Hola;

Esta historia es un intercambio, Mystrade (el primero en su tipo), drabble, exactamente 500 palabras.

Espero lo disfrutes al leerlo tanto como yo al escribirlo.

Nada de esto me pertenece, pertenece a la BBC.

Mi trabajo consiste en ordenar cada parte de este pequeño país, todo, sin dejar de lado absolutamente nada, soy perfeccionista, me gusta la idea del orden en cada proceso que pretendo poner en marcha y el control jamás lo cedo. Nadie podría con el trabajo.

Por las cámaras se ve que Sherlock se lo pasa de lo lindo con su doctor, parece cachorrito perdido entre las compras navideñas y la cena (a la que muy cordialmente fui invitado), puedo ver cómo me pide a gestos (que pasan desapercibidos al doctor) que le de algún caso "el que sea" le leo los labios.

Por primera vez no le hare caso.

Me paso a la siguiente pantalla, personalmente mi favorita, no tiene nada que ver con mi hermano y su médico, tampoco nada que ver con el trabajo directamente, es solo un pequeño gusto que me doy de vez en cuando, antes de perder la paciencia, cuando siento que pierdo el control en alguna situación delicada, es una pequeña bocanada de aire fresco que la pantalla me proporciona y me permite entrar en el caos de su pelo revuelto, su chaqueta arrugada, su oficina volcada.

Regreso de un caso y en su escritorio encontrara uno de mis mejores en la cocina.

-Donovan, ¿Quién entro a mi oficina?

-Nadie jefe.

La muchacha se retira, gracias a Anthea el audio es increíble y la imagen mejorada por lo que su rostro me da todo su catálogo de intensas emociones, solo como él puede lograrlo.

Toma la taza entre sus manos, aspira con delicadeza el aroma del contenido y sus labios comienzan la fiesta de la degustación del delicioso chocolate caliente que me esmere en preparar, tan perfecto como el mismísimo hombre que lo prueba, termina su trago y mi corazón salta de entre mis costillas cuando la más coqueta de las sonrisas atraviesa la cámara y se incrusta en mi memoria.

-Espero tengas más en casa.

De nuevo su equipo entra en escena y su mente vuelve al trabajo mientras que la mía está concentrada en que mi asistente entro y mis pantalones aprietan más que hace unos minutos. Un último trago apurado es revelado y la taza descansa sobre el escritorio.

-Señor, ya casi es hora de la cena en Baker Street, su traje está esperándolo.

La despido rápidamente mientras ella ordena todo para el día siguiente. Me visto con calma, me preparo con una de mis mejores ropas puesto que si tengo suerte, me lo encontrare en persona.

Cuando salgo un auto de color gris (casi chatarra) me espera, lo reconozco y mi asombro se hace más grande cuando el inspector sale de la parte del conductor con una sonrisa perfecta y blanca.

-Espero no te importe no llegar a la cena de tu hermano.

-¿Qué tiene en mente, Inspector?

-Velas y muérdago frente a una chimenea.

Me lo permito.

Llegamos a casa, nos soldamos, uno con el otro, en chocolate negro en la alfombra.

Felices fiestas.

MN

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