Advertencia: Zombificación y muerte de algunos personajes. Leer bajo su propio riesgo.

Marinette Dupain-Cheng no sabía que el día que debió ser el más feliz de su vida, se convertiría en el detonante de su miseria, Una joven sin esperanzas, y un policía coqueto ¿Podrán sobrevivir juntos? El Ocaso atraviesa el borde del cielo, dándole preámbulo a este apocalipsis Zombie… La primera parte de la trilogía.

Ocaso.

El Comienzo.

Unos tacones sonaban por todo el blanco y silencioso pasillo. La mujer caminaba con elegancia, contoneando sus caderas.

Sus ojos estaba detrás de unos pequeños lentes de color negro, su ceño estaba notablemente fruncido.

Era el tercer día seguido que la llamaban de emergencia, aun sabiendo que estaba libre.

Luego de ver a ese paciente hablaría seriamente con el director del hospital.

Sus blancas manos abrieron la puerta encontrándose con algunas nerviosas enfermeras.

-Informe_ Hablo tomando unas hojas comenzando a analizarlas.

-Fue traído hace tres horas sin pulso, luego de una hora muerto el paciente abrió los ojos e intento atacarnos, Matilde fue mordida en el cuello e inmediatamente trasladada a otro lugar_ Hablo una joven muy nerviosa.

La doctora miro por primera vez a la joven asintiendo, sin decir algo más procedió a entrar a ver aquel extraño paciente.

Él hombre se encontraba amarrado a la camilla, con correas gruesas y resistentes, impidiéndole moverse con completa libertad. Más esto no le impedía forcejear.

La joven lo miro extrañada, la mejilla del hombre tenía sangre coagulada, y su boca se abría queriendo morderla. Su piel era pálida, sus ojos de color grisáceo.

Algo no andaba bien con ese sujeto, le tomo el pulso con sumo cuidado, pero no había nada, es como si estuviera muerto en vida.

Los jadeos y forcejeos aumentaron al oler la sangre fresca tan cerca. Sus instintos le pedían alimentos.

Quería comer a esa mujer que estaba a centímetros suyos.

La puerta se abrió de golpe revelando la figura de un joven policía, sus ojos esmeraldas no tenía brillo alguno y demostraban un odio hacia la cosa que se encontraba en la camilla, en ambas manos tenía dos pistola apuntándola a la doctora y al "paciente".

-Señorita le sugiero que se aleje de ese hombre, infórmele a todos los que estén aquí que se vallan rápido de la ciudad_ Hablo con calma mientras sonreía ladinamente.

La mujer ahogo un grito alejándose de inmediato, dejando solos a ambos hombres.

Unos disparos rompieron aquella aura pacifica que reinaba hasta ahora en el hospital, el joven rubio camino fuera de la sala como si nada hubiera pasado, estaba entrenado para matar sin remordimiento.

Era su deber que la paz reinara sobre su ciudad. Y esos monstruos estaban perturbando la tranquilidad del lugar. Cuando comenzaron a llegar a la central informes de esos ataques, todos lo creían una broma, hasta que una de esas cosas mordiera a un compañero, ahí fue cuando el jefe comenzó a tomárselo en serio, ordenándoles proteger a los civiles de esas cosas, los noticieros tenían prohibido extender la noticia por ordenes del alcalde a ese hombre no le convenía que el pánico reinara la ciudad.

Varios hombres en autos negros sacaron a las personas más importantes del lugar antes de que fuera tarde. Según lo que había escuchado en la central lo llevaban lejos de la civilización.

Su puño se cerró con fuerza.

Las personas comunes que no tenían mucho dinero fueron dejados a su suerte, solo él y algunos policías que seguían con vida estaban ayudando contra ese mal que amenazaba con erradicar la existencia de las personas.

Solo podía hacer tiempo, y ordenarle a los civiles escapar, a estas alturas, su padre estaría a salvo con muchos otros empresarios millonarios. A ellos no les importaba los demás, solo querían salvar su pellejo.

OoOoOoOoO

Una joven sonreía mirándose al espejo, aun no podía creer que estaba allí, su momento por fin había llegado.

Detallo ese hermoso vestido blanco perla, de una sola pieza con escote de corazón y cierre en el corsé, la parte superior tiene diferentes adornos con un toque de tul que se extiende a lo largo de la falda.

Desde que su prometido Nathanaël le había entregado el hermoso anillo, estaba ansiosa por que su boda se realizará con rapidez.

Miro por tercera vez el reloj de la pared.

Estaba escondida en una de las salas cercanas a la capilla, sus padres la iban a mantener allí hasta el momento indicado. Ya que su prometido aun no había llegado.

Nervios quizás…

Se le estaba haciendo eterna la espera.

Varios golpes comenzaron a escucharse detrás de la puerta, no parecían ser de sus padres, estos golpes sonaban como si desearan derrumbar la puerta.

Camino con intensión de abrir la puerta.

-¿Mamá? ¿Papá?_ Pregunto algo nerviosa por los extraños ruidos que se escuchaban afuera. No solo eran golpes ahora también habían gritos.

Detuvo su mano antes que tocará la perilla, estaba comenzando a asustarse.

La madera de la puerta comenzó a ceder dejando entrar una pálida mano, por el pequeño agujero pudo ver al sacerdote queriendo agarrarla.

Dio varios pasos atrás reprimiendo un grito que quería escapar de sus labios.

Corrió hasta la mesa donde estaban sus cosas, tomando su teléfono. No entendía que pasaba, todo era tan extraño.

Intento comunicarse con su prometido, pero el teléfono de él estaba muerto.

Esperar en ese lugar no era opción, las oxidadas bisagras ya estaban a punto de ceder por los golpes.

Un sonido seco se hizo escuchar mientras la puerta era derribada, el sacerdote estaba degollado, su sangre estaba esparcida por la ahora destruida puerta.

Marinette miro al culpable del estado de aquel cura, encontrándose con su padre.

Sus ojos se aguaron, corriendo a abrazarlo, no entendía que sucedía allí pero estar con alguien familiar la reconfortaba.

-Mari no hay tiempo_ Acaricio con su mano la cabeza de su hija mientras contenía sus lagrimas- Estamos en peligro debemos huir de este lugar.

-¿Dónde está mamá?_ No pudo evitar preguntar mientras era arrastrada por ese lugar casi desierto.

Los ojos de su padre se volvieron fríos y distantes recordando lo ocurrido antes, no sabía cómo decirle eso a su pequeña, se suponía que esté día iba a ser perfecto.

-Ella… _ Titubeo un poco deteniéndose en seco frente a una capilla.

Sus ojos se cerraron con fuerza, mientras Marinette miraba la capilla por el vidrio a su lado.

Estaba bellamente adornada, y los invitados sonreían mirando como la novia entraba con su velo cubriendo su cara, la música suave se colaba por aquel vidrio, relajándola, en unos minutos ella estaría así, en ese momento había olvidado todo, y solo se concentraba en la bella escena frente a ella.

El joven veía orgulloso a la mujer que caminaba lentamente, un ligero sonrojo se colaba por las mejillas de este al escuchar algunas palabras de su mejor amigo y padrino, sabía que había elegido una buena mujer, la mejor de todas, ella era simplemente perfecta para él.

Su mano se estiro deseando tomar esa tersa mano entre las suyas, quería saber si era verdad que ella estaba allí en ese momento y no solo era uno de esos sueños que tenía con su amada.

Le sonrió con calidez al sentir ese frío contacto. Seguramente estaba nerviosa como él, debía reconfortarla y decirle que todo saldría bien.

La mujer levanto el rostro, y en un rápido movimiento, se lanzo contra el hombre comenzado a comerle el cuello. El velo cayó al piso, en el justo momento que el sonido del piano fue quebrantado por los gritos de los invitados.

Los ojos de Marinette se abrieron con sorpresa, como un balde de agua fría esa escena la hizo reaccionar.

-¿Qué está pasando?_ Encaro a su padre.

-No lo sé, pero muchas de esas cosas nos atacaron… Tú madre tuvo el mismo destino que ese hombre_ Hablo con un hilo de voz, mientras apretaba con fuerza una vara de metal- Debo sacarte de aquí antes de que sea tarde se lo prometí.

Era muy duro para él perder aquella mujer que había estado siempre a su lado, sin poder hacer nada. No entendía que estaba pasado, pero no había mucho tiempo para preguntar, había tomado una vieja vara de metal, y buscado a su pequeña.

Por suerte había llegado justo a tiempo, para salvarla. Ahora solo debía asegurarse de que Marinette sobreviva, mientras buscan una salida

-Papá ¿dónde está Nathanaël?_ Pregunto corriendo con la cola del vestido en manos, ese vestido comenzaba a hacerle un estorbo en estas condiciones.

-No lo sé, cuando todo empezó el fue sacado del lugar con rapidez, tanta que no lo dejaron hablarnos_ El hombre miraba a todos lados preocupado.

Ambos corrieron hasta llegar a la salida pero estaba bloqueada por fuera, alguien había atrancado algo, para dejar esas cosas encerradas, y no hicieran más desastres, era una buena idea, si no fuera por el hecho de que civiles inocentes aun se encontraban allí intentando salir.

-Hay que buscar otra salida.

Tom tomó el brazo de su hija para empezar a correr de regreso, pero por donde habían venido se encontraban muchos zombis acercándose a paso lento, podía notar a varios invitados de la boda de su pequeña acercarse a paso lento.

Las lágrimas de Marinette comenzaron a salir al notar aquel vestido que le había diseñado a su madre, rasgado. Miro a la que lo llevaba puesto mientras un sollozo salía de sus labios.

No había duda, su madre ahora también era una de esas cosas.

Ambos retrocedieron hasta toparse con la pared, la vara que tenía su padre no serviría para alejar a todos esos zombis, los tenían acorralados, el momento de su final había llegado.

Marinette analizo el lugar donde estaban, encontrándose con algunas maderas que hacía un camino, si subía por ahí podrían buscar un lugar para escapar.

-Papá por arriba_ Dijo señalando la madera.

Tom entendió el plan de su pequeña subiéndola con rapidez pasándole el tubo de metal para él subir, tomo un impulso saltando para alcanzar las maderas, sus dedos apenas rozaron las tablas, su respiración se agitaba, sabía que estaban cerca, sus nervios comenzaron a aflorar.

La segunda vez que salto, pudo sostenerse pero la madera estaba comenzando a sonar, unos tirones de sus piernas lo estaban tratando de hacer caer, y la madera no soportaría su peso todo el trayecto, su hija gateo para ayudarlo, pero unos zombis comenzaron a jalar el hermoso vestido de novia rasgándolo, intentando tumbarla a ella también.

-Marinette se fuerte mi pequeña, sobrevive_ El hombre sonrió, no estaba dispuesto a dejar morir a su pequeña a manos de esos monstruos, si ella se quedaba allí y lo ayudaba ambos morirían, en cualquier momento esa madera sedería y ambos caerían por su culpa- Sigue adelante, ve lo más rápido que puedas y no mires atrás. Te amo

Limpió las lágrimas de ella con su mano, tomo la barra entre los dedos de su hija, y con una sonrisa en su rostro dejo caer con fuerza su pesado cuerpo rompiendo algunas partes de los zombis.

Si querían comida no sería fácil de conseguir, Tom se reincorporo, y con la vara de metal le quito la cabeza a algunos zombis.

Marinette entre sollozos siguió su camino, sus padres se habían sacrificado por su bien no dejaría que su esfuerzo y sus vidas fueran en vano.

El cansancio había comenzado a jugar en contra del señor Dupain, se habían reunido muchos más zombis de los que pudiera calcular, en algún momento habían formado un círculo alrededor de él y era cuestión de tiempo para que lo mataran. Cada minuto era una posibilidad más de su princesa para salir de este horrible lugar, sus manos estaban manchadas de sangre, igual que su traje, no le importaba contra quien se enfrentará no los dejaría comer tan fácil.

O eso pensaba hasta que la vio, era ella, su esposa, no podía atacarla, sus brazos no le respondían, ver a la mujer que juraste proteger de esa manera te da una impotencia de no poder hacer nada.

Ese momento de flaqueó fue aprovechado por los zombis de atrás que no dudaron en morderle el cuello al hombre, cosa que lo hizo reaccionar, no podía dejar que se lo comieran, no era suficiente tiempo para Marinette. Con todo el dolor que sentía al ver a su esposa en ese estado, cerró los ojos golpeándola con la suficiente fuerza para que la cabeza saliera disparada.

Sus lagrimas comenzaron a emerger de su rostro, mientras sus gritos desesperados eran silenciados por aquella música de piano en alguna parte del lugar, no todos sabía lo que estaba pasando.

Con furia arremetió contra cada zombie que se le acercaba, tanto era su enojo que había hecho pedazos a algunos, consiguiendo algunos minutos de soledad con el cadáver de su esposa. Sus lagrimas chocaban con la cara de ella, mientras sus manos le acariciaban el rostro, ya lo había mordido era cuestión de tiempo para convertirse en uno de esos seres y poner en peligro la vida de su hija.

Se lamento por no tener un arma más eficiente en ese momento, y acabar con su vida antes de que el estado de Zombificación diera por acabado. Prefería dispararse a si mismo antes de hacer pasar a su pequeña por eso que él estaba sintiendo. Debió haber protegido más a Sabine y no dejar que la tocaran, todo esto había sido su culpa.

Tan concentrado estaba lamentándose que no se dio cuenta, que volvía a ser rodeado por más zombis, sin esperar que el reaccionará todos se le abalanzaron comenzando a devorar aquella jugosa carne que aun no los llenaba del todo.

Marinette gateaba apresurada buscando una salida, mientras sentía como su vestido era jalado por algunos zombis que terminaban rasgándolo, la cola del vestido estaba amarrada a su cintura para facilitarle su movilidad. Ya aquel piano se había silenciado, sustituido por los gritos de muchas personas.

Sonrío al ver una ventana abierta a pocos pasos, tenía que saltar y saldría, pero tenía que tener cuidado para no caer y ser comida por los zombis que se reunían abajo, por la ventana se escurría aquel tono rojizo del ocaso, ya la noche iba a llegar pronto

Se levanto en las tablas con mucho cuidado, mordió su labio y salto, cayendo en el marco de la ventana sujetando la campana para recobrar el equilibrio. Una vez a salvo, miro las calles vacías, justo ahora se encontraba en el segundo piso, una caída de ahí la mataría, o a lo poco la dejaría sin poder moverse.

Cerró los ojos tomando su vestido, en estas situación le estaba estorbando demasiado, presiono con una mano mientras que con la otra rasgaba el vestido, amarrando el pedazo de tela donde se encontraba sujetada la campana, agradecía que la cola era algo larga, suficiente para llegar abajo, enredo la tela en su cintura comenzando el descenso poco a poco, ayudada por sus manos y pies.

Ahora agradecía ese verano con Nathanaël escalando, le hacia las cosas más fáciles. Cuando sus pies descalzos tocaron el suelo miro a su alrededor, varios autos en llamas y personas corriendo por el lugar.

Marinette levanto la cara mirando los matices rojizos del firmamento, ya no había marcha atrás, su hermoso vestido confeccionado por ella misma estaba casi destruido, la parte inferior llegaba ahora hasta las rodillas, y tenía lados más largos que otros, el color perla era sustituido por un grisáceo, con algunas manchas rojas, sus ojos ahora estaban rojos de tanto llorar, se suponía que este día iba a ser feliz, pero ahora, veía que esa felicidad era un simple sueño, era hora de despertar, y afrontar su nueva realidad.

Continuara…

Este es el comienzo de mi trilogía serán tres historias con varios capítulos donde se desarrolla un escenario apocalíptico. Tenía esta historia pensada desde el año pasado, pero solo tenía el resumen, y los nombres de las tres historias.

Espero que les allá gustado este primer capítulo, y desde ahorita lo digo que lamento las futuras muertes (Aunque aún no se a cuantos ni a quienes mataré pero lo haré) Son libres de irse si en algún momento aborrecen mi historia por el contenido Gore (Que intentaré no hacerlo tan violento, ya que la última vez que hice una historia Gore se me paso un poquito la mano desde el primer capítulo según mis lectores, aunque seguían pidiendo más)

Nos leemos luego.

Sovereignty-Perfection-Doll.