase dos del experimento; él solo quería morir…

«Yo no quiero morir

—¿Qué más me queda? Esto no es vida —dijo para sí mismo. Intentaba no verse en el reflejo de la ventana; odiaba su reflejo, en lo que lo convirtieron.

«Huir.»

—¿Huir? ¿Cómo? —Pero entonces se dio cuenta: podría escapar por la ventana. Sí, su única salida era eso, o dejar que esos monstruos rusos continuaran experimentando con él hasta volverlo loco—. No. No más. —Recurriendo al valor que alguna vez tuvo, tomó la silla de acero, apenas diera el primer golpe los guardias no tardarían. Respirando hondo dio el primer golpe a la ventana, en esa se hizo una grieta. Las alarmas saltaron—. ¡Vamos! —Dio otro golpe y otro y otro. Al quinto golpe el cristal crujió con fuerza al tiempo que guardias entraban por la puerta. No lo pensó, se lanzó contra la ventana, el cristal cediendo por completo y él cayó al vacío escapando de los guardias.

Por fin era libre.


: Acabamos, por fin, de dar inicio a un proyecto comenzado desde hace 4 años. No olviden comentar, seguirnos en nuestra página de Facebook y esta historia para estar pendientes a las actualizaciones futuras. Pedimos paciencia, sobre todo, a la espera de los capítulos siguientes.

¡Nos leemos!

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