"UN RAYO DE AMOR"
BY Karen Pttzn
PROLOGO
Si llegaras a conocer el amor en tu vida , lo único que querrás es estar con ella. Así le pasó a Edward Cullen, pero el destino se interpuso y se la arrebató, su mundo se hizo añicos. La vida es una ruleta y es indefinida comprendió Cullen y se dijo que no volvería a amar. Todo entorno cambio cuando llegó la alegre Bella, quien cambiaría su vida en forma Methanoia: Mente, Cuerpo y Corazón. Y sin darse cuenta, volvería a amar.
Soy Edward Cullen, les presento mi vida.
Hospital de Seattle, trece años antes…
Allí estaba ella otra vez, de pie junto a la ventana, sonriéndole con dulzura, con una sonrisa que siempre le resultaba alentadora. Su joven amiga de cabello castaño, de enormes ojos achocolatados y una sonrisa que a él le recordaba a Marie Swan de niña.
Edward estaba en el bosquecillo de árboles y arbustos en flor que había en el centro del hospital de pacientes terminales, donde los enfermos esperaban la llegada de su último viaje. Aquél era el lugar que ella llamaba "su jardín". El jardín secreto, como un título de un libro, un libro que ella leía porque era su favorito. La lectura era la forma que tenía la joven de huir de una realidad y un futuro aún más sombrío que el de Edward.
Para él, ella era su oportunidad de escapar de la realidad que lo confinaba entre gruesas paredes. Edward y la joven sólo se veían dentro de los confines del hospital, cuando coincidían los ingresos Makenna y de la madre de la joven. Pero ella le entendía, y eso era mucho más de lo que podía decir de su propia familia. A veces, Edward se sentía encerrado en un lugar oscuro, pidiendo socorro a gritos, pero rodeado de gente que sólo veía las necesidades de Makenna, que sólo reaccionaban a su voz.
Nadie parecía ver sus necesidades, sus deseos y sus frustraciones. Nadie excepto aquella niña de trece años que apenas sabía nada de su vida, una niña a la que no veía fuera de la residencia de enfermos terminales. "Marie Swan" era su fuente luz y de calor en un mundo frío y oscuro; era su fuente de color y de vida.
Edward le devolvió el saludo, haciéndole saber que pronto se reuniría con ella. Sus breves encuentros de quince o veinte minutos eran lo que hacía que los días de ambos fueran soportables. A veces hablaban, o solamente se hacían compañía en silencio. No importaba. Era el único momento del día en que ella no tenía que adoptar el papel de un adulto, y cuando él sentía el niño que todavía llevaba dentro.
Edward echó una rápida mirada al interior de la habitación. Todo estaba envuelto en una mortecina neblina blanca, una sombra pálida que presagiaba la muerte: las mantas, las paredes, el camisón de Makenna, su rostro, e incluso el tubo azul de oxígeno que se metía por la nariz de Makenna parecían haberse contagiado de la mortal palidez de la joven. Bajo la gorra rosa de punto, Makenna llevaba el pelo recogido en una trenza que caía sin vida sobre su hombro. Incluso el brillo que le cubría los labios parecía vencido, transparente. Sus ojos eran como una delicada telaraña cubierta de escarcha en una mañana invernal, y tenían una mirada frágil y quebradiza. Makenna tenía dieciséis años, y se estaba muriendo.
Él tenía diecisiete, y llevaba los últimos cinco interminables años viéndola morir. Makenna había pasado de ser su amiga de la infancia a su amante y esposa de cuatro semanas y, al mirarla, le entraban ganas de gritar, de agujerear las paredes a puñetazos, de salir de aquel lugar y marcharse lo más lejos posible.
¡Oh, no! No podía ser tan egoísta; debía continuar junto a Makenna, sobre todo ahora que estaba pasando por los momentos más duros. Cuando ella fue diagnosticada de Cáncer, Edward sintió como si una parte de él hubiera empezado a morir también, o como si lo hubieran encadenado a una jaula: él no estaba en la jaula, pero tampoco podía alejarse de allí, y la única persona que entendía cómo se sentía, era aquella niñita de trece años que pasaba horas y días junto a su madre en una de las habitaciones del hospital.
Zenna y Zafrina llegarían en cinco o diez minutos. Las mejores amigas de Makenna iban a verla todos los días después de clase. Entonces era cuando les contaban quién salía con quién, quién había roto con quién, qué nuevas parejas estaban en el aire.
Cuando llegaban Zenna y Zafrina, Edward salía un rato al jardín. Era su momento de huída, su rato para respirar, para ser él.
…
Chicos ya llegue :D
Presentandoles un nuevo trama en donde pondre todo mi sudor y esfuerzo (pff como sono x.x)
Bueno para empezar Edward tiene una vida de la patada ya lo verán u.u y la trama pues lógico se va a ir desarrollando y se va a volver más genial. Perdón por haber tardado tanto, creanme que tengo miles de razones. Actualizaré TODAS mis novelas a partir de ahora por que que creen TENGO LAP NUEVA :D
Asi es :D
Bueno me despido un beso y abrazo para todos los lectores :)
Karen Pttzn
