Disclaimer: El universo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling y a Warner Bros. La trama es mía, no robes porque soy mala, mala, mala y tengo unas uñas muy largas.
CONDIMENTOS VARIOS
-Voy a comerme el mundo con patatas fritas.
-¿Como dices? -Remus levanta la cabeza, una ceja enarcada y la otra en camino.
-Pues lo que oyes, al fin y al cabo es la mejor opción. -el pelo rojo escapando de su recogido, los labios y el ceño fruncidos, el libro en las manos, los ojos, verdes, brillando. Una vida dedicada a ser sensata para acabar así.
-Explícate, por favor ¿por qué con patatas fritas y no con chocolate?
Sentados en su guarida (un aula en desuso que descubrieron hace un par de meses) hablan sobre libros, magia, política y las diferentes y mejores maneras de comerse el mundo. Ya no son tan pequeños, al fin y al cabo están en cuarto, ya, así que pueden abordar estos temas con total soltura dada su elevada madurez mental.
Son amigos, de los mejores. El chaval de los ojos raros y la empollona de las pecas, no hay mejor combinación posible en el mundo, salvo la de la nata y las fresas con algo de azucar.
Todo es perfecto, salvo por el pequeño, diminuto, casi invisible problema que parece estar siempre allí: James. O sus gafas, en todo caso, que son las que le permitirían ver como su futura novia-esposa-madre de sus hijos habla demasiado seguido (y más que con él) con ese traidor que se hace llamar su amigo.
Así que por eso se esconden.
Lily ya no lo comenta, en el fondo le da igual y, por el momento, aún está allí ese toque de diversión merodeadora (malo, malo, estar tanto tiempo con Remus) que les provoca ocultarse de todo el mundo. Y, además, el aula huele a polvo y a los libros viejos que cogen de la biblioteca, ¿qué más se puede pedir?
Tan inmersa está Lily en sus pensamientos que no puede evitar dar ese pequeño salto que mueve los mechones rebeldes de su pelo rojo de un lado para el otro, barriendo el aire de la habitación, cuando Remus repite su pregunta:
-He dicho, Lily -haciendo hincapié en su nombre-, que por qué con patatas fritas y no con chocolate -se miran un instante, los dos, la seriedad personificada. Hasta que Lily sonríe traviesa, los ojos más verdes que nunca.
-Pues porque para saber a chocolate, ya estás tú -y le besa, con las manos sucias de polvo en las mejillas, los ojos cerrados, mucho labio y poca lengua.
El beso de dos mentes criminales, que planean, entre chocolate y chocolate, entre beso y beso, comerse el mundo con algún que otro condimento.
