Disclaimer: Los personajes y lugares le pertenecen a Hajime Isayama, autor de este sorprendente anime. Esta historia participa en el concurso Cuéntame un cuento de Navidad Shingekero, organizado por la página Attack on Fanfics. Las frases en cursiva representan el pensamiento de los personajes.

* Personaje a elección: Jean.

* Personaje por sorteo: Reiner.

* Poema: "Cantan, cantan", de Juan Ramón Jiménez.

* Elemento: Gorro.


A LA DERIVA

La promoción 104 llevaba catorce meses de entrenamiento: les parecía que cada jornada sumaba un esfuerzo mayor a sus actividades… y en esa ocasión, las cosas habían superado el límite.

¡Atención, cadetes! ¡Hoy damos inicio al tercer recorrido en dúo! Creo que está de más advertirles su entera responsabilidad en la misión…

Jean chasqueó los labios, en tanto se frotaba las manos enguantadas. Impaciente de por sí, desafió el vendaval. Movía sus piernas por inercia, pese a no sentirlas. Exhaló cuanto aire caliente quedaba en sus pulmones y en un tonto delirio, esbozó una victoriosa sonrisa.

—¡Jean, aguarda! —alguien lo sujetó por la capucha.

El muchacho frenó de golpe y cayó de espaldas. A su lado, Reiner lo ayudaba a sentarse, sin poder ocultar su agotamiento y a la vez atento al buen estado de la lámpara que iluminaba su tortuoso camino.

—¿Qué haces? ¿Acaso quieres morir?

—Reiner —Jean tardó en reaccionar, ignorando el abismo por el que iba a precipitarse—, el campamento…

—La pendiente, dirás —volvió a colocarle la capucha—. Te llamé más de tres veces, supuse que estabas mal.

—Qué observador —se encogió de rodillas—. Maldición… ¿a quién se le ocurriría semejante prueba?

—El instructor no puede predecir el tiempo.

—Pero hubo indicios de tormenta… —resopló— en fin, ¿cuánto nos falta?

—No estoy seguro —Reiner abrió un mapa—. Debimos bordear el flanco este de la montaña, hace media hora.

—Entonces nos perdimos.

—No —cerró el pergamino—. Sólo tomamos un desvío innecesario.

Sólo eso… —estrechó la mano de Reiner para levantarse— ¡por suerte, me tocó contigo! No habría sobrevivido, si me asignaban con Eren o Connie.

—¿No es ése el objetivo? —bostezó— Aunque siendo sincero, habría progresado más con Bertholdt: tu atajo no sirvió…

—¿Lo siento, sí? —lo interrumpió—. Ahora hay que concentrarnos en regresar… ¡oh, mis piernas!

—¿Te llevo?

—Ni de broma —se negó, avanzando a cuestas—. Jamás debimos salir hoy.

—¿Por qué? Es un día como cualquiera —se encogió de hombros.

—Claro que no. ¿Ya olvidaste la promesa del instructor?

¡Crucen el bosque y traigan el banderín! Habrá carne en la estufa, esperándolos…

—¿La cena especial?

—Para celebrar la llegada del invierno.

—Pues… el verano es mucho mejor —cuestionó, nostálgico.

—Sin duda —aprobó—. Quiero ver praderas, ríos… ¡cualquier cosa, menos esta maldita tormenta!

Un fuerte soplido agitó sus capuchas por largo rato, hasta que la ventisca se detuvo. La escarcha suspendida en el aire descendió y finalmente hubo una chispa de esperanza para los cadetes.

—¡El banderín! —señaló Braun, entusiasmado— ¡Lo encontramos!

—¿En serio? —corrieron hacia un montículo de piedras— ¡Eso significa que estamos cerca!

—Mientras no empiece otra tormenta… —sacó el estandarte.

—¡Serás pesado! —le dio un empujón, entre risas, hasta que vio algo bajo las rocas— ¡Mira, Reiner! ¿Qué es?

—Trae una carta —sacó un atado que contenía algunas herramientas, dos gorros y una hogaza de pan envuelta con tela gruesa—: "Ya tienen más apoyo para el camino, buena suerte".

—¡A ver! —Jean releyó la misiva, estrujándola entre sus manos— No puedo creerlo, esto… ¡debe ser un chiste! ¡¿Cómo puede jugar así con nosotros…?!

Conforme Jean renegaba contra el instructor, Reiner tomó el gorro rojo y acarició su rígida textura.

Reiner, está haciendo frío. Abrígate, por favor…

Por unos segundos, el joven perdió noción de la realidad. Memorias confusas afloraban para sí, al punto de hacer temblar sus manos.

—¡Y cuando llegue a la Policía Militar, Keith Shadis sabrá quién soy! —Jean terminó su monólogo.

—Primero terminemos la misión, ¿te parece? —Reiner sacudió la cabeza, cargando el atado—. Se me está congelando el trasero.

—También a mí… —un golpe seco los alertó y sacaron sus rifles, apuntando a toda dirección— ¿lo escuchaste, Reiner?

—Sí —intentó divisar algo en la oscuridad—. ¿Será un titán?

—Tonterías, no han penetrado la muralla —se estremeció ante la idea— ¡Rayos! ¿Qué es lo que…?

Un nuevo sonido los hizo voltear, notando la caída de un gran copo sobre un cuerpo. Jean y Reiner acercaron la lámpara y removieron la nieve, hallando un pájaro gris al pie de un tronco.

—Conque eso nos previno…

—¡Todavía se mueve! —Kirstein lo vio retorcerse— ¿Morirá?

—No —Reiner cogió el gorro y envolvió con cuidado al ave—. Le hace falta calor.

—Llevémosla con nosotros…

Su compañero asintió y ambos retomaron su caminata, compartiendo una charla amena y el pan frío que hallaron bajo el banderín. La calma tras la tormenta ofrecía un paisaje menos confuso; y pese a las inmensas capas de nieve, sus pujantes espíritus marchaban guiados por la tintineante luz de la lámpara y el escaso brillo de las estrellas. Así, la penumbra duró varias horas… hasta que un suave celaje rosa tiñó el este, como cercana señal del alba.

Jean olvidó su letargo en el trecho final: aquella zona le recordaba mucho al bosque que visitaba en su infancia. El recuerdo de sus padres lo desconcertó. ¿Por qué…?

—Parece que ya está mejor —la voz de Braun lo sacó de sus pensamientos.

—Sí… —Kirstein vio al pajarillo agitarse, con cierta nostalgia— de niño, solía ver esas aves revolotear en primavera. Eran tiempos tranquilos…

—Seguro —Reiner bajó la mirada—. Debió perderse por ahí…

—Como nosotros —su tono lo intrigó—. ¡Digo, a causa de la tormenta…!

—Ya entendí. ¿Ahora andas sentimental?

—¡No exageres! —frunció el ceño— Recordaba, es todo.

—¿Algo en especial?

Jean lo miró con una expresión que oscilaba entre el sarcasmo y la seriedad: era la máscara que reprimía cualquier mención de su familia y su feliz pasado, por vergüenza a su propia debilidad.

—Qué importa… —apenas contestó, cabizbajo.

Reiner comprendió su silencio y no insistió más. Para ese entonces, el pajarillo se había espabilado y trinaba, al mismo tiempo que ambos divisaban el campamento. En el cielo, otro coro de aves llenó el alba con sus cantos. Jean instó a su amigo a detenerse y abrió el gorro, dándole más holgura al animal.

—¿Son de los tuyos, verdad?

El pajarillo silbó con más fuerza y voló, abandonando a Jean y Reiner. Cuando el primero quiso avanzar, se percató del mutismo de su compañero: estático y concentrado en la bandada migrante, la mirada del cadete destilaba una profunda melancolía.

—Van hacia el sur —Kirstein se bajó la capucha—, más allá de las murallas.

—Son libres —murmuró, con el gorro en sus manos—. Nunca están solos…

Un silencio indescriptible los envolvió… y de repente, varios chillidos rompieron su complicidad: a lo lejos, sus amigos agitaban los banderines entre gritos de alegría. Jean no pudo evitar sonreír.

—Tampoco nosotros —colocó una mano sobre su hombro—. Diría que esos locos ya son parte de nuestra familia.

—Sí… —Braun recuperó su sonrisa— ¡tienes razón!

El buen ánimo del dúo se vio renovado, mientras iban al encuentro de sus amistades. Una vez juntos, la promoción charló sin parar, rumbo al campamento.

—Debes tener frío —Reiner sorprendió a Jean, colocándole el gorro carmesí.

—¡Ahhh, tiene popó de pájaro! —soltó una queja divertida.

—¡Que sirva de recuerdo!

Y así, Reiner estalló en risas. Recibió el amanecer con una paz infinita, mirando hacia el sur. El pajarillo había desaparecido con los suyos, pero la sensación de libertad y añoranza permanecían en su corazón…


N.A.:

¡Buenas noches! Finalmente pude escribir este fic: creo que el concurso me inspiró muchísimo, ¡y me alegra bastante! (aunque debo aceptar que ha estado complicado XD). Ahora, pasando al tema en sí… ¡hay que citar varios detalles!

El poema de Jiménez es infantil y tiene una composición muy peculiar… pero según lo que estuve buscando, alude a la melancolía que el autor sentía respecto al invierno: así que usé el entrenamiento en la nieve como escenario; y tomando en cuenta la fecha de esta historia (antes del ataque de Trost), estamos tratando con un Jean engreído y un Reiner inconscientemente bipolar; que en medio de todo, tienen sus propios dilemas (los dos son sensibles a su modo, pero muy reservados). Así que, si bien ninguno concreta nada sobre sus emociones, trato de mostrar esos arranques de nostalgia que se empatan justo con el mensaje del poema… especialmente con Reiner, cuyo pasado no profundicé porque, a esas alturas del manga/anime, no sabíamos nada de su traición.

Respecto a los pájaros, lo asocié con la libertad que ambos buscan y aún no la consiguen: Jean, atado sus complejos de adolescente y Reiner, luchando en silencio por no revelar su misión; junto con el gorro que encuentran en el camino (que le traería recuerdos a Reiner, sobre su mamá): ¡de verdad, me encantó hacer que dejara volar al pajarillo! Cosa que también leí en uno de los análisis del poema, que retrata la migración de las aves hacia el sur… ¡y en esa dirección, se encuentra Marley, la patria a la que Reiner desea volver! ¿Coincidencia? ¡No lo creo! XD.

Tampoco quise descuidar a Jean: en su OVA, él mencionó que solía pasear en el bosque (quizás con sus padres); y en esta misión, tal vez recordó algún hecho de su infancia que le mostró su soledad (pero el pobre muchacho no es de contar cada detalle de su vida XD): por eso es que Jean se siente tan contento de ver al ave reunirse con su grupo, y a la vez cuando sus amigos se reencuentran con ellos. Extraña a sus seres queridos y quise dejar entrever esa faceta que sólo mostraría con Reiner a medias :')

Ambos encuentran abrigo en sus amigos y los recuerdos de su hogar, tal como el pajarillo es protegido dentro del gorrito y luego va con la bandada: los dos están a la deriva como el animal, hasta que hallan el rumbo para calmar su propia inestabilidad y así reforzar su compañerismo (hora de sacar el clorox :''v).

No sé si he conseguido darle un tinte navideño: puse "celebrar por la llegada del invierno" como referente (?) y un poco de comedia para matizar el contenido emocional, junto con el entrenamiento exhaustivo de Keith Shadis.

Creo que no hay más que decir: me he emocionado mucho escribiendo estas notas, a la vez que revisaba la cantidad de palabras XD, ¡así que les deseo las mejores vibras a todos los que están concursando! ¡Muchas gracias por sus lecturas y reviews, buena suerte y cuídense mucho! :D