Prompt #12. Por favor, quédate (luego de que te vayas). Tabla Quemaduras de pólvora.


Un poco más


I won't be able to sleep peacefully
In bed without you beside me, darling, anymore
I won't be warm and secure
Oh baby, like I was before

I'll just lie tossing and turning
Oh baby, all night long
Scared that if I closed my eyes
When I got ready to wake up I might find you gone

Twilight singers - Please stay (once you go away)


—¿Qué te enseña ese tal Shinya Hiragi? Vas todas las tardes a verlo.

—¿Kimizuki está celoso?

—…es un Hiragi. No me agrada. Estaba ahí cuando nos torturaron sin motivo. Mirando, como un sádico.

—Kureto no deja que haga nada en esas circunstancias, Shiho. Lo mantiene vigilado. Cree que lo traiciona a favor de Guren.

—¿Lo hace?

—…aunque así fuera y yo supiera, no podría decírtelo aquí. Ya sabes. Hay motivos para creer que en los dormitorios graban las conversaciones.

—Ya. No me agrada de todos modos. Sonríe como quien se pone una máscara y no tiene nada detrás.

—Hay mucha sensibilidad en él, aunque no lo creas.

—¿Si? ¿Qué te hace pensar eso?

—Guren.

—¿Uh?

—Ya sabes, son como nosotros. Bueno, tal vez no exactamente pero…

—¿Maricas? Qué horror. Le queda poco prestigio a la armada.

—…

—Sabes lo que quise decir. Nosotros somos jóvenes y aún no hemos ascendido tanto.

—Lo sé perfectamente, Shiho. Porque cuando uno deja de ser joven y asciende, se casa con una mujer, tiene hijos y es normal, ¿no?

—No podemos tener una conversación civilizada, ¿eh?

—Me temo.

—…

—…

—¿A qué hora regresas?

—En dos horas, supongo.

—La última vez tardaste más.

—Salimos, el maestro Shinya quería ir a un salón de té conmigo. Estaba molesto porque Guren llevaba unos días ignorándolo.

—¿Era un salón de té con un hotel en las habitaciones de arriba?

—¡Shiho!

—Lo siento pero no me imagino que hacen dos hombres en un salón de té.

—Fiesta de maricas amargadas. ¿En serio no lo veías venir?

—Oh, vamos…

—…

—¿Tienes que irte ahora?

—Si quiero llegar a tiempo.

—Quédate un poco más.

—¿…cuánto?

—¿Cinco minutos?

—¿Lo suficiente como para…?

—Oh, basta. Luego me dices que soy yo el que no trata de ser romántico.

—Sé dónde termina esto generalmente, Shiho. No es muy platónico que digamos…

—Pues lárgate de una vez.

Yoichi sonaba ofendido pero se metió en la cama de nuevo. El frío de la tela del uniforme estremeció a Shiho, cuya piel estaba caliente pero desnuda bajo las frazadas.

—Cinco minutos. No lo hagas una hora…

—¿Por qué se volvería una hora?

—Bueno, puedo sentir que tú…

—¡Pues deja de sentirlo! Se irá, igual que tú, dentro de nada.

—A Shinya le agradamos.

—¿Eh?

—Tú te quejas de él. Pero a él le gustamos juntos, ya sabes...

—…no me digas que le dijiste.

—Él preguntó pero ya sabía. Hay informes sobre nosotros. Todo lo que hacemos.

—Los Hiragis son una mierda.

—Pero a él le gustamos.

—¿Quiere un trío?

—¡Shiho!

—…es que nunca sabes qué tan desviado está un psicópata.

—Te digo que a él le gustamos. Nos desea suerte en todo esto.

—Perdona que desconfíe.

—¿Si me quedara diez minutos más te esforzarías por creerle?

—…podría intentarlo pero sería como trabajar para ellos.

—¿Tendría que ponerle mucho énfasis?

—…estaríamos usando todas nuestras fuerzas en favor de la convivencia dentro de la armada.

—Eres terrible, Shiho.

—Pero te gusto así. Será mejor que ese Hiragi se mantenga tan político contigo como pueda.

—No te preocupes por eso. Le enviaré un mensaje. Supongo que puedo ausentarme hoy.

—¿Tienes algo mejor que hacer?

.

—Después soy el pervertido.

—Echarte la culpa es cómodo...

—Sinvergüenza...

—...

—...

—¿Kimizuki?

—¿Si?

Esa es la parte del sueño donde Kiseki-O deja de ser amable.

Apuesto a que desearías haber detenido esa bala.

Shiho suspira consternado.

—Redundancias.

Solías quejarte, decías que esta era tu peor época.

—…

¿Entonces por qué tus emociones me traen aquí y ya no a Mirai?

—Mirai está muerta –respondió con cansancio Shiho Kimizuki.

—¿Y yo no?

—Aún no sabemos.

Kiseki se echó a reír, contorsionando el rostro de Yoichi en muecas crueles, que enfurecieron más a Shiho.

Bueno, aférrate a la esperanza o a tu venganza. Una cosa no es muy distinta de la otra.

—Voy a encontrarte de vuelta –repuso.

Seguro. Espero con ansiedad que levantes de los escombros este cuerpo sin vida. Eso nos unirá para siempre.

Shiho le acarició la mejilla.

—Hazme despertar. Esto no tiene sentido.

La apariencia fingida de Yoichi se disipó y Kiseki-O, el demonio zorro, se inclinó ante su todavía Amo.


Tenía fiebre al abrir los ojos. Shinoa le tocaba la frente con preocupación.

—Una píldora antes de dormir. ¿Te has vuelto un masoquista?

—Cállate.

...suficientes miserias en las cuales pensar.