"Con Alas Rotas."
Por B.B. Asmodeus.
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Fandom: Héroes.
Categorías/Advertencias: Realidad Alterna. , Comedia, Romance. Descripción leve de Tortura. Muerte de varios Alterno a partir de "Powerless" (2x11) y se sitúa TRES años después.
Bases de la trama: Imaginen un mundo dónde, después del atentando contra Nathan, en vez de rendirse y seguir siendo manipulados por su madre, los Petrellis deciden reclutar todas las personas 'especiales' que puedan encontrar, para protegerse de manera mutua de la Compañía.
Parejas/Advertencias: Petrellicest (Nathan/Peter). Insinuaciones entre Nathan/Otro. Pre-slash Matt/Mohinder. Menciones de Claire/Zach, porque al volver a ver la Temporada 1, me enamoré de la pareja.
Sinopsis: Es la boda de Claire y Zach. Cuando Nathan es sacado a bailar por un nuevo pretendiente, Peter se ve obligado a analizar la magnitud de sus sentimientos por su hermano. Pero, no todo es miel sobre hojuelas, porque después de la calma siempre llega la tormenta.
Disclaimer: Soy pobre, y después de escribir este fic, seguí siendo pobre.
Nota: Mi personaje original es inspirado en el actor Sam Worthington, famoso por sus papeles en "Terminator: Salvation" y "Avatar". Me encariñé mucho con el nombre Marcus de TS, así que ese detalle permaneció intacto.
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PRÓLOGO:
"El Amor No Es Una Competencia
(Pero, Estoy Ganando)."
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Peter casi se ahogó con su trago cuando Marcus se detuvo frente a su mesa, preguntando si a Nathan le gustaría bailar. Matt y Mohinder hicieron muecas de completa aprensión—con las que Peter simpatizaba profundamente—todavía tosiendo, con el sabor de champaña burbujeando en su garganta.
Marcus era de los más recientes reclutas, encontrando por el propio Nathan en un campo de concentración, al mando de un rey de la mafia rusa. Su habilidad de rayos-x había sido explotaba por años, para encontrar oro en unas minas secretas de Moscú, además de ser obligado a escavar hasta desmayarse, ó morir con las bajas temperaturas, como muchos otros. Peter nunca olvidaría el rostro del pobre hombre cuando Nathan y Peter habían caído del cielo, mandando a la inconsciencia a los hombres que lo habían estado castigando a latigazos: Como si hubiera visto mismísimos ángeles llegar a su rescate.
Nathan había corrido al lado del pálido, y tembloroso ser humano, quitándose su propio abrigo en el proceso, mostrado aquel lado tan especial que únicamente Peter apreciaba, al envolver a Marcus con sumo cuidado. No sólo con lana de cordero pero, con su protectora presencia.
Desde entonces, había sido inevitable que Marcus desarrollara una fuerte devoción por Nathan Petrelli. Después de Peter y Matt, era probablemente el recluta más fiel a su hermano, el que más respeto le guardaba, y la tercera persona en el mundo que poseía la completa confianza de Nathan.
Y claro, no había que olvidar el peculiar detalle, de que Marcus no podía ver a Peter ni en pintura.
Según sus palabras, Peter solía exponer, demasiado, a su hermano a toda clase de peligros, y de manera innecesaria. Y a pesar de toda su bolsa mágica de poderes, Peter siempre fallaba en proteger a su hermano, cuando en verdad contaba.
Decir que la pedrada había dolido, era poco. Ni siquiera Nathan había sido tan brutalmente honesto, por más estupideces que Peter hiciera.
"Erm." Nathan aclaró su garganta. "No creo que te convenga sacarme a mi, Marcus. No he bailando en años." Nathan, por fin respondió, a los ojos ansiosos del soldado. Peter sabía que su hermano mentía, pero podía entender que, después de todas las locuras que habían transpirado en unos cuantos meses, Nathan sintiera como si su vida compartida con Heidi perteneciera a otro siglo. Ni siquiera había sacado a Claire a bailar, la protagonista de esta importante reunión. Nathan le había cedido su lugar como padre de la novia a Noah Bennet, sin pensarlo dos veces, a pesar de todo el anhelo que Claire había guardado en su mirada desde el altar. Y a pesar, también, de las provocaciones de Meredith sobre "¿cómo vas a formar parte de la vida de tu hija, si ni siquiera haces el intento de acercarte?"
Una romántica melodía comenzó a filtrarse por el salón, versos en español acompañados con melancólicas notas de guitarra y una varonil voz, que cantaba con una profunda tristeza. Peter frunció su ceño, consternado, volteando hacia el DJ y encontrando a Meredith como la causante de tal elección de música. Claire y Zach parecieron brillar con aún más amor, casi fundidos en un sólo ser en la pista de baile, causándote caries con tan sólo mirarlos.
Parkman lucía indeciso entre reírse o exteriorizar sus sentimientos de ¿Qué demonios está pasando? a todo pulmón, si uno podía basarse en su expresión facial, quizás porque comprendía bastante español y estaba encontrando la canción de lo más perturbador. Mohinder, por su parte, estaba sonrojado hasta las puntas de sus orejas y contemplando su copa de champaña, como si fuera lo más fascinante del mundo.
"Solamente esta canción, Nathan." La voz de Marcus era siempre tan baja, ronca y a la vez delicada, como si temiera alzarla. En esta ocasión, no fue diferente. Sus ojos azules resplandecían con las luces rosas del salón, brillando más de lo normal—cautivando más de lo normal. A Peter no le gustó como Marcus se rehusaba a alejar su mirada del rostro de su hermano—Odió la forma en la cual el hombre parecía absorber cada pequeña reacción que escapaba la atención de Nathan. "Por favor. Sólo esta canción… Sólo un momento. Prometo no pisarte." Marcus agregó lo último con una tímida sonrisa, alzando su mano con modo titubeante.
Nathan presionó juntos sus labios por un momento, sus pestañas danzando con tres elegantes parpadeos (sí, Peter estaba contando), dando la impresión de estar meditando, con extremo cuidado, este nuevo predicamento—¿O estaba, en verdad, considerando la invitación?
Nathan respiró hondo. Finalmente, se encogió de hombros. "Oh, qué más da. No es el fin del mundo." Aceptó la mano de Marcus, poniéndose de pie. "Enseguida regreso, señoritas. Cuida mi trago, Pete."
Peter parpadeó estúpidamente. ¿Qué demonios—?
"Oh, dios mío." Parkman, por fin, explotó con incredulidad, viendo la -cada vez más lejana- silueta de Nathan, tal si una cabeza de más, le estuviera brotando anormalmente. "¿Qué cree Nathan, que está haciendo?"
Peter sólo pudo asentir con entusiasmo a todo lo dicho, su mentón todavía en el suelo y su cerebro atascado. Qué demonios. ¿Qué demonios estaba haciendo Nathan? ¿Qué demonios se traía entre manos Marcus?
Parkman frunció su rostro dramáticamente, como usualmente lo hacía cuando se concentraba en leer mentes, sus ojos pelándose en menos de un segundo después, su rostro tomando un color rosa. "Está bien, en verdad no necesitaba escuchar… eso, pero, supongo que me lo tengo merecido." Matt lució como si hubiera descubierto la pornografía de sus padres por accidente y aquella reacción… no eran buenas noticias para Peter.
En la pista, ya bastantes parejas estaban mostrando una variedad de expresiones (sorpresa, confusión, admiración o total indiferencia), al notar a los dos hombres decidiendo quién tomaría el mando durante el baile. Peter se sentía cautivado frente a un horrible accidente automovilístico, de aquellos que no quieres presenciar fijamente, pero de los que simplemente no puedes dejar de observar. Nathan permitió que Marcus tomara una de sus manos y que lo rodeara de la cintura con su brazo, viéndose contento con sólo rodear los hombros de Marcus con su brazo restante, ignorando completamente a todos los ojos ajenos.
Mohinder le dio un fuerte codazo a Parkman, aunque la mórbida curiosidad brillando en sus ojos, lo delataba. "¿Qué mente leíste, idiota?"
Matt le dio un largo trago a su copa, hasta vaciarla. Se volvió a servir, como si estuviera preparándose para anunciar el Apocalipsis. Peter y Mohinder esperaron con desesperación, y justo cuando Peter iba a amenazarlo con ahorcarlo, Matt decidió sacarlos de la incertidumbre. "Sólo digamos que… si se vuelven realidad los planes que Marcus tiene para esta noche, regresarás solito a casa hoy, Peter."
"¿Qué? ¿Qué significa eso?" Por supuesto, que Peter ya sabía que significaba eso, pero ese hecho no le detenía de mentirse a sí mismo. Era una de sus especialidades. "Mi hermano no es gay." ¿Ven? Está bien, tal vez, gay era una exageración. Sin embargo, Nathan entraba, definitivamente, a territorio bisexual. O hasta Omnisexual, porque su hermano podía tener química hasta con una tostadora, si en realidad se lo proponía.
Sin embargo, cuando Matt y Mohinder voltearon a ver a Peter con una expresión que claramente comunicó "¿A quién crees que engañas, cabeza hueca?", el joven Petrelli no tuvo alternativa, más que ceder ante la presión. "Bueno… bien por él, entonces." Y prosiguió a terminar con su copa, y con la de Nathan, de un sólo jalón. El coro de la canción estaba fluyendo en un pleno pensar que mil desprecios merezca yo de ti que Peter apenas pudo traducir con el pobre español que recordaba de sus vacaciones en Mazatlán. El rostro de Matt cada vez estaba más rojo, sus ojos viajando de la pista hacia Peter, como pelotas de ping pong.
Pista, Peter, pista, Peter, pista, Peter.
"¿Podrías dejar de hacer eso?" Peter golpeó su puño contra la mesa. "¿Por qué me estás mirando así? No soy la niñera de Nathan. Por mi, él puede hacer lo que se le antoje, con quien se le antoje. Nunca ha necesitado mi permiso antes." Mentiroso, mentiroso. Y la pluma roja era azul.
"A decir verdad… no se ven tan mal juntos." Mohinder se atrevió a decir, su mirada apreciando los dos cuerpos masculinos moviéndose lentamente, al compás de la balada. "Admiro el valor de Marcus por ir tras lo que quiere."
Auch. Peter sintió las palabras como crueles dagas sobre su pecho. De repente una visión asaltó su mente. Una imagen de dos hombres bailando, aunque éstos vistiendo los rostros de Mohinder y Matt. Por un momento, Peter no estuvo seguro de donde había venido tal pensamiento, tan lleno de añoranza, pero tras ver a Matt, incómodamente tratando de hacerse pequeño en su silla, sus dudas se aclararon.
Doble auch. Parecía ser que Peter no era el único cobarde de la noche.
Claire escogió ese momento para fugarse hacia su mesa, dorados rizos cayendo como cascadas alrededor de sus hombros, nunca pareciéndose más a su madre biológica como en este momento. "Dios mío, ¿no les parece de lo más lindo?" Claire chilló en el oído de Peter, casi dejándolo sordo. "¿Por qué no me dijeron nada? ¡No tenía idea que Nathan y Marcus estuvieran juntos! ¿Por qué no me dijiste, Peter?" Y entonces la novia prosiguió a pegarle a Peter en la cabeza. "Yo siempre te cuento los mejores chismes, ¿te mataría devolver el favor, de vez en cuando?"
Si Claire se atrevía a llamar a Peter egoísta, algo definitivamente iba a explotar y Peter no se haría responsable si terminaba siendo el salón. "Solamente están bailando, Claire. No están… juntos. Nathan no es gay." ¿Cuantas veces tenía Peter que decirlo?
Como si lo hubieran ensayado todos juntos, Claire lo miró de la misma manera que Mohinder y Matt habían usado hacía unos momentos, el 'cabeza hueca' incluido. La rubia abrió su boca, para seguramente seguir expresando que tan adorable pareja su padre y Marcus hacían, cuando, repentinamente, su delicado mentón se cerró con un fuerte click. "¡Shhhh!" Se escapó entre dientes, sus ojos clavados en la dirección de la pista.
Peter volteó a sus espaldas de inmediato, preparándose para el panorama que se encontraría. Un sonriente Nathan caminaba de regreso, acariciando su cuello, un gesto que revelaba que tan profundo se había sucumbido Nathan a los nervios. Marcus lo seguía con una fiel sombra, sus labios dibujando una sonrisa de inmensa satisfacción.
"Sabes que ahora no tendrás excusa para no sacarme a bailar, ¿verdad?" Claire se le abalanzó a Nathan, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, apoderándose de uno de sus brazos como sanguijuela. La sonrisa de Nathan tomó un giro lleno de disculpa, al escuchar a su hija.
"De acuerdo, Claire. Pero, déjame recobrar mi aliento primero. Y aleja a Meredith del DJ, ¿quieres? Está escogiendo las canciones más nauseabundas que puedan existir." Nathan recorrió su mano por todo el entorno del sonriente rostro de la novia, arreglando los pequeños rizos que se atravesaban en su camino. Peter sonrió al ver la acción, llena de ternura, que su hermano estaba presentando. Claire aceptó la oferta, sin titubear, y ante el llamado de la Sra. Bennet a la distancia, se vio obligaba a marcharse. A cumplir con lo fuera que hicieran las novias, a parte de decir 'Acepto' y lucir bonitas.
"¿Qué pasó con mi trago?" Nathan demandó, después de sentarse y no encontrar su copa por ninguna parte de la mesa. Parkman, el traidor, apuntó en respuesta hacia Peter, Mohinder riendo suavemente a su costado. Nathan giró sus ojos con impaciencia al ver las dos copas vacías, en cada mano de su hermanito. "Por todos los cielos, Peter, la recepción acaba de comenzar. Frena tus ansías."
Peter sabía que estaba bastante viejo para hacer pucheros, pero ni así se detuvo. Era otra de sus especialidades. "Tenía sed." Peter murmuró, parcialmente distraído con la silueta de Marcus, que seguía rondando, como buitre, las espaldas de su hermano. ¿Ahora que quería? ¿Orinar encima de Nathan? "Te traeré más." Se comenzó a levantar, con la intención de hacer eso justamente, pero Nathan lo detuvo en seco al rodear sus hombros con su brazo, atrayendo fuertemente sus cuerpos.
"Olvídalo. Creo que ya van a sacar el pastel, si te levantas sólo te atravesarás en el camino." Triple Auch, vaya manera de llamar a Peter un descoordinado. Muy sutil. Pero, estaba bien, Peter podía perdonarlo, siempre en cuando Nathan siguiera hablándole al oído, justo de esta manera, con su aliento cálido acariciando parte de su rostro, y su dulce colonia haciéndole cosquillas a su nariz. Con tenerlo así de cerca y no bailando con extraños, Peter podía perdonarle todo.
Peter sólo pudo suspirar extasiado, cuando Nathan procedió a sobar su hombro gentilmente, contento con volver a tener a Nathan a su lado. Donde en verdad pertenecía.
Lamentablemente, su burbuja de felicidad falleció cruelmente, una vez que Nathan notó la obstinada presencia a sus espaldas. "Oh, Marcus. ¿Qué haces ahí? Siéntate, hombre."
Peter gruñó y se cruzó de brazos. Parkman le tiró una mirada asesina a todos, en especial a Nathan, seguramente aterrorizado por el bienestar de su mente. Mohinder huyó, con el pretexto de ser llamado por Bennet desde quién-sabía-dónde y Nathan los ignoró a todos, iniciando una rara conversación con Marcus sobre jets.
Definitivamente, una interesante serie de reacciones.
En cuestión de minutos, nombres de diferentes modelos de jets comenzaron a flotar por la mesa, un intenso debate de que tan rápido Nathan podía volar pronto desarrollándose bajo las narices de Peter (quién bostezó) y Matt (quién bostezó el doble). Todos sabían que Nathan superaba la velocidad del sonido y que ni el propio Peter, por todo su montón de habilidades, había podido ganarle hasta la fecha. West había estado cerca de hacerlo una vez, pero el muchacho había terminado rindiéndose, después de descubrir que tenía un estómago muy, pero muy, débil.
Aunque, claro, eso no era lo importante. No, porque lo que Marcus buscaba lograr con lamiéndole las botas a su hermano, era no regresar a su apartamento solo esta noche.
"A decir verdad, trato de evitar llevar co-pilotos, a menos que sea estrictamente necesario. Mi espalda no suele ser muy generosa de lo contrario." Nathan agregó a su conversación, aventándole una mirada a Matt, quién giro sus ojos exasperado.
"¡Tú tampoco eres la más cómoda forma de navegar, Nathan! Prefiero a una mula en vez de ti, mil veces. Y pensé que nunca volveríamos a hablarnos de esto. Nunca. Jamás." Matt reclamó, poniendo un gran énfasis en Jamás.
Nathan y Marcus compartieron una divertida sonrisa, antes de que Nathan continuara. "No puedo evitarlo, mi espalda no ha sido la misma desde entonces."
"Consíguete Tylenol y supéralo."
Peter frunció su ceño, por primera vez, captando el significado de todas esas indirectas entre su hermano y su mejor amigo que habían existido, desde hacía meses. Y sintiéndose como idiota por no haberse dado cuenta desde antes. "¿Haz volado con Nathan?" Peter chilló, más fuerte de lo necesario, escupiendo el rostro de Matt en el proceso. Increíble. "¿Cuando? ¿Dónde?—¿Por qué?"
"Cálmate, Peter. Fue cuando detuvimos a Adam." Nathan lo jaló de regresó a su asiento. "Deja de hacer pucheros, estábamos atorados en New York en el momento y teníamos que llegar a Odessa lo más rápido posible. No lo hice por diversión."
Peter, de hecho, no dejó de hacer pucheros. "Nunca haz querido hacer eso conmigo."
Nathan lo miró incrédulo por un momento, para después tomar un aire de resignación hacia la retardes de su hermanito. "¿De qué demonios estás hablando, Peter? Volamos juntos todo el tiempo."
Las palabras salieron de su boca sin su permiso, Peter lo juraba. "No me refiero a esa manera…"
"¿A qué te refieres entonces?" Nathan le interrumpió, frustración coloreando su voz, Parkman y Marcus luciendo algo incómodos, a sus respectivos extremos. Peter no los podía culpar, a ninguno de los tres, porque ni él mismo sabía de qué demonios estaba hablando, o qué estaba tratando de ganarse con todas sus patéticas quejas. ¿Por qué estaba tan enojado? ¿Estaba realmente celoso? ¡Porque eso resultaba ridículo! Nathan había estado casado, por el amor de Dios, y Peter había adorado a Heidi. Sin olvidar a la existencia de la madre de cierta hija ilegítima, y la aventura extra-matrimonial de Las Vegas de Nathan, bailando en algún lugar del salón, en este preciso momento y que sólo podían provocarle a Peter indiferencia. ¿Por qué estar celoso de Marcus? ¿Por qué Marcus sacando a su hermano a bailar, lo estaba alterando tanto? ¿Por qué quería arrancarle la cabeza a Parkman, por haber volado en los brazos de su hermano?
Afortunadamente, el pastel decidió llegar en ese momento, interceptándose en el camino de cualquier epifanía que se atreviera a adherirse al resbaladero que Peter llamada cerebro.
Peter ignoró la penetrante mirada de su hermano, junto con el brillo sabiondo en los ojos de Parkman, y concentró todas sus energías en aplaudir en honor de los novios. Puesto que, entre más rápido esta torturadora boda acabara, más rápido podría Peter volar a casa y encerrarse en su habitación, para nunca salir.
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PRELUDIO:
"Detendré El Mundo
(Y Me Derretiré Contigo)."
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Había una falla con ese plan, claro.
Para empezar, Peter no había logrado, exactamente, volar de regreso. No si Nathan tenía que decir algo al respecto.
"Llegamos juntos y nos vamos a ir juntos. Deja de actuar tan extraño." Su hombre le regañó mientras le regresaba su abrigo del closet de invitados y dedicándole una mirada, que había nacido desde la primera vez que Peter le había dicho que tenían que salvar al porrista.
A Peter le gustaba llamarla la mirada de Estoy a punto de meterte a un manicomio.
El viaje a casa fue hecho en silencio, Nathan al volante, Peter mirando por la ventana entre enormes bostezos. Ambos estaban muertos, listos para dejarse caer en la cama y dormir por una semana. Lo cual no era tan inusual, gracias a las exhaustas misiones que solían caer en sus manos. Su casa podía ser definida como un sencillo apartamento a las orillas de New Jersey, de una sola recámara, con una pequeña cocina y una diminuta sala. Justamente lo suficiente para dos solitarios hombres que se la pasaban recorriendo el globo terráqueo por las noches, y lidiando con las nuevas locuras de su psicótica madre durante el día.
Lo cual llevaba a la segunda falla.
Los hermanos usaban solamente una cama.
"Voy a tomar una ducha." Peter anunció, en cuanto entraron a su humilde hogar, con Nathan asegurando la puerta y activando la alarma. "¿Quieres que te deje agua caliente?"
Nathan colgó su abrigo, sin molestarse en encender las luces, ambos conociendo el territorio como las palmas de sus manos. "No, me voy a ir directo a la cama… Apenas puedo sentir mis pies." Y apretó el hombro de Peter cariñosamente mientras tomaban rumbo a su recamara, obviamente demasiado cansado, como para recordar su enfado por el previo comportamiento inmaduro de su hermano.
Peter respiró hondo. Necesitaba una buena ducha de agua fría. Eso definitivamente lo ayudaría a aclarar su mente. Dejó a Nathan en la cama, quién se apoderó de su lado con un enorme gemido de placer, quitándose sus zapatos de vestir sin ninguna finesa.
Peter sonrió al presenciar tan infantil actitud, liberándose de su saco y corbata. Muchos detalles de su personalidad habían cambiado en Nathan desde que había renunciado a su carrera política. Desde de que se había liberado de las expectativas de su padre y las exigencias de su madre. A veces era desconcertante, tan desconcertante como aquella barba hippie que Nathan se había dejado crecer durante la ausencia de Peter, pero de la cual Matt había tomado fotos con su celular cuando Nathan había estado distraído. Fotos que le habían causado a Peter escalofríos. Por meses.
-Aunque… Peter pensó, al meterse a la regadera. Aunque, la mayoría del tiempo, la elación por ver surgir al verdadero Nathan—el que se había estado escondiendo bajo imponentes trajes y bien actuadas sonrisas por veinte años—le ganaba a cualquiera otra sensación que pudiera asaltarlo. Finalmente, Peter había obtenido lo que siempre había querido: Nathan en todo su esplendor. Y si eso incluía una nueva fascinación con "Guitar Hero", una nueva fobia a cortar su cabello, y una mala costumbre de dejar regados calcetines sucios por todo el apartamento… -Bueno, no todo podía ser miel sobre hojuelas, ¿cierto? Peter aceptaría hasta eso.
Nathan ya estaba en su ropa de dormir, sentado en la cama, cuando Peter emergió del baño, bien enrollado en su toalla favorita. La lámpara que reposaba en el bureau de su costado estaba encendida y parecía estar iluminando un folder a los ojos críticos de Nathan.
Peter frunció su ceño, su estómago enrollándose con sospecha. "Pensé que estarías roncado a estas alturas." Sacó unos bóxers, calcetines y los pijamas más calientes que tenía, de sus respectivos cajones. Casi sintiendo la abnegación en la mirada de su hermano.
"Yo no ronco." Nathan dejó caer el folder a la cama, esperando hasta que Peter se sentara a su lado opuesto, toda su ropa echa bola en sus brazos. "Y no vayas a mojar la cama."
"Es mi lado, ¿de qué te quejas?"
"Me quejo, porque es toda la cama la que termina oliendo como perro mojado, y yo soy el que termina haciendo lavandería a las cuatro de la mañana. ¡Oye!—Deja eso—" Sin embargo, fue demasiado tarde, Peter aprovechó el pequeño viaje de Nathan hacia la tierra de Esposas Desesperadas, para quitarle el gastado fólder de sus manos. "¡Peter! Ten cuidado—"
Peter se mordió su lengua, leyendo el nombre del archivo, con sus dedos anhelando ahorcar algo… o alguien. "¿Por qué estás leyendo sobre Marcus?" Y justo así, la noche volvió a aterrizar en su cabeza, destruyendo todos sus intentos de dejar a ese hombre en la otra punta del hemisferio. Marcus, Marcus, Marcus. Si Peter volvía a escuchar ese maldito nombre, juraba que iba a volver a explotar. De nuevo. "¿Qué? ¿Quieres saber si tiene novia?"
Nathan suspiró, quitándose sus lentes para colocarlos en el bureau. "Ni siquiera voy a molestarme a responderte tan ridícula pregunta, pero si así fuera, no veo como te incumbiría saberlo, idiota. Y por el amor de dios, Peter, ¿podrías vestirte ya?" Nathan le jaló de vuelta el folder, pegándole a Peter en su espalda desnuda en el proceso, haciendo una mueca de disgusto al ver las húmedas huellas que se estaban traspasando a las sábanas.
Finalmente, poniéndose sus bóxer, Peter gruñó unas cuantas incoherencias en voz baja, de las cuales sólo se podían reconocer unos "…arrancarle su…" "…tú eres el idiota…" "…estúpidas sábanas…" Cuando estuvo listo, se dedicó a secar su cabello, más por evitar ver a Nathan concentrado en el archivo que seguía examinando, que por necesidad.
Estúpido Nathan con su nueva estúpida facilidad para hacer amigos. Estúpido Parkman también, por no haber elaborado más en los pensamientos que había espiado en la mente del estúpido de Marcus. Tirando la toalla al piso, Peter se introdujo a la montaña de sabanas y cobijas que complementaban su cama, y se acostó dándole a su hermano sus espaldas.
"Puedo escuchar tus planes malévolos desde aquí, Igor. Detente, antes de que te dañes algo, ahí dentro." La voz de Nathan le llegó, su tono suave y condescendiente. Bastardo. Peter ni siquiera sabía por qué se molestaba tanto en celarlo. No que estuviera celoso, claro. Porque Peter no lo estaba—Argh, ¿para qué se seguía molestando en gastar sus energías?
Nunca había estado más celoso en toda su vida.
"¿Estás interesado en él?" Peter murmuró en contra de su voluntad, cada sílaba casi siendo arrancada de su boca. Sus puños haciendo sufrir una de sus almohadas. "¿Por eso bailaste con él?"
Nathan volvió a suspirar. Ligeramente Peter pudo reconocer los sonidos del folder siendo cerrado y colocado en el bureau. Su hermano no respondió enseguida, lo que indicaba que estaba pensando detenidamente en lo que iba a decir. Algo serio y que no iba a ser bien recibido por su hermano pequeño… Peter cerró sus ojos, preparándose para el impacto. -Demonios, Nathan sí estaba interesado. -Maldita, maldita sea.
"Con un demonio, Peter. Marcus sólo me pidió bailar con él. No me pidió matrimonio o que huyera con él, para tener una sórdida aventura en París." Entonces el colchón rechinó bajo el movimiento del peso de Nathan, anunciando que su hermano estaba preparándose para, por fin, ir a dormir. La lámpara se apagó con un delicado click y la habitación fue bañada en oscuridad. "Es mi amigo, justo como Matt y Hiro. ¿Vas a hacer berrinches cada vez que les dirija la palabra a ellos también?"
¿Verdadera respuesta? Posiblemente sí.
Matt hacía reír a Nathan a niveles nunca antes alcanzados en veinte años, y Hiro… Bueno, Hiro y Ando tenían la maña de llevarse a su hermano de turista, por todo el mundo, sin avisarle a nadie. La única evidencia de cuando tal cosa sucedía, solían ser las delatadoras bolsas de compras, que Nathan siempre trataba de guardar antes de que Peter se diera cuenta. Así había sido como ese maldito Guitar Hero se había adueñado de la sala, para nunca jamás ser desconectado.
¿Respuesta dada? "No." Peter gruñó, sintiendo el calor del cuerpo de su hermano, aproximándose lentamente. "Pero, tampoco te imagino bailando con ellos." Una pausa. Un pequeño sopló de risa saliéndose de los labios de Nathan y una pequeña sonrisa pintando los de Peter, en respuesta. "Bueno, tal vez con Mohinder. Siempre quieres a alguien bonito de tu brazo." Como Meredith, con quien Nathan había bailado también, después del turno prometido de Claire, dándole vida a las cenizas de lo que habían tenido una vez. Como Heidi, quien se había vuelto a casar hacía tres meses, y quien en ocasiones, le permitía a Simon y Monty visitarlos, siempre con una sonrisa que todavía guardaba cariño.
"Tú eres bonito." Woah, ¿cuándo Nathan se había acercado tanto? "Demasiado, diría yo." Su respiración rozó con los vellos de su cuello, y Peter tuvo que tragar saliva. "Es por eso que evitamos tener a ustedes dos en la misma junta. Nos roban toda la concentración. Las chicas comienzan a babear, Matt se gana una masiva jaqueca, y siempre me veo obligado a recordarle a Claire, del irremediablemente hecho de que eres su tío."
Peter liberó un bufido de suspicacia total. "Eso no es cierto." Pero, ahora que lo pensaba detenidamente… "Tienes que estar bromeando…" De hecho, Peter y Mohinder raramente topaban sus caminos en las mismas conferencias, y Claire siempre escogía irse con el equipo de Hiro, a la hora de cumplir las misiones. "Cerdos pervertidos."
Las manos de Nathan lo volvieron a tomar de sorpresa, deslizándose sobre las esbeltas caderas de Peter, su espalda cubriendo por completo toda su espalda, absorbiendo los escalofríos que nacieron bajo la piel de Peter, en consecuencia de su repentino abrazo. "Bueno, no puedes culparlos. En especial a las chicas, se han vuelto increíblemente desesperadas desde que supieron de la boda de Claire." La ronca voz de su hermano vibró contra su nuca, pesadez comenzándose a filtrar. Peter no pudo evitar acurrucarse más hacia el santuario que Nathan había creado con sus brazos, dejando caer sus pesados párpados. "Peter."
"¿Mmm?" Dios, estaba tan cansado.
Una mano abandonó su cadera para elevarse hasta el pecho de Peter, descansando justamente bajo su corazón. Peter suspiró contento, casi olvidando por qué había estado tan enojado…
Nathan se escuchó tan atrapado en las penumbras de sus sueños como Peter. "Si te molesta tanto… La próxima vez, sácame a bailar tú primero, antes que alguien más encuentre las agallas."
Diez minutos después, Nathan estaba roncando suavemente en su oído, y Peter fue abandonado en la calma de la noche con sus ojos abiertos de par en par; sus mejillas sintiéndose más ardientes que la radiación que, alguna vez, había amenazado con destruir New York, a través de sus poros.
No fue sorpresa para Peter cuando el sueño logró escaparse de sus dedos, por el resto de la noche.
Estaban volando de nuevo, partiendo el cielo en dos, con su piel agonizando—con su piel derritiéndose. Peter brillaba con el ímpetu de una supernova, luchando con todo su ser para mantener esta luz dentro de él, para no dejarla rebasar el límite de sus átomos. Nathan no lo dejaba ir. A pesar de sus súplicas, el hombre se aferraba con uñas y dientes, su hermoso Nathan, su valiente y hermoso Nathan, renunciado a todo para salvar a su hermanito. Su hermoso Nathan, quién había llegado como un ángel de los cielos y le había dicho frente a todos que lo amaba.
Quien siempre cuidaba de él, aun cuando no debía.
"Tú mueres, yo muero."
Inclusive cuando Peter era la razón de su perdición.
"Nathan, déjame ir, por favor, por favor."
Pero, fue demasiado tarde—Peter no podía controlarse—Y con una demonio, iba a llevarse a Nathan con él y se odiaba tanto a sí mismo por ello—
Con un último llamado por su hermano, Peter despertó en la cama, sudando, temblando; buscando desesperadamente por un poco de cordura, mientras intentaba sentarse, de encontrar su balance.
Nathan. Nathan. Dios, no, no podía estar—Peter se retorció entre las sábanas atoradas en sus piernas, el horror de haber sentido el corazón de su hermano hacerse cenizas en sus manos, tan real como el oxígeno que respiraba.
Pero, allí se encontraba. Nathan. Profundamente dormido del otro lado de la cama, tan perdido en sus sueños, que ni los caóticos rebotes de Peter sobre la cama, pudieron despertarlo. Acostado sobre su estómago, sus ligeros rizos hechos un desastre sobre su almohada, tiesos por el mousse puesto el día anterior para mantenerlo en su lugar. Su boca estaba ligeramente abierta, murmurando tonterías sin sentido sobre un globo, su madre, y tigres locos.
Peter liberó una débil risa, sus jadeos apenas permitiéndoselo. Nathan estaba a salvo. No había muerto. Peter no lo había asesinado. Adam lo había salvado con su sangre. Sangre que había tenido más sorprendentes resultados que curar heridas de radiación. Sangre que había salvado a Nathan de tres balazos en el pecho, y la cual seguía curando hasta ahora, día tras día, a su hermano del más mínimo rasguño. Adam lo había salvado. Todo había sido una pesadilla. Un recuerdo, con un final que pudo haber sido.
Nathan jaló la cobija que había caído hasta su cintura, destapando a Peter en el proceso, acurrucándose como un niño. Peter ahogó de vuelta su sollozo, un inmenso alivio recorriendo todo su ser. Mientras Peter estuviera con vida, Nathan estaría a salvo.
Gruñendo con sorpresa, Nathan se dejó ser maniobrado por las manos insistentes de Peter, quien levantó todas las sábanas sobre los dos, cubriéndolos por completo. Empujó a Nathan sobre sus espaldas, invadiendo su regazo con todo lo que pudo, piernas, brazos, aliento, sudor—Hundió su rostro en el pulso de Nathan, restregando su nariz, casi frenéticamente. Susurrándole a su hermano cosas que, normalmente, Peter no se permitía pedir de su hermano desde que había dejado de ser niño; frágiles deseos que no creía que Nathan se sentiría inclinado a hacer realidad. "…abrázame, Nathan, abrázame…"
Nathan dio unos tremendos gemidos de confusión, ante el inexplicable asalto en su dormir, pero sus brazos enrollaron a Peter como si fuera ya su instinto, no presentando impedimento alguno, para que la distancia no se cerrara entre los dos. Con un último suspiro y un murmuro sobre querer matar un conejo blanco—¿Con qué demonios estaba soñando?—Nathan apretó sus brazos, y volvió a roncar de la manera ponía a un ogro en vergüenza.
"…Te amo." Peter besó su cuello, también cerrando sus ojos, aunque no haciéndose ilusiones de lograr volver a dormir.
