¡Hola a todos!

Les traigo mi primera publicación del año, esta pequeña historia fue hecha mientras estaba en la casa de mi abuela y sin casi internet

Iba a ser un one-shot lleno de tensión sexual y smut, pero quise poner algo de drama para que se entienda el contexto de la historia y pues... se me alargo. Esta terminado pero lo subiré por capitulo, sera corto pero descuiden, esta terminado así que no deben esperar mucho (?) XDDD Como tambien al final de la historia contare el porque del nombre, si quieren.

También esta historia es una dedicación a Ebano wigram, por su cumpleaños (sé que estoy bien atrasada, pero de nuevo, no tenía internet para subir algo a esta plataforma) y por ser quien mas me motivo a escribir esta historia xD

Espero que le guste n.n

Los derechos de Gintama le pertenece al gorila Sorachi.


Victorian hypocrisys.
[Okikagu - Kamunobu]
[Au: Epoca victoriana]
[Netorare]


Primera tentación.


Ella no podía dejar de pensar en él. Sabía que estaba mal, que iba en contra de las normas y la moral por el cual su querida madre le había inculcado con cariño desde que era una niña. Sabía que esos pensamientos impuros eran prohibidos en todo hábito de su vida, que sería castigada si alguien era capaz de saber sus pensamientos.

Pero ahí estaba ella, en medio de la oscuridad y solo teniendo la luz de la vela que le permitía leer uno de los tantos libros que le había robado a su primo cuando fue a visitar a la esposa de este y al futuro heredero de la empresa Sakata. Se imaginaba a ella junto con el hombre de quien estaba enamorada siendo los protagonistas de aquella historia, recreando cada escena que leía; sobre todo aquellas que se suponía que no debía conocer hasta ser la esposa de algún burgueses.

Y como siempre sucedía, se sentía un pequeño hormigueo en su parte íntima. Con cada imagen en donde ella estaba debajo de esa persona recordaba esos toques que le hacía de forma inocente, pero que por dentro ella anhelaba que fueran por el mismo deseo en que era consumida; hacia estremecer su cuerpo.

Provocando se mordiera los labios por la ansiedad.

Desde que había conocido esos libros y aquel mundo desconocido que era un tabú en su educación no dejaba de fantasear, de buscar una forma de hacer más realidad aquello que estaban escrito en esos libros que le pertenecían a su primo. Aprovechando el trabajo de su persona amada para que la tocara y así, en su intimidad recordar esas manos tocando su piel y tal vez; esa zona que por el poco pudor que aun sostenía no se tocaba.

Solo había un problema al terminarlo de leer y es que se quedaba con esas ganas de sentirlo, de experimentarlo solo con esa persona. Una frustración que se acumulaba en su interior y le dificultaba dormir.

Deseando que él estuviera en ese momento en su cuarto y mostrarle que ya no era una niña, si no, que era una mujer hecha y derecha para darle un hijo.

— Kagura hija mía ¿sucede algo? - preguntó preocupado el hombre de la casa, su falta de cabello se notaba bastante a pesar de sus inútiles intentos de ocultarlo.

Sacando a la joven en la fantasía que aun persistía en su mente.

— No pasa nada padre - respondió con esa sonrisa que había practicado tanta veces para ocultar su más impuros pensamiento de todos, esos que incluso en medio del desayuno aparecían.

— De seguro estaba pensando en aquel hombre que vino por tu mano - una burlesca voz se unió a la conversación.

Un escalofrió recorrió en la espalda de la joven al recordar los sucesos de ayer, sintiéndose aliviada y agradecida de que su padres rechazaran la petición de ese degenerado para tenerla como esposa.

— No es eso y te pido que no lo mencionaras, Kamui - soltó sin ocultar su molestia el cómo su hermano mayor la molestaba cada vez que aparecía alguien en la puerta de la mansión para pedir su mano —. Solo pensaba en que Nobume debe estar aburrida porque no has querido poner fecha a tu boda, si sigues así tal vez ella rompa el compromiso y se vaya con algún otro pretendiente - una sonrisa triunfadora adorno en el rostro de Kagura al ver como su hermano mayor se tensaba por sus palabras.

— ¡¿Qué?! ¡Kamui no puedes permitirlo! La unión de nuestra familia con la de Isaburou es necesario para nuestro negocios - reprendo el jefe de la familia a escuchar esa terrible posibilidad. Para él había sido un agrado enterarse que su estúpido hijo tenía sentimientos por la hija de Sasaki Isaburou, y que esta estaba dispuesta a compartir su vida con la de él para que ahora todo su plan a futuro para el mayor de sus hijos fuera arruinado —. Debes comportarte como un hombre y dar una fecha para tu boda.

— Deberías calmarte querido, si sigues así perderás más tu cabellera - como siempre ocurría cada vez que este tipo de discusiones aparecía, ahí estaba Kouka para ser la arbitraria y calmar un poco las cosas —. Aunque tiene cierta razón, no es lindo hacer esperar tanto a una mujer y más cuando esta tan segura de compartir la vida contigo, hijo.

— Lo tengo en mente, madre – dijo con total fastidio. Sintiendo el peso de la burla de Kagura, molestia por la reprimenda de sus padre y vergüenza por las palabras de madre. No era que no quería casarse con ella, era solo que no sabía cómo decirle sin caer en la cursilería y en las bromas de su sádica prometida, pero Kamui estaba decidido a no esperar otro año más siendo solo prometidos.

Kagura sonrió con más satisfacción al ver que había dejado de ser la atención de mesa.

Después de aquella no tan tranquilo desayuno Kagura decidió salir a la plaza para refrescarse un poco, también para ir a comprar algún dulce y tal vez, ir a la mansión de su primo para visitar a la señora Sakata para ver su estado de embarazo y de paso, poder robarse otro de esos libro eróticos que provenían de otros países que su primo idiota lo dejaba a cualquier lado en su oficina.

Arreglándose brevemente para salir y con el aviso dado a su querida madre, salió hacia el centro de la ciudad en uno de los carruajes de la familia.

Se sentía tan bien sentir el viento en la cara y con el paragua en la mano para protegerse del sol, empezó a caminar hacia la plaza después de darle la orden de que el chofer pudiera descansar mientras la esperaban.

La plaza estaba repleta de niños que jugaban a la atrapada o al escondiste, también parejas que paseaban mientras el hombre alardeaba sobre la belleza de su acompañante y esta lo aceptaba por cortesía.

Se sentó en una banca algo alejada de todo aquellos espectáculos, sintiendo la calma para que su mente se fuera a lo más profundo de su mente sin alguna distracción a su alcance.

Recordaba perfectamente su inocente niñez, cuando se reunía con esa persona aquí en el parque para jugar. También la última vez en que jugaron antes de que él se centrara en el trabajo familiar, como también aquel momento especial; ese que le daba esperanza para que él dejara a su actual prometida y se casara con ella.

Toco sus labios al recordar ese pequeño y corto contacto de labios que ese chico había provocado. Como él había aprovechado su ingenuidad para robarle un pequeño e inocente beso cuando no estaban en vista de sus madres, para luego irse y dejarla con la conmoción que le había provocado ese acto.

Una dulce sonrisa apareció en el rostro de Kagura.

— No deberías estar sola en estos lugares ¿no te dijeron que puede ser peligroso?

Una sorprendida Kagura miro a su lado derecho al escuchar esa conocida voz, observando como el castaño de ojos rubíes se acercaba a ella. Sentía su mejillas calentarse al recordar su reciente fantasía con ese chico, sintiendo el hormigueo aparecer debajo de su vientre.

— Solo estoy paseando, además este es un lugar seguro para todo - respondió mirando hacia el frente, al mismo tiempo que intentaba ocultarse debajo de su paragua. Para evitar que viera el estado en que estaba por solo tener su presencia a su lado y maldiciendo a su traicionera mente.

No era el momento ni lugar para usar algunas de sus típicas excusas.

— ¿Te sucede algo? - pregunto con total preocupación al ver ese raro comportamiento —. Sabes que si sientes algún malestar debes decírmelo.

Kagura se quedó pensando, tal vez sería bueno hacer que él la revisara y viera su malestar.

— Sí... me cuesta respirar y me duele el corazón - dijo observarlo con urgencia.

Aunque el tipo de urgencia era muy diferente al que el castaño se imaginaba.

— Sera mejor que vayamos a la mansión para que descanse y pueda hacerte un chequeo - la ayudo a levantarse y a caminar hacia el carruaje para ir hacia la mansión y así, revisarla con tranquilidad.

Kagura se dejó llevar, sintiéndose algo culpable por su mentira. No obstante, su deseo era mucho mayor y esperaba con ansia llegar a la casa para sentir esa mano tocar su cuerpo por la revisión.

En el momento en que llegaron a la mansión de inmediato Kagura fue atendida por las sirvientas, a la vez en que el castaño saludaba a la Señora Yato para avisarle del estado de su pequeña hija y de que la chequearía.

Cuando pudieron estar más tranquilo en la soledad, Kagura empezó a sentir de nuevo esa ansiedad dentro de su ser. A tal punto de que tuvo que darle la espalda al castaño para que no la viera morder su labios por la impaciencia.

— ¿Realmente te sientes mal? - preguntó para asegurarse, mientras se sacaba el smoking y se preparaba como el doctor que debía ser.

— Claro que sí, me cuesta respirar y el corazón - volvió a repetir, esperando las órdenes para empezar con la revisión.

— Bien, entonces quítate solo el vestido… - tragó saliva, a pesar que llevaba dos años haciendo aquel protocolo aún no se acostumbraba cuando era esa joven a quien atendía.

Kagura asintió con la cabeza, y como la sumisa que pedía la sociedad, hizo lo que el castaño le había perdido. Aunque solo lo hacía para sentir esa mirada rojiza sobre su cuerpo, haciendo que se sintiera como esas protagonista que habían en los libros que leía a escondida.

Sougo no podía dejar de mirar el cuerpo de esa joven, agradeciendo en lo más profundo de su corazón que ese pelo bermellón estuviera amarrado de tal manera que le dejaba ver el cuello de Kagura, así como su hombro y parte de su espalda desnudo.

Quería pegarse en la pared al darse cuenta hacia donde iba su imaginación.

"Cálmate, recuerda que Kagura es solo una paciente más. Además estoy prometido" un sabor amargo sintió al recordar su situación. Maldiciendo una vez más a su padre por comprometerlo con esa chica que no amaba, y todo porque ella le había ofrecido la fama si unían su familia.

— Estoy lista - esas simples palabras sacaron del pensamiento al castaño, haciendo que tosiera un poco para calmarse y ponerse en el papel de doctor.

No podía dejar de maldecir a ver esa escena, era tan tentador ver cómo lo miraba desde la espalda con esa expresión de nerviosismo y pudor.

Cada segundo que pasaba era más difícil hacer su trabajo.

— Bien, afirmarte en el mueble para que pueda revisarte - dijo de forma autónomo, aún hechizado en la imagen que ella le daba.

Se acercó y tal como había enseñado su padre y la academia que había ido por 4 años; inicio el proceso para revisar el pulso de corazón a Kagura.

La bermellón volvía a morderse los labios al sentir como la agarraba el castaño detrás de ella, mientras ponía su oído en la espalda y cerca de su corazón. Sentía como la mano izquierda estaban tan cerca de sus pechos que en un pequeño movimiento podían tocarse, mientras que la mano derecha el tocaba la cadera para afirmar mejor su postura.

Sougo hacia el mejor esfuerzo para concentrarse en escuchar los latidos del corazón. Sin embargo, no podía lograrlo al sentir entre los roces de su mano y los pechos de esa joven la suavidad de su piel. Creciendo el deseo de sentir y de tocar más allá de lo que el calzoncillo blanco y el corsé ocultaban con intenciones nada pura.

Kagura tuvo que morder un poco más fuerte su labio al sentir como en su intento de acomodarse, ahora el castaño le tocaba su pecho derecho aunque fuera por inocencia. A pesar que su mente estaba llena de esas fantasías pecaminosas, haciendo que no pudiera evitar que cerrara los ojos e imaginara que ese momento esos simples toqueteos no eran por su salud, si no por el mas impuro deseo que la llevaría a ese placer que tanto describían en los libros eroticos.

Sougo podía sentir los rápido latidos de corazón por parte de la bermellón, preguntándose si era por su malestar o era por otra cosa.

Se acomodó mejor, tocando sin darse cuenta aquel botoncito sensible de la bermellón. Escuchando un gemido de sorpresa por parte de esta por ese pequeño roce.

Sintiendo como su entre pierna ya estaba lo suficiente despierta por culpa de aquella situación.

"Maldición" se alejó al darse cuenta de ese pequeño inconveniente. Sintiéndose débil por caer a esos impulsos que solo despertaba cuando la bermellón era la protagonista.

— ¿C-Como estoy? - preguntó Kagura, algo decepcionada de que el castaño se alejara de ella. Quería disfrutar más de esas manos sobre su cuerpo, sobre todo sobre sus pechos.

Aunque también le daba placer el darse cuenta cuál nervioso estaba el castaño por su culpa.

— Estás bien - se felicitaba de lograr mantener su voz lo más neutral posible, demostrando que aún podía ser tan profesional como su familia —. Debió ser tu corcel que está apretada lo que causó tu malestar, a la otra no te lo amarres tan fuertes y puedes vestirte - se dio la media vuelta para dejar de ver esa imagen erótica que le daba Kagura, maldiciendola por ser tan inocente y no saber lo que le provocaba.

Kagura al ver que no lograría más que un simple toqueteo y sin estar en la vista del castaño soltó un leve suspiro de decepción. Empezó a vestirse, de una forma lenta y parsimonia; una forma de castigar al castaño por dejarla de esa forma.

A pesar que ella también era afectada al sentir las miradas del castaño sobre su cuerpo.

Después de aquel momento incómodo para Sougo, pudieron salir e informar lo que le había provocado aquel malestar en la bermellón.

Aunque solo cuando salió de la mansión de los Yato pudo suspirar de alivio, pensando en llegar a la casa darse una ducha bien fría para calmar su entre pierna, una técnica que le había ayudado en esos últimos 2 años. Cada vez que pasaban escena de tal calibre con la única hija de los Yato.

Kagura miraba desde una de las ventanas del pasillo como se iba el castaño, suspiro con frustración por el deseo que había dentro de ella. Deseando que eso toque durara por más tiempo y que no fueran tan inocentes, si no, como los hombres de esas novelas tocaban a la protagoniza, a tal punto de dejarla en el delirio.

Se estremeció al recordar cuando sentía la mirada de deseo por parte del castaño. Provocando que una sonrisa traviesa apareciera en su rostro, sintiéndose gustosa de saber cómo se colocaba por culpa de sus movimientos.

Solo debía esperar o tal vez, cuando sea la mejor oportunidad hacer el movimiento que le permita soltar toda aquella fantasía que tanto añoraba.

Por ahora debía seguir conformándose con los libros erótico que tenía guardado en su habitación y su dulce imaginación.