Si, ya se que debería estar terminando mis otras historias, pero esta (y algunas otras) ya estaban en el horno desde hace tiempo, entonces me dije a mi mismo, mejor publicala, adoras la presión de los lectores al pedirte que continúes, así que al final queda lo mismo jajajajaja. Ya no dire mas porque únicamente estoy redundando.

Espero les agrade y lo disfruten tanto como yo lo hice al escribirlo. Ah si, antes que nada, la historia es algo lenta, no se desesperen ¿vale?

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo hago uso de sus personajes para mi disfrute personal y el de algún que otro lector.

Resumen: "Kakashi se enfrenta a una de las situaciones mas bizarras de su vida y para salvar a toda Konoha (y su pacifica vida) tendrá que emprender una larga travesía y mientras tanto, el ninken decide comenzar una encomienda para salvar su manada... encontrarle a su líder una hembra alfa y por tanto, una pareja"


Buscando a la Alfa

Capítulo 1: Los mejores amigos del hombre

"Los perros (canis lupus familiaris) son mamíferos carnívoros pertenecientes a la familia de los canidos. Creaturas indispensables en el crecimiento y desarrollo humano, como fuerza de trabajo y como leal compañía."

Cuando leyera por primera ocasión ese libro para familiarizarse con el ninken pensó que tener a su mando a un grupo de perros súper inteligentes y por demás habilidosos seria increíble. Después de todo, los perros normales, bien entrenados, podrían ser increíblemente útiles; imaginarse una manada de ocho perros con habilidades shinobi desbordaba por completo su imaginación.

Claro que cuando los vio, lo primero que quiso hacer fue quemar el libro.

"Los perros necesitan amor, cariño y por demás, paciencia. Criar a un animal de esta clase puede resultar una tarea dura y algo tediosa, sin embargo, el esfuerzo valdrá la pena. No hay nada más leal que un perro."

Claro que en ese escueto y sencillo "necesitan amor, cariño y por demás paciencia" no venía escrito el "dinero, instinto asesino y más dinero" que tendría que gastar, guardar y volver a gastar mientras fuese dueño de tales animales.

Maldita fuera su idea de comprar un libro sobre perros normales y maldita fuera la pereza de los shinobis para no escribir buenos libros sobre el ninken.

Y es que convocar a sus queridos amigos y compañeros de armas para una batalla era una de las cosas más sabias que podía realizar en medio de un combate. Su ayuda era invaluable, más que la de otros aliados que no prestaban odio a sus órdenes y estrategias (véase Naruto, Sasuke, Sakura y casi toda la población ninja de Konoha).

Sin embargo, una cosa era que los convocara y posteriormente regresaran a su hogar a la espera de ser llamados una vez más a que, por motivos "de salud" los tuviera que tener por tiempo indefinido en el ahora claustrofóbico espacio de su casa.

—¡Ey Kakashi! —gritó Buruko por décima ocasión. —Si sabes que las croquetas solo son un aperitivo, ¿verdad?

Lo había sabido desde antes de despertar. Aquella pesadilla donde se veía a si mismo convertido en un perro con el pelaje gris y el hocico tapado por una máscara no era solo un producto de su subconsciente. Tal premonición de su nuevo y fatídico día no pudo llegar en mejor momento; apenas tuvo un par de horas para prepararse mentalmente para cualquier situación.

Desafortunadamente para él, las posibilidades de que algo saliera mal en su casa eran infinitas. No sabía que era, pero lo sentía en sus huesos, como esa sensación paranoica de que algo malo esta por suceder. Por eso mismo, esa mañana había despertado más temprano de lo normal y en lugar de acudir como cada día al monumento de los caídos para rendir honores a sus amigos caídos, se había quedado en su casa, tapiando las ventanas, guardando cada objeto punzocortante que pudiera representar algún riesgo para su integridad (desde kunais, cuchillos, tijeras y tenedores) y guardando en caja fuerte bajo siete candados y jutsus de camuflaje y trampa su preciada colección de libros.

Y a pesar de tomar tales precauciones, la sensación de peligro permanecía ahí, orgullosa e incapaz de irse hiciera lo que hiciera.

Entonces, cuando aparecieron los ocho perros en la sala de su casa sin ser convocados, todo comenzó a tomar sentido. No fue la mirada perdida o hasta cierto punto, la actitud tímida de algunos de ellos el disparador de su instinto de supervivencia.

No, para nada. Fue, en realidad el hecho de que cada uno de ellos trajera en su lomo lo que parecía una bolsa de viaje amarrada de manera rudimentaria a su torso.

La escena que debería ser, hasta cierto punto, cotidiana en su casa, le parecía irreal y borde. Los comúnmente ruidosos canes se mantenían callados, a la expectativa y eso le daba mala espina. Pakkun avanzó unos pasos empujado por un de por sí, silencioso Akino y se tomó su tiempo para soltar la bomba.

—Al parecer Inutaisho nos ha desterrado por tiempo indefinido —soltó y mi gran y analítico cerebro sólo pudo capturar aquel "expulsado por tiempo indefinido" que se repetía en un eco interminable.

—¿Por qué?

El tono de mi voz no había sido fuerte o agresivo, sin embargo el espasmo que recorrió los cuerpos Urushi, Goruko y Bisuke, me hizo comprender que, al igual que yo, estaban tensos con la idea de vivir en este lugar por tiempo indeterminado.

—No mencionó la razón, solo dijo que es hora de que te ayudemos en algo más que la batalla. La salud del líder influye en gran medida en la manada; si el líder se encuentra débil la manada también lo está. Esas fueron sus palabras.

No supo a que se refería con esa "ayuda" que podría necesitar, pero en ese momento pudo sentir como el sharingan oculto por la bandana comenzó a girar por iniciativa propia. Ese perro viejo y gordo se las pagaría, no importaba como lo haría, así tuviera que ir al territorio del ninken para hacerlo cambiar de opinión, así tuviera que infestar todo el sagrado lugar con pulgas… pero no dejaría que derrumbara esa paz que había en su hogar con esos ocho nuevos inquilinos.

—Esperen aquí y no salgan —ordenó Kakashi al realizar unos sellos con sus manos y desaparecer en una voluta de humo.

La técnica lo llevó pronto hasta la torre del Hokage. Estaba desesperado; solo habían sido necesarios aproximados treinta minutos en la casa en compañía de sus compañeros para desear regresarlos con aquel enorme y viejo perro blando.

Tendría que hablar con Inutaisho, no podía dejar que el ninken anduviera libre en Konoha, menos aún libre dentro de su propia casa. Quien sabe cuánto dinero necesitaría para mantener saciados aquellos pozos sin fondo ¿y si se le acababa el dinero y ellos salían a conseguir comida? ¿y si la robaban? ¿y si mataban a alguien?

Vale que ya estaba siendo algo exagerado y paranoico, pero sus leales amigos no sabían tratar con las personas normales. Además, estaba comenzando la primavera… ¿no significaría eso que pronto entrarían en celo?

"Me lleva el…"

—¡¿Te vas a quedar todo el día tras la puerta, vago?! —gritó la mandamás de la aldea con su tierno y coqueto tono de voz.

Kakashi suspiró resignado; lo que estaba a punto de hacer iba en contra de todas sus reglas personales, pero como dice el sabio refrán: "situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas"

—Tsunade-sama —dijo él entreabriendo la puerta.

No había terminado de entrar al recinto cuando el inconfundible olor a sake llenó sus fosas nasales. Se sintió mal por la hokage; como líder de la aldea debía dar mayor ejemplo a los habitantes y andar bebiendo a tan tempranas horas del día no era para nada saludable, ¿Qué estaban aprendiendo los niños de la academia?

—¿Qué es lo que quieres, Kakashi? —preguntó ella.

Kakashi tardó un par de segundos en planear sus palabras, lo suficiente para llamar la atención de la hokage que le miraba con el ceño fruncido en aparente enojo o frustración. ¿Cómo decirle que necesitaba pedir unos días libres para una misión personal eh importante? No cedería tan fácilmente, Kakashi aun debía las suficientes horas comunitarias para endeudar a sus nietos y ese era el principal problema.

Sin encontrar alguna otra solución o manera para ablandar las palabras, suspiró una vez más resignado a la idea.

—Solicito tres días libres.

La bomba fue soltada y por lo siguientes dos minutos nada más que la respiración del shinobi y su líder se escuchó, además claro del golpe seco producto del desmayo de Shizune, nada más perturbaba aquel silencio ensordecedor que poco apoco, segundo a segundo, le gritaba a Kakashi que esa forma, después de todo, había sido una mala idea de decirlo.

—…¿Qué? —preguntó Tsunade sin poder creer lo que sus oídos percibieron. Y no es que su audición fuera mala, ni que fuera tan vieja; es solo que una de dos, o el descaro (y por ende poco aprecio por la vida) de Kakashi era inmenso, más de lo que había creído o simplemente alguien le había hecho un genjutsu de lo más irracional.

Kakashi no supo si ofenderse o no cuando en un muy mal disimulado movimiento de ninjutsu con su mano, Tsunade entreabrió los labios dejando salir un casi inaudible "kai" ante la idea de estar bajo una posible ilusión.

Tsunade, al darse cuenta que aquello no era una pésima técnica ninja sino que en verdad Kakashi tenía el descaro de pedirle días libres, se levantó de golpe tirando unos cuantos papeles de su repleto escritorio al suelo, solo para mirarlo de forma amenazante, deseando transmitirle con la mente la silente amenaza de que si no dejaba sus tonterías y se largaba ahora mismo, su destino en esa oficina seria incierto.

—Necesito que me de tres días libres, Tsunade-sama —repitió con parsimonia.

Tsunade lo observó de hito a hito, no creyéndose tal pregunta. ¿Acaso era una cuestión trampa? ¿una broma quizá? Kakashi jamás había pedido algún día libre, y no era porque no fuera perezoso, para nada. Kakashi tenía de flojo lo que Jiraiya de pervertido, sin embargo la desidia de Kakashi también era legendaria; era bien sabido en los bajos mundos que prefería ahorrarse la molestia de hablar con Tsunade para siquiera pedir un día libre o un aumento de sueldo. Claro que también era de conocimiento general que ella no le daría ni uno ni otro; sólo quería evitarse el contundente "no" por parte de la hokage.

—¿Es en serio? —pregunto Tsunade ya cansada de pensar demasiado.

Kakashi tragó saliva. Ahora no se podía dar el lujo de hacerla enfadar, actuar con la indiferencia de siempre podría hacer que se negara rotundamente como siempre hacia, después de todo había descubierto (de la mala manera) que actuar como si nada le importara casi siempre, por no decir la mayoría de las ocasiones, resultaba contraproducente. Y de verdad, de verdad que necesitaba ese permiso, Konoha y la vida pacifica de sus habitantes estaba en riesgo… sobre todo su pacifica vida.

—Konoha peligra, Tsunade-sama —contestó sintiendo que la saliva en su garganta se había vuelto tan espesa como el cemento.

Ahí estaba: simple, conciso y sin anestesia, como debían ser las amenazas serias de destrucción masiva o, en este caso, del fin de la pacifica aldea escondida entre las hojas… y de su vida y la de su cartera.

Tsunade alzó una ceja en duda. ¿Qué era aquello de que la aldea corría peligro? ¿Por qué siempre era la última en enterarse de todo? Maldito servicio de inteligencia compuesto de inadaptados sociales y vagos que no servían para nada. Les rebajaría el sueldo una vez más, o se ponían a trabajar o comenzaban a buscar una manera de condimentar la tierra.

—Explícate.

Ahí estaba la parte difícil. ¿Cómo podría explicar que ocho canes exageradamente excéntricos y con las habilidades de un chunnin se encontraban ahora en Konoha por tiempo indefinido? Claro, diciéndolo así no sonaba nada peligroso ni alarmante, sin embargo el hecho de que fuera primavera y el tiempo de celo de los canes estuviera más cerca pues… eso era lo peligroso y bochornoso de decir.

—Esta mañana sucedió algo que no pensé podría ocurrir y tengo que remediarlo, cueste lo que cueste.

—Deja de estarte yendo por las ramas, Kakashi. No entiendo nada.

— Vera… —comenzó rascándose la barbilla con nerviosismo. —El ninken fue desterrado y ahora se encuentra en Konoha y quiero hablar con Inutaisho para hacerlo entrar en razón.

Tsunade caviló todas las posibilidades. ¿Dónde en aquella frase estaba el peligro? Sí, claro que conocía al afamado ninken, Sakumo lo utilizo en millares de ocasiones y nunca jamás representó algo malo. Sin embargo, la seriedad con la que Kakashi hablaba la tenía asombrada, no se observaba esa parsimonia e indiferencia en su persona (o al menos no mucha), parecía como si lo que dijera fuera verdad.

La pregunta era, ¿por qué?

—¿Qué tiene eso de malo? Los animales convocados pueden permanecer el tiempo que deseen en el lugar que prefieran. ¿Qué los hace tan peligrosos ahora?

—Vera —hizo una pausa. — Generalmente las creaturas convocadas por la técnica de invocación no necesitan alimento u otras cosas porque la energía que necesitan la toman del usuario…

Tsunade asintió comprendiendo lo dicho, sin embargo aún no comprendía la razón del porque Kakashi estaba siendo tan tétrico en tal explicación.

—Hay algo que diferencia al ninken de otras especies.

—¿A qué te refieres?

—Si los convocados permanecen mucho tiempo fuera de su hogar, el gasto de energía para el usuario se vuelve imposible de soportar, por ende las creaturas comenzaran a cumplir sus necesidades por su cuenta.

—Entonces solo tienes que alimentarlos, Kakashi. No veo por qué armas tanto alboroto, ¿acaso no tienes suficiente dinero para mantener a tus perros?

—El alimento, por mucho que sea, no me preocupa Tsunade-sama —dijo haciendo una pausa.

—¿Entonces? No entiendo.

Kakashi guardó silencio una vez más. Lo que seguía era vergonzoso hasta para él, pero debía hacerlo, por Konoha y por sus habitantes… y su pacifica vida.

—Ellos… ellos… entraran en estado de celo, Tsunade-sama.

Si la cara de Kakashi no hubiera sido tan seria o si su tono de voz no hubiera bajado unos decibeles, podría haberse reído de esa declaración, después de todo, ¿cuál era el problema de que ocho perros estuvieran en celo? Como si no hubiera un problema de sobrepoblación canina con el clan Inuzuka en uno de los extremos de la aldea. Bien podían pelearse matarse entre todos y se arreglaría muchos problemas.

—Sigo sin entender, Kakashi.

Kakashi suspiró resignado por tercera ocasión. Al parecer su estimada líder no estaba al corriente con el modus vivendi del ninken.

—Piénselo así, Tsunade-sama… Ocho ninjas de rango chuunin o jounin en estado salvaje, guiados únicamente por su hambre y su lujuria, dispuestos a todo para conseguir comida y sin inhibiciones para copular con cualquiera clase de hembra o si se atonta, hasta macho, sin discriminar especie —hizo una pausa. —Si algo tiene un agujero…

—¡Ya entendí! —gritó deteniendo la demasiado gráfica explicación del ninja copia.

La mente de Tsunade había tardado un par de segundos en hacer "click" y un sudor frio para nada normal recorrió la espalda dándole calosfríos. Debía ser una broma, una clase de juego enfermizo creado por el ninja copia y Naruto o en definitiva Kakashi había caído presa de la locura después de tantas misiones y una vida de soltería a base de leer esos endemoniados libros naranjas.

—… estas bromeando —soltó trémula.

Kakashi negó con la cabeza. La situación era seria y aunque jamás se hubiese visto en escenario similar, podía adelantarse y pensar en las formas de solucionar el problema de la comida, sin embargo el celo que comenzarían a experimentar tarde o temprano sería un problema mayor.

No sabía de lo que sería capaz el ninken.

—Dijiste que irías a hablar con Inutaisho; ¿conoces la razón por la cual los expulsó?

Negó con la cabeza una vez más; la situación lo había tomado tan de sorpresa que ese detalle menor había sido olvidado y hasta cierto punto, no importaba. Necesitaba encontrar a Inutaisho y hacerle cambiar de parecer. Solo en el hogar del ninken podrían tener su celo en paz sin molestar a nadie.

—Los llevaras conmigo, supongo.

—Llevarlos conmigo representa un riesgo, no poder llevar la comida suficiente ni cuidarlos a todos sí la idea de escapar llega a su cabeza.

—Entonces sólo nos queda…

—No los voy a lastimar.

Tsunade lo observó con el ceño fruncido. Mentiría si dijera que la idea de capturarlos y encerarlos hasta que todo terminase no había pasado por su mente, pero estaba hablando de los únicos y mejores amigos del hombre frente a ella; no podía hacerles tal cosa al menos hasta que no quedara de otra… o hasta que Kakashi estuviera fuera de la aldea.

—Quiero creer que ya planeaste todo, Kakashi.

Kakashi asintió con nerviosismo, ocultando la terrible verdad en donde dejaría todo en manos de Yamato y se tomaría un tranquilo viaje a la tierra de los ninken para charlar "amigablemente" con su viejo y gordo amigo Inutaisho para convencerlo que atentar contra su pacifica vida, era una mala, muy mala idea; y de paso soltaría las pulgas, sí, eso sería bueno. Claro, eso no tenía por qué saberlo la mandamás de la aldea.

—Yamato los cuidara en los dos o tres días de mi ausencia; tendrá todo el alimento necesario y no se preocupara de ese aspecto. Si se vuelven locos podrá hacer uso del Mokuton para mantenerlos a raya sin necesidad de lastimarlos.

Tsunade asintió. Sinceramente no llegaba a tener idea de la gravedad de la situación, pero no quería imaginar el escenario más grave donde ocho perros con habilidades jounin estuviesen acosando a animales, mujeres, hombres y objetos inanimados por toda la aldea… y, Kami no quisiera, haciendo otras cosas mucho peores.

Se levantó de su asiento y se dirigió con paso calmo hacia el gran ventanal que adornaba su oficina. Ahí frente a ella se alzaba con orgullo la aldea escondida entre las hojas; una aldea que sobrevivió a los más despiadados ataques y a las más cruentas guerras, pero ahora, casi al final de su tiempo como líder, se enfrentaban a una situación que ni en sus más aberrantes sueños había podido siquiera imaginar.

Por un instante imaginó ver a todo el cuerpo ANBU persiguiendo a ocho ninjas con colas y orejas caninas que hacían uso de todo tipo de técnicas y artilugios para hacer realidad sus más bajos instintos, causando caos y destrucción por donde pasaban.

Lo creía algo irreal, pero si algo le había enseñado su puesto es que jamás debía imaginar los mejores escenarios, sino los peores.

—Tendrás cuatro días, Kakashi. No más. —sentenció la Hokage levantándose de su asiento y dirigiéndose a la ventana. —Si para ese entonces no encuentras una solución, los encerrare.

Kakashi asintió resuelto. Tenía una misión muy importante y todo lo que conocía y amaba estaba en juego.

~CONTINUARA~

¿Y bien? ¿Que les pareció? Esto es y sera una comedia romántica, me tomare mi tiempo así que no desesperéis ¿vale? Ya tengo el segundo capitulo, pero esperare a terminar el tercero para publicarlo así que espero ver sus teorías jajajaja, créanme yo tengo mil teorías y al final, estoy seguro la historia tomara un giro que ni yo planearé (como siempre)

Ya, ahora si, espero les halla gustado la introducción. Nos leeremos luego. Cuidence mucho, ¿vale?

Atte. Aspros