Los personajes pertenecen a Akira Toriyama.

Serendipia

Como detestaba que una alarma fuera mi dirigente del día, el maldito aparato gris siempre suena a la misma hora, nunca se atrasa, si al caso solo se adelanta. Cogí el despertador y lo arrojé con fuerza, no me importaba donde caía solamente que se callara de una vez por todas.

—¡Buenos días!

Con pereza giré sobre mi cuerpo hasta quedar de frente con la persona más importante de mi vida: mi hija.

—Buen día, Pan

Mi pequeña de cinco años se arrastra hasta quedar sobre mi brazo. Sus ojos negros están llenos de inocencia y dulzura. Me matan de amor. Y para que algo me mate así es muy difícil.

—¿Hot-cakes?

—¡Si!

Seis meses, seis dichosos meses libres de mi error mas grande: Barry. Novio y esposo durante diez años, lo detesto más siempre le agradeceré el darme a la pequeña que le da sentido a mi vida.

Siempre creí que él era el hombre que llenaba mis espectativas, que completaba mi ser. ¡Qué equivocada estaba! Joder, fui una tonta por tragarme ese cuento.

Pensé que me sería fiel.

Pensé que jamás me pondría una mano encima.

Fui afortunada al escapar de sus garras, mi pequeña no debe crecer en un ambiente violento.

—Alista tu bolsa, Pan, iremos con el abuelo

Mi padre es un fanfarrón, siempre busca una oportunidad para demostrar que es mejor que otros por más mínima que sea, cuenta anécdotas exageradas de como en realidad son y se vanagloria de ser un héroe, que si un grupo de personas salió ileso de un accidente fue porque él, utilizando su aguda percepción se dio cuenta del defecto mecánico, que lo que aprendió en los guías exploradores le sirvió para salir de un bosque o salvarle la vida a alguien. Historias así, siempre son historias así. Los que apenas lo conocen quedan maravillados. Los que ya lo conocemos sabemos que eso es pura palabrería.

Pero admito que es bueno en los negocios.

Llegamos a casa de papá, al vernos salió corriendo con los brazos abiertos dispuesto a tomar a mi pequeña y jugar al avioncito. Media hora pasó hasta que los huesos de la espalda comenzaron a dolerle.

—Buenos días, papá

—¡Videl, mi niña!

—Te acuerdas de mí ¿eh?

—Oh vamos, jamás olvidaría a mi pequeña

Mi padre es fanfarrón, pero aún así es mi padre.

—Recuerdo cuando decías que yo era tú héroe — sus ojos brillaban tal cual las luces amarillas de los focos. De mi parte solo rodé los ojos.

—Deja de hacer eso— salió mi madre de la cocina con una bandeja de galletas — siempre la atosigas con eso. Súperalo cielo

—Déjame ayudarte cariño

Ver a mi padre ser atento con mi madre me daba la seguridad de poder encontrar alguien así, pensé en Barry, realmente pensé que él podría darme la atención y amor que ellos se profesaban. Sobretodo por como es mi padre: tosco y extravagante.

— No es nada

—Claro que sí, permíteme por favor

—Como quieras. ¿Donde está mi nena hermosa?

Claramente no era yo. Pan salió detrás del sofá abrazando las piernas de la abuela.

—¡Aquí estoy abuelita!

—¡Mira nada más que nena tan linda!

Mi madre se la llevó al jardín. Seguramente harán cosas divertidas, mamá siempre hace cosas divertidas.

—Entonces…

—Oh, sí. Él te espera

Barry no quería darme nada de manutención. No es que me hiciera falta, tengo dinero de sobra pero no quiero dejarlo libre. El miserable es un actor que no llega ni a tercera categoría si al caso es un extra del extra, sueña con un protagónico que lo eleve a primera clase pero aún siendo un desconocido gana bien. Su carisma hace que los directores lo usen como agente de otras estrellas, puede ganar mil dólares con solo asistir a una reunión. Al parecer tiene el don de atraer a inversionistas, lo último que supe fue que unos americanos descartaran hacer unas escenas en china y hacerlas aquí, en Japón. Barry logró convencerlos que nuestra cultura es más rica y que nuestros productos electrónicos eran infalibles. Tenía razón, siendo honesta pero la inversión en dichas escenas en Japón costaría más. A ellos no les importó, dijeron que Japón hace bien las cosas, no como en china.

Teniendo en cuenta que trabaja más de agente que de actor y de su paga decidí ponerle demandada. No necesito ningún centavo pero no quiero dejarlo libre, además el dinero es para Pan, ella sabrá que hacer cuando llegue el momento.

—Buenos días

Frente a mi, Son Gohan, uno de los más reconocidos abogados esperaba frente al escritorio de papá. Mi primera impresión fue de que era un idiota total, su apariencia de nerd es perfecta para los tiburones de la industria. Dudé realmente que lograra todo lo que se dice de su carrera.

—Soy Videl — estreché mi mano con la suya, era toscas — un placer

—El placer es mío, señora

Sin duda el tipo desprendía un aire estúpido, alguien a quien puedes tomar a tu antojo.

—Dígame que podemos hacer

—Barry — dijo obviando el usual respeto al dirigirse a alguien — ha puesto en sus documentos que su sueldo es el mínimo, como actor es cierto más ha cometido el error de dejar en claro su papel como representante de otras figuras públicas. Su cuenta bancaria es mayor de cincuenta mil dólares y cada semana deposita unos seiscientos como mínimo

—Eso lo sé, Gohan

Eramos personas adultas, trabajaríamos juntos por un buen tiempo así que las formalidades no eran necesarias. Las formalidades no van conmigo.

—Lo que quiero decir es que Barry, no tiene salida. La ley le exigirá que pase una manutención a su hija

—Lo dices como si fuera fácil. Barry es muy testarudo

—He tenido a tipos más rudos

Me daba un aire de confianza. Su currículum y referencias hablan muy bien de él, pero conozco a Barry muy bien como para saber que la demanda no será nada fácil.

Comenzaba a pensar que era una estupidez.

—Necesito seguridad Videl, dime que no te echarás para atrás — dijo como leyendo mis pensamientos, me miraba a los ojos sin pestañar.

—Bueno…

—Puedes consultarlo con la almohada— recogió su maletín — estaré fuera del país por tres días, el deber en Canadá me llama. Cuando vuelva espero tener tu respuesta, aquí está mi numero

•-•

La tarjeta de Gohan era blanca, su nombre estaba en tinta negra con letra elegante. Me pareció un poco ridículo, los colochos de las S y la N me parecían muy femeninos. Quizás sea gay.

—Eso explicaría su corbata rosa

No le di importancia. Sí él era gay por mi estaba bien. Miré de nuevo la tarjeta, tenía su dirección de oficina y tres números de teléfono, uno era el mismo pero con código internacional, el otro el de la oficina. También tenía su código de abogado.

—Mami tengo sueño

—Ve a tu cuarto bebé, enseguida voy

Guardé la tarjeta en uno de los compartimentos de mi billetera y la dejé en la mesita de noche.

El cuarto de Pan estaba junto al mío, después seguía su cuarto de juegos y entre ambos su baño. Me había encantado la conexión entre ambos.

—Tom — dijo saltando en la cama. — quiero saber más de Tom Sawyer

Siempre y antes de dormir o cuando enferma le leo un capitulo de un libro, los cuentos pasaron cuando cumplió los tres años. Sawyer hasta el momento era su favorito, lo habíamos leído ya tres veces.

—Te toca — dije dándole el libro en donde los quedamos la noche anterior.

Pan lee, despacio pero ya lee. Me enorgullece lo inteligente y astuta que es aunque a veces lo utiliza para hacer travesuras. Mamá dice que es mi yo pequeña.

Cuando acabó me miró por unos minutos, sonrió y con algo de pena me dijo:

—Me alegra que papá no éste

La abracé fuerte. Con Barry, Pan no podía leer. Siempre se quejaba que era muy lenta o que no era buena con las palabras, yo lo sacaba diciéndole que debía devolver una llamada que realmente no existía e intentaba que Pan volviera a leer, no siempre lo conseguía, el desgraciado le bajaba la autoestima.

Tampoco le gustaba que jugara en la sala. En la antigua casa no había cuarto de juegos. Decía que era una niña mala por lo ruidosa que era a veces. Me enojaba y me la llevaba a comer algo fuera de casa, cerca del parque. Mi pequeña le temía a Barry, me la dañaba y jugaba con sus sentimientos.

Una vez se burló de una tarjeta que Pan le hizo por ser el día del padre. Era un cohete gris con los bordes decorado con brillantina y corazones de colores, había hecho a Barry a un lado con una gran sonrisa.

—¡Pero mira nada más que dibujo tan feo! — exclamó tomándolo de una esquina, como si fuera un trapo sucio — aprende a dibujar, Pan, esto da pena

Arrojó el dibujo a la basura.

—Si lloras, lo harás de verdad — la amenazó cuando vio que estaba a punto de llorar.

Esa misma tarde le puse avena a sus galletas. Pasó una semana en el hospital y nunca lo fui a ver.

—Yo también mi amor

Esa noche vimos la trilogía del Rey león y comimos palomitas, helado y gomitas.

Eramos un par de mujeres libres.