Hola, entro con otro fic, este será el más largo que haga de HaoxYoh, y seguramente, de los más complejos.

Shaman King no me pertenece, ni ninguno de sus personajes. Su creador es Hyrou Takei, el cuál es un maldito genio del mal. Mentira, del manga.

Bueno, aquí hay Yaoi, Twincest, seguramente drama, romance, un poco de todo en general. Bueno, nada más que decir, espero que los disfrutéis.

-Pero abuelo…-susurré tristemente, al ver el enfurecido rostro de mi abuelo. Me costaba, y lo intentaba con todas mis fuerzas, pero no puedo aprender tan rápido como él…como mi familia quiere. Pero nunca me dicen, a qué esta prisa.

-¡Eres un fracaso! ¡Si vas con esa actitud, no podemos ir a ningún lado!-gritó furioso.

-¡Lo intento de veras! ¡Pero es muy difícil!-intenté justificarme. No…no me gustaba decepcionar a la gente de mí alrededor. Me sentía tan inútil…

-¡No es difícil! ¡Cualquiera podría hacerlo! –mi abuelo me regañó. Después de suspirar, y masajearse la sien respirando profundamente, me miró-Déjame que me dé un descanso, y después veremos si va mejor-me indicó, y se fue metiendo lentamente hacia la casa.

-Perdón…-murmuré, pero, teniendo en cuenta lo sordo que estaba mi abuelo, no lo habría escuchado. Rápidamente, fui a mi habitación. Sobre las estanterías, destacaba un objeto naranja: mis cascos.

El único regalo de mi padre. No sabía dónde se metía siempre, pero, apenas lo veía. Mi madre nunca me dice nada al respecto. Lo importante, eran mis cascos, siempre conectados a mi MP3. Todo con música de Bob. Apreté fuertemente el MP3 contra mi pecho una vez me puse los cascos. Bob era como mi guía, y me daba igual que los demás niños se riesen de mí por eso. Tenía que salir. Si no, no sé cómo podría llevar el resto del día. Salí con toda tranquilidad, sin pedirle permiso o avisar a nadie. Abrí la puerta con el máximo cuidado.

-Yoh, ¿a dónde vas?-me preguntó mi madre, quién, seguramente, al ver a mi abuelo meterse en casa con esa cara de cansancio.

-Fuera-salí. Ella no me siguió. No me ordenó que volviese a la casa, o que siquiera hablara con ella. Esta es mi soledad… Y más aquí, en Izumo. Un pueblo de mala muerte perdido en una tranquila montaña. Mi casa estaba en las afueras del pueblo, por lo que iba a tardar en llegar a mi lugar, más teniendo que pasar por el pueblo.

-¡Eh! ¡Chico Hoja!-seguí adelante. Lo mejor que podía hacer era ignorar y seguir con paso firme y constante. Nos ahorrábamos problemas. Ya era considerado el bicho raro en mi casa, pues, en el pueblo también.

En mi casa, porque los Asakura han sido siempre unos solemnes genios, mientras que, yo, soy un desastre, que mi abuelo no duda en criticar. En la ciudad, simplemente era un chico que hablaba sólo, se imaginaba espíritus, y escuchaba música sin sentido y aburrida. Pero, mi popularidad en la ciudad es comprensible, soy un shaman de todas maneras. Los humanos, como estos, tienden a tener miedo de lo que no entienden, o a reírse o asustarse de las personas que no son como ellos.

Lo extraño era que no me hubiesen parado o algo para darme una paliza, o algo por el estilo. Parte de mi ser sospechaba, pero, la mayor parte ignoraba completamente el asunto. Aquí los que mandaban, eran mis pies, quienes me llevaban a mi sitio.

Mi sitio. El único sitio dónde puedo sentarme con tranquilidad, mirar al cielo, y suspirar satisfecho. Poder mirar al precioso cielo azul, y poder pensar que tiene que haber cosas buenas en este mundo, y así, volver a mi casa con una sonrisa tranquila.

No todo podía ser malo. De alguna manera, algo tendría que salir bien.

Concentrado en mis cosas, no me di cuenta de cuando llegué, pero finalmente estaba en mi destino. Era una simple orilla de río. Me dedicaba a lanzar piedras cuando me aburría, pero, cuando no, me tumbaba sobre una enorme piedra, que tenía forma de almohada, y, era perfecta para poder tumbarse, y ver el cielo. Además, con el canto del río, calmaba como no calmaba las terapias y medicamentos de la televisión.

Me tumbé con cuidado sobre la piedra con forma de almohada. Hoy en especial, hacía mucho frío, pero no me importaba, era genial estar allí.

-¡Niño hoja!-gritó de nuevo Gita. Niños que, ebrios de poder, se dedican a molestar a quién le apetezca, y, lastimadamente, yo estaba en su punto de mira. Me levanté rápidamente, pero, él me quitó los cascos.- ¿Sigues escuchando esta basura? ¿Qué te dije la última vez Asakura?-preguntó, orgulloso, mientras que esos niños de relleno de detrás suya se reían al imaginarse la paliza que me metería su cabecilla.

-Gita, devuélvemelos-le pedí sin entusiasmo. Debido a que él era más gordo, fuerte y alto, no tenía ninguna ventaja contra él. Yo. Un flacucho, bajo y débil rarito. Y que, para colmo, estaba prometido con una chica que, por muy guapa y linda que sea, no ama.

Mi vida da asco.

En un intento desesperado, le golpeé con todas mis fuerzas. Sabía que no iba a hacerle daño. Sabía que iba a acabar mal. Pero los moratones se van. El que pudiese soltar mis cascos y dejarlos intactos en el suelo, sin que se rompan, es mucho mejor, ya que los cascos, no podría recuperarlos.

Sus amigos ya gritaban pelea. Él ya estaba preparando su puño, y, para mi preocupación, no soltaba mis cascos. Ellos ya habían encontrado mi sitio. Ahora no tengo lugar. No pude evitarlo. La simple idea de que fuesen a romper el único regalo que me hizo mi padre en toda mi vida, el haber perdido mi sitio, mi único sitio, y que iban a pegarme una paliza con mis cascos, hizo que unas lágrimas saliesen de mis ojos, corriendo por mis mejillas.

-¡Mirad chicos! ¡El niño hoja está llorando!-exclamó uno de los siervos de Gita, y este me miró sorprendido, mientras comenzaba a reírse.

-¡Tendríamos que llamarle niña hoja! ¡Será gallina!-gritó Gita, mientras sonreía de una manera cruel. ¿No eran los niños los seres más inocentes del mundo? Pues, me parece que aquí en Izumo, no es así. Cerré los ojos. Me estaba preparando para la paliza que iba a llevarme.

Los odio a todos, por encima de todo. Esos estúpidos humanos…

-Sois diminutos-se escuchó una voz nueva, una voz que excluía a Gita y a sus dos siervos. Abrí los ojos con sorpresa. No pude fijarme muy bien qué pasó, pero sé que tanto Gita, como sus dos "amigos" salieron disparados, golpeados, y que mis cascos acabaron intactos en el suelo, tal y como yo quería que acabasen. El chico fue a cogerlo, y me los puso.

Una linda sonrisa se esbozó en su rostro, mientras se agachaba. Era bastante parecido a mí, y no podía quitar la vista de sus preciosos ojos ónix.

-¿Quién eres?-pregunté intrigado, sin saber por qué me había ayudado, y más a mí, de quién el mundo está en contra.

-Un amigo tuyo-me dijo sonriendo. Yo me sentí extraño en aquel momento, pero, era una calidez que me hacía sentirme bien.

-Mi nombre es Yoh Asakura-dije presentándome, ofreciéndole mi mano. Este me abrazó repentinamente, y con mucha fuerza.

-Yo soy Hao-me respondió simplemente. Sin apellido. Sólo Hao. Pero, me gustaba, era un nombre musical. Si no me decía su nombre, sería por alguna razón que no me importaba.

-P-Pensaba que la gente se conocía dando un choque de manos-dije mientras le respondía el abrazo. Olía a cacao, me gustaba ese olor. Era goloso.

-En mi ciudad no-me respondió, y después fue rompiendo el abrazo poco a poco. Yo no quería, pero, no podíamos estar así mucho tiempo.-Yoh-me llamó.

-¿Sí?-le respondí.

-No tengo mucho tiempo, pero tengo que pedirte algún que otro favor-me pidió, y yo asentí sin dudarlo.

-Me has salvado, y, eres mi amigo, así que vale-dije con una sonrisa, y él sonrió feliz. Creo que era a la primera persona que hacía feliz en el día, y que a la vez me hacía feliz a mí. Este abrió mi mano, dándome un collar de una estrella, con una joya verde en medio, una esmeralda.

-Póntelo, y no te lo quites nunca-me ordenó, y a la voz de ya, me lo puse. Empecé a sentirme algo más liviano, y más poderoso, no sabría cómo describirlo exactamente.-Y, quiero que entrenes mucho, para ser un buen shaman, para que puedas participar en la Shaman Fight-me comentó, y empezó a irse. Así como si nada.

-¿A dónde vas?-pregunté inquieto.

-Lejos. Aún me queda mucho como para poder descansar-me dijo con cansancio, y lo miré apenado.

-Sí… ¿Sí me apunto al Shaman Fight, podremos vernos?-pregunté, y segundos más tardes vi la estupidez tan grande que había soltado. Pero él sólo me sonrió.

-Si te apuntas, me verás. Yo iré a verte, te lo prometo-después de asegurármelo, desapareció entre llamas. Una técnica shamánica. Hao era un Shaman, aunque eso, era bastante obvio si contábamos con que sabía la existencia del Shaman Fight.

Rápidamente volví a casa, y llamé a mi abuelo, suplicándole que me entrenase. Sorprendido, sonrió, y estuvo dispuesto.

Sonará estúpido, pero, entrené el resto de días que quedaban, como prometí, para volver a verlo. Él era mi primer amor. A primera vista.

-/-

-¡Yoh!-gritó Anna, lanzándome un cubo de agua fría, haciendo que gritase tan fuerte como si tuviese un altavoz.

-¿¡Por qué has hecho eso!?-pregunté al borde del llanto.

-Hoy vas a la ronda de Shaman Fight, ¿no te acuerdas? Ayer fue tú último día, así que no seas vago, y levántate, recuerda que debes hacerme la Shaman Queen-me ordenó, saliendo de la puerta totalmente disgustada. El que debería disgustarse, debería ser yo, un día de estos, pillaré una pulmonía por su culpa. La puerta volvió a abrirse, y una CVNI (Caja Voladora No Identificada) se me echó encima, también lanzada por Anna.-Tu abuelo ha mandado esto. Úsalo bien-me ordenó, y se marchó nuevamente. Acaso si volvía a lanzar algo, me desplacé para alejarme de la puerta.

En la caja, había una pequeña espada, La Espada Sagrada de los Asakura. Era raro que no me la hubiese dado antes. Suspiré. Seguramente Anna se la estaba guardando para esto. Agarré mi collar fuertemente, intentando calmar mis nervios y el frío del agua que Anna me había echado encima.

-¿Podré volver a verlo?-me pregunté a mi mismo en voz alta.

¡NIÑO HOJA INFORMA!

Espero que os haya gustado. Pongo el Rated M, porque habrá sangre (por las peleas)) y no está seguro si voy a poner Lemon.

Tengo que agradecer a Bell-Star su apoyo, muchas gracias. Espero que te haya gustado.

Gracias por leer, y espero que os haya gustado.