Disclaimer: Los personajes de CSI no me pertenecen y pertenecen a...sus respectivos creadores, yo escribo este Fan Fic sin fines de lucro, sólo para la entera satisfacción de una maldita mujer.
Waazzaaaaaaaaaaa!!
Pues este es uno de los últimos Fan Fics escritos por el Heich-Ess. Para este Fan Fic, no tuve una idea reveladora que me dijera: "puedes escribir algo así", sino que la voz llegó a travez de muchísimos kilómetros de distancia y me dijo: "Escribe un fan fic de CSI, un Slash de Nick y Greg" O sea, yo le hablo para saludarla y la muy HDP me pide un Fan Fic. Pero ni modo, es la maldita ésa y a esa no se le puede negar nada, aunque no me guste en yaoi... ni modo, estoy condenado y esclavizado a sus deseos y pues ni modo.
La idea realmente no recuerdo de donde salió, pero tiene un poco de "The Langoliers" de Stephen King y de Medio Mundo, mi lugar favorito, creado por mí y que pueden leer de él en otros relatos (si les interesa, mandenme un MP) y bueno. Me tardé bastante para terminar este Fan Fic, pero sobre todo porque comencé a ver CSI, yo pienso, que no puedes escribir de algo que no conoces. Así que hice mi tarea y más o menos busqué en internet datos sobre estos dos personajes. Si estos se salen mucho del Cannon, de la verdadera personalidad de los mismos, les ofresco mi disculpa, es difícil escribir de cosas que no conoces, esa es la verdad.
y sin más por el momento, les dejo el primer capi de esta historia que fue escrita con mucho amor para mi maldita Zely.
Hielos
1
El tintineo de los hielos en el interior del vaso, lleno hasta la mitad de licor, es uno de los que Greg no olvidaría jamás a partir de ese momento. Lo escucharía por la noches, en medio de sus pesadillas, de las cuales despertaría gritando y bañado en sudor.
Desde que subieron al avión, Greg tenía un extraño presentimiento. Era verdad que estaba encantado de que finalmente Catherine les haya concedido vacaciones a él y a Nick. Al recibir la noticia, ninguno de los dos había querido aceptar la buena amabilidad de la patrona, pero su insistencia había sido tal
(lárguense o los pondré a lavar los baños)
que habían decidido aceptar sin agregar nada más a la discusión.
Catherine se había mostrado generosa y les había dado permiso de perderse donde quisieran durante dos semanas.
- No quiero ir a buscarlos, así que más les vale que regresen. -había dicho la jefa al despedirse.
- No te preocupes, volveremos. -había asegurado Nick.
Durante el primer día de sus largas vacaciones, Greg no había sabido qué hacer. Se la había pasado consultando folletos de lugares vacacionales, pero ninguno de ellos le llamaba la atención. Él no quería, ni necesitaba vacaciones. Lo que él necesitaba era examinar escenas del crimen para capturar al asesino.
Por la noche, cuando ya estaba acostado, aburrido y mirando la televisión, Nick lo había llamado por teléfono y le había preguntado si ya había decidido a dónde iría.
- No tengo ni la menor idea. -había dicho Greg.
- ¿Te gustaría ir conmigo a Acapulco?
Greg ni siquiera lo había pensado. ¿Ellos dos, sin trabajo, en la playa, rodeados de chicas hermosas en bikini? ¿Qué hacemos aquí todavía?
Todo había parecido ir perfecto hasta que subieron al avión. Greg seguía sin comprender la razón, pero estaba muy nervioso.
La copa que tenía en la mano, era la tercera que le habían servido. Nick había dejado de decirle que se tranquilizara, y ahora sólo esperaba que el avión aterrizara.
La primera de las turbulencias que sacudió al avión, hizo que los hielos tintinearan al contacto con el vaso que los contenía. Greg se miró la mano; un poco de su bebida había saltado más allá del borde y ahora resbalaba por entre sus dedos.
- ¿Estás mejor? -preguntó Nick.
- Abróchate el cinturón. -dijo Greg sin más.
- ¿Qué? -Nick pensó que quizá su amigo estaba exagerando las cosas, tan sólo había sido una pequeña turbulencia; nada por qué preocuparse.
En ese momento, una más fuerte sacudió al avión hacia los lados. El sonido de los hielos en el vaso de Greg fue más intenso. Esta vez, la alarma fue general. Esa turbulencia había sido demasiado fuerte. Algo andaba mal.
- Nick, por favor. Ponte el cinturón. -pidió Greg sin despegar la mirada del asiento delante del suyo.
Nick hizo caso mirando alrededor. El pánico ya era general, el miedo podía verse en todos los rostros, excepto en los de las aeromozas, quienes lo disimulaban mejor que los demás. A Nick no le preocupaban los demás, le preocupaba Greg. Su rostro mostraba un horror mudo que le enchinó la piel nada más con verlo.
¿Qué tienes?, iba a preguntar cuando el avión se sacudió por tercera ocasión.
- Estamos perdiendo altitud. -comunicó Greg mirando a través de la ventana, con un horrible tono de indiferencia.
Nick miró por encima de su compañero hacia afuera. A diferencia de Greg, él no podía ver nada, sólo un inmenso cielo azul sin nubes.
Las turbulencias se hicieron más salvajes y entonces Nick vio como Greg soltaba el vaso y hacía un esfuerzo desesperado por abrocharse el cinturón. Segundos después, se escuchó una fuertísima explosión que vino de la parte posterior de la nave. Las máscaras de oxigeno cayeron desde el cielo raso y Nick se puso la suya de inmediato.
Algo crujía en la parte posterior del avión. Nick sentía el impulso de mirar hacia atrás por el pasillo para ver qué era lo que sucedía. No lo hizo. Creyó que sería preferible morir sin ver las llamas a tener que ver de lo que tenía que escapar y no poder hacerlo.
- ¡Nos vamos a morir! -gritó alguien que pasó corriendo por el pasillo. Miraba hacia atrás mientras corría. El sonido estridente de metales en torsión no cesaba.
- Tenemos que salir de aquí. -urgió Greg poniéndose de pie.
- No, ¡espera! -intentó detenerlo Nick sin conseguirlo. Apartó la máscara de su rostro y fue detrás de él. Una nueva explosión los detuvo, amenazando con enviarlos al suelo por la terrible sacudida que ésta provocó. Nick miró hacia atrás. Esperaba ver fuego, esperaba ver decenas de personas engullidas por las llamas, sin embargo, no había nada de eso. Todos los pasajeros tenían rostros de confusión, miraban a todas partes sin entender lo que sucedía.
- ¡Vamos, Nick! -le gritó Greg.
Nick se apresuró a alcanzar a su compañero. En la zona de servicio, Greg buscó desesperado entre los cajones. Al fondo de uno de los gabinetes inferiores, encontró lo que buscaba.
- ¡Póntelo! -le dijo a Nick arrojándole un paracaídas.
- ¿Para qué? -preguntó Nick mirando desconcertado la mochila.
- ¿Tú para qué crees? -replicó Greg buscando entre los gabinetes.
Nick miró por la ventana mientras se colgaba el paracaídas en la espalda. El cielo afuera seguía siendo azul. Ahora ya había nubes y todas ellas eran líneas kilométricas de color anaranjado que se coloreaban de rojo y luego de amarillo, para regresar al anaranjado y continuar con el ciclo de cambio de colores.
Una nueva turbulencia sacudió al avión y el crujido de metales se escuchó por todas partes. Nick miró hacia atrás, justo para ver cómo el avión se partía por la mitad y varios pasajeros eran arrojados hacia el cielo azul.
Nick se sujetó de donde pudo para evitar ser arrojado fuera del avión, o lo que quedaba de éste. Por la gran abertura, pudo ver las dos alas que habían sido desprendidas de la nave. Chocaron en el aire y explotaron en una bola de fuego que amenazó con atraparlos a ellos también.
El resto del avión comenzó a hacerse pedazos en el aire. Los pasajeros gritaban aterrados. Quienes no se habían puesto el cinturón fueron expulsados de sus asientos. Nick se sujetaba lo más fuerte que podía de la manija de una puerta que estaba a punto de desprenderse.
- ¡Greg! -gritó mirando a su compañero, quien ya había encontrado otro paracaídas y luchaba contra la succión para ponérselo.
La puerta del gabinete se desprendió de las bisagras y Nick salió volando hacia la bastedad azul del cielo y sus nubes que cambiaban de color. Greg se dejó llevar por la succión e intentó colocarse el paracaídas mientras caía a un suelo que para su sorpresa, estaba mucho más cerca de lo que él esperaba.
- ¡Greg! -gritó Nick, mirando cómo su compañero se precipitaba hacia una muerte segura. Por el momento, él no podía hacer nada y si no abría su paracaídas en ese momento, él también moriría.
Nick abrió su paracaídas y sintió el jalón que éste le dio al frenar su caída. No apartaba la mirada de Greg, quien todavía no lograba abrir su paracaídas. Luego de lo que a Nick le pareció una eternidad, Greg abrió su paracaídas. Nick sintió alivio, los dos se salvarían.
Más tranquilo, Nick miró el lugar en el que iban a caer. Parecía ser una selva rodeada por un desierto que se extendía hasta el borde del mundo. ¿Cómo podía existir un desierto tan grande en México?, se preguntó. Además, estaban esas extrañas nubes que cambiaban de color. Levantó la mirada para verlas de nuevo, pero el paracaídas se lo impidió.
Volvió la mirada hacia abajo, donde estaba Greg y se le heló la sangre de las venas.
Una de las enormes turbinas del avión caía dejando un rastro de humo negro detrás de ella. La turbina iba en picada hacia Greg.
- ¡Muévete, Greg! -gritó con todas sus fuerzas, sintiendo que la garganta se quejaba por su atrevimiento, y sabía que más tarde le dolería y quizá al día siguiente no podría hablar, pero no le importó.
La turbina, se envolvió en el paracaídas de Greg y cayó junto con él a la espesura verde de la selva.
Qué esté vivo, rogaba en su mente, sin dejar de gritar su nombre. ¡Que esté vivo!
Pero, ¿podría alguien sobrevivir a una caída desde esa altura?
* * *
